Desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares o EMDR

La terapia de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares, o EMDR, ha mostrado resultados positivos. No obstante, no ha podido comprobar la legitimidad de su modelo teórico, ni la utilidad de sus técnicas.

La terapia de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares, conocida como EMDR por sus siglas en inglés, surgió hace casi cuatro décadas, argumentando ser una técnica innovadora para tratar el estrés postraumático y otros trastornos psicológicos. Su elemento más distintivo se centra en la utilización de movimientos oculares para facilitar la recuperación de los recuerdos traumáticos y la disminución de los síntomas asociados. Sin embargo, desde sus inicios, la EMDR ha estado envuelta en un debate constante sobre su eficacia y fundamentos científicos.

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Las críticas hacia la EMDR han sido persistentes, llegando incluso a tacharla de ser una pseudoterapia. No obstante, la popularidad de este modelo ha ido en aumento, siendo adoptada por miles de profesionales en todo el mundo que la consideran una terapia legítima y la utilizan para tratar una amplia variedad de padecimientos (Pérez, 2021).

La principal razón por la que la EMDR es aún objeto de debate, reside en el hecho de que este procedimiento ha mostrado resultados positivos en numerosos casos. Sin embargo, la falta de claridad sobre si los movimientos oculares influyen realmente en el proceso terapéutico, o si solo son un placebo o práctica ritualista, plantea interrogantes sobre la validez y la efectividad de la EMDR como tratamiento psicológico.

¿Qué es la desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares o EMDR?

La terapia de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares, o EMDR, es una modalidad terapéutica desarrollada por la psicóloga Francine Shapiro, con el propósito inicial de abordar el trastorno de estrés postraumático. Desde entonces, ha sido utilizada para tratar una amplia gama de trastornos psicológicos (Amman et al., 2023).

A diferencia de otras formas de terapia que se centran en modificar directamente las emociones y pensamientos relacionados con la experiencia traumática, la EMDR se enfoca directamente en el recuerdo, buscando cambiar la forma en que se almacena en el cerebro para reducir y eliminar los síntomas problemáticos. Para ello, la terapia EMDR utiliza una serie de procedimientos estandarizados, entre los cuales se incluye la estimulación bilateral, que puede ser a través de movimientos oculares, sonidos o toques (American Psychological Association, 2017).

El modelo teórico en que se basa la terapia EMDR es el modelo de procesamiento adaptativo de información. Según este modelo, el sistema nervioso tendría la capacidad de procesar y asimilar las experiencias, incluyendo aquellas difíciles o estresantes. Sin embargo, en algunas ocasiones, las experiencias traumáticas no serían procesadas adecuadamente y quedarían almacenadas de manera disfuncional en la memoria, lo que puede desencadenar síntomas psicológicos en el presente. En este sentido, la EMDR buscaría acceder a estos recuerdos no procesados y facilitar su integración en la memoria biográfica del individuo, permitiendo así su resolución (Asociación EMDR España, 2024).

Es importante destacar que, aunque la estimulación bilateral es característica de la EMDR, de acuerdo a sus seguidores, este elemento por sí solo no constituiría un abordaje terapéutico completo. La efectividad de la EMDR se basaría en la combinación de diferentes elementos perceptivos, cognitivos, emocionales y somáticos, en conjunto con la estimulación bilateral, para facilitar el procesamiento adaptativo de la información.

La EMDR en la práctica

La terapia de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares, o EMDR, se lleva a cabo en una serie de fases estructuradas diseñadas para abordar los recuerdos traumáticos y los síntomas asociados.

La terapia EMDR consta de ocho fases distintas que guían el proceso terapéutico. Estas fases incluyen la historia del paciente, la preparación y estabilización, la evaluación de los aspectos del recuerdo, la desensibilización y el reprocesamiento del trauma, la instalación de una creencia positiva, el examen corporal, el cierre y la reevaluación. A través de estas fases, se abordan los eventos pasados que han contribuido a la patología, las situaciones perturbadoras actuales y los posibles desafíos futuros que podrían desencadenar síntomas (Amman et al., 2023).

Durante las sesiones de EMDR, terapeuta y paciente trabajan juntos para identificar objetivos específicos para el tratamiento. Luego, se procede a la desensibilización, donde el o la paciente se enfoca en el recuerdo traumático mientras experimenta movimientos oculares u otros tipos de estimulación bilateral. Este proceso continúa hasta que el paciente reporta una reducción significativa del malestar asociado al recuerdo.

Una vez completada la desensibilización, se lleva a cabo la instalación de una creencia positiva que reemplace la creencia negativa asociada con el evento traumático. Finalmente, se realiza un examen corporal para identificar cualquier residuo de malestar somático y se cierra la sesión, proporcionando al paciente un espacio seguro y contenedor hasta la próxima sesión (American Psychological Association, 2017).

Principios de la desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares o EMDR

La terapia de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares se fundamenta en varios principios neurobiológicos y psicofisiológicos que explican cómo el cerebro procesa y almacena los recuerdos traumáticos, así como en la evidencia científica que respalda la influencia del trauma en el desarrollo de problemas médicos y psicológicos a lo largo de la vida.

En primer lugar, nuestros cerebros tendrían una capacidad innata para recuperarse de eventos traumáticos. Este proceso implicaría la comunicación entre la amígdala, el hipocampo y la corteza prefrontal. Sin embargo, en algunos casos, las experiencias traumáticas superarían la capacidad del cerebro para procesarlas adecuadamente, lo que lleva a la persistencia de imágenes, pensamientos y emociones perturbadoras. En este sentido, la terapia EMDR ayudaría al cerebro a procesar estos recuerdos, permitiendo que se reanude el proceso de curación natural que quedó interrumpido (Asociación EMDR España, 2024).

Así mismo, la EMDR se basa también en la idea de que las respuestas al estrés, como la lucha, la huida o la congelación, se activan ante eventos amenazantes. Cuando estas respuestas no se desactivan adecuadamente, podrían generar una sensación abrumadora de revivir el ‘trauma’. Así, se propone el concepto de memorias patogénicas para referirse a recuerdos asociados al desarrollo de síntomas y trastornos. La terapia EMDR busca identificar y procesar estas memorias disfuncionales para promover la recuperación emocional del paciente (American Psychological Association, 2017).

Además, la terapia EMDR se apoya en modelos psicofisiológicos que sugieren que los movimientos oculares y la tarea atencional dual promueven cambios fisiológicos en el organismo, favoreciendo una reducción del ‘arousal’. Estos cambios incluyen la reducción de la frecuencia cardíaca, la respuesta galvánica de la piel y una modificación en el patrón de respiración, consistentes con respuestas de relajación (American Psychological Association, 2017).

¿En qué se basa la EMDR para afirmar su validez?

A diferencia de otras prácticas terapéuticas tachadas como pseudociencias, la EMDR se caracteriza por mostrar un amplio cuerpo de investigaciones para respaldar su eficacia. Aunque aún no se comprende completamente el mecanismo de acción de la EMDR, existen estudios de neuroimagen funcional que han observado cambios en la actividad cerebral durante el tratamiento. En este sentido, se ha encontrado una restauración del control cortical sobre las estructuras subcorticales hiperactivadas del sistema límbico, como la amígdala, lo que sugiere una regulación efectiva de las respuestas emocionales asociadas al trauma. Además, se ha observado la activación de áreas corticales multiasociativas específicas, lo que respaldaría la idea de que la EMDR afecta positivamente a la función cerebral en regiones clave para el procesamiento emocional y la memoria (Amman et al., 2023).

La eficacia de la EMDR también es respaldada con evidencia proveniente de estudios randomizados controlados. Estos trabajos han demostrado la eficacia de la EMDR en el tratamiento del trastorno de estrés postraumático, e incluso han reportado la reducción de síntomas relacionados con eventos traumáticos en personas con otras patologías psiquiátricas comórbidas.

Además, existen revisiones sistemáticas y metaanálisis que han encontrado que la EMDR es igualmente efectiva que otras terapias psicológicas, como la terapia cognitivo-conductual, la TCC focalizada en el trauma, la terapia de exposición y la terapia narrativa, entre otras. Algunos de estos estudios incluso han llegado a afirmar que la EMDR puede ser superior a la TCC en la reducción de síntomas de TEPT y ansiedad (Amman et al., 2023).

Cabe señalar que, aunque los defensores y practicantes de la EMDR han logrado demostrar que esta terapia funciona en condiciones específicas, no han podido explicar cómo es que dicho efecto positivo ocurre, o si este está realmente relacionado con la estimulación bilateral.

¿Por qué se dice que la EMDR es una pseudoterapia?

Muchos profesionales de la salud mental consideran la EMDR una pseudoterapia. Esta postura crítica se fundamenta en varios argumentos que cuestionan su eficacia y su validez científica.

Algunos estudios han sugerido que la EMDR puede ser superior a la ausencia de tratamiento o a procedimientos de lista de espera para el trastorno por estrés postraumático civil. No obstante, los críticos argumentan que los estándares de la APA para clasificar un tratamiento como probablemente eficaz son demasiado laxos, ya que solo requieren que el tratamiento sea más efectivo que la ausencia de tratamiento (Herbert et al., 2000).

A pesar de las afirmaciones de sus defensores sobre la rapidez, permanencia y generalidad de sus efectos, la investigación en EMDR no ha logrado respaldar estas aserciones extraordinarias con evidencia sólida. Además, la interpretación de los resultados positivos de la EMDR se ve cuestionada por la presencia de efectos no específicos, como las expectativas de mejora y la atención del terapeuta, que podrían explicar los supuestos beneficios de la terapia.

Otro aspecto relevante es la falta de autocrítica y corrección en la promoción y práctica de la EMDR. Los defensores de la EMDR tienden a descartar o ignorar los resultados negativos de los estudios, atribuyendo las discrepancias a problemas de capacitación del terapeuta o a la falta de adhesión al protocolo de tratamiento. Esta falta de autocorrección y el rechazo a la crítica científica son rasgos típicos de las pseudociencias (Herbert et al., 2020).

Además, la EMDR se basa en explicaciones neurocientíficas y psicológicas ad hoc que carecen de fundamentos sólidos en la investigación empírica. La falta de integración con modelos teóricos establecidos y la promoción excesivamente entusiasta de la EMDR por parte de sus defensores contribuyen a su percepción como una pseudoterapia (Pérez, 2021).

Realidad y limitaciones sobre los resultados de la EDMR

Al considerar con más detalle las investigaciones que analizaron la eficacia y validez de la EDMR, es posible observar que las afirmaciones sobre su superioridad y aplicabilidad no están justificadas. Algunos estudios controlados aleatorizados han encontrado que la desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares es superior a diversas intervenciones, como la escucha activa, el cuidado estándar de Kaiser y la terapia de relajación con biofeedback. Sin embargo, los resultados de los estudios que compararon EMDR con la exposición han sido mixtos; y algunos otros trabajos comparativos han demostrado la superioridad del protocolo de tratamiento del trauma, frente a esta terapia (De Jongh, Broeke, Renssen, 1999; Maxfield, 1999; Devilly, Spence, 1999; Rothbaum, Astin, Marsteller, 2005; De Bont, 2016). Ante esta situación, algunos críticos argumentan que los efectos del tratamiento se deben a factores no específicos y a componentes cognitivo-conductuales y de exposición (Maxfield, 1999; Herbert, et.al 2000).

Aunado a esto, es necesario recordar que la recomendación de la Asociación Americana de Psicología (APA) de la EMDR, se encuentra condicionada al tratamiento del trastorno de estrés postraumático. Una ratificación que, además, se realiza con reservas (American Psychological Association, 2017).

En lo referente al supuesto efecto positivo que los movimientos oculares tendrían en la reducción de síntomas, los resultados son igualmente contradictorios. Por un lado, las y los practicantes de la EMDR afirman que esta práctica tiene un efecto evidente y comprobable en el tratamiento; mientras que existen otras investigaciones cuyos datos muestran que esta estimulación es irrelevante para la obtención de resultados (Herbert et al., 2000; Davidson, Parker, 2001; Rothbaum, Astin, Marsteller, 2005).

La aplicación de la desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares o EMDR

La terapia EMDR ha sido promocionada por sus seguidores como una herramienta versátil y eficaz para abordar una amplia gama de problemas emocionales y psicológicos en niños y adultos de todas las edades. Estos defensores argumentan que la EMDR puede ser beneficiosa para tratar el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y otros problemas relacionados con el trauma y el estrés, así como para abordar la ansiedad, ataques de pánico, fobias, enfermedades crónicas, depresión, trastornos bipolares y psicóticos, trastornos disociativos, trastornos alimentarios, duelos y pérdidas, dolor, ansiedad por el rendimiento, trastornos de personalidad, violencia y abuso físico, sexual y emocional, trastornos del sueño, abuso de sustancias y adicciones, entre otros (Herbert et al., 2000; Asociación EMDR España, 2024).

Sin embargo, es importante destacar que la evidencia científica sobre la eficacia de la EMDR en todas estas áreas aún es limitada y controvertida. Aunque algunos estudios han mostrado resultados prometedores en el tratamiento del TEPT y otros problemas relacionados con el trauma, las afirmaciones de sus seguidores sobre la efectividad de la EMDR para una amplia gama de trastornos están basadas en especulaciones y generalizaciones arbitrarias. Además, la comercialización de la EMDR ha sido notablemente exitosa, lo que ha llevado a su aplicación en una gran variedad de contextos clínicos, comprendiendo incluso su uso como medio de desarrollo espiritual. Esta amplia aplicación de la EMDR ha generado un intenso debate sobre la validez y la ética de su uso en áreas donde la evidencia científica es escasa o inexistente.

El negocio de la desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares o EMDR

Aunado a la falta de claridad en su base teórica y técnica, la terapia de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares (EMDR) ha estado rodeada de condiciones controversiales en su formación y promoción, lo que ha contribuido a considerarla una práctica poco confiable en algunos círculos.

En primer lugar, la formación en EMDR ha sido objeto de debate. Aunque instituciones como la Asociación EMDR España y otras entidades internacionales buscan garantizar una formación de calidad para las y los terapeutas, los cursos introductorios pueden durar incluso solo dos semanas, tras las cuales, es posible atender pacientes bajo supervisión (Asociación EMDR España, 2024). Esto plantea interrogantes sobre la profundidad y la efectividad de dicha formación, especialmente considerando la amplia gama de problemas para los cuales se promociona el uso de EMDR.

Además, la EMDR ha sido promovida en los medios de comunicación, con afirmaciones extremadamente fuertes sobre su efectividad para una amplia gama de trastornos. Este enfoque mediático genera expectativas poco realistas en el público, y aumenta la presión sobre las y los profesionales para adoptar la técnica sin una evaluación exhaustiva de su validez y eficacia (Herbert et al., 2000).

Otro aspecto controversial es que la EMDR es una marca registrada, lo que implica que los profesionales deben formarse en una de sus ‘franquicias oficiales’ a nivel mundial. Esto ha generado críticas sobre la oscuridad del conocimiento y el control del negocio que rodea a la práctica de la EMDR. Así, las y los terapeutas entrenados están sujetos a acuerdos de confidencialidad y pueden enfrentar consecuencias legales si divulgan el conocimiento adquirido sin consentimiento (García, 2017).

Debilidades de las críticas hacia la desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares, o EMDR

Aunque es innegable que existen muchas cosas que la EMDR no ha podido comprobar en torno al sistema teórico que la sustenta, y las técnicas que pone en práctica, los argumentos que constituyen la crítica hacia esta corriente, no están exentos de falla.

En primer lugar, la mayoría de las manifestaciones en contra de esta terapia están basadas en estudios con más de 20 años de antigüedad, mientras que las instituciones que desarrollan la EMDR han procurado mantener una línea de investigaciones constante y vigente. Esto no significa, por supuesto, que la legitimidad de esta corriente se compruebe por tener una mayor cantidad de trabajos a su favor; ya que muchas de estas investigaciones muestran sesgos y omisiones evidentes. No obstante, la falta de análisis científicos imparciales actualizados, que busquen analizar el verdadero valor de las herramientas de la EMDR, es una clara prueba de la fatiga que sufre la comunidad científica en torno a este debate.

Por otro lado, es muy importante señalar que los altos requerimientos que se le exigen a la EMDR para ser considerada como una psicoterapia legítima, no le son demandados a muchos modelos terapéuticos que gozan de gran prestigio en el ámbito clínico. Después de todo, existen diversas corrientes psicoterapéuticas reconocidas que están basadas en presupuestos teóricos sin comprobación real, o en fenómenos biológicos aún en estudio. Al final, gran parte de la aceptación que este tipo de modelos clínicos disfruta, también está basada en los resultados que obtienen en determinadas circunstancias.

Al analizar esta situación, es posible argumentar que la suspicacia que despierta la EMDR, debido a la peculiaridad de los movimientos oculares, debería extenderse a las demás corrientes psicoterapéuticas, analizándolas de forma crítica y minuciosa, antes de avalarlas públicamente.

Riesgos de reconocer la EMDR como una psicoterapia comprobada

Reconocer la terapia de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares, o EMDR, como una psicoterapia comprobada conlleva ciertos riesgos que deben ser considerados.

Uno de estos peligros radica en la exageración de los beneficios de la EMDR, tanto por parte de sus promotores como de los medios de comunicación. La difusión de afirmaciones exageradas sobre la capacidad de la EMDR para tratar una amplia variedad de trastornos, sin suficiente respaldo empírico, puede generar expectativas poco realistas en las y los pacientes y en la comunidad en general.

Además, la falta de claridad en torno a la formación y promoción de la EMDR también plantea preocupaciones. Aunque existen asociaciones y organizaciones que regulan la formación de terapeutas en EMDR, como la Asociación EMDR España, aún persisten dudas sobre la calidad y la uniformidad de dicha formación. Los cursos introductorios de corta duración y la aparente falta de criterios rigurosos para la selección de entrenadores pueden contribuir a la falta de estándares consistentes en la práctica de la EMDR.

Además, el poco consenso en la comunidad científica sobre los mecanismos de acción específicos de la EMDR y su eficacia en comparación con otras terapias constituye otro riesgo importante. Aunque algunos estudios han mostrado resultados positivos para la EMDR en el tratamiento del trastorno de estrés postraumático (TEPT) y otros trastornos, la evidencia aún es limitada y no concluyente. Así, la falta de claridad sobre los procesos terapéuticos subyacentes y la ausencia de estudios comparativos rigurosos con otras intervenciones terapéuticas de primera línea plantean interrogantes sobre la fiabilidad y la validez de la EMDR como tratamiento.

Referencias:

  • American Psychological Association (2017). Eye Movement Desensitization and Reprocessing (EMDR) Therapy. APA.org. apa.org
  • Amman, B., Valiente, A., Moreno, A., Santed, M., González, A. (2023). Documento sobre evidencia científica de la terapia EMDR. Asociación EMDR España. emdr-es.org
  • Asociación EMDR España (2024). ¿Qué es la terapia EMDR? Emdr-es.org. emdr-es.org
  • Davidson, P., Parker, K. (2001). Eye movement desensitization and reprocessing (EMDR): a meta-analysis. Journal of Consulting and Clinical Psychology, volumen (69), número (2), 305–316. pubmed.ncbi
  • De Bont, P., Van der Berg, D., Van der Vleugel, B., De Roos, C., De Jongh, A., Van Minnen, A., Van der Gaag, M. (2016). Prolonged exposure and EMDR for PTSD v. a PTSD waiting-list condition: effects on symptoms of psychosis, depression and social functioning in patients with chronic psychotic disorders. Psychological Medicine, volumen (46), número (11). cambridge.org
  • De Jongh, A., Broeke, E., Renssen, M. (1999). Treatment of specific phobias with Eye Movement Desensitization and Reprocessing (EMDR): protocol, empirical status, and conceptual issues. Journal of Anxiety Disorders, volumen (13), número (1-2), pp. 69-85. sciencedirect.com
  • Devilly, G., Spence, S. (1999). The Relative Efficacy and Treatment Distress of EMDR and a Cognitive-Behavior Trauma Treatment Protocol in the Amelioration of Posttraumatic Stress Disorder. Journal of Anxiety Disorders, volumen (13), número (1–2), pp. 131–157.researchgate.net
  • García, S. (2017). EMDR: ¿una pseudoterapia avalada por la APA? Psyciencia. psyciencia.com
  • Herbert, J., Lilienfeld, S., Lohr, J., Montgomery, R., O’Donohue, W., Rosen, G. Tolin, D. (2000). Science and pseudoscience in the development of eye movement desensitization and reprocessing: implications for clinical psychology. Clinical Psychology Review, volumen (20), número (8), pp. 945–971. scottlilienfeld.com
  • Maxfield, L. (1999). Eye Movement Desensitization and Reprocessing: An Empirical Review of the Effectiveness of EMDR as a Treatment for PTSD. Traumatology, volumen (5), número (4), pp. 1-17. journals.sagepub.com
  • Pérez, M. (2021). Ciencia y Pseudociencia en Psicología y Psiquiatría. Alianza Editorial.
  • Rothbaum, B., Astin, Marsteller, F. (2005). Prolonged Exposure versus Eye Movement Desensitization and Reprocessing (EMDR) for PTSD rape victims. Trauma Stress, volumen (18), número (6), pp. 607-616. pubmed.ncbi

Créditos imagen de portada: Foto de Jeffrey Riley de Pexels

R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.

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