Paula Marín Psicóloga «en dos ocasiones casi me rompen la cara»

Entrevistamos a 'Paula Marín Psicóloga'; la activista social digital que seguro se ha colado en tu muro de Facebook, más de una vez.

Las reflexiones de la psicóloga Paula Marín Fernández -conocida en las redes como Paula Marín Psicóloga- llevan años ocupando los ‘timeline‘ de cientos de miles de perfiles en las redes sociales, a lo largo y ancho del planeta. Publicaciones de interés psicológico y social en clave reivindicativa -y por momentos contestataria- con altas dosis de sátira e ironía, son la fórmula que la psicóloga española ha desarrollado para trasladar un mensaje personal que ha calado; y mucho. Aquella decisión de trascender la barrera física de su consulta de psicología, embarcándose en esta aventura digital, acabaría convirtiéndola en una referente para cientos de miles de mujeres -y hombres- repartidos por todo el mundo, que la siguen allá donde digitalmente va.

Con un currículum apabullante, plagado de másteres y especializaciones varias, la psicóloga avilesina se ha convertido, quizá sin preverlo, en una activista social digital que, pensando en la cantidad de personas que moviliza en la red -más de 70.000 fans, solo en Facebook-, bien podríamos considerarla una de las mayores referencias de la psicología de habla hispana en la red. Y es que sería extraño no haberse topado en estos años con algunas de sus publicaciones, muchas de ellas virales.

Gracias a esta entrevista concedida a Mente y Ciencia, hemos tenido la oportunidad de conocer un poco mejor a la psicóloga Paula Marín; protagonista de una crítica social tan encendida, como lúcida.

Paula, ¿Es posible la transformación social por medio del activismo en redes sociales?¿Podemos cambiar el mundo, aunque solo sea un poquito a mejor?

Rotundamente sí. El mundo lo hacemos nosotrxs, y que alguien pueda modificar, aunque sea un poco, su manera de ver las cosas, volviéndose más empático y tolerante, hará que cuando se relacione con los demás sea capaz de ver más perspectivas diferentes; con más paciencia y comprensión, teniendo más ideas de las distintas realidades que existen en el mundo y no solamente de la propia, y ya con eso estás cambiando el mundo.

Yo antes aspiraba a realizar cambios a mayor escala, pero eso me dejaba hecha polvo, así que me di cuenta de que cambiando la visión de una persona; haciendo que una persona se cuestione ciertas cosas, ya estás haciendo mucho.

¿En qué consistían esas aspiraciones de ‘cambios a mayor escala’?

Yo antes aspiraba a cambios políticos y sociales pero he ido viendo que en vez de ir hacia una sociedad más igualitaria, estamos yendo al otro lado, y por eso me centro ahora en una parcela en la que puedo tener un poco de control; porque si miro más allá me entra el pánico.

Tengo la hipótesis de que el personaje de ‘Paula Marín Psicóloga’ no responde precisamente a una operación minuciosamente orquestada, sino que has alcanzado esta repercusión, siendo sencillamente tú misma; con tus singularidades, para bien o para mal ¿Cuándo y cómo decidiste emprender esa faceta de divulgadora digital de temáticas psicológicas y problemáticas sociales?

Tengo una personalidad bastante adictiva y estaba todo el rato publicando movidas en mi perfil de Facebook personal. Un amigo me propuso que hiciera una página pública con mis reflexiones, y me lo pensé bastante porque sabía que me podía llevar a problemas.

Al abrir la página, me prometí que en el momento en el que dudara sobre si colgar algo o no, por lo que los demás pudieran pensar, la cerraría. Y a día de hoy, a veces escribo cosas y le doy a publicar, sabiendo que voy a tener conflicto, pero haciendo caso a mi promesa.

Tengo claro que no quiero ser alguien que no soy y que, en el momento en el que no pueda serlo, no quiero estar en ese lugar; sea donde sea.

¿Qué ta lleva ‘Paula Marín Psicóloga’ la popularidad 3.0?

Pues no muy bien. Yo antes ya era bastante conocida donde vivo porque siempre tuve mucha vida social y salí mucho por ahí. Ahora, cuando salgo, hay gente que no conozco que se acerca a decirme cosas buenas y no tan buenas; y es como si fuera lo que dices; famosa, pero no me hago a la idea.

Yo escribo como me sale, sin pensar nunca en la repercusión que tiene lo que escribo. Y de repente ves que alguien te dice, «hostia, tú eres la psicóloga«, y es muy raro que te conozcan a ti, pero tú a ellxs no.

Tengo amigos que viven en otras provincias y me dicen que tienen colegas que me siguen, y es extraño. No creo que llegue jamás a acostumbrarme.

Más allá de la sobreexposición mediática ¿Cómo sobrevives al ataque de los ‘haters machistas’, los ‘trolls homófobos’ y demás criaturas de la naturaleza, contrariadas con los derechos humanos?

Sobrevivo flipando. No sé ni cómo lo hago.

En dos ocasiones casi me rompen la cara por ahí al grito de ‘feminazi’. Tuve un juicio con un chaval que me llamaba amenazándome con violarme, y tengo amigos, que no lo eran tanto, que han dejado de hablarme por lo que cuelgo en las redes.

Puedo sobrevivir mejor en el caso de gente que no conozco y que vomita su mierda en las redes. Pero cuando llega a cosas más personales, ya me jode bastante más. Sobrevivo, aunque cuesta.

¿Esa circunstancia fue la que te empujó el año pasado a poner fin a tu actividad divulgadora en la red?

Entre otros factores, sí. Soy bastante emocional y sensible, y las cosas me afectan. Como a todo ser humano, depende del momento por el que estés pasando, y el año pasado no fue mi mejor año. Y si a eso le sumamos el estar constantemente leyendo insultos, pues no mejora demasiado el estado de ánimo.

Por mi salud mental, decidí pensar en mí y abandonar la página, porque me estaba centrando mucho en lo negativo y me hacía bastante daño.

He de decir que no llevo muy bien las críticas destructivas, me cuesta y me duele, y siendo como soy, es difícil manejar todo esto.

Por suerte, regresaste. Pero se desató el pánico entre tus fans. Recibiste cientos de miles de mensajes de apoyo por parte de personas que te reclamaban tus contenidos y tus reflexiones, casi como si de oxígeno se tratara. Alguna persona incluso decía que si tú cerrabas la página, desinstalarían Facebook pues tú eras el motivo por el que entraban cada día. ¿Eres consciente de la forma tan profunda con la que has conectado con tantísima gente? ¿A qué crees que es debido?

Creo que no fui consciente hasta entonces. Me fui, dejé de leer todo lo que me mandaban y me dediqué a mí misma, pero luego fui leyendo lo que me llegaba y quedé pálida. Tantísimo amor y cariño, tantísimos mensajes de apoyo y solidaridad, tantísima empatía… Sí que ahí me di cuenta de que me estaba focalizando en quienes hacían ruido y que no estaba entendiendo realmente que el objetivo de la página estaba siendo superado con creces.

Leí mensajes que te hacen sentir importante; por parte de muchísimas personas que ni siquiera conoces y que admiten que estás aliviando su sufrimiento desde la distancia, con solo ayudarles a sentirse entendidos. Es brutal la sensación.

En 2015, 193 países del mundo se comprometieron a cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU para 2030. No es difícil observar que tus discursos y posicionamientos son concordantes con la agenda mundial por el progreso más ambiciosa hasta la época: (1) fin de la pobreza, (2) hambre cero, (3) salud y bienestar, (4) educación de calidad, (5) igualdad de género, y así hasta el objetivo 17. ¿Cómo es posible que Facebook permita publicaciones denigrantes, sexistas, xenófobas, discursos de odio y apología de la violencia y, sin embargo, bloquee la página de una psicóloga que defiende los derechos humanos?

Pues es posible porque Facebook hace caso a quienes denuncian en bloque; y luego pasa de revisar seriamente el contenido denunciado.

Me cerraron la página por una publicación en contra de las violaciones y otra vez me la cerraron por otra publicación en contra del abuso sexual infantil.

Denuncias una página misógina, homófoba, racista o de maltrato animal y te dicen que ‘no incumplen las normas’. Pero a mí, por mostrar una realidad totalmente devastadora y señalarla, me censuran y bloquean. Incomprensible.

Más allá de tratar temas de enorme repercusión social y de tu labor sensibilizadora sobre temáticas psicológicas, una de las singularidades que te caracterizan es el código con el que te diriges a tu audiencia: sin pelos en la lengua, sensibilizando a base de leña y, a la vez, sin ocultar los límites que te autoimpones para que la popularidad no afecte a tu integridad como profesional y persona. Ejemplo real:

“Todo genera conflicto hoy en día. Ya canso, mucho, porque soy una pava bastante tranquila. Nunca suelo tener jaleos, y aquí todos los putos días por dar MI opinión en MI PEICH. Mirad, si no os molo, dejadme en paz. Hay más páginas por ahí. Pero en serio, dejadme en paz. Que me tenéis hasta el coño. Buenos días!!!”

Paula, ¿Qué es lo peor que te han llegado a decir en las redes?

Tengo la enorme suerte de tener mala memoria para las gilipolleces. Pero me han llamado: racista inversa, fascista de lo español, femimarxista, lesbiana a la que le gusta tragar regla, puta, guarra, cerda, defensora de los violadores de lesbianas, defensora de la mutilación infantil, misógina, fea, ignorante, estúpida, hija de puta, subnormal, enferma, feminazi -por supuesto-, progre, buenista…

Y ya te digo que tengo mala memoria.

Misantropía, sociopatía, violencia generalizada ¿Crees que vivimos un auge del odio gratuito y desenfrenado hacia las demás personas? ¿Es un fenómeno de las redes o también del mundo físico?

Sí. Y por desgracia no solo de las redes, sino del mundo físico. Estamos en una época en la que el odio tiene hasta un partido político que lo legitima, y yo, en la vida hubiera imaginado que llegaríamos a este punto. Pero aquí estamos, con gente dando mítines fomentando el odio a la mujer, al feminismo, a otras razas, a gente extranjera, a la diversidad sexual, lanzando bulos que la gente comparte una vez tras otra, sin tener ninguna consecuencia.

Y la gente odia a un colectivo, o a otro, porque acaban creyendo realmente que son los responsables de sus miserias. No está habiendo una respuesta contundente, ni por parte de la política, ni de la justicia, ni de la sociedad. Y es muy, pero que muy, preocupante

Bajamos de la nube y nos situamos en tu centro de psicología en Avilés ¿Alguna vez ha acudido algún paciente a tu consulta atraído o atraída por tus reflexiones y comentarios en redes sociales?

Muchas. Hay gente que me pone a diario una y mil veces que jamás iría a mí consulta. Pero hay otra gente que viene justo porque se identifica con lo que pongo.

Es curioso, porque yo cuando abrí la página una de las cosas que me prometí es que jamás la utilizaría para captar pacientes. Es más, no tengo ni mi número, ni mi dirección, y jamás digo «Soy Paula Marín Psicóloga, si tenéis un problema venid a verme«. Podría hacerlo, pero nunca he querido que la página fuera un lugar donde publicitarme. Siempre quise que fuera un lugar en el que crear conciencia social y en el que abrirme de una manera real y cero interesada.

No quiero convertirme en una persona que exponga contenidos para que vengan a terapia, porque entonces, lo que hago en las redes, no sería real, ni auténtico y estaría siempre condicionado a la necesidad de tener pacientes. También te digo que cuento con la suerte de no necesitarlo y tener lista de espera.

Cuando empecé en esto, siempre me dije que podría sobrevivir de cualquier manera, para poder quitarme el miedo a decir lo que pienso o siento. Vivo con la idea de que aquí estamos de paso y poco tiempo. Y eso me quita mucho miedo a lo que pueda pasar mañana, porque mañana quizás nunca llegue.

Tu experiencia profesional está marcada por la intervención con víctimas y colectivos estigmatizados; menores en riesgo de exclusión, mujeres prostituidas, colectivo gitano, supervivientes de abuso sexual infantil. ¿Qué has aprendido en este tiempo? ¿Qué diferencia hay entre la psicóloga Paula Marín que comenzó dirigiendo aquel centro de menores en riesgo de exclusión, con la Paula Marín de 2020?

Me vienen a la cabeza dos palabras. Experiencia y libertad.

He estudiado mucho, muchísimo, porque tengo el síndrome del impostor, el creer que no eres lo suficientemente buena. Por eso acumulo tantísimos títulos y por eso siempre estoy interesada en todo.

Pero la Paula Marín de antes -psicóloga y persona- y la de ahora, aunque son la misma, tienen muchísimas horas de formación y de terapia de diferencia.

A veces, me apetece llamar a pacientes de hace 5 años para decirles que vuelvan, que ahora sé mucho mejor cómo poder ayudarles.

Y respecto a la libertad… Ahora soy autónoma, y por eso también pude abrir la página, porque ahora no debo explicaciones a nadie y puedo ser yo misma. Imagínate hacer lo que hago y ser como soy, teniendo jefe. ¡A la puta calle a la segunda publicación!

Eres una firme defensora de la educación sexual y en diversidad afectiva. El mes pasado entrevistamos a Estefanía Igartua Escobar, superviviente de abuso sexual infantil, educadora social y activista por los derechos de la infancia. Estefanía nos contaba cómo la educación sexual es clave para detectar los casos de ASI. Le hicimos esta pregunta a ella, como superviviente ASI y educadora social, y te la hacemos a ti, como psicóloga con experiencia de trabajo con colectivos que han sufrido explotación sexual ¿Qué le dirías a las madres y padres que están en contra de la educación sexual en las escuelas?

Pues que no tienen ni puta idea de la importancia que tiene la educación sexual en los niños y las niñas, y que por sus creencias están, seguramente, jodiendo a sus hijos e hijas.

Y lo siento por ponerme tan drástica en este tema, pero 1 de cada 4 niñas y 1 de cada 7 niños sufre abuso sexual infantil, y la única; o una de las pocas maneras de detectarlo, es precisamente con educación sexual en las escuelas.

Paula, uno de los tópicos entre tus ‘haters’, a falta de recursos dialécticos, es atacar tu imagen, supuestamente alejada de la normatividad en el gremio de la psicología. ¿A caso tus piercing atentan contra el vínculo o la relación terapéutica? ¿Has recibido alguna vez críticas internas de compañeros y compañeras de la profesión?

Muchas promesas debo tener conmigo misma, porque una de ellas era la de no cambiar mi imagen, estuviera donde estuviera. Y una psicóloga se supone que no debe tener 20 piercings, 6 tatuajes -en breve 7-, andar vestida como yo me visto y no peinarse ni maquillarse. Pero bueno, así soy y así me muestro.

Y he ido a conferencias en las que me han mirado mal, y luego he dicho, «soy yo la que la da«, y han flipado. El cambio en la expresión facial cuando se enteran de que soy yo la profesional que viene a dar la conferencia, a veces es brutal.

Pero sin irnos a lo profesional, me ha pasado siempre en lo personal. Toda la vida.

Quisiera concluir la entrevista con la paradoja de la tolerancia de Karl Popper que defiende que si una sociedad es ilimitadamente tolerante, su capacidad de ser tolerante finalmente será reducida o destruida por las personas intolerantes. En consecuencia, para mantener una sociedad tolerante, la sociedad tiene que ser intolerante con la intolerancia. A la luz de Popper, ¿Con qué aspectos y situaciones de la vida es ‘Paula Marín Psicóloga’ intolerante?

Con todo aquello que vaya en contra de los derechos humanos. Tolerancia cero. Creo que no hay que darle alas al fascismo, al racismo, a la homofobia, al clasismo, al machismo… No hay que dar ni un paso atrás, y todo lo que genere odio, hay que atajarlo de raíz.

Paula Marín Psicóloga ¿Cómo te gustaría finalizar esta entrevista?

Pues me gustaría decir a la gente que hay esperanza; pero es que no lo creo. Vivimos en un mundo hostil e injusto que cada vez se acerca más al desastre. Me gustaría ser optimista, y creo que, dentro de mi pesimismo, lo soy.

Que cada uno toque con luz lo que le roce, y dentro de este puto caos, igual encontramos algo parecido a ser libres. Yo creo serlo cada vez que alguien que llega hecho pedazos a mi consulta, sale un poco más entero. Y creo, que eso es lo más cercano a sentirme en paz.

Fotografía por @Laurarodriguezfoto

Fran González
Fran González
Psicólogo, director y fundador de Mente y Ciencia. Graduado en Psicología (UOC). Máster en Investigación en Ciencias Forenses y Victimología (UEMC). Responsable del Grupo de Trabajo de Psicología Basada en la Evidencia en el Colegio Oficial de Psicología (COP-AO). Experiencia docente y de consultoría en prevención del abuso sexual infantil.

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Fran González
Fran González
Psicólogo, director y fundador de Mente y Ciencia. Graduado en Psicología (UOC). Máster en Investigación en Ciencias Forenses y Victimología (UEMC). Responsable del Grupo de Trabajo de Psicología Basada en la Evidencia en el Colegio Oficial de Psicología (COP-AO). Experiencia docente y de consultoría en prevención del abuso sexual infantil.