En el mundo complejo de la argumentación, surge una táctica que en ocasiones puede tergiversar el verdadero propósito del discurso: el argumento ad hominem. Esta estrategia retórica puede ser una herramienta válida para analizar y criticar las cualidades de un individuo en un debate. No obstante, es crucial comprender cuándo esta forma de argumentar cruza la línea y se convierte en una falacia lógica, erosionando la esencia misma de la discusión. A continuación, describiremos el significado del argumento ad hominem, explorando sus manifestaciones legítimas y falaces en la vida cotidiana, la esfera científica y el ámbito político, a través de ejemplos que ilustrarán su impacto en diferentes contextos.
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¿En qué consiste el argumento ad hominem?
El argumento ad hominem, emerge en el panorama de la argumentación como una estrategia que se apodera de las características personales de un o una proponente para desafiar su argumento. En su versión más radical, apunta directamente al carácter y veracidad del individuo, como en la afirmación: ‘No puedes creer lo que dice Ana. Es una mentirosa’. En este sentido, es importante señalar que, bajo ciertas circunstancias, atacar el carácter del emisor o emisora puede ser justificable. Un ejemplo de esto, es la evaluación de testimonios dentro de procesos legales. Asimismo, en el ámbito político, la integridad personal de funcionarias, funcionarios, candidatas y candidatos, a veces puede ser un objetivo legítimo de debate. Por otro lado, hay que tomar en cuenta que este enfoque argumentativo a menudo es empleado de manera falaz, desviándose de su propósito genuino y desviando la atención de aspectos más relevantes del discurso (Audi, 2004).
En esencia, el argumento ad hominem busca minar la credibilidad de un proponente como una forma de debilitar su argumento. Por este motivo, algunos autores consideran que este enfoque no constituye un argumento en el sentido estricto, sino más bien una reacción defensiva disponible para el interlocutor. De esta manera, su propósito no sería contribuir a una discusión constructiva basada en los mejores argumentos disponibles, sino más bien obstruir el avance del diálogo al atacar a la o el oponente (Chichi, 2002).
Es importante resaltar que, históricamente, el argumento ad hominem tenía un matiz menos negativo y se basaba en extraer conclusiones a partir de las concesiones del interlocutor. No obstante, con el tiempo, su connotación cambió, y comenzó a asociarse con señalar inconsistencias entre las palabras y acciones de alguien, en lugar de cuestionar la verdad de sus afirmaciones (Rivera, 2022).
Estructura del argumento ad hominem
Para comprender completamente el argumento ad hominem, es crucial reconocer que se basa en afirmaciones sobre la confiabilidad de una persona, P, en función de un atributo, A, de P. Esta relación se establece a través de dos premisas: la premisa de atribución, que señala que P tiene A, y la premisa de efecto, que sostiene que la confiabilidad de P en la ejecución de una función específica, F, alcanza un grado D (Dahlman, Reidhav, Wahlberg, 2011).
Supongamos que, en un debate sobre la seguridad vial, alguien presenta el siguiente argumento:
Premisa de atribución: Daniel es un conductor que ha acumulado múltiples infracciones de tránsito en los últimos meses (atributo A). Premisa de efecto: Debido a su historial de infracciones, la confiabilidad de Daniel como conductor (función F) se ve comprometida, lo que hace que su capacidad para aportar a un debate sobre seguridad vial sea limitada (grado D).
En este ejemplo, el argumento ad hominem se basa en cuestionar la confiabilidad de Daniel como conductor (atributo A) para socavar su capacidad de contribuir al debate sobre seguridad vial (función F). Se establece una conexión entre su historial de infracciones y su competencia en la discusión. Sin embargo, este enfoque puede ser falaz si se utiliza para desestimar por completo sus argumentos sin considerar su sustento lógico o evidencia.
Es importante destacar que, si bien este ejemplo ilustra la estructura del argumento ad hominem, no necesariamente lo valida como una estrategia justificable. En muchos casos, la relevancia del atributo cuestionado (en este caso, el historial de infracciones de tránsito) para la función en cuestión (contribución al debate sobre seguridad vial) es discutible y podría estar sujeta a sesgos o exageraciones.
¿Cuándo se transforma el argumento ad hominem en una falacia?
La legitimidad del uso del argumento ad hominem depende del contexto y el propósito. En algunos casos, señalar las contradicciones entre las afirmaciones de alguien y sus acciones puede ser una herramienta válida para desacreditar sus argumentos. Por ejemplo, si alguien con un historial de mentiras afirma haber presenciado un evento extraordinario, cuestionar su credibilidad puede tener mérito. Además, cuando se trata de examinar la imparcialidad de un individuo en una discusión, los argumentos ad hominem pueden desempeñar un papel relevante, siempre que se apliquen con discernimiento (Rivera, 2022).
Por otro lado, los argumentos ad hominem a menudo se desvían hacia la falacia cuando se utilizan de manera inapropiada o engañosa. Por ejemplo, un ataque personal puede carecer de mérito si no está respaldado por pruebas sólidas o si el ataque es injustificado. Además, el uso excesivo de esta estrategia puede desviar la atención de los aspectos fundamentales de un argumento y distraer a la audiencia de los puntos de discusión más relevantes. En este sentido, el uso falaz del argumento ad hominem entra en el reino de las falacias informales, donde la incorrecta aplicación de esta estrategia pervierte el curso del razonamiento. La etiqueta ‘informal’ denota que estas falacias no son simples errores semánticos, sino malas interpretaciones del argumento en relación con el contexto de la discusión. Por ende, es crucial reconocer cuándo este enfoque transgrede los límites lógicos y desvirtúa el propósito del diálogo (Audi, 2004).
Tipos de argumento ad hominem
El argumento ad hominem puede presentar diversas variantes que merecen ser examinadas en detalle. A continuación, exploraremos algunos de los tipos más importantes:
- Agresivo: se centra en atacar directamente la característica personal de la persona que presenta un argumento. En lugar de refutar el contenido del argumento en sí mismo, se busca desacreditar al proponente como individuo.
- Ejemplo: Durante un debate político, un candidato critica las propuestas de su oponente sobre el sistema de salud. En lugar de abordar los méritos de las propuestas, el candidato responde: ‘No podemos confiar en las ideas de mi oponente, ya que tiene un historial de decisiones cuestionables en su vida personal’.
- Circunstancial: se cuestionan las circunstancias personales del proponente en relación con su argumento. Esto implica que el proponente puede estar confundido o ser insincero debido a sus propias circunstancias.
- Ejemplo: Durante un debate sobre el cambio climático, un científico presenta evidencia en contra de la teoría del calentamiento global causado por actividades humanas. Un crítico responde: ‘No podemos confiar en las conclusiones de este científico, ya que trabaja para una organización que recibe financiamiento de industrias contaminantes’.
- Tu Quoque (Tú También): es una variante del argumento ad hominem en la que la o el proponente atacado responde acusando al crítico o crítica de ser culpable de lo mismo. En lugar de abordar el argumento original, se desvía la atención hacia la hipocresía de quien critica.
- Ejemplo: Un político acusa a su oponente de corrupción en el manejo de fondos públicos. El oponente responde: ‘Pero tú también estás bajo investigación por prácticas financieras cuestionables’.
(Copi, Cohen, 2013; Rivera, 2022).
Argumento ad hominem en la vida cotidiana
En ocasiones, el argumento ad hominem puede ser legítimo y apropiado, especialmente cuando se cuestiona la credibilidad de una afirmación o argumento en función de las características relevantes de la persona que lo presenta. Un ejemplo de este uso legítimo ocurre en la esfera de la argumentación jurídica. Cuando se presenta un testimonio en un juicio, es válido cuestionar la confiabilidad de dicho testimonio si se puede demostrar que el testigo tiene un historial de perjurio. En este caso, la desconfianza hacia el testimonio se basa en el carácter poco confiable del testigo, lo que afecta directamente la veracidad de su afirmación.
Pensemos ahora en una discusión entre amigos sobre la calidad de un producto. Uno de ellos afirma que el producto es excelente y confiable. El otro amigo señala que la persona que está defendiendo el producto trabaja para la empresa fabricante y tiene un interés financiero en promocionarlo. Aquí, cuestionar la afirmación en función de los intereses personales legítimamente plantea la posibilidad de un conflicto de intereses que podría influir en la objetividad de la opinión.
Por otro lado, el argumento ad hominem se convierte en una falacia cuando se desvía el foco del debate al atacar la persona en lugar de abordar el contenido del argumento en sí mismo.
Imaginemos un debate sobre una política gubernamental en el que una persona presenta argumentos en contra basados en datos y análisis económicos. En lugar de responder a esos argumentos, su oponente lo acusa de tener una educación privilegiada y desconectada de la realidad de las personas comunes. Este ataque personal no aborda los puntos clave del debate, sino que busca socavar la credibilidad del oponente al insinuar que sus opiniones carecen de validez debido a su supuesta falta de experiencia.
Argumento ad hominem y política
Los argumentos ad hominem son parte integral de la argumentación política, y su análisis debe situarse en el marco de la interacción y la retórica, más que en un análisis puramente lógico. En este sentido, el uso del ad hominem se relaciona no solo con la lógica del argumento, sino también con la emoción y, sobre todo, con la imagen y la ética de la o el orador. La construcción de una imagen positiva del propio orador y una imagen negativa del oponente son aspectos esenciales en la persuasión política (Abdu, 2013).
En las discusiones políticas, los argumentos ad hominem pueden manifestarse de diferentes maneras. Uno de estos usos es cuando se emplean deliberadamente para eludir preguntas incómodas o desviar la atención de los temas centrales del debate. Por ejemplo, si un político es cuestionado sobre su postura en un tema específico, en lugar de responder directamente, podría atacar al carácter del interrogador o desviar la conversación hacia aspectos personales irrelevantes.
Otro uso del ad hominem en la política es el procedimiento de criminalizar a la parte contraria frente a la audiencia. Al acusar a la o el oponente de motivaciones ocultas o de tener un carácter cuestionable, se busca desacreditar sus argumentos y ganar la desconfianza del público (Delgado, 2013).
Finalmente, el ad hominem también puede ser utilizado como una forma de protesta política. En este caso, el argumento ad hominem se convierte en una herramienta para expresar descontento y rechazo hacia ciertas figuras públicas, sus acciones o sus políticas. Aunque este uso puede tener connotaciones negativas, en algunos contextos puede ser una estrategia legítima para llamar la atención sobre problemas sociales o cuestiones importantes.
Argumento ad hominem de sesgo en la ciencia
La aplicación del argumento ad hominem en el ámbito científico puede tomar diversas formas, siendo una de las más prominentes el argumento de parcialidad o ad hominem de sesgo. Este tipo de argumento busca alertar a los receptores sobre la posibilidad de que algunos especialistas puedan estar influenciados por intereses personales o conflictos de interés al presentar afirmaciones y argumentos en el campo científico. Los argumentos de imparcialidad apuntan a instar a la cautela en la evaluación de afirmaciones científicas, advirtiendo sobre la presencia de malas prácticas científicas o incluso el potencial de fraude, sin necesariamente proporcionar pruebas concluyentes de tales conductas (Bartolo, 2021).
Este tipo de conflictos de intereses son inherentes a diversas áreas de investigación, donde pueden existir fuertes incentivos para que una hipótesis particular sea aceptada como verdadera. Ejemplos de ello incluyen la industria petrolera que podría preferir la negación del calentamiento global causado por la acción humana, o empresas farmacéuticas que desean demostrar la eficacia de sus productos en el tratamiento de enfermedades.
En este contexto, los argumentos ad hominem de sesgo resaltan la importancia de una revisión exhaustiva y crítica de los argumentos y evidencias presentados en el ámbito científico. Se enfatiza que incluso cuando las afirmaciones científicas parezcan razonables y respaldadas por especialistas, es necesario abordarlas con precaución y rigor, especialmente cuando existen intereses personales o motivaciones que podrían influir en la presentación de datos o conclusiones. Así, los argumentos ad hominem de sesgo científico promueven una actitud escéptica y una evaluación más profunda en la búsqueda de la verdad, alentando a la comunidad científica y al público en general a no aceptar afirmaciones simplemente por la autoridad del emisor, sino más bien a considerar la validez intrínseca de los argumentos y evidencias presentadas.
El uso falaz del argumento ad hominem y sus peligros
Si bien el argumento ad hominem puede tener aplicaciones legítimas y contextos en los que su uso es justificable, su empleo falaz puede dar lugar a una serie de peligros y problemas que afectan tanto a la calidad del discurso como a la construcción de argumentos sólidos y basados en evidencia.
Por un lado, el uso falaz del argumento ad hominem tiende a desviar la atención del tema central en discusión; ya que, en lugar de abordar directamente los méritos de un argumento, se enfoca en desacreditar a la persona que lo presenta. Esto puede llevar a una distracción de los problemas reales y evitar un análisis profundo de las ideas y evidencias presentadas.
De igual forma, el uso falaz del argumento ad hominem puede minar la confianza en el proceso de diálogo y debate. Cuando las personas recurren a ataques personales en lugar de presentar argumentos sólidos, el público puede perder la fe en la integridad y la racionalidad de los participantes en la discusión.
Aunado a esto, cuando las personas temen ser objeto de ataques personales en lugar de críticas constructivas, es más probable que eviten participar en debates y discusiones abiertas. Esto puede reducir la diversidad de opiniones y limitar la posibilidad de un enriquecimiento intelectual a través del intercambio de ideas. Además, el uso falaz del argumento ad hominem puede resultar en la pérdida de oportunidades de aprendizaje; ya que, en lugar de considerar y analizar críticamente las ideas presentadas por otros, las personas pueden rechazar automáticamente argumentos basados en prejuicios sobre la persona que los presenta.
Así, podemos concluir que el uso inapropiado del argumento ad hominem puede desviar la atención de los verdaderos méritos de un argumento y dificultar, con ello, un diálogo constructivo.
Referencias:
- Abud, F. (2013). Del ataque personal como evasiva, como procedimiento de criminalización y como forma de protesta. Una mirada a los usos del argumento Ad Hominem en el debate Uribe-Coronell. Cuadernos del GESCAL, volumen (1), número (1), pp. 307-338.aacademica.org
- Audi, R. (2004) Diccionario Akal de Filosofía. Madrid. Ediciones Akal S. A. [Documento PDF]
- Bartolo, L. (2021). Argumentos contra la persona y conflictos de intereses. VI Jornadas de Lógica y Argumentación, pp. 148-155. philpapers.org
- Copi, I., Cohen, C. (2013) Introducción a la lógica. Ciudad de México. Limusa. logicaformalunah.files
- Chichi, G. (2002). Las rutas griegas del argumento ad hominem. Revista de Filosofía y Teoría Política, UNLP, número (34).sedici.unlp.edu.ar
- Dahlman, C., Reidhav, D., Wahlberg, L. (2011). Fallacies in Ad Hominem Arguments. COGENCY, volumen (3), número (2). dialnet.unirioja.es
- Delgado, A. (2013). La polémica en el discurso del expresidente Álvaro Uribe Vélez: Los argumentos ad hominem y su función como configuradores del enemigo político, “el terrorismo”. Cuadernos de Lingüística Hispánica, número (22).dialnet.unirioja.
- Rivera, A. (2022). Argumentos ad hominem y epistemología de las virtudes: cómo atacar a la persona sin cometer una falla lógica o moral en el intento. Theoria, volumen (37), número (3), pp. 357-377. bibliotecadigital.udea.edu.
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