Teoría del interaccionismo simbólico de Mead

Según el interaccionismo simbólico de Mead, las personas interpretan su realidad a partir de representaciones generadas por la comunidad social a la que pertenecen.

El término interaccionismo simbólico fue acuñado por el sociólogo americano Herbert Blumer; no obstante, la postura teórica que representa se encuentra cimentada sobre las ideas del filósofo George Herbert Mead y su propuesta de conductismo social. Esta corriente de pensamiento es considerada la primera escuela estadounidense de teoría social, y ha influido de manera muy importante en el desarrollo de la psicología social de tradición sociológica (Forni, 2003).

En términos muy generales, es posible decir que el interaccionismo simbólico de Mead constituye una explicación pragmática de la interacción entre la realidad subjetiva y la organización social. Para ello, se enfoca preferentemente en la naturaleza de los grupos y los fenómenos colectivos, el impacto de las personas sobre la sociedad, y la dimensión simbólica de la interacción social (Pons, 2010). A continuación, se desarrollarán algunos de los puntos más importantes que caracterizan esta teoría.

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Principios del interaccionismo simbólico de Mead

El interaccionismo simbólico de Mead es una propuesta que se caracteriza por comprender a las personas como miembros activos de una comunidad social de interpretación de símbolos. Algunas de sus declaraciones más importantes son las siguientes:

  • Las personas son capaces de definir conductas y situaciones, atribuyéndoles significados por medio del manejo interno de símbolos; es decir, a partir de su capacidad simbólica.
  • Los y las individuos, no son receptores pasivos de estímulos, o procesadores mecánicos de información. Por el contrario, son constructores activos de significados, los cuales organizan de manera dinámica en torno a procesos compartidos de interacción.
  • La conducta de un individuo sólo podría ser entendida en términos de la conducta de todo el grupo social al que pertenece.
  • La experiencia individual puede estudiarse no solo desde el punto de vista de la conducta observable; sino, además, de las experiencias privadas. Esto, a partir del análisis del proceso social dinámico.
  • Ciertas experiencias pueden ser consideradas como acontecimientos dentro de un acto; el cual reside dentro del organismo, para más tarde expresarse de manera observable.
  • El individuo se experimenta a sí mismo a partir de un “otro generalizado”, constituido por las perspectivas de las personas que lo rodean. Debido a ello, su “sentido de sí” se moldea en virtud de las representaciones generadas por la comunidad social.
  • Lo social no corre paralelamente a lo psicológico o subjetivo, sino que ambas dimensiones son constitutivas entre sí.
  • Los símbolos presentes en la interacción permiten a las y los individuos recibir información sobre sí mismos a partir de los otros; siendo capaces de anticipar cómo reaccionarán los demás ante su conducta.
  • La esencia de la comunicación humana es la capacidad de la persona para anticipar las respuestas que cada acto suyo provocará en los demás.

(Mead, 1934).

Diferencias entre las ideas de Mead y el interaccionismo simbólico de Blumer

Herbert Blumer es considerado por muchos el principal representante del interaccionismo simbólico, no obstante, este autor se basó en las ideas de Mead para crear su propia teoría. Dicha inspiración significa que muchos de los principios de estas posturas son muy similares; existiendo, en muchos casos, solo un cambio de terminología (Blumer, Mugny, 1992). Por otro lado, también existen diferencias importantes entre las propuestas de estos dos autores, ya que representan dos momentos distintos en el desarrollo de una corriente.  

En este sentido, una distinción significativa entre estas teorías es el lugar que reconocen a las leyes y creencias científicas. Para Mead, estas constituyen hitos o puntos de referencia; mientras que para Blumer son solo conceptos sensibilizadores, que deben ser tomados en cuenta, pero de los que no se debe quedar prisioneros o prisioneras (Forni, 2003).

De igual manera, el interaccionismo simbólico de Mead considera que las teorías son fuentes de las que es posible generar hipótesis que logren probar empíricamente otras teorías en competencia. En contraste, Blumer evita el término hipótesis y rechaza la prueba de hipótesis como un modo válido de realizar investigación sociológica (Forni, 2003).

En términos generales, Blumer busca llevar las ciencias sociales más allá de la visión institucionalizada, positivista y cuantitativa que le exigían las tendencias de sus tiempos. Para ello, se aleja de la visión tradicional de Mead, para adoptar solo aquellos elementos de la postura pragmática que le permitan desarrollar una sociología inductiva y orientada al descubrimiento (Forni, 2003).

La importancia del interaccionismo simbólico en las ciencias sociales

Las bases del interaccionismo simbólico propuestas por Mead constituyen uno de los aportes más importantes en el desarrollo de las ciencias sociales; especialmente en la construcción de un modelo de psicología social. Este enfoque no solo integra un desarrollo teórico sobre la relación entre las y los individuos con su medio. Además, constituye una metodología específica alrededor de la forma en que las y los científicos acceden al conocimiento.

Una de las aportaciones más importantes de las ideas de Mead a las ciencias sociales, es su propuesta de estudiar la conducta del individuo tal como se da dentro del proceso social, y no solo como un elemento más del mismo (Mead, 1934).

Por otro lado, al establecer que la experiencia individual puede ser estudiada desde el punto de vista del comportamiento, el interaccionismo social propone que la observación no solo se definiría por el registro de los fenómenos que se investigan; sino que, además, se encontraría determinada por los mismos intereses y problemas del investigador, quien seleccionaría y discriminaría activamente lo observado (Mead, 1934).

En términos generales, la gran aportación de Mead a las ciencias sociales podría resumirse en presentar una metodología científica y experimental a través de la adopción de una postura pragmatista (Garrido, Álvaro, 2007).

Limitaciones y críticas del interaccionismo simbólico de Mead

La teoría del interaccionismo simbólico de Mead ha sido objeto de diferentes críticas y reinterpretaciones; en parte, debido a que su obra fue publicada de manera póstuma. Entre los argumentos en contra más destacados en este sentido se encuentran los siguientes:

  • Falta de claridad conceptual.
  • No explicar los elementos emocionales de la conducta.
  • Imprecisión metodológica.
  • Ambigüedad sobre el carácter procesual o estructural de la conducta.
  • Excesivo énfasis en los procesos microsociales en detrimento de los macrosociales.
  • Integración de explicaciones orgánicas no comprobables.
  • Desarrollo como planteamiento filosófico, más que como enfoque científico.
  • La teoría no sigue el protocolo de la ciencia experimental.

(Forni, 2003; Garrido, Álvaro, 2007; Pons, 2010).

Referencias:

  • Blumer, H., Mugny, G. (1992). Psicología social: Modelos de interacción. Buenos Aires, Argentina. Centro Editor de América Latina. campus.fundec.org.ar
  • Forni, P. (2003). Las Metodologías de George Herbert Mead y Herbert Blumer: Similitudes y diferencias. Serie de documentos de trabajo, INDICSO Facultad de Ciencias Sociales, Universidad del Salvador, número (14). cloudfront.net
  • Garrido, A., Álvaro, J. (2007). George Herbert Mead: El interaccionismo simbólico. Psicología Social. Perspectivas Psicológicas y Sociológicas. Madrid, España. McGraw-Hill. bitstream/handle
  • Mead, G. (1982). Espíritu, persona y sociedad [originalmente 1934]. Buenos Aires, Argentina. Paidós Básica. Recuperado de: sicologias.files.wordpress.com
  • Pons, X. (2010). La aportación a la psicología social del interaccionismo simbólico: una revisión histórica. EduPsykhé. Revista de psicología y educación, volumen (9), número (1), pp. 23-41. dialnet.unirioja.es

Créditos imagen de portada: Foto de kat wilcox de Pexels

R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.

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R. Mauricio Sánchez
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Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.