En las últimas décadas, la teoría polivagal, desarrollada por Stephen Porges, se ha transformado en un modelo cada vez más popular entre profesionales de la salud mental e investigadores, debido a que explica la conducta humana en términos neurobiológicos, y muestra un panorama prometedor en el tratamiento de distintos trastornos mentales. No obstante, esta postura teórica no ha escapado a las controversias, debido a la falta de evidencia científica sólida que respalde su validez, la ambigüedad de sus principios, y a su uso para justificar prácticas clínicas no verificadas. Debido a esto, a continuación, se analizarán los principios que sostienen la teoría polivagal, los argumentos que integran la crítica hacia ella, y las consecuencias de aceptar una propuesta teórica en estudio, como un saber científico comprobado.
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Principios de la teoría polivagal
Para comenzar, es importante exponer las tres premisas en las que se basa la teoría polivagal de Porges:
- La bradicardia neurogénica, que representa una caída repentina y extrema de la frecuencia cardíaca, y la arritmia sinusal respiratoria (RSA), que implica cambios en la frecuencia cardíaca que se sincronizan con la respiración, son mediadas por diferentes ramas del nervio vago y no necesariamente deben responder de manera conjunta.
- La bradicardia neurogénica, asociada con la orientación, es un vestigio filogenético del cerebro reptiliano y está mediada por el núcleo motor dorsal (DMNX).
- La retirada del tono vagal cardíaco a través de los mecanismos del Núcleo Ambiguo (NA) es una adaptación mamífera que permite seleccionar novedades en el entorno mientras se mantiene la producción metabólica y la comunicación social continua.
(Porges, 1955).
Estos principios forman la base de la teoría polivagal de Porges y proporcionan un marco teórico para comprender cómo el sistema nervioso autónomo influiría en las respuestas fisiológicas y emocionales del individuo en situaciones sociales y de estrés.
En términos muy generales, estas premisas implican la existencia de tres estructuras nerviosas, ordenadas jerárquicamente, que regulan distintos tipos de respuestas fisiológicas adaptativas, y que pueden actuar de manera autónoma.
La teoría polivagal y los supuestos tres sistemas de respuesta
La teoría polivagal presenta tres niveles evolutivos y jerárquicos en el sistema nervioso que determinan la regulación emocional y el comportamiento social en las y los seres humanos:
- En el nivel más primitivo, se encuentra el sistema de inmovilización o congelamiento, asociado neuralmente a la rama vagal más antigua que inerva órganos subdiafragmáticos y se origina en el núcleo dorsal motor del tronco encefálico (DVC). Este sistema, presente en vertebrados como reptiles, se activa en situaciones de extrema amenaza y se caracteriza por la conservación de recursos metabólicos.
- En el segundo nivel, se observa el sistema de movilización, que es típico de los mamíferos y se correlaciona con el sistema nervioso simpático (SNS). Este sistema prepara al organismo para luchar o huir ante situaciones de peligro, desencadenando respuestas fisiológicas de activación.
- Finalmente, en el tercer nivel, se encuentra el sistema de ‘enganche’ social o vagal prosocial, relacionado con comportamientos proafiliativos y cooperativos en situaciones sociales. Este sistema tiene su base en la rama vagal más reciente, el complejo vagal ventral (VVC), que se origina en el núcleo ambiguo del tronco encefálico, y se encuentra altamente desarrollado en primates superiores y humanos. Su activación no solo depende de la ausencia de amenazas, sino también de señales neuroperceptibles de confianza y seguridad en el entorno.
(Porges, 2001; Dufey, Fernández, Muñoz, 2022).
La organización jerárquica entre estos subsistemas implica que, cuando se percibe un entorno seguro y confiable, el sistema vagal prosocial se activa, creando estados de calma y confianza y suprimiendo las influencias de los otros dos subsistemas defensivos. Esto se logra a través de un proceso llamado ‘neurocepción’, que opera a nivel subconsciente y monitorea continuamente la seguridad y el riesgo en el entorno.
¿Cómo reaccionamos al entorno según la teoría polivagal?
La teoría polivagal pretende explicar cómo reaccionamos ante amenazas, riesgos y estímulos estresores. Para ello, propone que nuestro sistema nervioso está constantemente evaluando el riesgo en nuestro entorno, elaborando juicios y estableciendo prioridades para conductas adaptativas. En este sentido, contaría con múltiples estrategias de defensa; no obstante, la elección de cuál estrategia se utiliza no es una decisión consciente, sino una respuesta automática e involuntaria (Porges, Buczynski, 2012).
De esta manera, para algunas personas, las características específicas de un desafío ambiental podrían desencadenar una respuesta de lucha/huida, mientras que, para otras, esas mismas características pueden pasar desapercibidas (Porges, Buczynski, 2012).
De acuerdo a la teoría polivagal, en condiciones de vida saludables, en ausencia de trastornos mentales o amenazas reales para la integridad física o psicológica, los tres subsistemas bio-comportamentales (vagal prosocial, movilización y congelamiento) se mantienen en equilibrio. Esto permite que las respuestas defensivas ante estresores agudos sean rápidas y eficientes (Dufey, Fernández, Muñoz, 2022). Por ejemplo, cuando percibimos una urgencia o un accidente inminente, el sistema vagal prosocial se inhibe, permitiendo que los sistemas defensivos entren en acción, ya sea en forma de inmovilización/congelamiento inicial, o de movilización comportamental de lucha o huida.
Sin embargo, según la teoría polivagal, cuando existe una disfunción en la regulación de estos sistemas defensivos, como puede ocurrir en el caso de experiencias traumáticas o alteraciones en el desarrollo psicoafectivo, el sistema vagal prosocial quedaría inhibido. Esto impediría la consolidación de estados de calma y seguridad necesarios para establecer relaciones de confianza. La persona puede percibir a los demás como no confiables o percibir amenazas en las relaciones que no son reales, lo que dificultaría la formación de vínculos seguros (Dufey, Fernández, Muñoz, 2022).
Aplicación de la teoría polivagal en la clínica
Debido a su popularidad, la teoría polivagal ha encontrado diversas aplicaciones dentro de la atención clínica y psicoterapéutica.
La teoría polivagal hace énfasis en la regulación del estado fisiológico subyacente en la respuesta a estresores y amenazas. Esta perspectiva ha llevado al desarrollo de enfoques terapéuticos que buscan restablecer y regular estos estados autonómicos en pacientes que experimentan trastornos como el estrés postraumático, la depresión y la esquizofrenia (Porges, Buczynski, 2012).
En esta misma línea, esta teoría sugiere que, al crear estados de calma y seguridad, es posible potenciar comportamientos sociales positivos. Así, se ha aplicado esta idea en intervenciones terapéuticas que buscan mejorar la expresión emocional, la comunicación y las habilidades interpersonales. Un ejemplo concreto es el uso de la estimulación acústica en niños con autismo, basado en la premisa de que la activación de los músculos del oído medio puede estimular y ejercitar la regulación neural de la respuesta social (Porges, 2001; Porges, Buczynski, 2012).
De igual manera, la teoría polivagal ha influido en la forma en que se comprenden y abordan los trastornos relacionados con el ‘trauma’. Esta propone que las experiencias de estrés prolongado y amenazante pueden llevar a la activación de estrategias defensivas basadas en el sistema simpático y el vagal dorsal, lo que resulta en una desregulación autonómica. Esta idea ha sugerido enfoques terapéuticos que se centran en la creación de un ambiente seguro y en el restablecimiento de la regulación autonómica (Dufey, Fernández, Muñoz, 2022).
Crítica a la falta de evidencia en la teoría polivagal
Pese a su popularidad, la teoría polivagal ha sido objeto de crítica debido a la falta de evidencia sólida en sus principios y la presencia de terminología ambigua en su construcción.
Uno de los puntos principales de crítica se refiere a las mismas premisas fundamentales en las que se basa la teoría polivagal. Estas premisas incluyen la asociación de ciertas funciones vagales con el DMN en situaciones de orientación, y el NA en situaciones sociales. Sin embargo, algunos autores destacan que estas conexiones están lejos de ser respaldadas por datos empíricos sólidos, lo que plantea interrogantes sobre la validez de dichos principios (Grossman, 2016).
La terminología utilizada en la teoría polivagal también ha sido objeto de crítica. Se ha señalado que la terminología específica empleada para describir los componentes de la respuesta vagal y su relación con la conducta puede resultar confusa y ambigua. Esto dificulta la comprensión y la evaluación crítica de la teoría por parte de la comunidad científica (Grossman, 2007; Liem, Neuhuber, 2021).
Además, se ha argumentado que la interpretación de la evolución propuesta por la teoría polivagal no se ajusta a las evidencias científicas. La teoría polivagal se basa en una supuesta evolución de los sistemas nerviosos, desde el ‘vago antiguo no mielinizado’ hasta el ‘nuevo mielinizado’. Esta base filogenética ha sido cuestionada, ya que no todos los hallazgos anatómicos y fisiológicos respaldan esta secuencia evolutiva (Liem, Neuhuber, 2021).
Así mismo, la teoría polivagal utiliza la variabilidad de la frecuencia cardíaca respiratoria como medida crítica para evaluar la actividad vagal. Sin embargo, se han planteado preocupaciones sobre la precisión y validez de RSA como indicador de la actividad vagal, lo que genera dudas sobre la base empírica de la teoría en este aspecto (Liem, Neuhuber, 2021).
Crítica a la aceptación generalizada de la teoría polivagal
A pesar de la falta de evidencia sólida que respalde sus premisas principales, la teoría polivagal es cada día más popular. Esta situación ha dado lugar, no solo a la aceptación acrítica de esta postura, sino a la generalización de sus principios. Lo que, a su vez, ha provocado todo tipo de interpretaciones erróneas, así como la aplicación inapropiada de esta teoría en contextos donde sus premisas no son válidas. Por ejemplo, la asociación de las frecuencias bajas de la voz masculina con depredadores (Porges, Buczynski, 2012) es una afirmación simplificada que no tiene en cuenta la complejidad de los factores sociales y culturales que influyen en la percepción del miedo.
Además, la aceptación generalizada de la teoría polivagal ha sido aprovechada por numerosos modelos terapéuticos paracientíficos y pseudocientíficos, para justificar sus propios postulados y brindar la ilusión de validez científica. Este es el caso de estrategias como el mindfulness, el yoga, algunas técnicas de relajación y la terapia de compasión (Sullivan et al., 2017; González, González, 2017).
Este tipo de situaciones ponen en evidencia el peligro que representa el aceptar cualquier tipo de modelo teórico, debido a su popularidad, a la conveniencia de sus premisas, o al simple hecho de que no lo entendemos en su totalidad.
Crítica al uso clínico de la teoría polivagal
Aceptar la teoría polivagal como una postura afianzada en la evidencia científica puede ser muy riesgoso. Sin embargo, este peligro se intensifica cuando dicha situación se presenta en el campo de la psicología clínica. En este sentido, la construcción de argumentos y estrategias terapéuticas basadas en esta teoría, es cada vez más común, a pesar de la falta de una base científica sólida que la respalde. Esto puede dar lugar a prácticas terapéuticas que carecen de fundamento científico y que podrían no ser efectivas o incluso perjudiciales para los pacientes.
Como ya se mencionó, en algunos casos, se ha generalizado en exceso la aplicabilidad de la teoría polivagal a diversas poblaciones y contextos clínicos, a pesar de que la evidencia empírica puede ser limitada o contradictoria. Además, al dividir el sistema nervioso en sistemas distintos y atribuir funciones específicas a cada uno, la teoría polivagal puede llevar a un enfoque reduccionista en la comprensión de la psicología y el comportamiento humano, limitando el entendimiento de la complejidad de los procesos psicológicos y emocionales.
Ejemplos de postulados y posturas en psicología desarrollados a partir de la teoría polivagal, incluyen la vinculación de la actividad del sistema vagal prosocial con constructos como la regulación emocional, la compasión y la capacidad de establecer relaciones interpersonales saludables. Estas posturas pueden llevar a la creación de estrategias terapéuticas que se basan en la idea de que fortalecer el sistema vagal prosocial puede mejorar la salud emocional y social de los individuos. Un hecho que aún no está comprobado científicamente.
Importancia de una postura crítica frente a la teoría polivagal
Analizando lo anterior, es indiscutible que, aunque la teoría polivagal ha generado interés y ha contribuido a la exploración de la interacción entre el sistema nervioso autónomo y el comportamiento humano, es esencial mantener una postura crítica y continuar evaluando la evidencia empírica que respalda sus premisas. La psicología y la psicoterapia son campos en constante evolución, y es importante que las teorías y enfoques terapéuticos desarrollados en estos campos se sometan a un escrutinio riguroso y se ajusten a medida que se acumula más evidencia científica.
En este sentido, es transcendental tener presente que la ciencia avanza a través del escrutinio riguroso y la revisión constante de las teorías existentes. Por lo tanto, la presencia de terminología confusa y bases científicas cuestionables, como las observadas en la teoría polivagal, deben ser abordadas con cuidado para evitar malentendidos y sesgos en la investigación y la práctica clínica.
Referencias:
- Dufey, M., Fernández, A., Muñoz, J. (2022). Sintonizando con otro: la teoría polivagal y el proceso de psicoterapia. Revista chilena de neuro-psiquiatría, volumen (60), número (2). scielo.cl
- González, M., González, J. (2017). Bases neurofisiológicas de mindfulness y compasión: una propuesta desde la teoría polivagal. Mindfulness & Compassion, volumen (2), número (1). sciencedirect.com
- Grossman, P., Taylor, E. (2007). Toward understanding respiratory sinus arrhythmia: Relations to cardiac vagal tone, evolution and biobehavioral functions. Biological Psychology, volumen (74), pp. 263–285. sciencedirect.com
- Grossman, P. (2016). Q&A: After 20 years of «polyvagal» hypotheses, is there any direct evidence for the first 3 premises that form the foundation of the polyvagal conjectures? ResearchGate.net. researchgate.net
- Liem, T., Neuhuber, W. (2021). Crítica a la teoría polivagal. OstoHealthBlog. osteopathie-liem.de
- Porges, S. (1995). Orienting in a defensive world: Mammalian modifications of our evolutionary heritage: A polyvagal theory. Psychophysiology, volumen (32), número (4), pp. 301–318. onlinelibrary.wiley.com
- Porges, S. (2001). The polyvagal theory: phylogenetic substrates of a social nervous system. International Journal of Psychophysiology, volumen (42). semanticscholar.org
- Porges, S., Buczynski, R. (2012). La teoría polivagal para el tratamiento del trauma: Una sesión de Tele seminario. Facultad de Psicología UNAM. psicoterapiabilbao.es
- Sullivan, M., Erb, M., Schmalzl, L., Moonaz, S., Taylor, J., Porges, S. (2018). Yoga Therapy and Polyvagal Theory: The Convergence of Traditional Wisdom and Contemporary Neuroscience for Self-Regulation and Resilience. Frontiers in Human Neuroscience, volumen (12). frontiersin.org
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