Tratamiento no farmacológico del insomnio

Actualmente, el tratamiento no farmacológico es considerado la estrategia de primera línea en la atención del insomnio.

Hoy en día, el insomnio es considerado un problema de salud pública que afecta, en diferentes grados, a más de un tercio de la población en el mundo. No obstante, y a pesar de tan alta prevalencia, solo alrededor del 10% de los y las pacientes reciben algún tipo de ayuda profesional. En este sentido, es fundamental comprender que la atención a este trastorno no se limita a la prescripción de medicamentos, y que, en la actualidad, la efectividad del tratamiento no farmacológico del insomnio está ampliamente comprobada.

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En relación a lo anterior, diversos estudios respaldan el uso de técnicas de terapia conductual y de higiene del sueño en el tratamiento del insomnio, las cuales han demostrado ofrecer resultados a largo plazo sin la necesidad de recurrir a fármacos. Además, cada vez más profesionales de la salud priorizan la educación sobre el uso de medicamentos al enfrentarse a este tipo de trastornos. Al hacerlo, no solo buscan evitar los riesgos asociados con el uso excesivo de sustancias, sino que también se promueven cambios positivos en los hábitos de sueño de las y los pacientes, mejorando así su calidad de vida de manera sostenible (Díaz, García, Aladro, 2016).

El insomnio y su tratamiento

El insomnio es un trastorno del sueño definido por la dificultad para conciliar o mantener el sueño, debido a un estado de hiperalerta prolongado a lo largo del día. Este presenta una compleja interacción de factores predisponentes, precipitantes y perpetuantes, que contribuyen a su aparición, desarrollo y mantenimiento a lo largo del tiempo (Díaz, García, Aladro, 2016).

Es importante reconocer que el insomnio no solo afecta la calidad del sueño, sino que también tiene un impacto significativo en la salud general y el bienestar diurno de las personas. Desde el rendimiento académico y laboral hasta el riesgo de accidentes, el insomnio crónico puede tener repercusiones negativas en todas las dimensiones de la vida (Baides, Noriega, Inclán, 2019).

Abordar el insomnio implica comprender su etiología y tratar de resolver la causa subyacente en primer lugar. Al entender dichas características del problema y sus desencadenantes, las y los pacientes pueden aprender a manejar la situación de manera más efectiva, minimizando así la preocupación por las repercusiones diurnas que pueden exacerbar el problema (Sarrais, De Castro, 2007).

El tratamiento del insomnio debe adaptarse a la causa subyacente, su gravedad y su duración. Si bien los tratamientos pueden ser tanto farmacológicos como no farmacológicos, se ha observado que el enfoque no farmacológico es el de elección para el insomnio crónico en adultos, según las pautas de la Academia Americana de Medicina del Sueño (AASM) y las guías europeas (Contreras, Pérez, 2021).

Dada su alta prevalencia y sus graves consecuencias diurnas, el insomnio no debe subestimarse. Debido a ello, es esencial que las y los profesionales de la salud estén equipados con los conocimientos y las herramientas necesarias para identificar, comprender y tratar adecuadamente este trastorno común pero debilitante.

Tratamiento farmacológico del insomnio

Es común que algunos y algunas pacientes requieran el uso prolongado de hipnóticos, especialmente aquellos con insomnio crónico asociado a trastornos psiquiátricos crónicos como la psicosis, depresión, ansiedad o trastornos de personalidad. Aunque el uso prolongado puede mejorar la calidad de vida de estos pacientes, es importante evaluar periódicamente si pueden volver a dormir sin medicación después de un período de sueño adecuado. Cuando esto sucede, la retirada de la medicación debe ser gradual para evitar efectos rebote, como el regreso del insomnio, desarrollo de ansiedad y otros síntomas.

Desde el punto de vista farmacológico, el hipnótico ideal sería aquel con un inicio de acción rápido, una acción hipnótica mantenida durante toda la noche y mínimos efectos secundarios diurnos. No obstante, todavía no se ha diseñado un fármaco que cumpla con todas las características del hipnótico ideal. Por lo tanto, el tratamiento farmacológico del insomnio se basa en una evaluación individualizada de los síntomas y las necesidades del paciente (Chávez et al., 2017).

Entre los fármacos más utilizados para tratar el insomnio se encuentran las benzodiacepinas y los fármacos Z (zolpidem, zopiclona y eszopiclona). En situaciones en las que el insomnio está asociado con la depresión, se pueden considerar antidepresivos con propiedades sedativas como la amitriptilina, nortriptilina, paroxetina, doxepina y trazodona (Díaz, García, Aladro, 2016).

Es importante recordar que el tratamiento farmacológico del insomnio debe ser considerado solo después de agotar otras opciones, y debe ser supervisado de cerca por una o un profesional de la salud. La selección del medicamento adecuado dependerá de varios factores, incluyendo los síntomas específicos del o la paciente, la severidad del insomnio, la presencia de comorbilidades y la respuesta previa al tratamiento (Contreras, Pérez, 2021).Principio del formulario

Tratamiento del insomnio desde un enfoque no farmacológico

Cuando se trata de abordar el insomnio, las opciones no farmacológicas ofrecen una amplia gama de enfoques efectivos y seguros. Algunos estudios han comprobado que estas alternativas tienen una eficacia similar al uso de medicamentos, lo que acentúa la importancia y la validez de las estrategias no farmacológicas en el manejo del insomnio (Sarrais, De Castro, 2007; Díaz, García, Aladro, 2016; Baides, Noriega, Inclán, 2019). Algunas de las técnicas de este tipo más importantes son:

  • Educación para la Salud: Se centra en proporcionar a el o la paciente información individualizada sobre su trastorno y las medidas que se tomarán para abordarlo, independientemente del tratamiento seleccionado.
  • Higiene del sueño: Son hábitos conductuales diseñados para favorecer tanto el inicio como el mantenimiento del sueño. Las recomendaciones incluyen cambios en el estilo de vida general, como la práctica de actividad física regular, así como la identificación y la modificación de factores que pueden interferir directamente con el sueño, como el consumo de alcohol o ciertos medicamentos.
  • Mindfulness: La terapia de atención plena, o mindfulness, se centra en desarrollar la capacidad de ser consciente de los pensamientos y sensaciones momentáneas. Esta práctica ha demostrado beneficios significativos para pacientes con insomnio, ya sea primario o secundario.
  • Terapias Conductuales y Cognitivo-Conductuales: Estas terapias se basan en una variedad de técnicas diseñadas para inducir la relajación mental y física, como la relajación muscular progresiva, la terapia de control de estímulos y la intención paradójica. Los pacientes aprenden a modificar su comportamiento, estableciendo horarios regulares de sueño, limitando el tiempo en la cama y creando un entorno propicio para el descanso.

(Sarrais, De Castro, 2007; Díaz, García, Aladro, 2016; Baides, Noriega, Inclán, 2019).

Alternativas psicoterapéuticas en el tratamiento del insomnio

Las alternativas psicoterapéuticas en el tratamiento del insomnio incluyen tanto las terapias conductuales como las terapias cognitivo-conductuales.

La terapia conductual se centra en modificar los hábitos de sueño desadaptativos y reemplazarlos por patrones más saludables. Entre las TC más utilizadas se encuentran el control de estímulos, la restricción del sueño y las técnicas de relajación y respiración. Por ejemplo, el control de estímulos busca romper la asociación negativa entre la cama y el insomnio, fomentando que el paciente solo vaya a la cama cuando realmente tenga sueño, y evitando actividades estimulantes en el dormitorio. La restricción del sueño, por otro lado, apunta a aumentar la eficiencia del sueño limitando el tiempo en cama y aumentando así la proporción de tiempo que se pasa durmiendo en relación al tiempo total en la cama. Además, las estrategias de relajación y respiración ayudan a reducir la ansiedad asociada al sueño.

Por otro lado, las terapias cognitivo-conductuales (TCC) combinan intervenciones conductuales con técnicas de reestructuración cognitiva. La TCC tiene como objetivo identificar y modificar las creencias disfuncionales acerca del sueño y del insomnio, así como reducir la hiperactivación somática, cognitiva y emocional asociada. Entre las técnicas cognitivas utilizadas se encuentra la reestructuración cognitiva, que busca reemplazar los pensamientos irracionales sobre el sueño por otros más racionales, y la intención paradójica, que consiste en instruir al paciente a no esforzarse por dormir, lo que disminuye la ansiedad y facilita el sueño (Díaz, García, Aladro, 2016).

Además, en los últimos años, se han desarrollado enfoques más recientes, como la terapia cognitiva basada en mindfulness y la terapia de aceptación y compromiso, que se centran en promover la aceptación del malestar y el desarrollo de habilidades para manejar los pensamientos y emociones relacionados con el insomnio (Contreras, Pérez, 2021).

Tratamientos contra el insomnio sin evidencia científica

La búsqueda de alternativas para tratar el insomnio ha llevado a explorar diversas terapias y técnicas que van más allá de los tratamientos convencionales. Sin embargo, es importante reconocer que muchas de estas opciones carecen de evidencia científica suficiente que respalde su eficacia.

La acupuntura, por ejemplo, es una de esas terapias alternativas que ha sido ampliamente utilizada como opción para tratar el insomnio. Aunque algunos estudios han mostrado mejoras tanto cualitativas como cuantitativas en las y los pacientes, aún no existe una recomendación sólida sobre su uso debido a la falta de evidencia concluyente.

Otra técnica que ha ganado popularidad es la aromaterapia, donde se utilizan aceites esenciales de plantas como la lavanda, manzanilla e Ylan Ylan. Si bien algunos estudios han sugerido que estos aceites pueden tener efectos relajantes y mejorar el sueño, se necesitan investigaciones más rigurosas para evaluar su eficacia de manera adecuada.

En cuanto a la melatonina y la valeriana, dos sustancias naturales que se han utilizado como suplementos para mejorar el sueño, todavía no cuentan con suficiente respaldo científico para ser recomendadas como tratamientos para el insomnio. Sin embargo, la melatonina ha mostrado un beneficio aislado en la disminución de la latencia del sueño en algunos estudios (Díaz, García, Aladro, 2016).

Es fundamental comprender que, si bien estas terapias pueden parecer atractivas como alternativas naturales, confiar únicamente en tratamientos científicamente probados es crucial para garantizar la seguridad y eficacia del manejo del insomnio. Además, las sustancias químicas obtenidas de plantas y las terapias no convencionales pueden tener efectos impredecibles y potencialmente riesgosos, especialmente cuando se usan de manera prolongada o sin supervisión médica adecuada (Sarrais, De Castro, 2017).

Ventajas del tratamiento no farmacológico del insomnio

El tratamiento no farmacológico del insomnio ofrece una serie de ventajas significativas en comparación con el tratamiento farmacológico, lo que lo convierte en una opción preferida en muchos casos. Uno de los aspectos más destacados es la ausencia de efectos secundarios negativos, como caídas, fracturas, pérdida de memoria y falta de atención; las cuales son comunes con el uso de medicamentos hipnosedantes.

Otra ventaja crucial del tratamiento no farmacológico es su capacidad para reducir la dependencia de hipnóticos y otros medicamentos para dormir. Al adoptar medidas como la higiene del sueño, la terapia cognitivo-conductual y otras técnicas no farmacológicas, los pacientes pueden reducir o incluso eliminar gradualmente la necesidad de medicación para dormir. Esto no solo reduce los riesgos asociados con la dependencia y la tolerancia a los medicamentos, sino que también promueve un enfoque más holístico y sostenible para abordar el insomnio.

Aunado a esto, algunos estudios han demostrado beneficios específicos del tratamiento no farmacológico del insomnio, como mejoras en la cantidad y calidad del sueño, reducción del tiempo de latencia para conciliar el sueño y menos despertares nocturnos. En este sentido, incluso intervenciones educativas breves realizadas en entornos como la atención primaria han demostrado ser efectivas para mejorar la calidad del sueño y reducir el uso de medicamentos para dormir (Díaz, García, Aladro, 2016).

De esta manera, el tratamiento no farmacológico ofrece una alternativa segura, efectiva y sostenible para abordar el insomnio, con beneficios que van más allá de simplemente mejorar el sueño. Además, la mayor aceptación por parte de las y los pacientes, impulsada por el temor a los efectos secundarios y la dependencia de los medicamentos, respalda aún más la importancia y la eficacia del tratamiento no farmacológico (Contreras, Pérez, 2021).

Desventajas del tratamiento no farmacológico del insomnio

A pesar de sus beneficios, el tratamiento no farmacológico del insomnio también presenta algunas desventajas significativas que pueden dificultar su implementación y efectividad.

Una de las principales desventajas es que el tratamiento no comienza a mostrar efectividad de manera inmediata, sino que requiere tiempo para que el o la paciente experimente mejoras significativas en su calidad de sueño. Además, su aplicación conlleva un cambio en los hábitos de vida arraigados, lo que puede resultar difícil para algunas personas.

Así mismo, otro aspecto negativo de las alternativas no farmacológicas contra el insomnio, es el tiempo y la dedicación que requieren por parte del personal médico y terapeutas. Realizar terapias no farmacológicas implica sesiones más largas y un seguimiento más detallado, lo que puede sobrecargar a los las profesionales de la salud (Díaz, García, Aladro, 2016).

Por otro lado, es importante tomar en cuenta que aún existe resistencia por parte de algunos y algunas pacientes hacia el tratamiento psicológico, debido al estigma asociado y la percepción de que es una opción extensa y costosa. Esto puede dificultar la aceptación y adherencia a las terapias no farmacológicas.

Una dificultad adicional radica en la disponibilidad limitada de profesionales con la formación adecuada en psicoterapia para tratar el insomnio. Esto puede entorpecer el acceso de los y las pacientes a este tipo de tratamientos y limitar su efectividad en ciertas áreas geográficas o contextos de atención médica (Díaz, García, Aladro, 2016).

Combinación del tratamiento farmacológico y no farmacológico del insomnio

Para algunos y algunas profesionales, la combinación de tratamientos farmacológicos y no farmacológicos para el insomnio presentaría ventajas significativas. De acuerdo a esta postura multidisciplinaria, al integrar ambas estrategias, se puede obtener una mejora más completa y rápida en los síntomas. De esta manera, los fármacos podrían proporcionar alivio a corto plazo, mientras que las terapias no farmacológicas abordarían las causas subyacentes y ofrecerían resultados a largo plazo. En cualquier caso, esta combinación puede reducir la dosis de medicamentos necesaria, disminuyendo así la probabilidad de efectos secundarios no deseados. Además, también ofrece flexibilidad para adaptar el tratamiento a las necesidades individuales de cada paciente, lo que puede mejorar el cumplimiento del plan de tratamiento (Sarrais, De Castro, 2007; Chávez et al., 2017).

Por otro lado, es crucial seleccionar cuidadosamente a las y los pacientes que se beneficiarán más de esta combinación. En este sentido, la coordinación entre médico y terapeuta es esencial para garantizar la seguridad y efectividad del tratamiento. Además, se requiere una educación adecuada del paciente sobre los beneficios y riesgos de esta estrategia y la importancia de adherirse al plan de tratamiento de manera consistente.

Es necesario aclarar que, aunque la combinación de tratamientos puede ser efectiva en algunos casos, la evidencia científica que respalda esta práctica aún es limitada. Debido a ello, se requieren más estudios para determinar su eficacia a largo plazo y su seguridad. Además, el uso prolongado de medicamentos puede aumentar el riesgo de dependencia y tolerancia, por lo que es importante limitar su uso a corto plazo siempre que sea posible. La complejidad del tratamiento también puede ser un desafío, especialmente para aquellos y aquellas pacientes que tienen dificultades para adherirse a un plan de tratamiento más complejo.

Referencias:

  • Baides, R., Noriega, S., Inclán, A. (2019). Enfermería y Tratamiento no Farmacológico para el Manejo del Insomnio. Enfermería Global, volumen (18), número (54). scielo.isciii.es
  • Contreras, A., Pérez, C. (2021). Insomnio, en busca del tratamiento ideal: fármacos y medidas no farmacológicas. Revista Médica Clínica Las Condes, volumen (32), número (5), pp. 591-602. sciencedirect.com
  • Chávez, M., Nava, M., Palmar, J., Martínez, M., Graterol, M., Contreras, J., Hernández, J., Bermúdez, V. (2017). En búsqueda del hipnótico ideal: tratamiento farmacológico del insomnio. Archivos Venezolanos de Farmacología y Terapéutica, volumen (36), número (1). scielo.org
  • Diez, S., García, B., Aladro, M. (2016). Priorizando el tratamiento no farmacológico en el insomnio. RqR Enfermería Comunitaria (Revista SEAPA), volumen (4), número (2), pp. 30-43. dialnet.unirioja.es
  • Sarrais, F., De Castro, P. (2007). El insomnio. Anales del Sistema Sanitario de Navarra, volumen (30). scielo.isciii.es

Créditos de imagen de portada: Foto de cottonbro studio

R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.

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Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.