En el ámbito de la salud mental y el comportamiento humano, los términos obsesión, compulsión y adicción se utilizan con mucha frecuencia. Desafortunadamente, también es muy común que dichos términos sean empleados de manera intercambiable, sin comprender realmente su verdadero significado. En este sentido, es importante entender que estas palabras describen fenómenos psicológicos distintos que es crucial comprender en su propio contexto. Distinguir entre estos conceptos es fundamental no solo para el diagnóstico y tratamiento adecuados en la psicología clínica, sino también para abordar de manera efectiva los desafíos que presentan en la vida de quienes los experimentan.
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A continuación, se explorarán las definiciones, diferencias, y puntos en común entre una obsesión, una compulsión y una adicción. Esto, para poder entender y valorar de manera adecuada estos conceptos dentro de los ámbitos terapéutico y social.
¿Qué es una obsesión?
Una obsesión se refiere a pensamientos, imágenes o impulsos recurrentes que irrumpen en la mente de manera intrusiva, causando ansiedad o malestar significativo. Estas obsesiones no son voluntarias y suelen ser percibidas como perturbadoras, al punto de que la persona afectada puede sentir que están fuera de su control. A menudo, las obsesiones están relacionadas con temores específicos como la contaminación, el daño a uno mismo o a otros, o la necesidad de perfección o simetría en el entorno (National Institute of Mental Health, 2024).
Es importante resaltar que no todos los pensamientos repetitivos son obsesiones. Lo que distingue a las obsesiones es que, en la mayoría de los casos, son ego-distónicas. Es decir, se experimentan como ajenas o contrarias a los valores y creencias de la persona. Esto significa que, aunque las y los individuos son conscientes de la irracionalidad de estos pensamientos, les resulta difícil o imposible detenerlos. Por ejemplo, alguien con obsesiones relacionadas con la limpieza puede saber que su temor a los gérmenes es exagerado, pero no puede evitar sentir ansiedad al tocar superficies que percibe como contaminadas. Sin embargo, cabe señalar que, en el caso de menores o personas con ciertas condiciones, la percepción de estas obsesiones como ajenas a su control puede no estar siempre presente (American Psychological Association, 2020).
Las obsesiones suelen provocar una reacción emocional intensa, principalmente ansiedad o angustia, lo que lleva a la persona a intentar ignorar, suprimir o neutralizar estos pensamientos. Esta necesidad de aliviar la ansiedad asociada a las obsesiones es lo que muchas veces deriva en el desarrollo de compulsiones, comportamientos repetitivos o rituales que el individuo realiza para intentar controlar o mitigar el malestar que causan las obsesiones (American Psychiatric Association, 2013).
¿Qué entendemos por compulsión?
Una compulsión es una conducta repetitiva que una persona siente la necesidad irresistible de realizar, generalmente como una respuesta directa a una obsesión. Las compulsiones surgen con el fin de reducir la ansiedad o el malestar causados por los pensamientos intrusivos y angustiosos que caracterizan a las obsesiones. Estos comportamientos pueden adoptar formas muy diversas, pero comparten la característica de ser repetitivos y, a menudo, inflexibles. Por ejemplo, lavarse las manos excesivamente, comprobar repetidamente puertas, electrodomésticos o luces para asegurarse de que están cerrados o apagados, o contar mentalmente o en voz baja de manera compulsiva (National Institute of Mental Health, 2024).
Las compulsiones no son simplemente hábitos o rutinas. La diferencia clave es que, mientras los hábitos pueden ser voluntarios o realizados por comodidad, las compulsiones están motivadas por una necesidad imperiosa de reducir el malestar asociado a una obsesión. La persona que las realiza generalmente es consciente de que estos comportamientos no son racionales o proporcionados a la situación, pero aun así se siente incapaz de evitarlos debido a la intensa ansiedad que experimenta si no los lleva a cabo. Por ejemplo, una persona que se obsesiona con la posibilidad de haber dejado una puerta abierta puede sentir la necesidad de revisarla múltiples veces, incluso cuando sabe que ya la cerró con llave.
Las compulsiones pueden ser conductas físicas observables, como el lavado de manos o el orden minucioso de objetos; o actos mentales, como contar, rezar o repetir frases en silencio. Estas acciones no generan placer en quien las realiza, y muchas veces interfieren significativamente con las actividades cotidianas. Además, las reglas que la persona se impone para realizar estas acciones suelen ser extremadamente rígidas y difíciles de modificar, lo que refuerza la naturaleza coercitiva de las compulsiones (American Psychiatric Association, 2013).
¿Qué es una adicción?
Una adicción se refiere a la pérdida de control sobre una conducta que, con el tiempo, genera dependencia física o psicológica, y que ocasiona consecuencias adversas significativas en la vida del individuo. Existen dos grandes grupos de adicciones: las adicciones químicas, que involucran el consumo de sustancias como el alcohol, la nicotina, o drogas ilegales; y las adicciones comportamentales, que se basan en conductas como el juego patológico, el uso compulsivo de internet, o las compras compulsivas (Becoña, Cortés, 2016).
Uno de los aspectos centrales de cualquier adicción es la pérdida de control sobre la conducta adictiva. En el caso de las adicciones químicas, el consumo de una sustancia psicoactiva se vuelve necesario para la o el individuo, no solo para experimentar placer, sino para evitar el malestar generado por su abstinencia. En las adicciones comportamentales, el individuo repite de manera compulsiva la conducta con el objetivo de reducir la ansiedad o malestar emocional, aunque esta genere problemas en su vida cotidiana.
Otro aspecto clave es el síndrome de abstinencia, que ocurre cuando la persona deja de realizar la conducta o de consumir la sustancia adictiva. En las adicciones químicas, este síndrome se manifiesta en trastornos físicos y psicológicos que pueden variar en intensidad. En las adicciones comportamentales, la privación de la conducta también produce síntomas como irritabilidad, ansiedad y malestar.
La tolerancia es otro fenómeno común en las adicciones, tanto químicas como comportamentales. En el caso de las sustancias, la o el individuo necesita consumir mayores cantidades para obtener el mismo efecto. En las adicciones comportamentales, la persona necesita dedicar más tiempo y energía a la conducta para lograr el mismo alivio o sensación de bienestar inicial (Becoña, Cortés, 2016; Grant, Chamberlain, 2017).
Relación entre obsesión, compulsión y adicción
Las relaciones entre obsesión, compulsión y adicción pueden observarse a través de sus características comunes, aunque también presentan diferencias significativas. En primer lugar, tanto las compulsiones como las conductas adictivas pueden ser respuestas a la angustia generada por pensamientos obsesivos o situaciones de estrés. Por ejemplo, en el caso del trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), la compulsión surge como una respuesta a la obsesión: la persona realiza una conducta repetitiva con la finalidad de reducir la ansiedad que el pensamiento obsesivo genera.
Por otro lado, en el caso de las adicciones, también existe una pérdida de control sobre la conducta, pero las conductas adictivas pueden estar motivadas por la búsqueda de placer o la evasión del malestar, lo que eventualmente conduce a la dependencia física o psicológica. Las personas con adicciones, al igual que quienes padecen TOC, pueden desarrollar comportamientos compulsivos, aunque en este contexto están orientados hacia la obtención de una recompensa (como ocurre con las sustancias o actividades adictivas) o la evitación de los síntomas de abstinencia.
Además, tanto en el TOC como en las adicciones, puede haber un componente de comorbilidad. Muchas personas con TOC desarrollan trastornos relacionados con el uso de sustancias, probablemente como un mecanismo para lidiar con la ansiedad y el malestar emocional (Stein et al., 2019). En estos casos, la adicción puede ser una forma de mitigar las obsesiones y compulsiones del TOC, lo que crea un ciclo destructivo de dependencia.
Otra relación relevante es que las conductas compulsivas y las adicciones comparten un patrón de repetición que impacta negativamente en la vida diaria del individuo, causando deterioro en las áreas sociales, laborales y personales. Tanto las compulsiones como las adicciones pueden volverse extremadamente demandantes en términos de tiempo, interfiriendo con el funcionamiento cotidiano y provocando sufrimiento significativo.
Diferencias conceptuales entre obsesión, compulsión y adicción
Los conceptos de obsesión, compulsión y adicción, aunque interrelacionados, tienen características distintas que los definen. Mientras que las obsesiones son pensamientos intrusivos y recurrentes que generan ansiedad, las compulsiones son conductas repetitivas que una persona siente que debe realizar para aliviar esa ansiedad. Así, las obsesiones son de naturaleza cognitiva, centradas en el malestar emocional, mientras que las compulsiones son conductas físicas impulsadas por la necesidad de reducir dicho malestar.
Así mismo, las compulsiones son comportamientos que se repiten para evitar el malestar, sin proporcionar gratificación o placer duradero. Por el contrario, la adicción involucra un ciclo de comportamiento que inicialmente puede estar motivado por la búsqueda de placer, pero que a largo plazo se convierte en una necesidad compulsiva que deteriora la vida del individuo. Por ejemplo, alguien que se siente obligado a consumir alcohol para evadir problemas puede experimentar gratificación en el momento, pero con el tiempo, esta conducta se convierte en compulsiva, persistiendo a pesar de las consecuencias adversas. Aquí, la compulsión es una respuesta al malestar, mientras que la adicción implica una pérdida de control sobre la búsqueda de gratificación.
Las obsesiones se centran en pensamientos irracionales que no están necesariamente relacionados con problemas reales, lo que lleva a un malestar significativo. Por otro lado, la adicción se basa en un patrón de comportamiento problemático que se convierte en dominante en la vida de una persona, generalmente relacionado con el abuso de sustancias (American Psychological Association, 2020). Así, mientras que las obsesiones pueden no involucrar conductas específicas, las adicciones están caracterizadas por un ciclo de impulso y compulsión hacia el consumo de una sustancia o la realización de un comportamiento adictivo.
Importancia de entender la diferencia entre obsesión, compulsión y adicción
La correcta identificación de obsesiones, compulsiones y comportamientos adictivos es crucial para un diagnóstico preciso. Por ejemplo, mientras que las obsesiones son pensamientos intrusivos y recurrentes que generan ansiedad, las compulsiones son acciones repetitivas realizadas con el fin de reducir dicha ansiedad. La adicción, por otro lado, implica un patrón de comportamiento relacionado con el uso de sustancias que puede ser impulsivo y destructivo. Diferenciar entre estos fenómenos permite a las y los profesionales de la salud mental formular diagnósticos adecuados, que son esenciales para determinar el tratamiento más efectivo.
Así mismo, la distinción entre estos conceptos también influye en las estrategias de tratamiento. Las obsesiones y compulsiones, comúnmente asociadas con el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), suelen requerir enfoques terapéuticos centrados en la exposición y la prevención de respuesta (ERP), así como la terapia cognitivo-conductual (TCC). En contraste, la adicción puede requerir tratamientos que incluyan terapia de comportamiento, programas de desintoxicación y, en algunos casos, medicamentos que aborden la dependencia física.
Aunado a esto, la comorbilidad es frecuente entre estos trastornos; por ejemplo, las personas con TOC pueden desarrollar patrones de abuso de sustancias como una forma de hacer frente a su ansiedad. Reconocer que una persona presenta características de más de una de estas condiciones permite abordar todas las áreas de su salud mental y evitar que una condición empeore a causa de la otra.
Finalmente, el reconocimiento de estas diferencias puede llevar a una mejora significativa en la calidad de vida de quienes sufren estos trastornos. Al abordar específicamente las obsesiones, compulsiones o adicciones, se facilita la recuperación y se promueve una vida más equilibrada y satisfactoria.
Referencias:
- American Psychiatric Association (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders Fifth Edition (DSM-5), American Psychiatric Press.
- American Psychological Association (2020). APA Dictionary of Psychology. American Psychological Association.
- Becoña, E., Cortés, M. (2016). Manual de adicciones para psicólogos especialistas en psicología clínica en formación. repositorio.21.edu.ar
- Grant, J., Chamberlain, S. (2017). Expandir la definición de adicción. RET Revista de Toxicomanías, número (81). dialnet.unirioja.es
- National Institute of Mental Health (2024). Trastorno obsesivo-compulsivo: Cuando los pensamientos no deseados o comportamientos repetitivos toman control. Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos. nimh.nih.gov
- Stein, D., Costa, D., Lochner, C., Miguel, E., Reddy, J., Shavitt, R., Van den Heuvel, O., Simpson, B. (2019). Obsessive–compulsive disorder. Nature Reviews Disease Primers, volumen (5), número (1). ncbi.nlm.nih.gov
Créditos de imagen de portada: Foto de Nataliya Vaitkevich