Nuestra vida cognitiva está integrada por un sin número de procesos que se combinan y convergen para determinar lo que conocemos como nuestro pensamiento. Dentro de esta tormenta de experiencias internas, no es poco común que surja la ilusión de que nuestras ideas son la realidad misma, en lugar de meros procesos en funcionamiento. A este fenómeno se le conoce como fusión cognitiva, el cual consiste en un ‘amalgamiento’ de los procesos cognitivos verbales con la experiencia directa (Hayes, Strosahl, Wilson, 2015). Para contrarrestar tal mecanismo, la psicología clínica, especialmente la terapia de aceptación y compromiso (ACT), ha desarrollado distintas técnicas destinadas a lograr un estado de defusión cognitiva.
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Este proceso de defusión cognitiva se torna crucial cuando enfrentamos pensamientos imperiosos, es decir, aquellos que tomamos literalmente al pie de la letra. Nos ‘fusionamos’ con ellos, aceptándolos sin cuestionar su veracidad, perdiendo de vista que, en esencia, son simplemente pensamientos. De esta manera, ‘defusionarse’ implicaría despegarse de esa literalidad, adoptando una perspectiva más flexible (Blackledge, 2018).
A continuación, explicaremos en qué consiste la defusión cognitiva y como actúa dentro del marco de la psicoterapia.
La ACT y sus 6 procesos
Para comprender qué es la defusión cognitiva, es necesario conocer primero el marco donde este concepto se articula como parte de un proceso terapéutico: la terapia de aceptación y compromiso o ACT.
La ACT emerge como una intervención psicológica única, basada en una estructura teórica y filosófica coherente. Su propósito principal es aumentar la flexibilidad psicológica a través de estrategias de aceptación, mindfulness, compromiso y cambio de comportamiento. La flexibilidad psicológica implica la plena conexión con el momento presente como ser consciente, adaptando el comportamiento según lo que la situación demande y persistiendo en acciones al servicio de valores elegidos (Hayes, 2020).
La terapia de aceptación y compromiso actúa a partir de seis procesos esenciales que promueven la flexibilidad psicológica:
- Aceptación: Abrazar conscientemente eventos privados sin intentar cambiar su forma o frecuencia, fomentando acciones alineadas con valores.
- Defusión cognitiva: Alterar las funciones no deseadas de pensamientos y eventos privados cambiando la forma de interactuar con ellos.
- Estar presente: Promover el contacto sin juicios con eventos psicológicos y ambientales para permitir un comportamiento más flexible.
- Yo-como-contexto: Desarrollar una perspectiva desapegada de una o uno mismo, facilitando la conciencia sin inversión en experiencias particulares.
- Valores: Elegir cualidades de acción con propósito, que sean instantáneamente realizables momento a momento.
- Compromiso de acción: Desarrollar patrones de acción efectivos vinculados a valores elegidos, similar a la terapia de comportamiento tradicional.
(Hayes, 2020).
Estos procesos, fundamentales para la flexibilidad psicológica, se entrelazan en la ACT, marcando el camino hacia una vida más plena y alineada con los valores individuales.
Fusión cognitiva
La fusión cognitiva, en términos técnicos, es un proceso donde los eventos verbales ejercen un control estimular dominante, excluyendo otras variables contextuales. Este fenómeno implica una fuerte influencia verbal en la regulación del comportamiento, ya que los contextos que respaldan la conducta verbal están generalizados en nuestra mente cotidiana. Cuando se fusionan los procesos verbales con la experiencia directa, es difícil distinguir entre ambos. De esta manera, la fusión cognitiva constriñe nuestro repertorio de respuestas, llevándonos a formular situaciones de manera simbólica y organizar nuestro comportamiento según reglas socialmente inculcadas (Hayes, Strosahl, Wilson, 2015).
Cuando estamos fusionados, las reglas verbales se convierten en la guía predominante de nuestro comportamiento, desconectándonos de las experiencias directas. La fusión puede llevar a repetir patrones de comportamiento regidos por reglas, incluso cuando son ineficaces. Este proceso, a menudo invisible y automático, nos impide reconocer cuándo nos enredamos demasiado en él.
De esta forma, la fusión, al dejar que el pensamiento regule la conducta sin contribuciones adicionales, conduce a la evitación experiencial. En un estado fusionado, se siguen automáticamente reglas que sugieren que las vivencias angustiosas deben ser controladas o eliminadas. Este proceso inhibe la capacidad de ser testigos de pensamientos, sentimientos o sensaciones no deseados, generando una actitud opuesta a la apertura psicológica (Hayes, Strosahl, Wilson, 2015).
¿Qué es la defusión cognitiva?
La defusión cognitiva se presenta como un proceso vital para contrarrestar el apego excesivo a los contenidos de la actividad mental, conocido como fusión. Por lo tanto, se convierte en la herramienta clave para abordar este problema. En la práctica, se trata de dar un paso atrás y observar las vivencias internas (pensamientos, emociones, recuerdos, sensaciones) como lo que son: una corriente de vivencias que se tienen, en lugar de verdades literales que organizan el mundo. Es decir, el objetivo principal de la defusión, es ‘desliteralizar’ o debilitar el dominio funcional de las respuestas basadas en reglas literales y evaluativas, centrándose principalmente en los aspectos verbales de la experiencia humana (Hayes, Strosahl, Wilson, 2015).
La defusión no elimina el contenido verbal, sino que reduce su efecto automático sobre la conducta, permitiendo que otras fuentes de regulación conductual también entren en juego. El objetivo es controlar el lenguaje no transformando su forma, sino cambiando su función y sometiéndolo a un mayor control contextual voluntario. Esto implica adoptar una actitud de flexibilidad cognitiva voluntaria (Hayes, 2020).
Cuando la fusión es útil y deseable, como en momentos de relajación o entretenimiento, uno puede sumergirse en ella de manera voluntaria. Sin embargo, cuando la fusión se vuelve perjudicial, especialmente en situaciones de autocrítica, es necesario dar un paso atrás voluntariamente, distanciándose de la mente y observando el proceso sin quedar atrapado en sus productos.
En última instancia, la defusión constituye una alternativa valiosa a la reestructuración cognitiva, permitiendo que los pensamientos problemáticos aparezcan sin que ello suponga un modo de funcionamiento problemático. Al romper las reglas del uso del lenguaje, la defusión destaca la incapacidad del mismo para captar la totalidad de nuestras vivencias, así como describir nuestras vidas y el mundo con absoluta precisión (Blackledge, 2018).
La defusión como parte de la ACT
La terapia de aceptación y compromiso, o ACT, se desarrolla en un espacio psicológico ‘defusionado’, donde la esencia del trabajo es distanciarse del significado del proceso verbal y comenzar a considerarlo desde la perspectiva de un observador. El o la terapeuta modela esta actitud mediante expresiones coherentes con la ACT, induciendo un cambio sutil en las reglas de los intercambios verbales normales.
Durante las sesiones, el o la profesional fomenta la defusión de manera gradual y natural. Por ejemplo, al discutir los pensamientos negativos del cliente, el terapeuta podría emplear construcciones verbales que inviten al cliente a considerar sus pensamientos de la misma manera que consideraría las manifestaciones verbales de otras personas (Hayes, Strosahl, Wilson, 2015).
Así mismo, se utilizan metáforas y ejercicios para facilitar la defusión. Por ejemplo, el o la terapeuta puede pedir al cliente que observe sus pensamientos como hojas llevadas por la corriente, los cante en voz alta como si fuera una ópera o los coloque imaginariamente en el suelo para darles características concretas. Las técnicas de mindfulness también se emplean para observar los pensamientos sin juzgarlos en el momento presente. Así, la defusión se logra cuando se habla de los pensamientos simplemente como pensamientos, desvinculándolos de una conexión inmediata con la conducta.
Aunado a esto, el o la terapeuta busca demostrar los límites del lenguaje como herramienta universal. Para ello, se enfoca en mostrar al cliente que el lenguaje, aunque valioso, puede ser una sobresimplificación y no la única herramienta adecuada para todos los trabajos psicológicos. La defusión, por lo tanto, desempeña un papel crucial en la ACT al desafiar la confianza excesiva en el lenguaje y abrir la puerta a una relación más flexible con la experiencia interna (Hayes, Strosahl, Wilson, 2015).
Defusión cognitiva y aceptación
En el marco de la ACT, la defusión cognitiva y la aceptación se presentan como procesos complementarios y fundamentales. Así como la alternativa constructiva a la fusión cognitiva es la defusión; la opción preferente a la evitación vivencial es la aceptación.
En cualquier forma de psicoterapia, la identificación y reflexión sobre los pensamientos y sentimientos relacionados con el problema son inherentes. En la ACT, la defusión implica elevar este proceso a un nivel más consciente y voluntario, donde se aprende a tener en cuenta los propios pensamientos en el momento presente. La aceptación, por otro lado, implica un proceso activo de involucrarse con las complejidades emocionales, fomentando la apertura psicológica, el aprendizaje y la compasión hacia uno mismo y los demás.
En conjunto, estas dos habilidades permiten experimentar conscientemente los sentimientos como sentimientos, los pensamientos como pensamientos, y los recuerdos como recuerdos. De esta manera, facilitan la observación desapasionada de la mente en funcionamiento mientras se abraza el momento presente. A medida que se adquieren estas destrezas, la atención se vuelve más flexible y centrada, promoviendo una visión más comprensiva de una o uno mismo y del entorno interconectado (Hayes, Strosahl, Wilson, 2015).
Así mismo, la defusión desempeña un papel crucial en facilitar la aceptación de experiencias de angustia. Al deliteralizar el lenguaje, ayuda a percibir los pensamientos como eventos mentales en lugar de comentarios definitivos sobre las experiencias. La defusión se dirige a pensamientos generales sobre la toxicidad o soportabilidad de emociones desagradables, cuestionando lo que estos pensamientos dicen sobre la persona y la vida en general. En conjunto, la defusión y la aceptación permiten a los individuos pasar de la evitación y el enredo a una mayor implicación y expansión conductual desde una perspectiva más consciente y flexible (Blackledge, 2018).
Defusión cognitiva y compromiso
El proceso de defusión cognitiva en la terapia de aceptación y compromiso se entrelaza de manera crucial con la modalidad de compromiso. En ACT, el compromiso no se limita a una promesa futura, sino que implica un acto continuo de involucrarse en comportamientos alineados con los valores personales. La defusión, al desvincular los pensamientos evaluativos sobre lo ‘correcto’ e ‘incorrecto’, juega un papel clave en la percepción del compromiso (Blackledge, 2018).
De esta manera, la defusión desafía la rigidez del pensamiento dictado por términos como ‘debería’ o ‘tengo que’, permitiendo que las acciones basadas en valores sean opciones genuinas en lugar de obligaciones opresivas. Al liberarse de la presión implícita en estos términos, la persona se encuentra en una posición más flexible para elegir actuar congruentemente con sus valores en cada nuevo momento, sin caer en la trampa de la autocrítica cuando los comportamientos previos no han sido consistentes.
Así, en lugar de concebir el compromiso como una obligación rígida, la defusión invita a contemplar las acciones en función de sus consecuencias y afrontar las elecciones desde una perspectiva más abierta y contextual. Al liberar la acción de la carga de expectativas inflexibles, la defusión allana el camino para que el compromiso con los valores sea una opción atractiva y significativa en la vida diaria (Blackledge, 2018).
Técnicas de defusión cognitiva
La defusión cognitiva se basa en diversos enfoques y ejercicios que buscan desvincular a los individuos de la rigidez impuesta por el lenguaje literal y la sobre identificación con sus pensamientos. Estos enfoques incluyen:
- Desliteralizar el lenguaje: Por ejemplo, guiar al cliente para formular una frase y repetirla hasta que pierda su significado, o fomentar el canto de pensamientos para desvincularlos de su carga emocional y simbólica.
- Objetivación del lenguaje: Por ejemplo, convertir pensamientos en objetos o personas a través de metáforas físicas, como el ejercicio de los pasajeros del autobús, o entrenar al cliente para sostener y mantener pensamientos sin aceptarlos literalmente.
- Phishing (pesca de información): Enseñar a los clientes a identificar señales tempranas de contenido problemático en sus pensamientos, permitiéndoles tomar medidas preventivas.
- No enredarse en juegos mentales: Fomentar la abstención de participar en pensamientos viciosos o circulares que conducen a la sobre identificación y la falta de flexibilidad.
- Prácticas de atención consciente: Integrar prácticas, como la meditación y la atención plena, para permitir la contemplación de pensamientos sin ser afectados por su contenido provocador.
- Debilitar las razones: Sensibilizar al cliente sobre los efectos perniciosos de autoimponerse obligaciones y justificaciones, promoviendo una visión más flexible.
- Interrumpir el lenguaje problemático: Emplear terminología específica de ACT para interrumpir patrones lingüísticos problemáticos y cambiar contextos relacionales.
- Distinción entre evaluación y descripción: Modificar los contextos paralingüísticos para alterar la interpretación literal y la resolución de problemas asociados a las evaluaciones.
- Distanciamiento de pensamientos: Emplear la distancia cognitiva para desarmar pensamientos, reconociéndolos como construcciones mentales y no como reflejos directos de la realidad.
(Hayes, Strosahl, Wilson, 2015; Blackledge, 2018).
Ventajas de la defusión cognitiva
La defusión cognitiva presenta diversas ventajas que complementan y amplían las opciones tradicionales. A continuación, se mencionan algunos ejemplos:
- La defusión busca eliminar el impacto automático del significado verbal en el comportamiento. Esto permite que otras fuentes de regulación conductual participen de manera más efectiva. Al ampliar el repertorio de respuestas, se facilita la flexibilidad emocional y conductual, permitiendo al individuo explorar opciones más allá de las limitaciones impuestas por patrones verbales automáticos.
- Al desvincularse de la sobreidentificación con el contenido verbal, la defusión fomenta una mayor atención a las señales del momento presente. Esta consciencia plena de las experiencias directas y las señales del entorno proporciona datos esenciales que pueden guiar las acciones de manera más informada, facilitando una respuesta más adaptativa a las situaciones.
- La defusión enfatiza que los pensamientos no son vinculantes y que se puede elegir de manera consciente qué pensamientos son útiles o apropiados en un momento dado. Este enfoque empodera al individuo al reconocer su capacidad de elección en la forma en que interactúa con sus pensamientos.
- La defusión, al debilitar la influencia automática del lenguaje, facilita la adaptación y la capacidad de cambiar las respuestas a situaciones desafiantes.
- La práctica de la defusión implica una mayor consciencia de las emociones y su conexión con los pensamientos. Así, facilita el desarrollo de habilidades de regulación emocional al permitir una relación más consciente y flexible con las experiencias emocionales.
En conjunto, la defusión cognitiva no solo enriquece el panorama terapéutico al ofrecer herramientas complementarias, sino que también empodera al individuo para ser consciente, flexible y proactivo en su relación con los procesos mentales. Al integrar estas técnicas, se abre la puerta a un abordaje más holístico y personalizado en el camino hacia el bienestar emocional y conductual.
Referencias:
- Blackledge, J. (2018). La Defusión Cognitiva en la Práctica. Desclée De Brouwer.
- Hayes, S., Strosahl, K., Wilson, K. (2015). Terapia de aceptación y compromiso. Desclée de Brouwer.
- Hayes, S. (2020). Acceptance & Commitment Therapy (ACT). ContextualPsychology.org. contextualscience.org
Créditos imagen de portada: Foto de Liza Summer