El papel de las emociones desde el conductismo

En contra de la creencia popular, el conductismo sí toma en cuenta las emociones, solo que las considera un tipo especial de comportamiento.

Una de las críticas más comunes dirigidas hacia el conductismo consiste en acusarlo de ignorar o desestimar fenómenos no observables, como las emociones, los sentimientos o el pensamiento. No obstante, este supuesto rechazo hacia los procesos subjetivos por parte de la escuela conductista no es del todo verdadero. O por lo menos, no de la manera categórica que suele atribuírsele.

Para esta postura, la experiencia emocional es algo real, pero no de la forma en que la consideran otras corrientes. En este sentido, los modelos psicológicos tradicionales suelen definir las emociones como una respuesta neuropsicológica ante los estímulos del medio, interpretada de manera interna por algún tipo de sistema indeterminado e incorpóreo, que prepara a las y los sujetos a emitir un comportamiento, ante una determinada situación (Matsumoto, 2009; American Psychological Association, 2020).

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Por el contrario, para el conductismo, las emociones no constituyen una dimensión distinta responsable de la conducta, sino que este las ve como otras formas de actuar (Skinner, 1974). A continuación, se explicará con mayor detalle esta postura. Misma que desarrolló Burrhus Frederic Skinner, como parte de su teoría del conductismo radical.

Las emociones como eventos conductuales privados

Para el conductismo, la conducta es el funcionamiento de un organismo que se presenta debido a su interacción con las circunstancias que lo rodean. La formulación de un evento conductual implica no solo cómo el organismo actúa, sino, además, las características de las circunstancias ambientales con respecto a las que está actuando (Skinner, 1974).

Muchos eventos conductuales son ‘públicos’. Es decir, pueden ser observados por terceros; como el ponerse de pie o tomar un objeto. No obstante, el conductismo define fenómenos como las emociones o los sentimientos como eventos conductuales ‘privados’ o ‘debajo de la piel’. Lo que significa que solo son accesibles y sensibles para la persona que los está actuando. Para Skinner, este tipo de conductas pertenecen a la misma dimensión física que los eventos públicos, por lo que son susceptibles de ser estudiados por una ciencia de la conducta (Skinner, 1974).

Dado lo anterior, la corriente conductista afirma que la diferencia entre eventos públicos y privados radicaría únicamente en el número de personas que pueden informar sobre ellos. Más allá de eso, son el mismo tipo de evento y tienen las mismas propiedades (Baum, 2005).

A diferencia de otros enfoques, el conductismo no considera que las emociones sean responsables de alguna forma de iniciar u originar un comportamiento. Por el contrario, sostiene que estas forman parte de la corriente conductual, junto con los eventos observables públicamente, por lo que es necesario que se analicen de la misma manera (Skinner, 1974).

Propiedades de las emociones de acuerdo al conductismo

Al considerarlas como eventos privados, el conductismo define las emociones a partir de ciertos criterios:

  • Son un tipo de conducta.
  • No se presentan en una dimensión distinta de la física.
  • Tampoco son un antecedente o mediador necesario para un evento de comportamiento públicamente observable.
  • No son causas iniciadoras ni originarias del comportamiento.
  • Ellas mismas son causadas ​​por, y pueden entrar en la corriente de comportamiento como resultado de eventos que trascurran durante la vida de las personas.
  • Deben analizarse de la misma manera que el comportamiento observable públicamente, en lugar de según un modo diferente de indagación.

(Moore, 2011).

¿Cómo reconocemos nuestras emociones de acuerdo al conductismo?

Ante la consideración de las emociones como eventos conductuales privados, el conductismo se ve obligado a responder una cuestión importante: si la experiencia emocional solo es accesible para la persona que la actúa, ¿cómo es posible que podamos distinguir, reconocer y nombrar nuestras emociones y sentimientos sin un referente objetivo?

Frente a este problema, Skinner presenta algunas alternativas. En primer lugar, propone que la comunidad verbal puede enseñar respuestas descriptivas de condiciones internas utilizando condiciones públicas que se asocien a ellas. Es decir, respuestas colaterales al evento conductual privado que se desea referir (Skinner, 1974). Por ejemplo, reconocer la alegría (conducta privada) por manifestaciones visibles como la risa o la expresión facial (conductas públicas). De tal manera que se pueda enseñar cuándo entender y expresar que se está contento.

De forma similar, el conductismo plantea que un evento conductual privado puede ser identificado a partir de una condición pública que produce un efecto similar (Skinner, 1974). Por ejemplo, al describir el alivio como ‘deshacerse de un gran peso’.

La comunicación de las emociones de acuerdo al conductismo

Es necesario destacar que, para el conductismo, la descripción de las emociones nunca es completamente precisa; ya que es muy probable que, al describir un comportamiento encubierto, se pueda estar describiendo condiciones privadas asociadas al comportamiento público, aunque no necesariamente generadas por él. Además, las condiciones pertinentes a la conducta se informan de acuerdo con las circunstancias en las cuales se han adquirido. Lo que significa que una misma expresión se puede traducir de muchas maneras (Skinner, 1974).

Un ejemplo de lo anterior puede observarse en la afirmación: ‘estoy nervioso’. Esta expresión puede informar sobre respuestas fisiológicas asociadas a este evento conductual; como el temblor involuntario de los músculos o el tener la boca seca. Por otro lado, también puede referirse a la observación de otras conductas relacionadas; como el levantarse del asiento asiduamente o el cometer errores constantes en una determinada actividad.

Esta dificultad para comunicar y registrar los fenómenos emocionales de forma confiable y sistemática, es el motivo por el que el conductismo suele desestimar la utilidad práctica de los informes del mundo interno.

El papel de las emociones en la conducta

El análisis experimental del comportamiento se concentra directamente en las causas antecedentes del ambiente. Es decir, explica la conducta a partir de variables, estímulos y conductas observables. De esta forma, intenta ir más allá de explicaciones que hagan alusión a fenómenos internos, como las emociones o los sentimientos. Por ejemplo, cuando al preguntarle a una persona que se aleja de un perro, la razón de su conducta; y esta expresa que le ‘desagradan las mascotas’; un enfoque conductista podría profundizar en dicha respuesta, hasta encontrar los estímulos ambientales que realmente motivan su conducta. En este caso, puede ser el olor del animal, o el ruido que genera; por lo que la razón de su comportamiento sería el evitar tales sensaciones. Siguiendo esta lógica, esta corriente propone que los sentimientos y las emociones simplemente son productos colaterales de las condiciones responsables del comportamiento (Skinner, 1974).

Es muy importante mencionar que la afirmación anterior no significa que eventos privados como las emociones son ignorados categóricamente por el conductismo. Por el contrario, son considerados pautas para el comportamiento pasado y para las condiciones que lo afectaron; para el comportamiento actual y las condiciones que lo afectan; y para las condiciones relacionadas con el comportamiento futuro (Skinner, 1974). Es decir, son vistos como parte de la corriente de comportamiento en análisis.

En este sentido, Skinner señaló que, para un analista de la conducta, tanto una conducta como nuestros sentimientos al respecto de ella, son hechos que deben explicarse. Es decir, que el cómo se siente la gente acerca de los hechos, o qué significa sentir algo, también es una pregunta para la cual la ciencia de la conducta debería tener una respuesta (Skinner, citado por Baum, 2005).

Referencias:

  • American Psychological Association (2020). APA Dictionary of Psychology. Dictionary.apa.org. dictionary.apa.org
  • Baum, W. (2005). Understanding behaviorism: Science, behavior, and culture. Wiley-Blackwell. docero.com.br
  • Matsumoto, D. (Ed.) (2009). The Cambridge Dictionary of Psychology. Cambridge University Press. web20kmg.pbworks.com/
  • Moore, J. (2011). Behaviorism. The Psychological Record, número (61), pp. 449-464. researchgate.net
  • Skinner, B. F. (1994). Sobre el conductismo [originalmente 1974]. Buenos Aires, Argentina. Editorial Planeta Argentina, S.A.I.C. drive.google.com

Créditos foto de portada: Foto de Yaroslav Shuraev de Pexels

R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.

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Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.