‘Terapias de conversión’: prácticas pseudocientíficas e inhumanas

A pesar de ser identificadas públicamente como prácticas peligrosas y sin sustento científico, muchas personas LGBTQ+ aún son sometidas a ‘terapias de conversión’, que vulneran sus derechos y las dañan física y psicológicamente.

A lo largo de los años, son incontables los casos de individuos LGBTQ+ que han sido sometidos o sometidas a métodos inhumanos y violatorios, en un intento desesperado por ‘ajustarlos’ a normas sociales obsoletas y discriminatorias. En la actualidad, estas prácticas dañinas y sin sustento empírico, son popularmente llamadas ‘terapias de conversión’, ‘terapias reparativas’ o ‘terapias reintegrativas’; utilizando estos términos en un esfuerzo por hacerlas pasar como procedimientos legítimos. No obstante, estas pseudoterapias, dirigidas a cambiar la orientación sexual o identidad de género de una persona, carecen no solo de respaldo científico, sino, en muchos casos, también de ética y humanidad.

Contenidos relacionados:

Afortunadamente, en muchos lugares del mundo, la comunidad científica y profesional ha alzado su voz, denunciando la falta de base científica y los efectos perjudiciales de estas prácticas. Tal es el caso, que, a nivel político, varios países y jurisdicciones han implementado medidas para prohibir estas ‘terapias’, reconociendo su peligro y su inconsistencia con los derechos humanos fundamentales.

A continuación, se analizarán algunos puntos fundamentales de las ‘terapias de conversión’: desde su ausencia de evidencia científica e ineficacia, hasta los esfuerzos globales para erradicarlas y proteger a quienes podrían ser víctimas de sus daños.

¿Qué son las ‘terapias de conversión’?

Las ‘terapias de conversión’, o ECOSIEG (Esfuerzos de Cambio de Orientación Sexual e Identidad y Expresión de Género), son procedimientos pseudocientíficos utilizados con el propósito de modificar la orientación sexual o la identidad de género de las personas LGBTQ+, a través de distintos métodos. Esto, con el fin de conformar el comportamiento de las y los individuos a la norma heterosexual y cisgénero predominante en la sociedad. A menudo, quienes practican estas terapias se apoyan en la religión, la pseudociencia o la familia, para someter a las personas a estos procesos de supuesta ‘regulación’ y ‘reorientación’ sexual (Salway et al., 2021; Borillo, 2022).

Desafortunadamente, y a pesar de ser reconocidas públicamente como una violación a los derechos fundamentales de las personas, las ‘terapias de conversión’ son muy populares. Además, en muchos casos dichos procedimientos son practicados por profesionales autorizados, al darles nombres distintos, como ‘terapias de reconstrucción’ o ‘retiros de sanación’. Por ejemplo, un estudio realizado por la Universidad de California estima que cerca de 700 mil personas en los Estados Unidos se sometieron a una terapia de conversión. La mitad de ellas durante la adolescencia (Borillo, 2022).

Es crucial entender que las terapias de conversión no son en sí mismas una forma de terapia, sino un enfoque que extrae técnicas de la psicología clínica, y las combina con prácticas de corte religioso o pseudocientífico con el fin de cambiar la orientación sexual de la homosexualidad/bisexualidad hacia la heterosexualidad. A pesar de los diversos términos utilizados para referirse a estas prácticas, como ECOSIEG (Esfuerzos de Cambio de Orientación Sexual e Identidad y Expresión de Género), el término ‘terapia de conversión’ sigue siendo el más comúnmente utilizado y arraigado en el imaginario colectivo (Hidalgo et al., 2020; Rodríguez, 2022).

Las absurdas, pseudocientíficas y peligrosas prácticas en las ‘terapias de conversión’

Las prácticas llevadas a cabo por las ‘terapias de conversión’ abarcan un amplio espectro, desde métodos supuestamente profesionales hasta técnicas inhumanas y violatorias promovidas por grupos religiosos.

Desde finales del siglo XIX, la medicina prescribía diversas prácticas para ‘corregir’ la homosexualidad, como el deporte, la ingesta de hormonas, la hipnosis y hasta el matrimonio forzado.

A lo largo del siglo XX, las estrategias de conversión se fueron diversificando; incluyendo tratamientos hormonales, terapias de aversión mediante electrochoques, castración química, e incluso, lobotomías, presentadas como métodos adecuados según la ‘ciencia’ de la época. Además, en lugares como Ecuador, surgieron, y aún existen, clínicas de rehabilitación que someten por la fuerza a jóvenes lesbianas y transgénero a torturas, incluyendo ‘violaciones correctivas’ (Borillo, 2022; Ojeda, 2023).

En tiempos más recientes, han surgido modelos con técnicas más ambiguas, como la propuesta de ‘camino a la heterosexualidad’, en Europa, o los ‘viajes a la virilidad’, en América, los cuales afirman ser capaces de hacer ‘superar’ la atracción hacia personas del mismo sexo. Dichos modelos, han sido desmentidos, condenados, e incluso penalizados, por la comunidad científica y las legislaciones de sus países de origen (Borillo, 2022).

Es importante señalar que las ‘terapias de conversión’ no se limitan solo a intervenciones pseudo-profesionales, sino que pueden manifestarse en diversas formas, como conversaciones entre líderes religiosos y creyentes, retiros espirituales, internamientos, e incluso exorcismos. Todo ello, con el fin de imponer comportamientos heteronormativos o cisnormativos (Castillo, 2019; Salway et al., 2021). Por ejemplo, las escuelas residenciales utilizadas por gobiernos canadienses y estadounidenses para adoctrinar a niños indígenas también han impuesto normas binarias de género, borrando las tradiciones de las personas de la comunidad Two-Spirit.

Las ideas detrás de las ‘terapias de conversión’

Las terapias de conversión encuentran su justificación en una serie de ideas, prejuicios y principios que intentan respaldar su práctica, aunque carezcan de sustento científico y ético.

Uno de los argumentos frecuentemente utilizados, es la postura teológica. Por ejemplo, los principios fundamentales del cristianismo sostienen que la homosexualidad va en contra de las leyes naturales establecidas por Dios, ya que las relaciones sexuales deben ser exclusivamente entre un hombre y una mujer con el propósito de procrear. Según esta perspectiva, la homosexualidad se considera un pecado y una condición ‘no natural’.

Otro argumento esencial en la defensa de las ‘terapias de conversión’ es la idea de que la orientación homosexual o bisexual es una enfermedad que puede ‘curarse’ mediante este tipo de terapia, ayudando al paciente a explorar y abordar conflictos religiosos y factores psicosociales que supuestamente contribuyen al desarrollo de esta orientación sexual.

En este sentido, se plantea que experiencias traumáticas, conflictos emocionales y factores ambientales pueden influir en la orientación sexual, y que mediante la terapia de conversión se pueden resolver estos problemas para alcanzar una orientación heterosexual. De igual forma, existen ‘profesionales’ que equiparan la homosexualidad a una adicción o un vicio tratable en clínicas para adicciones, permitiendo así que estas instituciones practiquen ‘terapias de conversión’ bajo un disfraz de tratamiento médico legítimo (Hidalgo et al., 2020; Rodríguez, 2022).

Es importante destacar que, aunque estos argumentos puedan parecer respaldados por teorías psicológicas o religiosas, carecen de evidencia científica y ética sólida. La idea de que la homosexualidad es una enfermedad o un pecado que debe ‘curarse’ mediante terapias de conversión ha sido ampliamente desacreditada por organizaciones médicas y de salud mental en todo el mundo.

Desarrollo y evolución de la orientación sexual

Ante las ideas y prejuicios que sustentan las ‘terapias de conversión’, es oportuno señalar que el desarrollo y la evolución de la orientación sexual son temas complejos que aún son objeto de estudio y reflexión en diversos ámbitos. Muchos profesionales de la salud mental consideran que la orientación sexual no es algo que las personas elijan de manera consciente. Más bien, es algo que se va descubriendo y comprendiendo a lo largo del tiempo.

Es importante destacar, además, que no existe evidencia científica concluyente que explique por qué una persona desarrolla una orientación sexual específica. Ni a nivel médico ni genético se ha encontrado un factor determinante que explique completamente este aspecto de la identidad sexual. Por tanto, la noción de que la orientación sexual pueda cambiarse mediante ‘terapias de conversión’ carece de fundamentos científicos sólidos (Castillo, 2019).

Aunado a esto, y en contraposición a la idea de que la homosexualidad pueda curarse o cambiarse, organizaciones profesionales y científicas, como la American Psychiatric Association y la American Psychological Association, han afirmado que la orientación homosexual es una variante normal y positiva en la sexualidad humana. Por lo tanto, no es una enfermedad mental que requiera tratarse mediante ‘terapias de conversión’. Estas organizaciones enfatizan la importancia de respetar la diversidad sexual y promover un ambiente de aceptación y comprensión hacia todas las orientaciones sexuales (Hidalgo et al., 2020).

Por otro lado, es necesario tener en cuenta que, si bien, existen personas que pueden experimentar cambios en sus preferencias sexuales a lo largo de su vida, esto no se debe al padecimiento de alguna enfermedad o trastorno, sino al hecho de que la sexualidad es una dimensión compleja y diversa, y que cada individuo puede experimentar su orientación sexual de manera única.

Las ‘terapias de conversión’ son peligrosas

Las llamadas ‘terapias de conversión’ no solo son cuestionables desde una perspectiva ética y de derechos humanos, sino que también representan un grave riesgo para la salud mental y el bienestar de las personas sometidas a ellas. La falta de evidencia científica que respalde la efectividad de estas prácticas se combina con la presencia de numerosos estudios que documentan los riesgos y peligros asociados.

Por un lado, la Organización de las Naciones Unidas (ONU)ha expresado preocupación por la proliferación de estas prácticas, reconociendo su impacto negativo en los derechos humanos y la salud de las personas. En este sentido, la evidencia científica ha dejado claro que los intentos de cambiar la orientación sexual mediante ‘terapias de conversión’ pueden derivar en serios problemas de salud mental, como ansiedad, depresión, e incluso, pensamientos y tentativas de suicidio (Hidalgo et al., 2020; Borillo, 2022).

En relación con esto, diversos estudios han demostrado que las personas LGBTQ+ sometidas a estas terapias tienen un mayor riesgo de experimentar trastornos mentales graves, especialmente si fueron expuestas a ellas durante la adolescencia. Así mismo, el rechazo familiar, el acoso y la falta de aceptación social contribuyen aún más a su vulnerabilidad y sufrimiento psicológico (Pichin, 2022).

Además, el efecto combinado de vulnerabilidad y humillación extrema puede generar sentimientos de vergüenza, culpa y auto repugnancia, afectando negativamente el autoconcepto y la personalidad de quienes las sufren (Salway et al., 2021).

Las ‘terapias de conversión’ son pseudoterapias ineficaces

Diversas organizaciones y profesionale de la salud mental han enfatizado la falta de evidencia científica que respalde las llamadas ‘terapias de conversión’. En este sentido ,la American Psychological Association deja muy en claro su postura al respecto, declarando que es completamente inadmisible que profesionales de la salud mental promuevan la idea de que la orientación sexual pueda ser modificada mediante algún tipo de intervención terapéutica. Esta declaración se basa en un análisis de 83 estudios sobre el cambio de orientación sexual, los cuales concluyeron que no existe evidencia científica que respalde la posibilidad de que una persona homosexual pueda dejar de serlo. Más bien, los intentos fallidos por cambiar la orientación sexual suelen resultar en problemas de ansiedad, depresión y, en casos extremos, suicidio (Borillo, 2022).

Es importante destacar que la misma noción de ‘terapia de conversión’ es problemática, ya que implica la idea errónea de que la orientación sexual puede modificarse mediante procedimientos terapéuticos. Además, la falta de evidencia científica para respaldar estas prácticas es evidente. Por ejemplo, la revista estadounidense The Linacre Quarterly publicó un estudio en 2018 que pretendía respaldar la efectividad de estas terapias, pero posteriormente se retiró debido a problemas metodológicos y diferencias estadísticas significativas (Castillo, 2019).

A pesar de estos hechos, aún existen debates y controversias en la comunidad científica sobre la efectividad de las ‘terapias de conversión’. Sin embargo, la mayoría de las principales organizaciones médicas y de salud mental reiteran que la orientación sexual no es una enfermedad que necesite ‘curarse, y que cualquier intento de cambiarla carece de base científica y ética. De hecho, estas prácticas son consideradas como formas de tortura y maltrato, y están en claro conflicto con los principios de derechos humanos y bienestar psicológico.

Las ‘terapias de conversión’ son profesionalmente inadmisibles

Las ‘terapias de conversión’ son inadmisibles en el ámbito clínico. En primer lugar, numerosas organizaciones profesionales y de derechos humanos, han prohibido activamente la práctica de estas terapias. Por ejemplo, en Brasil, el Consejo Federal de Psicología prohíbe específicamente a los psicólogos colaborar con eventos o servicios que promuevan el tratamiento y la curación de la homosexualidad, así como reforzar los prejuicios sociales existentes hacia las personas homosexuales.

Además, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha abogado por la prohibición de estas terapias en América. Así mismo, en Estados Unidos y Canadá, estas prácticas se consideran fraudulentas, y en casos como Nueva Jersey, se han emitido sentencias judiciales que califican estos procedimientos como delictivos. Por otro lado, países como Holanda y Francia han establecido que estas terapias no pueden ser consideradas servicios de salud reembolsables por los seguros de salud, tanto públicos como privados (Borillo, 2022).

Como ya se ha mencionado, la APA ha declarado enfáticamente la inadmisibilidad de las ‘terapias de conversión’; al concluir que no existe evidencia científica que respalde la eficacia de estas terapias y que, por el contrario, pueden resultar en daños significativos para la salud mental de los individuos, como ansiedad, depresión y suicidio (Borillo, 2022).

Aunado a esto, se ha dictaminado que las ‘terapias de conversión’ violan los códigos de ética profesionales al emplear coerción, no informar adecuadamente a los clientes sobre la falta de evidencia empírica y los efectos negativos de estas ‘terapias’, y al enfatizar principios religiosos para convencer a los clientes de que la homosexualidad es contraria a la voluntad de Dios. Además, se argumenta que estas terapias a menudo se recomiendan por motivos lucrativos, y no por su legitimidad científica (Hidalgo et al., 2020).

Ilegalidad de las ‘terapias de conversión’

Es muy importante señalar que las ‘terapias de conversión’, han sido objeto de prohibiciones, medidas y regulaciones legales en todo el mundo debido a su naturaleza perjudicial y discriminatoria. Diversas organizaciones internacionales, autoridades nacionales, ONG y colegios profesionales han expresado su preocupación y han instado a la intervención de las autoridades médicas y estatales para abordar este problema (Salway et al., 2021; Borillo, 2022).

En muchos países, las prohibiciones y regulaciones se han dirigido principalmente hacia el ámbito de la salud mental y el personal médico. Por ejemplo, en Estados Unidos, varias legislaciones provinciales han prohibido las ‘terapias de conversión’ cuando se realizan en menores, y en Canadá se han adoptado sanciones similares en varias provincias. De igual forma, en España, diversas comunidades autónomas han establecido regulaciones que prohíben la coerción y la realización de terapias de conversión.

En otros países, como Francia y Malta, se han implementado medidas más contundentes, prohibiendo completamente las ‘terapias de conversión’ y penalizando su práctica. Francia, en particular, ha establecido una infracción penal específica para las terapias de conversión, con penas de cárcel y multas para aquellos que realicen o promuevan estas prácticas. Por su parte, Malta se convirtió en el primer país europeo en adoptar una ley que prohíbe las terapias de conversión, calificándolas como engañosas y perjudiciales (Borillo, 2022).

Además, organismos internacionales como la ONU y el Parlamento Europeo han condenado estas prácticas y han instado a los Estados miembros a tomar medidas para prohibirlas. En muchos casos, estas prohibiciones se basan en principios de derechos humanos, como la prohibición de tratos inhumanos y degradantes, así como la violación de la dignidad humana (Borillo, 2022).

¿Cómo detener la práctica de ‘terapias de conversión’?

Para evitar que las personas se sometan a terapias de conversión, es fundamental tomar una serie de acciones tanto a nivel gubernamental como comunitario. En primer lugar, se debe promover la educación sexual en las escuelas, asegurándonos que se aborden los derechos sexuales y se brinde información precisa sobre las terapias de conversión y sus efectos dañinos. Esto ayudaría a sensibilizar a las y los jóvenes y a sus padres sobre los riesgos asociados con estas prácticas (Castillo, 2019).

Así mismo, es crucial que las y los profesionales de la salud mental y las asociaciones profesionales se involucren activamente en la prevención de las terapias de conversión. Esto puede implicar la implementación de políticas que prohíban la práctica de estas terapias, así como sancionar a aquellos y aquellas pseudo-profesionales que las lleven a cabo. También es importante que se informe de manera clara y accesible acerca de la ineficacia y el daño potencial de estas prácticas (Salway et al., 2021).

Por otro lado, es fundamental brindar atención terapéutica adecuada a las víctimas de las terapias de conversión. Esto puede incluir la implementación de intervenciones especializadas dirigidas a abordar los síntomas depresivos, el impacto psicológico y los problemas de identidad y disfunción sexual derivados de la experiencia ‘traumática’ (Pichin, 2021).

De esta manera, es posible reconocer la necesidad de un enfoque integral que aborde tanto la prevención de las terapias de conversión como la atención adecuada a las víctimas. Esto requiere la colaboración entre el gobierno, las y los profesionales de la salud mental, las asociaciones profesionales y la sociedad en su conjunto para garantizar que todas las personas, independientemente de su orientación sexual o identidad de género, puedan vivir vidas felices y saludables, libres de discriminación y violencia.

Referencias:

  • Borillo, D. (2022). Terapias de conversión sexual y Derechos Humanos. II Congreso Internacional LGTBI de Andalucia 2022, Consejeria de Igualdad de la Junta de Andalucia.hal.science/
  • Castillo, J. (2019). ¿Dejar la homosexualidad, reconstruir mi heterosexualidad? Historias de terapias de conversión y reintegración. Centro de Investigación y Docencia Económicas, A.C. digital.cide.edu
  • Hidalgo, G., Paniagua, F., Martínez, E., Black, S. (2020). Opinión de psicólogos clínicos referente al estado de la terapia de conversión en la República Dominicana. Revista Puertorriqueña de Psicología, volumen (31), número, (1), pp. 140-154. repsasppr.net
  • Ojeda, T. (2023). Avanzando Hacia la Erradicación de las “Terapias de Conversión”. Conversatorio organizado por la Comisión de Género y Sexualidades del Colegio de Psicólogas y Psicólogos de Chile. researchgate.net
  • Pichin, M. (2022). Diseño de intervención cognitivo-conductual en víctimas de terapia de conversión. Universitat Oberta de Catalunya. openaccess.uoc.edu
  • Rodríguez, S. (2022). Reemplazaron nuestras plumas por alitas rotas: las “terapias de conversión” en personas LGBTIQ+ en Colombia. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Los Andes. uniandes.edu.co
  • Salway, T., Juwono, S., Klassen, B., Ferlatte, O., Ablona, A., Pruden, H., Morgan, J., Kwag, M., Card, K., Knight, R., Lachowsky, N. (2021). Experiences with sexual orientation and gender identity conversion therapy practices among sexual minority men in Canada, 2019–2020. PLoS ONE, volumen (16), número (6).journals.plos.org

Créditos de imagen de portada: Foto de SLAYTINA

R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.

Artículos diarios sobre psicología, neurociencias y salud para profesionales, estudiantes y mentes inquietas

CONTENIDO RELACIONADO

R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.