Meditación: riesgos y efectos adversos para la salud mental

Aunque sus beneficios son ampliamente conocidos, los riesgos de la meditación para la salud mental son muchas veces ignorados.

En la actualidad, las terapias basadas en la meditación, especialmente el llamado ‘mindfulness’, han ganado popularidad rápidamente, consolidándose como herramientas de apoyo para una amplia gama de trastornos emocionales. Sin embargo, aunque los beneficios psicológicos asociados con la meditación se encuentran bien documentados, los posibles riesgos y efectos adversos en la salud mental siguen siendo menos conocidos.

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Hasta la fecha, la investigación sobre la meditación y el diseño de programas de atención basados en ella se ha centrado predominantemente en sus efectos benéficos; dando muchas veces por hecho que la capacidad de esta técnica para reducir la ansiedad, el estrés y los síntomas depresivos es definitiva e incuestionable. Por otro lado, menos de una cuarta parte de los estudios sobre meditación han evaluado sus posibles efectos adversos, lo que sugiere que estos pueden estar subestimados (Pauly et al., 2022). Debido a esto, a continuación, exploraremos los riesgos y efectos adversos de la meditación, analizando tanto la evidencia existente como las implicaciones clínicas que esto podría tener para su uso en el ámbito de la salud mental.

La meditación como herramienta terapéutica

La meditación es una práctica ancestral que se encuentra en diversas tradiciones religiosas y filosóficas, desarrollada originalmente como un método de contemplación espiritual. Aunque existen muchas técnicas de meditación, dos de las más estudiadas en los últimos 50 años son la meditación trascendental y el mindfulness, derivadas de las tradiciones hindú y budista, respectivamente. Las distintas formas de meditación activan diversos mecanismos cognitivos y presentan correlatos neuronales diferentes (Farias et al., 2020).

En la actualidad, la meditación ha trascendido sus raíces religiosas y se ha adaptado como una herramienta terapéutica, particularmente en el contexto de las intervenciones basadas en mindfulness. Estas intervenciones se utilizan para tratar una amplia gama de afecciones, incluyendo el estrés, la adicción, el dolor crónico, los trastornos del estado de ánimo y los trastornos psiquiátricos. Los programas de mindfulness también se aplican en instituciones como prisiones y el ejército, y en la educación, desde escuelas primarias hasta universidades. Además, en el ámbito comercial, han surgido numerosas aplicaciones móviles de mindfulness, contribuyendo a la industria multimillonaria de la meditación, que atrae a millones de practicantes en todo el mundo (Lindahl et al., 2017).

Efectividad de la meditación

Los defensores de la meditación, particularmente del mindfulness, sostienen que estas prácticas pueden reducir el malestar psicológico al influir en procesos clave. Por ejemplo, se argumenta que el mindfulness reduce la angustia psicológica y el estrés al mejorar la regulación emocional. Esto es, a través de una mayor autoaceptación y conciencia de las emociones desagradables, las y los practicantes aprenderían a evitar reacciones impulsivas y procesos como la rumiación, lo que les permitiría tolerar mejor el estrés.

De igual manera, existen estudios que sugieren que la meditación mejora la concentración, la atención sostenida y el procesamiento ejecutivo, aunque los mecanismos detrás de estos efectos aún no se comprenden completamente. Además, la meditación ha mostrado influir en las respuestas fisiológicas al estrés, reduciendo la frecuencia cardíaca, la respiración y la presión arterial, así como la liberación de glucosa en sangre (Pascoe et al., 2021).

Es importante señalar que, a pesar de la creciente popularidad de la meditación y las afirmaciones sobre sus beneficios, no toda la evidencia es concluyente. Las revisiones sistemáticas y los metaanálisis sobre los efectos de las técnicas de meditación reportan mejoras moderadas en síntomas emocionales como la ansiedad, la depresión y el dolor. Sin embargo, estas mejoras suelen ser pequeñas y, en algunos casos, de baja calidad de evidencia. Además, realmente no se han encontrado efectos significativos en aspectos positivos del bienestar emocional, como el estado de ánimo positivo o la satisfacción general (Goyal et al., 2014; Pauly et al., 2022).

Conjuntamente, en comparación con otros tratamientos activos, como los fármacos o la terapia conductual, la meditación no ha demostrado ser más efectiva. Asimismo, las técnicas basadas en mantras no han mostrado mejorar los resultados examinados, lo que cuestiona la efectividad general de este tipo de intervenciones (Goyal et al., 2014; Farias, et al., 2020).

La enfermedad de la meditación

Los riesgos de la meditación para la salud mental no son una preocupación nueva. Desde sus orígenes en tradiciones como el budismo, esta práctica no solo ha sido vista como un medio para alcanzar la concentración y la calma mental, sino que también ha estado asociada con una serie de efectos adversos que han sido conocidos históricamente como la ‘enfermedad de la meditación’. En los textos budistas, este término se refiere a una amplia gama de síntomas físicos y psicológicos que pueden surgir durante la práctica meditativa. Estos efectos adversos no solo se limitan a las dificultades para alcanzar la concentración, sino que también abarcan experiencias como alucinaciones, terror, depresión, letargo, mareos y sensaciones extremas de calor o frío en el cuerpo.

Uno de los ejemplos más notables de esta documentación proviene del Sutra de la Meditación de Dharmatrāta, un compendio de prácticas meditativas del siglo V. Este texto describe cómo la meditación puede causar confusión mental, dolores de cabeza y sensaciones de ‘torbellino’ en la mente si no se ejecuta de manera correcta. Si estos síntomas no se abordan, el o la practicante podría experimentar calor extremo en el cuerpo y una mayor agitación mental.

Así mismo, este texto menciona signos de retroceso en la práctica meditativa, que se manifiestan como una sensación de inestabilidad, pesadez, somnolencia y una falta de progreso en la búsqueda de calma y felicidad. Estos retrocesos también son considerados formas de la ‘enfermedad de la meditación’ y son atribuidos a una falta de desarrollo adecuado en la práctica, como no cultivar una aversión hacia el cuerpo o mantener visiones extremas sobre la naturaleza de la realidad (Ahn, 2020).

Riesgos de la meditación para la salud mental

En la actualidad, no existe duda de que la meditación puede generar efectos adversos. Numerosos estudios han documentado que esta práctica puede desencadenar experiencias desafiantes, como ansiedad, terror, disociación, despersonalización, alucinaciones, e incluso, pensamiento suicida. En este sentido, las investigaciones estiman que cerca del 5% de las y los practicantes de meditación podrían experimentar eventos adversos de este tipo.

Así mismo, se ha detectado que entre los efectos adversos más comunes se encuentran la ansiedad y la depresión; aunque, los síntomas psicóticos o delirantes, la disociación, y el miedo o terror, también se han identificado en una proporción significativa de las y los practicantes. Por otro lado, aunque las experiencias neurológicas o cognitivas adversas son menos frecuentes, también se han reportado manifestaciones como pensamiento desorganizado, amnesia y movimientos involuntarios durante la meditación (Farias et al., 2020).

El impacto que tiene el mindfulness como parte de programas de atención también ha sido evaluado en este sentido. Por ejemplo, un estudio que evaluó a más de 8,000 niños y niñas en 84 escuelas del Reino Unido, reveló que la meditación no solo no mejoraba el bienestar mental, sino que, en algunos casos, tenía efectos negativos, especialmente en aquellos en riesgo de padecer problemas de salud mental (Farias, 2024).

A pesar de que se han descrito estos riesgos en la literatura clínica, la investigación sistemática sobre las experiencias difíciles o perjudiciales relacionadas con la meditación es limitada. Gran parte de los estudios se basan en reportes retrospectivos, lo que podría contribuir a la subestimación de los efectos negativos. De hecho, se ha señalado que las investigaciones sobre mindfulness no han monitoreado activamente estos eventos adversos, lo que ha llevado a una infravaloración de su incidencia real (Taylor et al., 2022).

Factores asociados a los riesgos de la meditación para la salud mental

Aunque la meditación es a menudo promovida como una herramienta para mejorar el bienestar, diversos estudios sugieren que existen factores que pueden aumentar el riesgo de experimentar efectos adversos, particularmente en relación con la salud mental.

Uno de los factores más asociados con la ocurrencia de efectos adversos relacionados con la meditación es la cantidad de tiempo dedicada a la práctica. En este sentido, algunos estudios han encontrado que aquellos con mayor experiencia en la meditación, ya sea en cantidad de años o en intensidad, son más propensos a reportar efectos adversos. Esto podría deberse a que una mayor práctica aumenta las oportunidades de experimentar estos eventos negativos, o a que algunos practicantes responden a estas experiencias continuando con la meditación, lo que puede agravar los síntomas (Goldberg et al, 2022).

Otro factor clave que agrava los riesgos de la meditación es la presencia de trastornos mentales preexistentes. Los estudios indican que las personas con trastornos como ansiedad, depresión u otros problemas psiquiátricos tienen más probabilidades de experimentar efectos negativos durante la meditación, incluyendo un aumento en la severidad de estos síntomas. En muchos casos, estas personas recurren a la meditación como un medio para manejar sus emociones, pero la mayor conciencia sobre sus sensaciones y pensamientos que fomenta la meditación puede intensificar su malestar en lugar de aliviarlo (Pauly et al., 2022).

Además, ciertos factores demográficos pueden aumentar el riesgo de efectos adversos. Algunas investigaciones han encontrado que las personas jóvenes y aquellas de poblaciones marginadas, como minorías étnicas o personas con menores ingresos y niveles educativos, reportan con mayor frecuencia eventos adversos relacionados con la meditación. Esto sugiere la necesidad de una mayor sensibilidad cultural y adaptación en las intervenciones basadas en la meditación (Goldberg et al., 2022).

La popularización y abuso de la meditación

En las últimas décadas, la meditación se ha popularizado ampliamente tanto dentro como fuera del ámbito clínico; convirtiéndose en un importante fenómeno cultural y comercial. De esta manera, este tipo de técnicas, en particular el mindfulness, han sido adoptadas ampliamente en la cultura popular y en prácticas profesionales de salud mental, transformándose en un negocio con un valor de 2.2 mil millones de dólares, sólo en los Estados Unidos (Farias, 2024).

En este sentido, la meditación ha sido promovida como una solución transformadora para los problemas personales y sociales, con un entusiasmo religioso que sugiere que puede cambiar no solo a las personas individuales, sino también a comunidades, sociedades y a la humanidad en su conjunto. No obstante, el aumento de la popularidad de este tipo de disciplinas ha ocasionado una creciente preocupación sobre los riesgos asociados con su práctica.

El fenómeno de la meditación como un ‘producto de consumo’ y su expansión indiscriminada plantea desafíos importantes. La falta de advertencias adecuadas sobre los efectos adversos potenciales en aplicaciones de meditación y su promoción excesiva, sin considerar sus limitaciones y riesgos, pueden llevar a que las y los practicantes se enfrenten a consecuencias inesperadas y potencialmente perjudiciales. Además, se ha encontrado que la comercialización de la meditación a través de retiros y talleres aumenta el riesgo de padecer efectos adversos entre sus consumidores (Farias et al., 2020).

Práctica de la meditación sin considerar sus riesgos para la salud mental

En la actualidad, la creciente disponibilidad de aplicaciones de meditación, la proliferación de clases de meditación en diversas plataformas y su inclusión en prácticas clínicas han llevado a su adopción de manera generalizada. Sin embargo, este auge viene acompañado de una notable falta de consideración hacia los posibles efectos adversos de estas prácticas.

Uno de los problemas más destacados en este sentido es la falta de conocimiento entre instructores y practicantes sobre los riesgos asociados con la meditación. Muchas veces, los practicantes que experimentan efectos adversos reportan que las y los instructores no creen en sus experiencias, y les aconsejan seguir meditando con la esperanza de que los problemas se resuelvan por sí mismos. Este enfoque no solo es problemático, sino que también carece de una base científica sólida para abordar adecuadamente los efectos adversos (Farias, 2024). Los retiros de meditación, en particular, han sido asociados con una mayor probabilidad de experiencias desagradables debido a sus características únicas, como largas sesiones, silencio prolongado y cambios en la dieta. Aunque algunos meditadores asisten a estos retiros con la esperanza de recibir orientación adicional para sus experiencias negativas, esto no garantiza una reducción en la severidad de los efectos adversos (Pauly et al., 2022).

Aunado a esto, la investigación sobre cómo practicar la meditación de manera segura es relativamente reciente y, por lo tanto, aún no existen directrices claras para los practicantes. La meditación, al tratar con estados inusuales de conciencia, presenta un desafío significativo, ya que no se cuenta con teorías psicológicas bien desarrolladas para entender completamente estos estados (Farias, 2024).

¿Por qué es importante comprender los riesgos de la meditación para la salud mental?

Como ya se ha comentado, la creciente popularidad de la meditación ha llevado a una expansión en la oferta de aplicaciones, clases y programas que promueven la práctica. Sin embargo, muchas de estas plataformas y recursos carecen de advertencias adecuadas sobre los riesgos potenciales. La falta de información y educación sobre los posibles efectos adversos puede poner a los practicantes en situaciones de riesgo, especialmente si se enfrentan a problemas inesperados sin el conocimiento necesario para manejarlos (Goldberg et al., 2022).

De esta manera, a medida que la meditación se convierte en una herramienta común en el tratamiento y la prevención de problemas de salud mental, es esencial que el público esté informado sobre sus posibles riesgos. Esto incluye la necesidad de adaptar las intervenciones basadas en mindfulness a las necesidades individuales y asegurarse de que sean implementadas por terapeutas capacitados. Además, las aplicaciones de meditación y otros recursos de autoayuda deberían incluir declaraciones educativas sobre los posibles efectos adversos y factores de riesgo asociados con la práctica.

Aunado a esto, es importante considerar que la falta de estudios a largo plazo y la insuficiente atención a los efectos adversos en la investigación actual destacan la necesidad de una investigación más completa y rigurosa. En este sentido es imperativo que se realicen estudios prolongados para investigar la naturaleza y las causas de las experiencias adversas relacionadas con la meditación, así como para desarrollar directrices adecuadas para minimizar los riesgos y garantizar la seguridad de los y las practicantes (Pauly et al., 2022).

Referencias:

  • Ahn,Y. (2020). Meditation Sickness. The Oxford Handbook of Meditation. terebess.hu
  • Farias, M., Maraldi, E., Wallenkampf, K., Lucchetti, G. (2020). Adverse events in meditation practices and meditation-based therapies: a systematic review. Acta Psychiatrica Scandinavica, volumen (142), número (5), pp. 374-393. onlinelibrary.wiley.com
  • Farias, M. (2024). Meditation can be harmful – and can even make mental health problems worse. The Conversation. theconversation.com
  • Goldberg, S., Lam, S., Britton, W., Davidson, R. (2022). Prevalence of meditation-related adverse effects in a population-based sample in the United States. Psychotherapy Research, volumen (32), número (3), pp. 291-305. tandfonline.com
  • Goyal, M., Singh, S., Sibinga, E., Gould, N. (2014). Meditation Programs for Psychological Stress and Well-being. JAMA Internal Medicine, volumen (174), número (3). jamanetwork.com
  • Lindahl, J., Fisher, N., Cooper, D., Rosen, R., Britton, W. (2017). The varieties of contemplative experience: A mixed-methods study of meditation-related challenges in Western Buddhists. PLoS ONE, volumen (12), número (5). journals.plos.org
  • Pauly, L., Bergmann, N., Hahne, I., Pux, S., Hahn, E., Tam Ta, T., Rapp. M., Böge, K. (2022). Prevalence, predictors and types of unpleasant and adverse effects of meditation in regular meditators: international cross-sectional study. BJPsyche, volumen (8), número (1). cambridge.org
  • Pascoe, M., De Manincor, M., Tseberja, J., Hallgren, M., Baldwin, P., Parker, A. (2021). Psychobiological mechanisms underlying the mood benefits of meditation: A narrative review. Comprehensive Psychoneuroendocrinology, volumen (6). sciencedirect.com
  • Saeed, A., Cunningham, K., Bloch, R. (2019). Depression and Anxiety Disorders: Benefits of Exercise, Yoga, and Meditation. American Family Physician, volumen (99), número (10).  aafp.org
  • Taylor, G., Vasques, T., Kastrinos, A., Fisher, C., Puig, A., Bylund, C. (2022). The Adverse Effects of Meditation-Interventions and Mind–Body Practices: a Systematic Review. Mindfulness, volumen (13). link.springer.com

Créditos de imagen de portada: Foto de Prince Kumar

R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.

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Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.