El ‘fenómeno del impostor’, conocido coloquialmente como ‘síndrome del impostor’, es un término utilizado para designar una experiencia psicológica dónde un individuo exitoso cree que sus logros no son el producto de sus habilidades, sino de la suerte, el haber trabajado más que los otros, o de haber engañado a los demás. Esta sensación se presenta aun cuando existen evidencias de su alto valor académico y profesional (Clance, Imes, 1978). Es importante señalar que el ‘fenómeno del impostor’ no es un síntoma o trastorno mental reconocido oficialmente. Por el contrario, es un término utilizado para describir una serie de manifestaciones psicológicas reportadas por personas en situaciones muy particulares. Su relación con afecciones psicológicas concretas aún no es clara, y fuera del ámbito clínico se le estudia como una variable vinculada a constructos igualmente indeterminados, como la ‘autoestima’, la ‘ansiedad laboral’ o el liderazgo.
Contenidos relacionados:
- Atribución causal de Weiner: teoría y principios
- Indefensión aprendida: qué es y cuál es su origen
- Efectos de la sobreprotección en la infancia
Estudio sobre el ‘fenómeno del impostor’
Este concepto fue acuñado por la terapeuta Pauline Rose Clance, al observar que muchas mujeres exitosas manifestaban que su posición era el producto de un error y que no merecían el reconocimiento que se les brindaba. Al principio, la doctora consideró que este fenómeno se presentaba de manera especial en el sexo femenino debido a la existencia de estereotipos sociales que calificaban a la mujer como menos capaz que el hombre.
Para analizar este fenómeno, la Doctora Clance realizó un estudio clínico con 150 mujeres exitosas. Quienes poseían doctorados en distintas especialidades, eran profesionales respetadas en su campo de trabajo, o eran estudiantes reconocidas por su excelencia académica. Estas provenían de procesos terapéuticos individuales, grupos focalizados internacionales o diferentes universidades y facultades de Estados Unidos.
Interacción familiar
Al indagar en su historia pudo encontrar que se dividían en dos grupos según la interacción con su familia:
- Grupo dónde la participante tenía un hermano o hermana que era considerado el ‘hijo inteligente’ y cuyos logros eran valorados por sobre los de ella. Por lo regular esta desempeñaba el rol de la “hermana sensible” y sin importar sus esfuerzos nunca era capaz de probar que ella era tan inteligente o brillante como los demás miembros de la familia.
- Grupo dónde la participante es considerada por su familia como perfecta en todo sentido y, por lo tanto, capaz de hacer lo que ella quiera y lograr lo que se proponga. Al enfrentarse a experiencias en las que su capacidad es retada y en dónde no puede hacer todo lo que ella desea como sus padres se lo habían dicho, comienza a valorarse en menos dado que no puede cumplir con la fantasía idealizada que su familia tiene de ella.
(Clance, Imes, 1978).
Síntomas clínicos
Las mujeres de este estudio que exhibían el fenómeno del impostor no caían en otra categoría diagnóstica reportando síntomas clínicos como:
- Ansiedad generalizada
- Falta de confianza en sí mismas
- Depresión
- Frustración relacionada a la inhabilidad de alcanzar estándares de éxito autoimpuestos
Adopción de conductas
Estos sentimientos llevarían a estas mujeres a adoptar conductas específicas:
- Diligencia y trabajo duro producido por el miedo de ser ‘descubiertas’.
- No revelar sus verdaderas ideas y opiniones a los demás.
- Adherirse a las ideas de los demás diciendo a sus profesores, supervisores y colegas lo que quieren escuchar.
- Utilizar su encanto y sumisión para ganar la aprobación de sus superiores.
- Búsqueda de figuras de autoridad y mentores a los cuales seguir con el fin de buscar validación.
(Clance, Imes, 1978).
Uno de los logros más significativos de la doctora Clance fue el desarrollo de una escala que incluyera reactivos que exploraran ciertas dimensiones. Por ejemplo: miedo al fracaso; atribución del éxito a la suerte, el error o el encanto; deseo de destacar; el sentimiento de haber dado a los otros una falsa impresión; y la consideración de reconocimiento por parte de los demás. A estas categorías se sumaron otras más en trabajos posteriores. Tales como el miedo a la evaluación; miedo a que el éxito no pueda ser repetido; y el sentimiento de que uno es menos capaz que sus pares (Clance, Langford, 1993).
Hallazgos importantes del estudio sobre el ‘fenómeno del impostor’
Uno de los descubrimientos más importantes obtenidos a través de este instrumento y otros similares, es el hecho de que el fenómeno del impostor se presenta tanto en hombres como en mujeres con la misma frecuencia, presentando las mismas bajas expectativas de éxito, y atribuyendo el obtenido a la suerte o a un error (Clance, Langford, 1993).
Siendo la relación familiar la dimensión más explorada y en donde se han encontrado mayores relaciones entre las historias de los sujetos establecidos con fenómeno del impostor, muchos han sido los profesionales que han profundizado en estos vínculos tempranos para explicar este fenómeno.
Variabilidad según el tipo de crianza
La investigadora Denise Castro de la Universidad de Argosy en Georgia, estudio la relación entre el fenómeno del impostor y el concepto de ‘parentification’ que corresponde a la inversión de roles entre los padres y los hijos durante las fases tempranas de desarrollo. En él, los hijos deben asumir tareas y responsabilidades más allá de su nivel de maduración, con el fin de solventar las necesidades, deficiencias o los deseos de uno o ambos padres. De esta forma, los hijos se ven obligados a negar sus propias necesidades y servir a otros.
La hipótesis de Castro dicta que los adultos que fueron criados de esta forma mantendrían este sentimiento de no ser aptos para las tareas que se les demandan. Experimentando la sensación de ser un niño tratando de actuar como adulto. Lo que a su vez explicaría las emociones y las conductas del síndrome o fenómeno del impostor (Castro, Jones, Mirsalimi, 2004).
Para realizar este estudio se sirvió de 213 participantes todos graduados de una clase de psicología en una universidad de estadounidense. Siendo sus edades entre 20 a 59 años y formando una muestra mayormente femenina (85%) y caucásica (62%). A esta población se les aplicó un cuestionario diseñado para analizar la relación entre parentification y fenómeno del impostor.
De esta forma, Denise Castro y su equipo encontraron que el sentimiento de inadecuación e impotencia y la necesidad de aprobación sentidos por los niños que pasaron por inversión de roles con sus padres durante la infancia podían mantenerse hasta la edad adulta manifestándose en una sensación de falsedad en relación con el mérito de lo que habían logrado, ya que aún se sentirían poco preparados para enfrentar las tareas que se demandan de ellos (Castro, Jones, Mirsalimi, 2004).
Manifestación del ‘fenómeno del impostor’
Estudios más recientes demuestran que el fenómeno del impostor es más recurrente de lo que profesionales pensaban en el pasado. Un grupo de investigadores de la Universidad de Brigham Young, realizó una serie de entrevistas a un grupo de estudiantes en un programa académico de élite. Con ello, encontraron que el 20% de los estudiantes en su muestra sufrían de fuertes sentimientos de impostura. El objetivo de este estudio era analizar las estrategias que las personas con fenómeno del impostor utilizaban para huir o soportar los sentimientos de inadecuación y duda (Gardner, Bednar, Stewart, Oldroyd, Moore, 2019).
El mecanismo más recurrido era el buscar apoyo social fuera del programa académico. Ya que, si manifestaban sus dudas hacia sus compañeros de estudio usualmente se sentían peor; mientras que si lo hacían hacia su familia amigos o incluso profesores, los sentimientos de ser un fraude disminuían. Esto último debido a que las personas fuera de su círculo escolar les ayudaban a ver el panorama completo y recalibrar sus grupos de referencia.
A la par, encontraron otras estrategias que les afectaban de forma negativa. Algunos estudiantes recurrían a actividades de escape como videojuegos, pero terminaban pasando más tiempo jugando que estudiando.
Este estudio demostró también que los sentimientos de impostura tenían poca relación con el desempeño de los sujetos, de tal manera que, los individuos que sufrían del fenómeno del impostor podían realizar su trabajo de forma eficiente, solo que no creían en ellos mismos (Gardner, Bednar, Stewart, Oldroyd, Moore, 2019).
¿A quién afecta el ‘fenómeno del impostor’?
Por otro lado, y de forma más concluyente, en un artículo de revisión publicado en el Diario Internacional de Ciencia de la Conducta encontró que un 70% de la gente en general experimenta sentimientos de impostura en algún punto de sus vidas, y que el fenómeno del impostor afecta a personas de muchos tipos, hombres, mujeres, estudiantes de medicina, managers de marketing, actores y ejecutivos (Sakulku, Andalexander, 2011).
Es importante aclarar que, si bien es cierto que el fenómeno del impostor se presenta tanto en hombres como en mujeres este no se manifiesta de forma idéntica. Un estudio reciente llevado a cabo por un grupo de científicos liderados por Rebecca Badawy del Departamento de Administración en la Universidad Estatal de Youngstown se dio a la tarea de examinar el rol de género en el fenómeno del impostor.
Durante este experimento el equipo de investigadores reunió a un grupo de voluntarios identificados con el fenómeno del impostor por un cuestionario en línea. Posteriormente, se les aplicó la primera parte de un test de conocimientos generales. Al término de este se les dio una retroalimentación negativa sobre su desempeño. Finalmente se les aplicó la segunda parte del test y se compararon resultados. Los participantes masculinos registraron un rendimiento menor al de la primera prueba, mostrando una menor tolerancia a la crítica y una mayor tendencia a darse por vencidos. En contraste, los participantes femeninos mejoraron su rendimiento al poner más esfuerzo en su desempeño cuando recibieron críticas. Esto demostró que, si bien ambos sexos sufren sentimientos de inadecuación típicos del fenómeno del impostor, existen diferencias importantes en la forma de hacerle frente a dicha experiencia (Badawy, Gazdag, Bentley, Brouer, 2018).
Referencias:
- Castro, D., Jones, R., Mirsalimi, H. (2004) Parentification and the Impostor Phenomenon: An Empirical Investigation. The American Journal of Family Therapy, volumen (32) pp. 205–216. www.researchgate.net
- Clance, P., Imes, S. (1978) The Imposter Phenomenon in High Achieving Women: Dynamics and Therapeutic Intervention, Psychotherapy Theory, Research and Practice, volumen (15) pp. 1-8. psycnet.apa.org
- Clance, P. Langford, J. (1993) The Impostor Phenomenon: Recent Research Findings Regarding Dynamics, Personality and Family Patterns and their Implications for Treatment, Psychotherapy, volume (30) pp. 495-501.
- Gardner, R., Bednar, S., Stewart, B., Oldroyd, J., Moore, J. (2019) “I must have slipped through the cracks somehow”: An examination of coping with perceived impostorism and the role of social support, Journal of Vocational Behavior.
- Badawy, R., Gazdag, B., Bentley, J., Brouer, R. (2018) Are all impostors created equal? Exploring gender differences in the impostor phenomenon-performance, Personality and Individual Differences.
- Sakulku, J., Andalexander, J. (2011) The Impostor Phenomenon, International Journal of Behavioral Science, volumen (6), pp. 75-97. so06.tci-thaijo.org
Créditos de imagen de portada: Photo by Edmond Dantès from Pexels