El presente artículo se centra en los cuestionamientos teóricos y técnicos sobre las propuestas freudianas, en un ejercicio de análisis de validez, más allá del divorcio entre el psicoanálisis y la metodología de la ciencia. A continuación, se recogen y analizan diferentes hallazgos en Psicología y Ciencias del comportamiento afines, que han mostrado evidencias contrarias a las conceptualizaciones freudianas más populares.
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Apreciaciones sobre el nivel de análisis y la validez del psicoanálisis freudiano
Respecto a los contenidos de la literatura sobre psicoanálisis freudiano, es necesario considerar tres aspectos: (1) sus teorías, (2) las propuestas de tratamiento y (3) las ideas sociales de Freud como filósofo/pensador de temas de mucha importancia. Es posible afirmar que el punto 1 y 2 carecen de apoyo empírico. Sus teorías y sus técnicas, como todas las escuelas, tienen ciertas fortalezas y debilidades y, aunque probablemente, a nivel literatura de temas de mente y comportamiento es la propuesta más popular; se trata de una teoría más, de un autor más de tantos. No obstante, respecto al punto 3, Freud, como ‘pensador’, influyó en su época, como influyeron Nietzsche, Marx, la Bauhaus, el surrealismo, las dos guerras mundiales, etc.
El ‘inconsciente’ no es creación de Freud
Más allá de la falta de evidencia o de la validez de la teorización, el inconsciente no es una invención del psicoanálisis freudiano. Muchos pensadores, literatos y científicos, antes y después de él, aportaron sus propias teorías. La cultura China, Griega y Romana de la antigüedad, Spinoza, Santo Tomás, Montaigne, Leibniz, Humé, Schopenhauer, Herbart, Helmotz, Susloba, etc., teorizaron sobre la noción de inconsciente. Von Hartmann, en 1868, publica Filosofía del inconsciente 30 años antes que la interpretación de los sueños, teorización de Freud. La historia de las ideas psicológicas viene de la antigüedad, es mucho más larga que la historia de la Psicología Científica.
La noción freudiana de la ‘sublimación’
Si la sublimación implica la sustitución de las conductas sexuales por actividades creativas, los artistas no tendrían sexo. Y hay miles de casos que evidencian que la creatividad no está frenada por las respuestas sexuales, ni por los deseos, ni por los impulsos, ni por conductas de autoestimulación. La creatividad no depende de tales variables. Es más, la seducción, la atracción, el enamoramiento y el ‘amor’ suelen ser fuentes de obras artísticas. Y los infortunios de la vida, también. Como muchas teorías, la teoría de la sublimación es poéticamente bella, pero es refutada por los hechos. Esa teoría postulada por el psicoanálisis es una pseudoexplicación, sin validez, ni apoyo empírico.
Escasa validez de las teorías de los sueños en el psicoanálisis
Hace un siglo, Freud creía que los sueños tenían dos contenidos, uno manifiesto y otro latente, que debía ser interpretado como la expresión de ideas inconscientes. Años más tarde, se plantearon otros modelos teóricos que cuestionaron la validez y llegaron a refutar esta propuesta teórica del psicoanálisis, remarcando que en los sueños se perciben de un modo distorsionado, preocupaciones cotidianas. Por ejemplo, si estudió poco o mucho para un examen, es probable que el contenido del sueño esté compuesto por dicho tema. Si falleció un ser querido, es probable que se sueñe con él, etc. (Cook, Calan y Wolowicks, 1990). Por otro lado, se han hallado 20 temas comunes en sujetos; ser asaltado, llegar tarde, tener relaciones sexuales, miedos, etc. (Grifith y cols. 1958).
En los últimos años, también especialistas en estados de conciencia y sueños, han hallado en investigaciones que apuntan a que el sueño es necesario para facilitar ciertos procesos, como la memoria (Karni y cols, 1992).
Freud y el desarrollo humano
Hace un siglo, se popularizó en nuestra cultura occidental la idea que episodios traumáticos o fantasías infantiles, eran causas de trastornos sintomáticos, como la histeria, las obsesiones, las fobias, la depresión, etc. También se creía que la infancia está compuesta por etapas rígidas y que hay ‘fijaciones’ a las mismas. Múltiples teorías e investigadores no hallaron evidencias de tal causación. Es más, se han mostrado resultados opuestos, en el sentido que existen técnicas de tratamiento puntuales para el problema en cuestión. Si verdaderamente fuéramos «presos» de nuestro pasado, no habría cambios. Del mismo modo, se observa que en el transcurso de la vida, no hay un deseo único, hay varios de ellos, que evolucionan y cambian.
La conducta es muy variable y el sistema nervioso central está diseñado para la evolución en ambientes de todo tipo. La habituación y sensibilización, los procesos de condicionamiento, etc. surgen de la interacción permanente entre cerebro y ambiente. Fodor, conceptualizó que en el SNC hay invariantes funcionales y variantes funcionales. La psicología puede influir en esa plasticidad mediante la experiencia, fomentando la conexión neuronal de las variantes funcionales, mediante el reaprendizaje, la reestructuración cognitiva, etc.
A su vez, la psicofarmacología puede mejorar las variables biológicas y su influencia en el comportamiento. De más está remarcar que varias funciones cambian a partir de la experiencia. Por ejemplo, la ingesta, los hábitos laborales, la sexualidad, las vocaciones, las relaciones, los recuerdos, etc. no tienden a ser inmutables. Por otro lado, las etapas del desarrollo desde la infancia hasta la vejez, también influyen en esa normal evolución de conductas.
En otros términos, existe una relación de bidireccionalidad; el cerebro hace a las situaciones y las situaciones hacen al cerebro. Afortunadamente, estamos preparados para la evolución permanente y el «ser» no es una entidad única a develar. La psicología interpreta funciones normales que en sí mismas no son patológicas, sino que son modificables.
La cuestionada validez del modelo de esquizofrenia del psicoanálisis
Desde la teoría del psicoanálisis se creía que la psicosis tiene una causa ambiental, en el sentido que el sujeto regresa a ‘la etapa oral’, en la que el ‘yo’ y el ‘ello’ no se han separado. Los sujetos psicóticos se comportan sin que la realidad les preocupe. Por otra parte, en un apunte sobre la validez, Freud elaboró su teoría de la psicosis en el psicoanálisis analizando exclusivamente los escritos de Daniel Paul Schreber.
Asimismo, planteó que la paranoia era causada por el rechazo hacia la homosexualidad. Más tarde, Lacan, diferenció represión en neurosis y forclusión del nombre del padre en psicosis. No hay apoyo empírico a esta teoría. Otras teorías ambientales han formulado otra causación y hacen hincapié en fallas en la comunicación familiar, alta emoción expresada, exceso o déficit de procesamiento de información, etc. Teóricamente, son características razonables, aunque no suficientes, para causar el trastorno. Los modelos actuales que tienen mayor evidencia, hacen foco en las variables genéticas y/o cerebrales que predisponen a la esquizofrenia. Puntualmente, un exceso de dopamina, como neurotransmisor. Por otra parte, el hipocampo, los ventrículos del cerebro, la corteza y el sistema límbico, están alterados y no coinciden con los sujetos que no son esquizofrénicos.
El ‘complejo de Edipo’ del psicoanálisis, sin sustento, ni validez
Hace un siglo, se creía que el niño se enamoraba de su madre y la niña del padre. Ante los cuestionamientos, se sostuvo que ese complejo es una función paterna que está presente o ausente. Y así, hubo tantas variaciones especulativas sobre tal noción.
La ciencia pone un poco de orden a las teorías personales. A grosso modo, el comportamiento, los pensamientos y las emociones están influenciados por los padres, por la educación recibida y por aspectos genéticos. Albert Bandura llevó a cabo una investigación clásica en la cual se concluyó que las conductas agresivas de los niños aumentaban si se observaba un video de una persona agresiva. A este efecto lo llamó modelado -aprendizaje Vicario-. Otras teorías alternativas a ese complejo, postulan que la exogamia es un efecto del beneficio social. Por otra parte, hay muchos casos en que la relación con ambos padres no está en cuestión y ese complejo no es universal. Los conflictos que pueden aparecer son por diferencias en la crianza, diferencias de creencias religiosas, de valores, de orientación sexual, adicciones, etc. No son efecto del ‘complejo de Edipo’.
Por otro lado, estudios antropológicos en otras culturas no muestran que el llamado ‘complejo de Edipo’ se presente como un fenómeno resultante de la evolución de las fases afectivas teorizadas por Freud. Está instalada que la interacción madre/bebé genera efectos determinantes en el desarrollo psicológico. ¿Y el mito de los tres primeros de vida? Tampoco hay evidencias de tal teorización. Además, por ejemplo, la lactancia prolongada no genera ningún daño físico ni psicológico, ni ningún complejo. Las nuevas metáforas son formas de enunciar fenómenos de mente y conducta; la «navaja de Occkam» estipula que no es necesario agregar nuevos constructos cuando los fenómenos son explicados por la ciencia.
¿Hay un ser?
Uno de los mitos más extendidos en nuestra cultura es que somos presos de fijaciones en la infancia. En consecuencia, nuestra conducta actual es solo la «punta del iceberg». Nuestra conducta sería efecto de una regresión a esas fases infantiles. Hay un «ser», un «deseo», una «estructura», una «personalidad subyacente» que es inmutable y no cambia. Debajo del iceberg, es necesario «autoconocerse» y acceder a esa profundidad para poder cambiar la conducta. La psicopatología y los mecanismos de formación de síntomas es, según el psicoanálisis, efecto de representaciones irreconciliables que están en el inconsciente y, mientras no emerjan las mismas, la conducta y los síntomas, no cambiarán.
La Psicología Científica actual considera todo lo contrario, tanto teórica como técnicamente. La plasticidad neuronal y su interacción permanente con la experiencia ambiental, muestra que en el transcurso de la vida hay cambios, y que los deseos, los gustos, los hábitos, los placeres y displaceres, las creencias, los valores, etc., cambian. Y no somos presos de lo que sucedió o no sucedió en la infancia. Tampoco de las fantasías infantiles y actuales. Siempre estamos aprendiendo y eso sucede con o sin conciencia del aprendizaje. El aprendizaje, el condicionamiento, las influencias de nuevas ideas y modelos, ocurren pues el cerebro tiene plasticidad y eso propicia la adaptación, incluso a los obstáculos o infortunios que se presentan en la vida. La palabra y la experiencia propician esa plasticidad funcional del cerebro. El tratamiento psicológico parte de ese objetivo y su aplicación modifica aquello que se creía que «estaba ahí, pero oculto» y era inmutable.
Los postulados sobre sexualidad del psicoanálisis y sus problemas de validez
En la antigüedad, en la Edad Media y antes del advenimiento de la ciencia psicológica, circularon teorías erradas sobre el tema. Se creía que la masturbación es perjudicial para el organismo, que las relaciones sexuales prematrimoniales iban en contra del auténtico ‘amor’, que la homosexualidad es una perversión patológica -una enfermedad-, que había dos tipos de orgasmo en la mujer, uno clitoridiano -inmaduro- y otro vaginal -maduro-; que la sexualidad que no conduce a una vida en pareja era pecaminosa, etc.
En sus teorías, Freud creía que la homosexualidad se producía como resultado de una identificación inadecuada con el progenitor del sexo opuesto durante el desarrollo. Otros psicoanalistas sugieren que los hombres homosexuales tienen madres sobreprotectoras y dominantes y padres pasivos e ineficaces. Las evidencias plantean que la orientación sexual no depende de esta relación y hay muchísimos casos que contradicen la teoría de las pautas de crianza y la relación familiar. A. Kinsey, realizó encuestas estandarizadas con miles de sujetos. Los temas a indagar eran a qué edad habían tenido sus primeras conductas sexuales, la frecuencia de los actos sexuales, la masturbación, las relaciones heterosexuales, bisexuales y homosexuales, la duración de los vínculos, etc. Halló datos muy relevantes sobre el tema, y hoy constituye un hito en la investigación sobre sexualidad.
A partir de la década de los 60′ Masters y Johnson, investigaron en muchas parejas y amantes la fisiología de la respuesta sexual humana, encontrando evidencias contrarias a las teorías sexuales del psicoanálisis freudiano y cuestionando su validez. A la vez, propusieron tratamientos específicos para el abordaje de esas disfunciones: eyaculación precoz y retardada, impotencia, anorgasmia femenina, déficit en deseo sexual, aversión al sexo, etc. Han resultado tratamientos eficaces, y su consulta y aplicación es ineludible. Por su parte, la psicobiología ha detectado que la orientación sexual responde a variables genéticas y cerebrales, mientras que las conductas sexuales están más asociadas a factores ambientales. Más allá de los estudios, no hay ninguna relación entre psicopatología y orientación sexual. Afortunadamente, en las últimas décadas, hay un avance hacia la igualdad de derechos entre hombres y mujeres en el plano de la sexualidad. Como se apuntó anteriormente, la ciencia pone algo de orden frente a las teorías populares y los prejuicios culturales sobre la sexualidad.
La ‘inferioridad’ sexual de la mujer y la envidia del pene
En la línea de lo anterior, más allá de la falta de validez científica, los postulados sobre sexualidad del psicoanálisis freudiano han recibido críticas por su machismo y su misoginia. «Solo hechos observados, sin agregación especulativa casi» (Nuevas lecciones introductorias al psicoanálisis) «hemos de reconocer que la mujer es un hombrecito…» (…) «el clítoris debe ceder su sensibilidad y con ella su significación, a la vagina». Como se apuntó anteriormente, Freud enunció que en la mujer había dos tipos de orgasmos: uno clitoridiano, inmaduro, y otro vaginal, maduro. Sin embargo, los hallazgos de Masters y Johnson plantearon no solo que en la respuesta sexual femenina hay un solo tipo de orgasmo, sino que la teorización freudiana contribuyó a patologizar la respuesta sexual femenina y la experiencia sexual percibida. La Psicología de la sexualidad, la sexología, especialistas en dicha área etc. han cuestionado la validez de la teoría sexual del psicoanálisis freudiano, llegando a refutar los planteamientos de Freud.
Los ‘mecanismos de defensa’ del psicoanálisis, sin validez empírica
¿Las soluciones a los problemas son mecanismos de defensa? ¿Comer cuando no se siente hambre, dormir un poco más de lo habitual, permanecer en la ducha solo por placer, son «defensas»? Las adicciones, el pensar en exceso, la tristeza ante los infortunios, la ansiedad ante un estímulo inofensivo, las relaciones sexuales temporarias, la masturbación, etc. ¿Son defensas de representaciones que se reprimen?
El cerebro está diseñado para solucionar problemas y máxime para la supervivencia del individuo. Si a eso le llamamos «mecanismos de defensa» le ponemos un constructo «patológico» a algo que es una función normal del organismo. De ese modo, casi cualquier actividad que emita el ser humano sería una forma de defensa. Dirán que es un mecanismo de formación de síntomas, a partir de la represión al inconsciente de representaciones inconciliables, desfiguradamente aparece un síntoma en la conciencia. Más allá de los detalles, hay muchas teorías diferentes y evidencias contrarias a esa teorización. Generalmente, casi todo en la naturaleza tiene un proceso de acción y uno inverso. El cerebro posee mecanismos de excitación e inhibición, la conducta aumenta o disminuye su frecuencia, etc. Los llamados ‘mecanismos de defensa’ son etiquetas lingüísticas de procesos opuestos que ya estaban allí desde hace siglos, otra enunciación poética pseudoexplicativa. Por último ¿cuál es la defensa?, ¿hay un enemigo a vencer en el psiquismo o problemas que resolver?
La ‘pulsión de muerte’ en el psicoanálisis freudiano
No se ha hallado que el cerebro tienda a funcionar con base a la homeostasis, ni al displacer. La idea que la pulsión de vida es un «rodillo» que se sustenta en la pulsión de muerte no tiene más validez que la de una de las múltiples metáforas del psicoanálisis. No correlaciona la misma con los hallazgos en neurociencias. Incluso en casos extremos, muerte de un hijo o hija, accidentes con secuelas permanentes, enfermedades graves, demencias, etc., el cerebro y el organismo intentan sobrevivir a dichos infortunios de la vida.
En neurobiología, se halló que el sistema límbico o cerebro emocional, ante la información incierta, tiende a responder con ansiedad o miedo. La vía baja, que va del tálamo a la amígdala, es ante la incertidumbre, por así decir, más ‘pesimista que optimista’. Cuando la información llega a la corteza, generalmente la misma piensa racionalmente y los problemas se intentan resolver. En él, mientras tanto, es normal y esperable automáticamente, pensar un poco negativamente. Algunas teorías aluden, enuncian, narran, aunque no explican. Por otra parte, es imposible hablar de vida y no hablar de su contrario, la muerte. ¿Cuál es el descubrimiento? Ninguno.
‘Pulsión de muerte’ y vida es una invención literaria, no el hallazgo de una función del sistema nervioso central. La ciencia tiene un lenguaje de hipótesis, no es literaria. Tampoco es optimista ni pesimista. Si hay una palabra que sintetiza las múltiples funciones del cerebro es, supervivencia. En este sentido, se cuestiona nuevamente al psicoanálisis por la creación de nuevos constructos innecesarios, sin validez, ni utilidad.
La etiología en el psicoanálisis freudiano, más poesía sin validez científica
Freud formuló que los síntomas son efecto de una defensa frente a representaciones inconciliables, reprimiéndose estas al inconsciente. Desfiguradamente, aparecen en la conciencia manifestaciones como sueños, lapsus, chistes, actos fallidos o cualquier trastorno psicológico, fobias, depresión, ansiedad, psicosis, etc. El eterno retorno de lo reprimido aparece en forma de ‘síntoma’.
En 1896, publicó neuropsicosis de defensa, haciendo hincapié en cómo supuestamente eran reprimidos episodios sexuales de la infancia y los síntomas eran manifestaciones subrogadas entre las defensas y el inconsciente. Años más tarde, modificó esa teoría e hizo hincapié no en los episodios, sino en fantasías que son supuestamente reprimidas. También formuló la idea que los impulsos inaceptables del ello aparecen en el yo en forma de síntomas. La «neurosis» sería efecto de la represión de esas representaciones al inconsciente. Y su nosología consta de tres categorías: Neurosis, Psicosis y Perversión. Por ejemplo; si una paciente tiene una fijación en la etapa anal, podría ser muy ordenada o desordenada. Es una teoría circular, en el sentido que el fenómeno o no-fenómeno pueden ser efectos de tal fijación. Si aparece la ansiedad en una fobia, la propia ansiedad no es el problema a tratar, sino que hay que intervenir en otros temas que el paciente no reconoce en su vida consiente. Por ejemplo, una adicción se mantendría como efecto de deseos ocultos, etc.
Tal teoría es discursiva, no fue comprobada y carece de validez, con oposición explícita al método experimental por parte del mayor exponente del psicoanálisis de la historia, quien sostenía «mis teorías se comprueban en el diván». Su teoría de formación de síntomas, es poéticamente bella, oscura y misteriosa, pero carece de apoyo empírico bajo el ala del método científico.
Muchos modelos teóricos en psicopatología han cuestionado la validez de la teoría del psicoanálisis freudiano: Influencias de condicionamiento y aprendizaje, cogniciones distorsionadas, alto neuroticismo, incubación de la ansiedad, no-recompensa frustradora, déficits de conductas en depresión, bases biológicas predisponentes a ciertas patologías, etc. Demás está decir que la «universalidad» de sus hipótesis es muy controvertida. Freud extrajo sus conclusiones a partir de observaciones -sesgadas- del comportamiento y discurso de unos pocos casos clínicos de personas de clase media-alta de Viena.
Desde otras vertientes en psicología, se plantea que los síntomas no son efecto de otra cosa, sino que son el problema mismo a tratar. Y las causas pueden ser ambientales o biológicas, dependiendo del trastorno o problema clínico. Por otra parte, la psiquiatría alemana Kreapelin, Bleuler, Schneider, Leonard, etc., el DSM, la CIE, etc. son propuestas con mayor validez y precisión que la nosología del psicoanálisis. A diferencia de las cosmovisiones, la psicología clínica avanza hacia la especificidad.
El temperamento en bebés, según Freud
Hay una parte de la personalidad que es de raigambre biológica. Se han hallado diferencias de temperamento en bebés. La tendencia a la ingesta, a la expresión de emociones, a la emisión de sonidos, los patrones de sueño, etc. son pautas de diferencias biológicas que influyen en aspectos psicológicos futuros.
Hay bebés que, desde el nacimiento, tienen un temperamento más expansivo y otro más calmado. Hay personas que, desde los primeros meses de vida, poseen mayor neuroticismo que otras. Algunas son más introvertidas por naturaleza que extrovertidas. A los primeros días de vida, se presentan diferencias de temperamento y carácter. Se impone el escepticismo frente a algunas teorías: La influencia del ambiente, el reforzamiento, los estilos de crianza, el «autoerotismo» del «apego» de la invención narrativa denominada «complejo de Edipo» o el «estadio del espejo» ¿Dónde están en esas diferencias de carácter? ¿El cerebro produce la propensión a situaciones o las situaciones producen al cerebro?
Validez y eficacia de los procedimientos clínicos en el psicoanálisis freudiano
¿Hacer Consciente?
Ser consciente de una causa no implica la modificación del síntoma. Por ejemplo, a los 15 años un paciente empezó a beber para desinhibirse. A los 35 años, en terapia, identificó la ‘causa’ que originó el consumo. Sin embargo, el consumo excesivo de alcohol, se mantiene igual. En este ejemplo, se destaca que el ‘síntoma’ se independiza de las supuestas ‘causas’ que lo originaron. Para dejar su alcoholismo, ser consiente de estas no es suficiente para modificar la conducta de beber. Ojalá la consciencia de algo implicase poder cambiar un hábito; no es tan sencillo. Es una idea atractiva, pero es simplista.
¿Pero funciona? La eficacia del psicoanálisis más allá de su validez
Es frecuente escuchar que algunos psicoanalistas tienen otro concepto de eficacia. Arguyen que el paciente mejoró y se basan en sus propias observaciones subjetivas. Lo que «funciona» es por factores comunes inherentes a todos los procesos de relación de ayuda. En diferentes relaciones de referencia, Maestro/alumno, sacerdote/confesante, médico/paciente, entrenador/deportista, psicólogo/paciente, líder/discípulo, psicoanalista/paciente, chamán/creyente, etc., existe un vínculo. Lo que en parte ‘funciona’ a nivel afectivo, más allá de las técnicas, es esa relación de ayuda que sirve y es necesaria para intentar mejoras, pero ¿podemos afirmar que la efectividad de la relación terapéutica confiere validez al psicoanálisis, por si sola?
Las 4 técnicas originales propuestas por el psicoanálisis son: (1) interpretación de manifestaciones del inconsciente, (2) asociación libre (3) no responder a la demanda y (4) manejo de la transferencia. Sin embargo, no han mostrado ser eficaces esas 4 técnicas aisladas de otras intervenciones psicológicas. Los no ortodoxos, en las sesiones mezclan esos procedimientos con otros de sentido común que sí funcionan: la motivación del paciente al cambio, el hecho de hablar y descargar sus problemas íntimos, casos simples, relación altruista con el terapeuta, reforzar conductas en determinada dirección, criticar conductas neuróticas, etc. Pero esos componentes a los que podría atribuírseles cierta validez son propios de las psicoterapias, no es un descubrimiento del psicoanálisis; eso es más antiguo que el sol. Los componentes de eficacia son otros. No obstante, se «cree» y se atribuye errónea y sesgadamente que funciona por el marco teórico y por las técnicas del psicoanálisis.
Conclusión
Múltiples autores formulan cuestionamientos lógicos y empíricos a la validez de las teorías y a la eficacia de las técnicas terapéuticas propuestas por el psicoanálisis freudiano. El debate es muy extenso y no concluye aquí. Parafraseando a Eysenck: «en el psicoanálisis, lo que es verdadero no es nuevo y lo nuevo no es verdadero».
Referencias:
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- Minici A., Rivadeneira C., Dahab J. Diferencia entre Psicología y Psicoanálisis. Revista de Terapia Cognitivo-Conductual cetecic.com.ar