Evidencias, certezas y mitos sobre el sexo biológico

El avance de la ciencia y la tecnología ha arrojado evidencias sobre la complejidad del llamado sexo biológico. Una designación que nuestra sociedad aún define bajo los criterios de un rígido modelo binario.

Dentro de nuestra sociedad, el término “sexo” se utiliza para designar los rasgos que distinguen a los machos y las hembras de una especie. Este concepto hace alusión particularmente a las características físicas y biológicas de cada individuo. En los seres humanos, lo más común es que el llamado sexo biológico se asigne tras el nacimiento con base en la apariencia de los genitales externos. En los casos extraordinarios en los que dichas evidencias superficiales son ambiguas, el sexo biológico es determinado a partir de otros indicadores. Por ejemplo, los genitales internos, o los llamados sexo cromosómico y sexo hormonal (American Psychological Association, 2015).

Esta designación suele apegarse a un modelo binario, donde el sexo biológico se limita a la clasificación de las y los individuos en hombres o mujeres. No obstante, el desarrollo de diferentes enfoques científicos y el avance de la tecnología, han puesto de manifiesto que dicha dimensión puede ser mucho más compleja de lo que suele creerse (Ainsworth, 2015). Desafortunadamente, la compatibilidad de los términos binarios con la cosmovisión tradicional sostenida por nuestra sociedad y cultura, suele constituir un importante obstáculo para la consideración de cualquier nueva evidencia que desafíe la noción de un mundo constituido por dos sexos opuestos, compatibles y complementarios.

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Concepción tradicional del sexo biológico

Es común relacionar el término sexo con el aspecto biológico de la sexualidad, en contraposición con el concepto de género. El cual se asocia con los rasgos sociales y culturales (American Psychological Association, 2015). De esta forma, la relativa apertura que muchas sociedades han comenzado a demostrar frente a orientaciones e identidades sexuales diferentes a las tradicionales, no es compartida hacia modelos sobre el sexo biológico que no se describan a partir de términos binarios (Hadid, 2018). Esta situación se presenta gracias a que, tradicionalmente, se piensa en el sexo biológico como una dimensión sobre la que la ciencia tiene pleno dominio y conocimiento.

De esta manera, la noción binaria tradicional sobre el sexo suele definirlo a partir de ciertos criterios biológicos:

  • Sexo genético: determinado por la presencia de cromosomas XX en las mujeres y XY en el caso de los hombres, y la presencia o ausencia de genes determinantes del sexo.
  • Estructura gonadal: constituida por la presencia de ovarios en las mujeres y testículos en los hombres.
  • Forma de los genitales externos: indicada por la presencia de vagina y las estructuras de la vulva en las mujeres y el pene en los hombres.
  • Morfología de los genitales internos: presencia de útero y trompas de Falopio en las mujeres y su ausencia en los hombres.
  • Hormonas sexuales: estrógenos y progesterona en el caso de las mujeres y andrógenos en los hombres.

(Flores, 2001).

Esta noción del sexo biológico está basada en evidencias objetivas. Sin embargo, estudios más recientes han determinado que la influencia de tales factores sobre la constitución del sexo, es sobrevalorada en muchos sentidos (Tagliaferro, et.al 2021).

Algunas evidencias en contra de la noción del sexo biológico binario

La creencia de que en los seres humanos el sexo biológico es binario debido a la composición de los cromosomas sexuales, la estructura gonadal, los niveles hormonales y la estructura de los sistemas de conductos genitales internos y genitales externos, surge del ideal platónico de que para cada sexo existe una única y universalmente correcta vía de desarrollo (Blackless, et.al 2000). No obstante, la propia existencia de la intersexualidad es una evidencia palpable de que el sexo biológico es mucho más complejo de lo que se suele pensar.

Las personas intersexuales son aquellas que no cumplen con todas las características corporales adjudicadas a una “mujer biológica” o un “varón biológico”. Estas condiciones se pueden dar a nivel de desarrollo gonadal o respuesta hormonal; generando corporalidades que no encajan en las categorías hembra o macho. A este respecto, se calcula que la intersexualidad representa el 1% de la población mundial (Organización Mundial de la Salud, citada por Tagliaferro, et.al 2021). Un sector que constituye un segmento que no encaja en el modelo simplista de la sexualidad biológica binaria.

Aunado a esto, es necesario mencionar que los resultados de los estudios de neuroimagen que se centran en la estructura del cerebro, sugieren que los fenotipos cerebrales de las mujeres trans y los hombres trans difieren en varios aspectos de los controles de hombres y mujeres con características femeninas, masculinas, desmasculinizadas y desfeminizadas (Kreukels, Guillamón, 2016). Esto no solo implicaría que existe más de una conformación sexual. Sino que, además, sugeriría que el sexo biológico se determinaría por algo más que la forma de los genitales o la conformación genética.

¿Qué dice la ciencia sobre el papel de los cromosomas en el sexo biológico?

La concepción binaria tradicional del sexo biológico se fundamenta en la idea de que existen dos sexos genéticos. Es decir, la mujer, determinada por un cromosoma XX, y el hombre, determinado por un cromosoma XY. Sin embargo, existen casos extraordinarios donde se presentan otros patrones; como XXY, XYY o XXX. Situaciones en las que incluso es posible que no existan diferencias externas notables que sugieran ambigüedad en la identidad sexual de las personas. La variabilidad puede llegar incluso más lejos, existiendo individuos identificados como “mosaicos”, en los que algunas de sus células pueden presentar patrones XX, y otras un patrón XY (Ainsworth, 2015).

Aunado a lo anterior, estudios recientes en genética han encontrado que los cromosomas por sí solos no cuentan completamente la historia de la genética del dimorfismo sexual. Por el contrario, hay una serie de genes involucrados en las características sexuales (no todos ubicados en los cromosomas sexuales); los cuales pueden variar drásticamente dentro de los tipos cromosómicos sexuales, e incluso, entre las células de una persona a lo largo de su vida (Novella, 2022).

Este tipo de observaciones y resultados constituyen evidencias importantes en contra del modelo binario del sexo biológico.

¿Qué dicen las evidencias sobre el papel de la genética en el desarrollo del sexo biológico?

La noción de cómo la genética afecta la determinación del sexo biológico ha sufrido transformaciones importantes con el paso de los años. Por mucho tiempo, los científicos sostuvieron la teoría de que el desarrollo femenino era una especie de programa predeterminado, y que el desarrollo masculino se activaba por la presencia de un gen particular en el cromosoma Y. En 1990, gracias al uso de nuevas tecnologías en genética, los investigadores creyeron encontrar la identidad de dicho gen, llamándolo SRY (Hadid, 2018).

No obstante, a inicios de este siglo, se hicieron nuevos descubrimientos alrededor del desarrollo genético de la sexualidad, que contradicen la anterior “teoría del switch”. Uno de ellos fue la revelación de genes que promueven activamente el desarrollo ovárico y suprimen el programa testicular. De tal forma que, aquellas y aquellos individuos con copias extra de dicha información genética, pueden desarrollar genitales y gónadas atípicas. De manera similar, se observó que la actividad irregular de genes relacionados con el funcionamiento de los ovarios, podría ocasionar el crecimiento de una gónada con áreas de desarrollo ovárico y testicular en personas con cromosoma XX (Ainsworth, 2015; Hadid, 2018).

Este tipo de descubrimientos constituyen más evidencias que desafían el esquema binario del sexo biológico. Lo que apunta a un proceso complejo de determinación sexual en el que la identidad de la gónada emerge de una competencia entre dos redes opuestas de actividad genética (Ainsworth, 2015).

¿Qué dicen las evidencias científicas sobre los órganos genitales como determinantes del sexo biológico?

La idea de que el sexo biológico está determinado por los órganos genitales externos e internos, está basada en la idea de que el sexo se relaciona primariamente con la reproducción. Y dado que los gametos son binarios, se considera que el sexo lo es también. Ante esta postura, se suele argumentar que la actividad sexual también se encuentra motivada por otros fines. Por ejemplo, el establecimiento de lazos sociales y afectivos o el dominio (Novella, 2022).

Por otro lado, la determinación no estrictamente binaria de los órganos sexuales también se presenta como un argumento en contra de la noción tradicional del sexo biológico. En relación a esto, se hace notar, por ejemplo, que las dimensiones del clítoris y del pene (órganos que se correlacionan entre ambos polos del sexo) no tienen una proporción específica, lo que brindaría cierta ambigüedad a su conformación (Novella, 2022).

Sumado a esto, es necesario destacar que el aspecto biológico del sexo no solo se presenta a través de la posesión de una vulva, una vagina, un pene o unos testículos. Por el contrario, existe además toda una serie de rasgos fisiológicos que se manifiestan en distintas etapas del desarrollo. Los cuales también forman parte de la sexualidad, y no son el resultado directo de la conformación genital. Además, como ya se ha mencionado, la aparición de estas características físicas no garantiza la exclusión de otros rasgos sexuales tradicionalmente relacionados con un género distinto al sexo asignado (Flores, 2001; Novella, 2022).

Alternativas a la visión binaria del sexo biológico

Ante los pasados argumentos esgrimidos en contra del modelo binario del sexo biológico, es necesario preguntarnos qué tipo de alternativas se han desarrollado en virtud de las nuevas evidencias científicas.

En este sentido, nos encontramos con la descripción de un modelo bimodal. El cual reconoce la existencia de un continuo donde la masculinidad biológica absoluta y la feminidad biológica absoluta se encontrarían en los extremos. Por lo que cada una de las manifestaciones reales podrían ser ubicadas en el medio como parte de un espectro (Novella, 2022).

Por otro lado, existe una postura que sostiene que el sexo no puede reducirse sólo a dos o a un número limitado de sexos, por lo que debe verse como una dimensión individual y única (Tagliaferro, et.al 2021). Esta defensa de un sexo biológico individual se encuentra basada en la creciente evidencia sobre la variabilidad anatómica, bioquímica e incluso celular que distingue a cada una de las personas, las cuales nos definen como individuos biológicos únicos frente a los demás (Flores, 2001).

Importancia de conocer las evidencias científicas sobre el sexo biológico

Es importante destacar que a pesar de que existen distintas evidencias que cuestionan el modelo binario tradicional del sexo biológico, este sigue dominando el estilo de pensamiento tanto en la sociedad como en el terreno profesional. Esta situación tiene consecuencias importantes, ya que dicho discurso hegemónico ha sido la causa de diferentes abusos; y se ha transformado en un recurso de represión en contra de la población trans y no binaria.

Una de las consecuencias más notables en este sentido, es la práctica, aun vigente, de intervenciones sobre los cuerpos de las personas intersexuales, tanto quirúrgicas como hormonales y de otros tipos. Las cuales se presentan en edades donde esas mismas personas no pueden consentir estas intervenciones, con el fin de moldear los cuerpos bajo los parámetros de una supuesta “normalidad” (Tagliaferro, et.al 2021). 

De igual forma, el apego a una noción de la sexualidad sin suficiente apoyo científico, donde solo se reconocen hombres y mujeres y se niega cualquier dimensión intermedia, es utilizada muchas veces para justificar todo tipo de medidas y políticas transfóbicas y homofóbicas. Argumentando que es la propia ciencia la que clasifica a las poblaciones transgénero y no binaria como algo “antinatural”.

Ante esta situación, es posible darnos cuenta de lo necesario que es el estudio y la divulgación de los nuevos descubrimientos en torno a la sexualidad. Sobre todo, al considerar que aún existen muchas preguntas relacionadas con el sexo biológico que siguen sin respuesta; las cuales, muchas veces consideramos como cuestiones resueltas.

Referencias:

  • Ainsworth, C. (2015). Sex redefined. Nature, volumen (518), pp. 288-291. nature.com
  • American Psychological Association (2015). Definitions Related to Sexual Orientation and Gender Diversity in APA Documents. Apa.org. apa.org
  • Blackless, M., Charuvastra, A., Derryck, A., Fausto, A., Lauzanne, K., Lee, E. (2000). How sexually dimorphic are we? Review and synthesis. American Journal of Human Biology, volumen (12), número (2), pp. 151-166. onlinelibrary.wiley.com
  • Flores, J. (2001). Las bases biológicas de la diferenciación sexual humana en el siglo XXI. Desacatos, número (8). scielo.org.mx
  • Hadid, L. (2018). La genética en el discurso biomédico contemporáneo sobre determinación sexual. Rev IISE Revista de Ciencias Sociales y Humanas, volumen (12), número (12). dialnet.unirioja.es
  • Kreukels, B., Guillamón, A. (2016). Neuroimaging studies in people with gender incongruence. International Review of Psychiatry, volumen (28), número (1), pp. 120-128. tandfonline.com
  • Novella, S. (2022). The Science of Biological Sex: What does the science actually say about biological sex? Science-Based Medicine. sciencebasedmedicine.org
  • Tagliaferro, L., Kafer, D., Calero, M., Plaza, M. (2021). Concepciones sobre el sexo biológico y la intersexualidad transmitidas en la enseñanza universitaria de la determinación del sexo. Revista de Educación en Biología, volumen (24), número (2), pp. 9-21. dialnet.unirioja.es
R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.

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R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.