Contrario a lo que a veces se ha afirmado, John B. Watson concedía mucha importancia a las emociones dentro de su modelo de psicología natural. Watson sostenía que, a excepción quizás del instinto, sobre ningún otro tema se había escrito tanto y con tan poca base científica. Por ello, se propuso ‘simplificar los problemas acerca de la emoción y utilizar métodos experimentales objetivos para su esclarecimiento’ (Watson, 1924).
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Es importante señalar que Watson no formuló una teoría integrada sobre las emociones, sino que solo ofreció algunas ideas y formuló hipótesis específicas, apoyadas por la evidencia experimental que había recopilado. Esta aproximación pragmática reflejaba su intención de desarrollar una psicología basada en métodos objetivos y verificables, alejándose de las especulaciones no fundamentadas que dominaban el estudio de las emociones en su tiempo. Así, Watson buscaba establecer un enfoque más riguroso y científico para entender estos fenómenos humanos complejos dentro del marco conductista (Tortosa, Mayor, 1992).
¿Quién fue J. B. Watson?
John Broadus Watson fue una figura central en la historia de la psicología, cuyas contribuciones influyeron de manera importante en diversos ámbitos, como la enseñanza, la investigación y la publicidad. Su influencia en el campo de la psicología es particularmente notable durante el período entre 1913 y 1930. Lapso en el que sus contribuciones fortalecieron las bases del movimiento conductista.
El proyecto científico de Watson se destacó por desafiar las nociones arraigadas en la psicología de su tiempo. En su manifiesto conductista de 1913, propuso un cambio radical en el objeto de estudio de la psicología, sustituyendo el estudio de la mente y la conciencia por el análisis experimental de la conducta. De esta forma, Watson sostenía que la psicología debía considerarse una rama de las ciencias naturales, basándose en la objetividad y la experimentación. En este nuevo enfoque, la psicología conductista tenía como objetivos teóricos la predicción y el control de la conducta, utilizando datos exclusivamente objetivos y evitando descripciones mentales (Pellón, 2013).
Watson rechazaba el uso de términos mentalistas y estados mentales como objetos de estudio, lo que contribuyó a la eliminación de la introspección como método de análisis. Para él, la introspección, centrada en el estudio de la ‘mente consciente’, desviaba a la psicología hacia especulaciones sobre supuestos elementos ‘mentales’, limitando su capacidad de abordar nuevos problemas. A sí mismo, abogaba por una metodología que permitiera estudiar la conducta de manera objetiva, sin depender de la interpretación subjetiva de la conciencia. Su enfoque, basado en la observación de respuestas a estímulos, proponía una ciencia natural orientada a comprender y predecir la conducta de organismos humanos y animales (Martínez et al., 2020).
Las emociones dentro de un modelo de psicología natural
El estudio de las emociones llevado a cabo por Watson se destacó, en un principio, por su enfoque en el análisis de las reacciones fisiológicas a estímulos específicos. De esta manera, Watson identificaba las emociones con ‘respuestas o hábitos viscerales’, que involucraban el estómago, los intestinos, la respiración y la circulación. Además, incluyó movimientos corporales externos como el llanto y la agitación dentro de su concepto de emoción (Watson, 1924).
En el desarrollo de su proyecto para construir la psicología como una ciencia natural, adoptando la conducta como su único objeto de estudio, Watson consideraba que los estados emocionales estaban estrechamente vinculados con los estados motivacionales, ya que una situación que motivaba una conducta manifiesta, también producía cambios viscerales determinados. De este modo, las emociones se consideraban el producto de conductas implícitas preparatorias para ciertos cursos de acción y, por lo tanto, eran indisociables de la motivación.
En un punto, Watson definió explícitamente las emociones como ‘una reacción estructurada hereditaria, que implica profundas modificaciones en todo el mecanismo corporal, especialmente en los sistemas visceral y glandular’. Esta definición destacaba que las emociones implicaban una disrupción de la actividad organizada, y que los patrones originarios de las respuestas emocionales no eran aprendidos (Watson, 1919).
En su modelo de psicología natural y conductista, Watson diferenciaba las respuestas emocionales de las instintivas en que las primeras ponían al organismo en un estado caótico, al menos momentáneamente. Posteriormente, Watson modificó su posición para considerar que las reacciones instintivas eran en realidad adquiridas por condicionamiento, al igual que las emocionales, aunque estas últimas implicaban una respuesta más amplia y compleja.
De esta manera, Watson postuló una psicología sin instintos, enfocándose en la predicción y control de la conducta y en la psicología aplicada (Watson, 1919).
El origen de las emociones, según Watson
Watson identificó tres emociones básicas en los seres humanos: miedo, ira y amor. Según él, estas respuestas tienen un origen no aprendido, es decir, son innatas y no requieren condicionamiento previo. Los estímulos que desencadenan estas emociones son específicos y, a menudo, simples. Por ejemplo, el miedo puede ser provocado por ruidos fuertes o la pérdida de la base de sustentación, la ira por la restricción de movimientos, y el amor por el contacto físico agradable.
El desarrollo emocional en los seres humanos, según Watson, comienza con estas respuestas innatas y se complica a medida que la o el individuo se expone a diversas experiencias y estímulos. A través del condicionamiento, estímulos inicialmente neutros pueden adquirir la capacidad de provocar respuestas emocionales.
En las y los adultos, las emociones se manifiestan como reacciones accesorias, que van más allá de las necesarias para la supervivencia o la manipulación eficiente del entorno. Estas reacciones pueden incluir respuestas lentas, inhibidas, negativas o incluso comportamientos castigados por la sociedad como el robo o el homicidio. Watson argumenta que estos complejos patrones emocionales surgen debido al condicionamiento a partir de las respuestas emocionales básicas (Watson, 1924).
Watson creía que el condicionamiento desempeña un papel crucial en la formación de las emociones complejas. Debido a esto, experimentó con niños para demostrar que miedos específicos podían ser inducidos y luego eliminados mediante técnicas de condicionamiento. Este enfoque experimental buscaba no solo comprender mejor cómo se desarrollan las emociones, sino también encontrar métodos prácticos para gestionar y mejorar la adaptación emocional de las y los individuos.
La modificación de las emociones
John Watson se dedicó a investigar cómo modificar las emociones humanas utilizando métodos científicos y objetivos. Frente a las interpretaciones introspectivas tradicionales, Watson proponía una metodología que pudiera identificar claramente los estímulos que producían respuestas emocionales específicas y entender cómo estas respuestas contribuían a la adaptación del individuo.
Uno de los experimentos más conocidos de Watson fue el realizado con el pequeño Albert, un bebé de 11 meses. Este experimento tenía tres objetivos principales:
- Condicionar el miedo a una rata blanca mediante la presentación conjunta del animal y un ruido fuerte y repentino.
- Comprobar la generalización del miedo a estímulos similares.
- Verificar la persistencia de estos temores.
Durante el experimento, Albert, inicialmente indiferente a la rata blanca, comenzó a mostrar signos de miedo tras la asociación repetida de la rata con el ruido fuerte. Este miedo no solo se mantuvo, sino que también se generalizó a otros objetos con características similares, como un conejo o un perro, demostrando que una respuesta emocional condicionada podía transferirse a otros estímulos. Los resultados de este experimento indicaron que los ‘transfers’ emocionales son posibles y que el número de estos puede ser considerable.
Watson siempre mantuvo un enfoque práctico en sus investigaciones, buscando maneras de aplicar sus hallazgos para mejorar la crianza y la educación de las y los niños. Creía que era posible criarlos sin que desarrollaran respuestas de miedo o llanto, excepto en presencia de estímulos incondicionados como el dolor o los ruidos fuertes. Para él, esto implicaba la eliminación de respuestas emocionales negativas a través de técnicas objetivas y sin recurrir a métodos punitivos severos, aunque no descartaba el uso de correcciones leves y objetivas, como una palmada en los dedos, para conductas no deseadas (Tortosa, Mayor, 1992).
Debilidades de la psicología de las emociones de Watson
Es importante señalar que el enfoque de Watson sobre las emociones presenta limitaciones muy claras. Aunque su trabajo fue pionero en muchos aspectos, la investigación experimental posterior ha revelado varios problemas en sus planteamientos.
En primer lugar, Watson no desarrolló una teoría integral de las emociones, sino que ofreció algunas hipótesis específicas respaldadas por evidencia limitada. Además, su conceptualización de las emociones experimentó constantes cambios y reformulaciones, en virtud de las diferentes posturas que el autor adoptara a lo largo de su carrera profesional.
De manera más concreta, investigaciones posteriores han señalado que las reacciones emocionales de las y los niños no siempre corresponden a las postuladas por Watson; lo que sugiere una proyección de los propios sentimientos del observador adulto en la interpretación de la conducta infantil. También se ha puesto en duda la capacidad para discriminar diferentes emociones en las niñas y niños pequeños, lo que cuestiona la validez de la formulación de Watson acerca de las emociones primarias y específicas.
Además de estas críticas a nivel conceptual, la recomendación de Watson de educar a las y los niños como adultos en miniatura ha sido objeto de importantes objeciones. Este enfoque tiende a considerar a las y los menores como entes pasivos, sometidos completamente al moldeamiento ambiental, lo que ignora la complejidad del desarrollo emocional y la influencia de factores biológicos y ambientales interrelacionados.
Por su parte, el estudio experimental de Albert, aunque fue un hito en la investigación sobre el condicionamiento emocional, presentó serios fallos metodológicos y no ha podido ser replicado de manera satisfactoria. Esto ha generado dudas sobre la validez de sus conclusiones y sobre la capacidad de generalización de sus hallazgos (Tortosa, Mayor, 1992).
Valor del trabajo de Watson para el estudio de las emociones
Finalmente, es necesario mencionar que, a pesar de sus limitaciones y críticas, el trabajo de John Watson sobre las emociones ha dejado un legado significativo en la historia de la psicología. Su enfoque conductista y su énfasis en el condicionamiento emocional han servido como punto de partida para comprender y abordar diversas cuestiones relacionadas con la vida emocional y el comportamiento humano.
Una de las contribuciones más importantes de Watson es haber destacado la importancia del condicionamiento y la extinción de las respuestas emocionales. Su enfoque en los patrones de respuesta conductual como el miedo, la ira y el amor proporcionó una base sólida para estudiar objetivamente las reacciones emocionales y las condiciones que las desencadenan. Esta perspectiva permitió un análisis más riguroso y controlado de las emociones, lo que ha sido fundamental para el desarrollo de teorías sobre la naturaleza y origen de las emociones.
Por otro lado, aunque los experimentos de Watson, como el caso de Albert, hayan sido objeto de críticas por sus fallos metodológicos y su falta de replicación, siguen siendo reconocidos como ejemplos paradigmáticos del condicionamiento emocional. Estos experimentos han contribuido a nuestra comprensión de cómo se forman y modifican las respuestas emocionales, así como de los mecanismos biológicos implicados en ellas.
Además, la filosofía de Watson ha influido en el desarrollo de la psicología emocional y ha servido como base para numerosos estudios y teorías posteriores. Su enfoque en el aprendizaje de las respuestas emocionales y su contribución teórica en el tratamiento de problemas afectivos y psicopatológicos han sido fundamentales para el avance de la psicoterapia y la modificación de conducta (Tortosa, Mayor, 1992).
Referencias:
- Martínez, P., Herrera, A., Parra, N., Aristizábal, J., Arístides, O. (2020). Una historia de las Ciencias de la conducta. Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina.
- Pellón, R. (2013). Watson, Skinner y Algunas Disputas dentro del Conductismo. Revista Colombiana de Psicología, volumen (22), número (2).
- Tortosa, F., Mayor, L. (1992). Watson y la Psicología de las Emociones: Evolución de una Idea. Psicothema, volumen (4), número (1), pp. psicothema.com
- Watson, J. (1919). Psychology from the Standpoint of a Behaviorist. Lippincott, Company.
- Watson, J. (1945). El Conductismo [original, 1924]. Editorial Paidos.