La ‘risoterapia’ ¿Otra pseudoterapia psicológica sin evidencia?

La 'risoterapia' es una popular pseudoterapia psicológica con evidencia anecdótica y sin sustento en el conocimiento científico sobre los principios psicológicos.

La famosa ‘risoterapia’ es una extendida pseudoterapia psicológica que, más allá de carecer de un corpus de conocimientos respaldado por la investigación en psicología; distorsiona, generaliza y sobredimensiona los hallazgos científicos sobre los efectos fisiológicos del humor y de la conducta de reír -que sí han sido documentados-; extrapolando, al mismo tiempo, las aplicaciones del clowning hospitalario -técnica de relajación- y confiriéndole propiedades sanadoras de toda índole. Entre ellas, se destacan la «cura de enfermedades» (Ramos, 2023), considerándose una «intervención eficaz contra el cáncer» (Álvarez, 2011) la «prevención de enfermedades» -incluyendo la «depresión»- ayudando al «retraso de los signos del envejecimiento» (MedsBla, 2016), agilizando la «recuperación de procesos patológicos» (Camarero, 2021) y mejorando, en conclusión, la «salud física y psicológica» (Mora, 2010; Belilty, 2022; Borgia, 2008; Infosalus, 2010; Zona Hospitalaria, 2006; Farías, 2023; Holden, 2011).

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Cabe destacar que la ‘terapia de la risa’ ni tan siquiera es considerada una verdadera intervención terapéutica por su propio creador y principal promotor, el médico estadounidense y activista social Patch Adams; inmortalizado en la cinta homónima protagonizada en 1998 por el galardonado Robin Williams.

El controvertido Adams, que se refiere a la risa como una parte esencial de la condición humana, niega que la ‘risoterapia’ pueda considerarse una verdadera terapia -situándola, por definición, como pseudoterapia-. En una entrevista concedida al diario El Mundo en 2014, Adams declaró: «La risa no es una terapia, como tampoco lo es la música. Terapia suena a cirugía, a homeopatía o a tratamiento. La risa y la música son mucho más. Yo diría que son la vida misma, una parte esencial de nuestra condición humana. Lo que no es de humanos es la seriedad. No conozco una sola enfermedad que se cure con la seriedad. Lo que más cura es el amor, el humor y la creatividad» (Rosa, 2020).

Declaraciones como la anterior no han impedido que la ‘risoterapia’ se siga implementando en hospitales e incluso en consultas de psicología; manteniendo un espacio privilegiado en librerías y generando cientos de miles de dólares en la lucrativa industria de la autoayuda. Lo anterior, en formatos muy diversos, adaptándose a todo tipo de públicos: desde cursos y talleres, conferencias, capacitaciones e incluso formación sanitaria de posgrado con el aval de Universidades e instituciones sanitarias; erigiéndose bajo el presupuesto, según Adams, del poder curativo del amor, el humor y la creatividad (Rosa, 2020).

Punto de partida y delimitación de la ‘risoterapia’ como pseudoterapia psicológica

En las últimas dos décadas, se han lanzado determinadas publicaciones sobre el uso de la ‘risoterapia’ con base en el clowning hospitalario; esto es, el uso de payasos, el humor y los trucos de magia en contextos sanitarios y sociosanitarios. Esta práctica es implementada como técnica de relajación, normalmente por parte de profesionales de enfermería y otros perfiles sanitarios, con el objeto de tratar de reducir el estrés pre y postoperatorio (Osorio-Sandoval et al., 2019; Gutiérrez-Gutiérrez, 2021), así como para mejorar la adherencia al tratamiento en diferentes afecciones, especialmente en población pediátrica (Matabuena-Gómez-Limón et al. 2020) en enfermedades como el cáncer (Escartín et al., 2020).

No obstante, la enorme popularidad de la ‘risoterapia’ y su utilización masiva en instituciones sanitarias no concuerda con su soporte empírico, pues la práctica no ha arrojado evidencia concluyente sobre su efectividad. Aunque se han publicado estudios que sugieren posibles efectos positivos -como técnica de relajación en contextos hospitalarios-, otras investigaciones reportan que la evidencia sobre su efectividad ante problemas psicológicos -como la sintomatología ansioso depresiva- es pobre y de baja calidad (González et al., 2020). Del mismo modo, no existe acuerdo con base en los resultados obtenidos de las investigaciones realizadas, ya que no en todos los casos se ha constatado que la intervención de los payasos de hospital haya disminuido significativamente la ansiedad y el distrés psicológico en la población infantil en urgencias y cirugía menor, utilizando comparativamente otras técnicas (Matabuena et al., 2020). Precisamente, el grupo de población donde más se ha estudiado la aplicación de la ‘risoterpia’. Aunque existen multitud de publicaciones que sostienen que la ‘risoterapia’ ofrece una mejoría en la disminución del dolor, otras revisiones han llegado a la conclusión de que la ‘risoterapia’ no mejora la percepción del dolor (Gijón, 2018).

En la actualidad, la REDETS – Red Española de Agencias de Evaluación de Tecnologías Sanitarias y Prestaciones del Sistema Nacional de Salud-, está evaluando individualmente la ‘risoterapia’ como presumible pseudoterapia, así como otras 66 prácticas con dudosa fundamentación empírica entre las que se encuentran la ‘abrazoterapia’, la ‘acupuntura’, la ‘aromaterapia’ o la ‘arteterapia’; actividades que, aunque cuenten con publicaciones, no están validadas científicamente. La evaluación de la REDETS tiene por objeto ofrecer información veraz y contrastada a la ciudadanía para prevenirles de tratamientos cuya eficacia curativa o terapéutica no ha sido probada científicamente (Palomar, 2022; Portal de salud , 2019).

Por su parte, el Grupo de Investigación en Comunicación Científica -GRECC- formado por científicos de la Universitat de Barcelona, Universitat Pompeu Fabra y Universidad Carlos III de Madrid, han incluido la ‘risoterapia’ en la base de datos del portal ‘infoPseudociencia’, definiendo la pseudoterapia como estrategia o técnica psicoterapéutica tendiente a producir beneficios mentales y emocionales por medio de la risa; destacando que la risa, por sí sola, no puede ser considerada una acción curativa, de forma que aquello no científico es denominarla terapia. Del mismo modo, la han calificado con estatus social alto -entendido como nivel de popularidad, penetración y reputación- (GRECC, 2023).

Por último, la ‘risoterapia’ es definida en la mayoría de publicaciones como una ‘terapia complementaria‘ adherida a la ‘medicina alternativa’ o la ‘medicina natural’ (Villán et al., 2018; Jiménez et al., 2021; Carmona & González, 2015; Ruiz et al., 2005; Ripoll & Casado, 2010; Matabuena et al., 2020; Velázquez, 2015) corrientes comúnmente integradas por prácticas pseudoterapéuticas que, a la vez, pueden ser también pseudocientíficas (APETP, 2016; FECYT, 2020; García, 2023; Rojas Ochoa, 2018; Pérez, et al., 2022).

No obstante, en el presente artículo se analiza la práctica de la ‘risoterapia’ como una pseudoterapia psicológica; no como una técnica de relajación para reducir el estrés hospitalario; pues se constata que la ‘risoterapia’ se define, se publicita y se viene divulgando como una «técnica psicoterapéutica» (FP Claudio Galeno, 2021; Escuela Europea de Terapias Naturales y Bienestar, 2021; Tu Mayor Amigo, 2020; Redacción Cuídate Plus, 2016; Ruiz et al., 2005; Ramos, 2023; Farías, 2023; Herrera, 2021). Incluso hay autores que enmarcan la ‘risoterapia’ como una técnica psicoterapéutica propia de la terapia cognitivo-conductual (Martínez, 2021).

En palabras de Menahem Belilty; conferencista, humorista, animador, maestro de ceremonias, locutor de radio, guionista, publicista, ‘life coach‘ con ‘formación en psicología positiva’ y director de la ‘Academia Nacional de Risoterapia’ en Venezuela; la ‘risoterapia’ es un conjunto de técnicas, herramientas psicoemocionales y ejercicios que permiten aprender a conectarse más y mejor con el ‘niño interno‘, cambiar de actitud hacia lo positivo y asumir el buen humor como decisión personal y hábito de vida (Belilty, 2022).

La anterior es una de tantas definiciones que podrían ilustrar, a modo de ejemplo, la concepción de ‘risoterapia’ como pseudoterapia psicológica; introducida por Belity en su libro ‘En serio ¡Ríete! El poder curativo de la risa’.

¿Cómo se implementa la ‘risoterapia’ y cuál es su metodología de intervención?

Es muy difícil detallar con precisión en qué consiste verdaderamente la ‘risoterapia’ como técnica, pues no se trata de una actividad estructurada, regulada o formal. Algunos trabajos se limitan a describirla como ‘terapia grupal de humor‘ sin aclarar la metodología aplicada (Walter et al., 2007) o se refieren a ella como una técnica -indeterminada o inespecífica, en abstracto- que «se realiza en grupo para aprovechar el efecto contagio que produce la risa» (Tu Mayor Amigo, 2020).

Según determinadas publicaciones, la metodología de la ‘risoterapia’ consiste en la utilización de diferentes ejercicios, actividades y dinámicas a través de las cuales una persona o un grupo es conducido a un sentimiento de desinhibición para llegar al binomio de risa ensayada/risa espontánea; lo que permitirá -supuestamente- experimentar sus beneficios físicos, psíquicos, emocionales y espirituales. Las clases o sesiones suelen dividirse entre una parte teórica, en la que se repasa todo lo referente a la risa, y otra parte práctica consistente en estiramientos, ejercicios de comunicación, con el objetivo de que los asistentes se desinhiban y se cree complicidad entre ellos; así como incorporando distintas técnicas que tratan de alcanzar el estado óptimo para llegar a la mejor risa, aquella proporcionada por una carcajada intensa y pura (Redacción Cuídate Plus, 2016). Otras publicaciones destacan que se trata de una actividad libre e improvisada, asumiendo que no está bien estipulado cómo debería implementarse (Villán et al., 2018).

Aunque algunos autores hablan de tres fases: introducción, desarrollo y cierre; en las que se incorporan rutinas ensayadas, se señala que las dinámicas de juego que se desarrolla depende mucho de cómo está el ambiente de cada sala y de la necesidad específica de cada paciente (Villán et al., 2018).

Asimismo, se destaca que el contenido de las sesiones depende enteramente del manual o guía de referencia, de la propuesta del autor consultado o del propio criterio del ‘risoterapeuta’ que la ejecuta; con base en presupuestos y objetivos ininteligibles tales como enseñar a reír desde el interior o de lograr una risa con ganas que mueve 400 músculos; añadiendo que la risa tiene que ser «auténtica», pues si la carcajada «no vibra» no se consigue nada (Ruiz et al., 2005); lo anterior, sin aclarar cómo se puede evaluar si la carcajada ‘vibra’ o no».

Como pseudoterapia psicológica, la ‘risoterapia’ se describe de formas muy diversas, sin que exista un protocolo, ni una metodología de intervención definida; recurriendo a talleres aislados, sin un contenido concreto, hasta la improvisación de la ‘risa natural’ y la facilitación de la ‘risa guiada’. Del mismo modo, las publicaciones disponibles referencian diseños de intervención muy dispares en cuanto a la administración -temporización, número y duración de las sesiones, tipo de dinámicas aplicadas en cada sesión- y no se reportan metodologías para la evaluación de resultados.

Aclaraciones conceptuales y terminológicas relativas a la ‘risoterapia’ como pseudoterapia psicológica

Antes de profundizar en las razones que justifican que la ‘risoterapia’ sea considerada una pseudoterapia psicológica -o una falsa terapia psicológica-, conviene revisar y delimitar pormenorizadamente la propia conceptualización de terapia, atendiendo a su formulación epistemológica y tecnológica, desde un enfoque generalista.

¿Qué se entiende por terapia?

Derivada del griego therapeia -curación-, las terapias son una serie de métodos utilizados para prevenir, tratar, manejar o curar enfermedades o afecciones relacionadas con la salud, o que interfieren en ella. Existen dos tipos de terapias: farmacológicas -implican el uso de medicamentos y sustancias químicas- y no farmacológicas -quirúrgicas, físicas, dietéticas o psicológicas-. Las terapias constituyen intervenciones diseñadas para la mejora de la salud y el bienestar de las personas a través del tratamiento de enfermedades o afecciones -alivio de los síntomas, mejora de la función física o psicológica-, así como, si es posible, la erradicación completa de la enfermedad (Clínica Universidad de Navarra, 2023).

Para la APETP -Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas- una terapia es toda aquella intervención aplicada en el contexto clínico o sanitario cuya efectividad ha demostrado estar por encima del efecto placebo. Del mismo modo, una terapia de primera opción es aquella que cuenta con mayor aval científico con base en estudios de coste-beneficio (APETP, 2016). Según recoge la Asociación Médica Mundial, todos los nuevos métodos diagnósticos, preventivos o terapéuticos deben probarse de acuerdo con métodos científicos y principios éticos para determinar la seguridad, la eficacia, la efectividad y el ámbito de aplicación (Asociación Médica Mundial, 2020).

¿Qué es la psicoterapia, la terapia psicológica o el tratamiento psicológico?

La psicoterapia es una intervención psicológica sustentada, tanto en el diálogo como en la acción, con el objetivo de resolver problemas psicológicos por medio de un trabajo colaborativo entre el psicólogo o psicóloga y la persona, paciente o consultante. Todo ello, mediante la identificación y modificación de determinados patrones de comportamiento que impiden a la persona sentirse bien, permitiendo la adquisición de nuevas destrezas, así como la creación de hábitos saludables y efectivos que le ayudarán a enfrentar con mayor efectividad los desafíos que surjan en el futuro; por medio de procedimientos científicamente validados (APA, 2012).

Corsini define la psicoterapia como un proceso formal de interacción entre dos personas. El propósito principal de este proceso es el de disminuir la sensación subjetiva de malestar emocional o conductual -distrés- de una de las partes a la que se denomina paciente, cliente o consultante, con la asistencia de la otra, a la que se denomina psicoterapeuta o terapeuta y quien se asume que cuenta con: a) un cuerpo de conocimientos teóricos que intenten explicar la personalidad, el desarrollo psicológico y el proceso de cambio humano; b) dominio de algún método de tratamiento relacionado con el cuerpo de conocimientos teóricos; y c) un entrenamiento y aprobación legal para actuar como terapeuta (Corsini, 1989).

De acuerdo con Wampold e Imel, la psicoterapia es ante todo un tratamiento interpersonal que a) se basa en principios psicológicos; b) implica un terapeuta formado y un cliente que busca ayuda para un trastorno, problema o queja; c) entendido que el terapeuta puede remediarlo; y d) se adapta a un cliente particular y a su trastorno (Wampold e Imel, 2015).

¿Qué son las pseudoterapias?

Las pseudoterapias -falsas terapias- son aquellas propuestas, técnicas o metodologías de intervención que prometen supuestas curas de afecciones o enfermedades, el alivio de síntomas o la mejora de la salud, sin el respaldo de la evidencia científica disponible (Organización Médica Colegial de España, 2020).

Según recoge la Asociación Española Contra el Cáncer, las pseudoterapias promueven la idea de la curación, prevención o mejoría de la sintomatología a través de distintos procedimientos basados en resultados aislados, imprecisos o no respaldados por estudios realizados según el método científico. Por lo anterior, no cuentan con aval o evidencia científica, ni están aprobados por las autoridades sanitarias reguladoras. En ocasiones, estas pseudociencias o pseudoterapias sí cuentan con estudios de apariencia científica, pero que no están diseñados con una metodología adecuada, o sus resultados también pueden ser explicados por el efecto placebo o por el transcurso natural de la enfermedad (AECC, 2021).

Gran parte de las pseudoterapias se basan en la inmersión del paciente en un entorno relajante, donde disfrutan de una atención dedicada; quedando disfrazada la falta de efectividad, gracias al efecto placebo que produce sentirse cuidado. Si bien el efecto placebo tiene aplicaciones médicas, la deontología deja claro que no es ético hacerlo de manera no informada. El condicionante de la mayoría de pseudoterapias es la inducción al cliente de la creencia en que la práctica funciona per se, con el consecuente riesgo de que la convierta en su primera o única elección ante un problema de salud (APETP, 2016).

Es importante precisar que los promotores de las pseudoterapias tratan de manipular la opinión pública, ocultando la falta de efectividad, validez y fundamentación de estas pseudoterapias, recurriendo para ello a diversas técnicas, como son el uso de un lenguaje muy sofisticado, técnico y de apariencia científica, haciendo pasar así la práctica por una verdadera terapia sobre la salud. Tal y como reconoce la Organización Médica Colegial de España del Consejo General de los Colegios Oficiales de Médicos, existe un claro abuso del lexema -terapia, aprovechándose de la percepción social del término y equiparando la pseudoterapia con prácticas legítimas (OMC, 2022).

Según un estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios de España, de forma general, es una persona cercana o un familiar quien suele recomendar estas prácticas pseudoterapéuticas. Participantes en una investigación presentada por la entidad, relatan que el primer contacto con la pseudoterapia fue positivo, pues sintieron cierta relajación y sensación de bienestar, pero que tras la primera sesión no observaron mejoría en su estado de salud y muchos se sintieron engañados (OCU, 2023).

Riesgos y peligros de las pseudoterapias

Aunque las pseudoterapias pudieran parecer inocuas, pues en esencia no producen ningún efecto, más allá del placebo o de la sensación de bienestar momentánea secundaria a la inmersión en un ambiente de relax y cuidados; representan diversos riesgos y peligros que no conviene menospreciar:

  • Existe el riesgo de no iniciar o abandonar una terapia efectiva, así como de no implementar medidas de prevención eficaces, por recurrir a prácticas pseudoterapéuticas -gracias a su enorme popularidad y accesibilidad-, pudiendo ocasionar graves problemas de salud e incluso la muerte (APETP, 2016; Asociación Médica Mundial, 2020). En el caso de la ‘risoterapia’ este problema se acrecienta, pues la pseudoterapia tiene una enorme implantación en entornos hospitalarios -proyectando la imagen de terapia sanitaria validada, por el sesgo de autoridad que produce el desarrollo de la actividad en las instituciones médicas-.
  • Recurrir a una pseudoterapia aumenta la probabilidad de retrasar el diagnóstico, con la consiguiente pérdida de oportunidad en la aplicación de fármacos, procedimientos y técnicas reconocidas y avaladas por la comunidad científica (Asociación Médica Mundial, 2020). Por ejemplo, una persona con depresión e ideación suicida podría recurrir, por recomendación de un familiar, a unos talleres de ‘risoterapia’ que «prometen mejorar la depresión», apostando así por la pseudoterapia -probablemente por accesibilidad-, en vez de por una terapia psicológica basada en la evidencia.
  • Una pseudoterapia puede ocasionar daños directos contra la salud por una intervención inadecuada, generando secuelas por negligencia y mala praxis, daños psicológicos y morales, así como pérdidas económicas. Lo anterior, atentando contra la dignidad de la persona o amenazando su integridad, pues las pseudoterapias suponen un fraude que hace pasar la práctica por una verdadera terapia sin serlo, o bien, siendo una terapia con otro objetivo diferente, haciendo creer que se trata de la terapia de primera opción para una determinada dolencia (APETP, 2016). Por ejemplo, intervenciones como la ‘risoterapia’ en mujeres que sufren o han sufrido violencia machista o de género, aplicadas por ‘risoterapeutas’ sin formación científica en psicología, y sin un conocimiento sustantivo y profundo de las problemáticas sociales, podría acabar revictimizándolas; esto es, haciéndoles creer que ellas son las responsables de la violencia que sufren.

¿Por qué es la ‘risoterapia’ puede considerarse una pseudoterapia psicológica?

En el ámbito de la divulgación científica, en pocas ocasiones hablaremos, en términos absolutos, de evidencia científica. Es importante incidir nuevamente en que una terapia que se ha mostrado eficaz en un ámbito -o que cuenta con evidencia válida para una aplicación concreta-, puede ser considerada pseudoterapia en otro (OMC, 2022). Siguiendo una analogía en terapia farmacológica, el paracetamol ha mostrado ampliamente sus efectos analgésicos y antipiréticos (Vademecum, 2022) pero, sin embargo, su aplicación sería considerada pseudoterapéutica en el tratamiento de la epilepsia.

Con base en los criterios anteriormente expuestos y en las definiciones y formulaciones más aceptadas, la ‘risoterapia’ puede considerarse una pseudoterapia psicológica por:

La ‘risoterapia’ promete resultados que no están basados en el conocimiento científico

Los risoterapeutas atribuyen a la práctica propiedades curativas y sanadoras de toda índole, incluyendo la mejora de la salud física, así como psicológica -alivio de afecciones o desórdenes afectivos- (Ramos, 2023; Álvarez, 2011; MedsBla, 2016; Camarero, 2021; Mora, 2010; Belilty, 2022; Borgia, 2008; Infosalus, 2010; Zona Hospitalaria, 2006; Farías, 2023; Holden, 2011); sin haber conseguido evidencia sólida al respecto.

En el ámbito de las pseudociencias y pseudoterapias, es muy habitual que los practicantes de la pseudoterapia ejerzan como ‘fieles’, ‘discípulos’ o ‘creyentes’, tomando la palabra del gurú, autor o experto de referencia, como un dogma de fe o una verdad absoluta e irrefutable. Este posicionamiento acrítico y acientífico resulta especialmente peligroso cuando quien lo sostiene es precisamente un profesional de las ciencias de la salud, como Adams, médico de profesión y formación. Sin embargo, es importante destacar que la opinión de un científico o científica no tiene por qué basarse -en absoluto- en el conocimiento científico. Por lo anterior, no es posible elevar una creencia informal o una evidencia sesgada, anecdótica o interpretativa -como las argumentaciones de Adams que defienden que lo que más cura es el amor, el humor y la creatividad– al mismo nivel de fiabilidad que ofrece el conocimiento científico (APETP, 2016).

Tanto los ‘risoterapeutas’ como una cantidad significativa de publicaciones sobre esta pseudoterapia psicológica, prometen curas de afecciones, enfermedades y trastornos psicológicos -incluyendo la prevención-, el alivio de síntomas o la mejora de la salud cuando la ‘risoterapia’ carece de estudios científicos rigurosos basados en la investigación en psicología que ofrezcan resultados concluyentes y generalizables; justificando además sus supuestos beneficios en el ámbito psicológico en trabajos de baja calidad, con una evidencia científica pobre (González et al., 2020) con diseños de investigación que reportan un riesgo significativo de sesgos, siendo necesario, en consecuencia, el uso de metodologías de investigación más rigurosas que permitan proporcionar evidencia (Van der Wal, Kok, 2019).

Del mismo modo, existe una cantidad significativa de artículos de divulgación, noticias, e incluso artículos científicos sobre la ‘risoterapia’ que recogen los supuestos beneficios de esta pseudoterapia; incurriendo en toda clase de errores conceptuales y metodológicos, incorporando fuentes o referencias erróneas, que bien no recogen los citados beneficios, o que directamente no versan sobre intervenciones de ‘risoterapia’ -como artículos y estudios que evalúan los efectos de ver películas de humor o de jugar con juguetes-.

El portal de información sanitaria Infosalus del Servicio de Salud de la Agencia de Noticias Europa Press, con relación a la visita del ‘risoterapeuta’ José Elías, publica el artículo ‘Reírse aumenta la calidad de vida y ayuda a curar las enfermedades‘ sin aportar siquiera fuentes para poder contrastar la información (Infosalus, 2010).

Por su parte, el portal de noticias de salud de la App de la comunidad médica MedsBla sostiene, en su artículo ‘Risoterapia: el poder de la sonrisa para prevenir enfermedades’: «La risoterapia no solo es buena para prevenir enfermedades, sino que, además, disminuye la presión arterial, hace más fuertes a los pulmones y el corazón, y optimiza la frecuencia cardiaca».… «es buena para retrasar los efectos del envejecimiento de los que nadie se libra. Las arrugas aparecerán más tarde, cuanto más se ría, el estrés y la depresión no serán tan acusados o, incluso, puede que nunca aparezcan» … «la risoterapia refuerza el sistema inmunológico y aporta beneficios familiares, psicológicos y sociológicos» (Radio Florida, 2016; MedsBla, 2016). Las controvertidas afirmaciones anteriores, como que la ‘risoterapia’ podría hacer que no aparezcan arrugas, estrés o depresión, según el portal, parecen ser meras opiniones emitidas por los enfermeros Gilberto Acosta y Raimundo Rentería, quienes citan como fuente unas investigaciones indeterminadas que dicen demostrar los beneficios de la risa. Sin embargo, no ha sido posible encontrar las supuestas investigaciones en ningún repositorio, ni base de datos científica; así como en buscadores generalistas, como Google; lo que muestra que las pseudoterapias no solo proliferan gracias a sus practicantes, sino también lo hacen gracias a medios de comunicación acríticos.

Finalmente, más allá del mencionado efecto placebo de esta pseudoterapia, algunos autores destacan la posibilidad de que los efectos aparentemente desestresores de la ‘risoterapia’ sean debido al uso de la risa como elemento distractor y no tanto por los beneficios propios de la risa (Gijón , 2018).

Se distorsionan los hallazgos científicos para justificar la efectividad de la ‘risoterapia’ como psicoterapia

Los ‘risoterapeutas’ y promotores de esta pseudoterapia psicológica hacen pasar una técnica de relajación hospitalaria -con evidencia aún controversial y no concluyente- y una ‘filosofía de vida’ basada en el humor, por una psicoterapia legítima; manipulando, distorsionando, sobredimensionando, generalizando, exagerando y aprovechando de forma interesada tanto (1) los hallazgos acerca de los efectos fisiológicos de la risa y del humor en el organismo, como (2) sus posibles aplicaciones como técnica de relajación en contextos sociosanitarios; dotando a la técnica de cualidades psicoterapéuticas que no posee; e incurriendo, en todo caso, en una forma de manipulación y desinformación científica, al anunciar -como el caso del paracetamol para la epilepsia- que una terapia que tiene cierta evidencia en un ámbito, también lo tiene en otro; sin que sus efectos hayan sido debidamente investigados o demostrados (OMC, 2022).

La evidencia sobre los efectos saludables de comer manzanas, no confiere a la ingesta de manzanas la cualidad terapéutica. Lo mismo sucedería con caminar, asistir a un concierto musical, ir al cine, disfrutar de una charla interesante con alguien o mantener relaciones sexuales. Nadie negaría los efectos beneficiosos y placenteros que generan estas actividades; aunque no por ello podemos considerarlas propuestas terapéuticas válidas. Desde un punto de vista técnico y desde el ámbito de la investigación y comunicación científica en salud, no sería riguroso, ni ético, considerar terapéuticas las actividades recreativas, de ocio y tiempo libre, por mucho placer y bienestar momentáneo que pudieran generar.

En síntesis, no es tolerable que una actividad que genere la percepción subjetiva de relajación o de desinhibición momentánea -como admiten gran parte de las publicaciones sobre la ‘risoterapia’- se publicite como una terapia con efectividad demostrada para el alivio -e incluso la cura- de enfermedades o de problemas psicológicos. La distorsión y la utilización interesada de la evidencia disponible sobre los efectos fisiológicos de la risa -que no de la ‘risoterapia-‘, es uno de los puntos clave que convierte la ‘risoterapia’ en una pseudoterapia psicológica.

La ‘risoterapia’ carece de un marco teórico de referencia con base en los principios científicos y tecnológicos de la psicología

Más allá de la falta de evidencia de esta pseudoterapia psicológica, la ‘risoterapia’ no ofrece un modelo teórico ni unos fundamentos epistemológicos o tecnológicos con base en las leyes, mecanismos y principios psicológicos que rigen la conducta humana. Incluso algunos de los presupuestos de la ‘risoterapia’ -ya sea por falta de rigor o por desconocimiento- contradicen la evidencia empírica sobre los fundamentos de la psicología científica, normalizando conductas o respuestas emocionales y atribuyéndoles una propiedad universal, cuando están supeditadas al prisma de análisis y al contexto sociocultural.

En la misma línea, desde el punto de vista del marco conceptual, es posible observar cómo las diferentes publicaciones sobre ‘risoterapia’ fundamentan sus beneficios a partir de premisas y postulados falaces, basados en el ‘sentido común’, la ‘sabiduría popular’ y en otros términos propios de la psicología folk -no científica-, no circunscritos al conocimiento científico. Algunos de los términos que se presentan de forma conjunta, incluso como sinónimos o términos homólogos, son abstractos, ininteligibles o imposibles de operativizar y de definir funcionalmente. En los artículos de divulgación, revisiones bibliográficas, revisiones narrativas, ensayos y metaanálisis sobre esta pseudoterapia psicológica encontramos términos como salud, bienestar, equilibrio, desarrollo personal, relajación, yoga de la risa, humor, autoestima, creatividad, estrés, felicidad, magia, diversión, seguridad, confianza, e incluso arte o amor. Algunos de estos conceptos, como salud, creatividad o estrés, han sido estudiados de manera rigurosa y cuentan con definiciones más o menos estrictas; la trampa consiste en emplear los términos en su acepción común, tal como los entendemos en la vida cotidiana, y mezclarlos con otros. Este ejercicio de retórica, típico de la mayoría de las pseudoterapias, da la impresión de que estamos ante una teoría verdaderamente integradora de la complejidad humana, cuando en realidad no es más que una amalgama de términos científicos sacados de contexto y palabras de nuestro lenguaje cotidiano (Caballo, Salazar, 2019).

La ‘risoterapia’, pseudoterapia que ofrece remedio contra todos los males

Más allá de las supuestas bondades a nivel fisiológico y psicológico que promete esta pseudoterapia, a la ‘risoterapia’ se le atribuyen «beneficios sociales, laborales y espirituales»; dirigiendo estas intervenciones a personas que necesitan «ayuda física, psicosocial o espiritual, así como a aquellas otras que aspiran a experimentar una mayor autoconciencia, un aumento de la calidad de vida y satisfacción por vivir» (Mora, 2010).

En términos estrictamente psicológicos, diferentes manuales y ‘autoridades’ en ‘risoterapia’ a nivel internacional, sostienen que la pseudoterapia es útil para la reducción del estrés, la depresión, la ansiedad, e incluso la esquizofrenia; mejorando el estado de ánimo, la autoestima, la esperanza, la energía, el vigor, la memoria, el pensamiento creativo, la resolución de problemas, las relaciones sociales e interpersonales, la atracción y la proximidad, la amigabilidad, la colaboración, facilitando la identidad de grupo, la solidaridad y la cohesividad; promoviendo el bienestar psicológico, la relación terapéutica y la calidad de vida e intensificando la hilaridad (Mora, 2010). Sin embargo, la referencias en las que se apoyan dichas afirmaciones son trabajos preliminares, con grupos muy reducidos o estudios pilotos con grupos de población muy específicos -como personas con Alzheimer-, donde, además, se reconoce que, en muchos casos, no hubo efectos significativos (Walter et al., 2007). Otras de las fuentes ni tan siquiera versan sobre la ‘risoterapia’, sino que analizan el efecto de exponer a personas diagnosticadas con esquizofrenia -en régimen hospitalario- a películas de humor durante 3 meses (Gelkopf et al., 2006).

Del mismo modo, sorprende que la mayoría de estudios, trabajos y publicaciones serias sobre los beneficios psicológicos de la ‘risoterapia’ provengan del ámbito de la enfermería -con una enorme cantidad de tesis de pregrado al respecto-, y no de la psicología o la psiquiatría; estas últimas, con el respaldo de cuerpos de conocimientos científicos sobre el comportamiento humano, atendiendo tanto a la rama básica -mecanismos psicológicos y principios de la conducta- como aplicados -tecnologías terapéuticas-. Es por ello que es posible afirmar que la ‘risoterapia’ se erige como una tecnología propia de la enfermería, aunque constituya una pseudoterapia psicológica, careciendo de fundamentos científicos psicológicos.

Intrusismo profesional, falta de regulación y de capacitación formal de los ‘risoterapeutas’

Como ya apuntamos anteriormente, es pertinente destacar que algunas pseudoterapias, aparentemente legítimas, pueden ser altamente dependientes de la capacitación de la o el terapeuta que la implemente, al no tener unos contenidos, bases teóricas o metodologías claramente establecidas (APETP, 2016).

En la mayoría de países no existe una regulación específica sobre las pseudociencias y pseudoterapias; y en este caso, las y los ‘risoterapeutas’, más allá de aplicar una pseudoterapia psicológica, estarían incurriendo en un posible atentado contra la salud pública, pues no cuentan con el reconocimiento, ni están sometidos a los controles como profesionales de la salud; incluyendo la ausencia de una formación regulada, así como de conocimientos rigurosos sobre los fundamentos básicos y científicos de la psicología que garanticen una intervención segura, efectiva y ética.

Diferentes profesionales de la psicología han venido advirtiendo de los peligros de esta forma de intrusismo profesional. Según denuncia en su página profesional en la red social Facebook la psicóloga y psicoterapeuta mexicana Lourdes Arredondo, «Un curso de 4 horas no te vuelve terapeuta de pareja, familiar, narrativo o tanatólogo. Me han llegado a terapia, desde hace tiempo y más durante los últimos meses, personas en crisis o brotes psicóticos, que acudieron a eventos de coaching, risoterapia y otros pseudomodelos de ayuda, con claros procesos de revictimización y ‘atendidos’ por personas sin un entrenamiento y formación basado en evidencias, ni supervisión en psicoterapia y salud mental» (Arredondo, 2021).

La ‘risoterapia’ es considerada una pseudoterapia incluso por sus propios promotores

Por último, más allá de las controvertidas afirmaciones del creador y fundamental promotor de la ‘risoterapia’, Patch Adams, llama la atención como la mayor parte de los estudios, artículos de divulgación y publicaciones sobre ‘risoterapia’ reconocen que esta práctica se circunscribe al ámbito de la ‘medicina natural‘, ‘terapias complementarias‘ o ‘terapias alternativas‘ (Villán et al., 2018; Jiménez et al., 2021) es decir, términos bajo los que se amparan numerosas pseudociencias y pseudoterapias (APETP, 2016; FECYT, 2020; García, 2023; Rojas Ochoa, 2018; Pérez, et al., 2022). En este sentido, cuando estos trabajos reconocen explícitamente que la ‘risoterapia’ no puede considerarse una terapia por sí misma, pues es solo un complemento (Asisa, 2020; Farías, 2023; Tu Mayor Amigo, 2020; Redacción Cuídate Plus, 2016; Herrera, 2021; Velázquez, 2015; ) están confirmando abiertamente los principios pseudoterapéuticos de la ‘risoterapia’; ya sea como forma de descargo de responsabilidad ante posibles demandas judiciales, o por la evidente falta de entidad científica que la práctica tiene como terapia legítima. No obstante, es llamativo que, aunque lo consideren un procedimiento no terapéutico, persistan en el uso el lexema ‘-terapia’, al mismo tiempo que hablen de ‘curación’ y se le atribuya una amplia cantidad de propiedades psicoterapéuticas que no han sido demostradas, ni por ende validadas.

Conclusión

La ‘risoterapia’ es considerada comúnmente una supuesta intervención terapéutica que cuenta con bastante popularidad, particularmente en entornos hospitalarios y también entre practicantes de psicoterapia y enfermería. Sin embargo, su popularidad, su uso extendido y los beneficios que se le atribuyen no están justificados con base en la evidencia científica. Mientras ‘sus practicantes, ‘risoterapeutas’ y defensores alegan que se trata de una poderosa intervención capaz de eliminar los síntomas de una gran cantidad de padecimientos y de mejorar la vida de los pacientes, la evidencia que sustenta tales afirmaciones es débil. Muchos estudios, algunos de ellos preliminares y que utilizaron técnicas que no siempre están relacionadas con la ‘risoterapia’ como intervención, no son rigurosos ni conceptual ni metodológicamente. Lo que es peor, sus resultados suelen ser exagerados y sacados de contexto por los defensores de la ‘risoterapia’ para tratar de legitimar la pseudoterapia; generando confusión entre los efectos meramente fisiológicos de la risa -que son reales- y su utilización como técnica de relajación en pacientes hospitalarios con un efecto terapéutico casi milagroso.

Como se expuso en un inicio, una terapia consiste en la aplicación de una serie de métodos con objeto de prevenir, tratar, manejar o curar enfermedades o afecciones, y de este modo mejorar la salud y el bienestar de las personas. Una psicoterapia es una forma de terapia, en tanto el o la psicóloga interviene para identificar y modificar los patrones de comportamiento que la o el paciente o consultante refiere como problemáticos o generadores de malestar, así como instaurar nuevos patrones de ser necesario. Como varios autores señalan, la intervención psicoterapéutica debe hacerse por medio de procedimientos científicamente validados; es decir, que hayan mostrado su efectividad para reducir el malestar de los consultantes, y que se desprendan de un corpus de conocimientos teóricos sobre la personalidad, el proceso de cambio y el desarrollo humano (APA, 2012; Corsini y Wedding, 1989).

La ‘risoterapia’, como intervención psicoterapéutica, no cumple con los requisitos señalados anteriormente. No solo carece de evidencia científica sólida que respalde sus promesas; tampoco está conectada con ningún marco teórico que justifique sus afirmaciones o que la vincule con el conocimiento psicológico actual. A veces, incluso contradice dicho conocimiento. Como otras formas de pseudoterapia, la ‘risoterapia’ suele mezclar conceptos científicos sacados de contexto con términos provenientes del lenguaje cotidiano (Caballo y Salazar, 2020). Esta retórica queda patente incluso en el mismo nombre ‘risoterapia’, pues de acuerdo con muchos de sus defensores, no puede considerarse como una ‘terapia’ sino un mero complemento sin valor terapéutico por sí solo (Asisa, 2020; Farías, 2023; Redacción Cuídate Plus, 2016; Herrera, 2021; Velázquez, 2015); a pesar de esto, la siguen denominando ‘risoterapia’ y le atribuyen toda cantidad de beneficios, en un claro intento de hacerla pasar por un procedimiento legítimo para mejorar el bienestar y salud de las personas.

Por todo lo anterior, la ‘risoterapia’ o ‘terapia de la risa’ puede ser considerada una pseudoterapia en toda regla, con todos los riesgos que eso conlleva. Es decir, acudir a ‘risoterapia’ en lugar de a psicoterapia basada en la evidencia podría suponer un retraso en la obtención de un diagnóstico adecuado, el abandono de un tratamiento efectivo, una pérdida de oportunidad, de tiempo y recursos económicos o, en el peor de los casos, daños psicológicos derivados de la negligencia, mala praxis e inefectividad de la técnica.

Referencias:

Fran González es Graduado en Psicología, Máster en Investigación en victimología y director de la revista Mente y Ciencia. Jesús Ramírez es Licenciado en Psicología, maestro y doctorando en Filosofía de la Ciencia y fundador del proyecto divulgativo La Rata & El Perro.

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Fran González es Graduado en Psicología, Máster en Investigación en victimología y director de la revista Mente y Ciencia. Jesús Ramírez es Licenciado en Psicología, maestro y doctorando en Filosofía de la Ciencia y fundador del proyecto divulgativo La Rata & El Perro.