Según una de las hipótesis más extendidas, un desbalance en las sustancias químicas cerebrales –o neurotransmisores-, constituye una de las principales causas para el desarrollo y mantenimiento de trastornos psicológicos. Asimismo, los medicamentos psiquiátricos están diseñados específicamente para estabilizar estos neurotransmisores, disminuyendo la sintomatología. Sin embargo, la medición objetiva de estas sustancias ha constituido un reto para la ciencia; motivo por el cual los diagnósticos suelen ser puramente clínicos o sintomáticos, y la medicación requiere de un proceso de ajuste. Debido a esto, en un esfuerzo por facilitar el diagnóstico de trastornos afectivos como la depresión, se han desarrollado test que pretenden medir la serotonina en sangre –y otros marcadores biológicos-; y así determinar cómo esta pudiera estar influyendo en el estado anímico de las personas. A continuación, te contamos qué dice la ciencia acerca de estos exámenes y si verdaderamente pueden ofrecernos resultados fiables.
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La función de la serotonina
La serotonina es un neurotransmisor y neuromodulador que tiene una gran importancia en la regulación de los estados anímicos, algunas funciones fisiológicas y varios comportamientos. En los mamíferos, podemos ver su funcionamiento modulador en conductas sociales, conducta de ingesta, sueño y ritmos circadianos, atención, conducta sexual, y muchos otros (Trueta y Cercós, 2012).
Específicamente en el ser humano, cuando se presenta una alteración en el sistema serotoninérgico, se pueden presentar alteraciones comportamentales, emocionales o neurológicas como trastornos alimenticios, depresión, ansiedad, esquizofrenia y epilepsia (Trueta y Cercós, 2012).
La hipótesis serotoninérgica de la depresión
Esta hipótesis, propuesta hace varias décadas, sugiere que la depresión es secundaria a un déficit en la actividad de las vías serotoninérgicas y de otros neurotransmisores, en determinadas áreas cerebrales. Con base en esto, el desarrollo de los antidepresivos se basa en una facilitación de la transmisión de serotonina, noradrenalina y dopamina. Sin embargo, el mecanismo de acción de los antidepresivos es más complejo, así que esta hipótesis puede ser limitada (Aragonés, 2020).
Hipótesis neurotrófica de la depresión
La hipótesis neurotrófica de la depresión, propuesta por Duman y colaboradores (1997, citado por Carvalho, et al., 2015), sostiene que el trastorno depresivo mayor está relacionado con alteraciones neuroplásticas en las áreas cerebrales relacionadas con el procesamiento cognitivo y emocional. Por lo tanto, la exposición repetida a estresores, generaría una alteración en los mecanismos de señalización del factor neurotófico derivado del cerebro -BDNF por sus siglas en inglés- lo que afecta la neurogénesis y la resiliencia. Esta hipótesis sostiene que el efecto de los antidepresivos se debe a un aumento en la actividad del factor en el hipocampo (Duman y Monteggia, 2006; citado por Carvalho, et al., 2015).
La hipótesis del factor de crecimiento endotelial
La hipótesis del factor neurotrófico evolucionó gracias a la evidencia que apunta hacia la participación del factor de crecimiento endotelial vascular – VEGF por sus siglas en inglés-; y en la neurobiología de la depresión mayor. Se ha encontrado evidencia de la participación del factor de crecimiento endotelial vascular en procesos relacionados con angiogénesis, como el cáncer y enfermedades cardiovasculares. Adicionalmente, se ha acumulado evidencia de la participación del VEGF en la depresión y en el mecanismo de los antidepresivos (Carvalho, et al., 2015).
La serotonina en sangre
Con el estudio del genoma humano, y su interés en el diagnóstico temprano de enfermedades, surgieron hipótesis sobre la predisposición genética a la depresión. Algunos estudios indicaron que una variación en la molécula trasportadora de serotonina, podría estar relacionada con un mayor riesgo de desarrollar el trastorno (Papakostas, et al., 2011).
Adicionalmente; es fundamental tener presente que la serotonina no es solamente un neurotransmisor, sino que también está implicada en diferentes procesos fisiológicos como la contracción del músculo liso y la regulación de la presión arterial (Kema, Vries y Muskiet, 2000)
Dificultades en la medición de la serotonina en sangre y otros marcadores
A pesar de que cada vez más profesionales del ámbito biomédico sostienen que la medición de la serotonina –y otros marcadores- en sangre podría facilitar el diagnóstico de la depresión, diversos autores destacan las dificultades que entrañan esta forma de análisis:
- En un metaanalisis realizado por Molendijk y colaboradores (2014, citado por Carvalho, et al., 2015), se encontró que la diferencia en suero del factor neurotrófico era muy baja, cuando se comparaban pacientes con depresión y personas sin depresión.
- Mientras varios estudios sostienen que hay evidencia de un mayor nivel de VEGF en pacientes con depresión, estudios en comparación con sujetos sanos, muestran que no hay mayor evidencia de esta diferencia; esto indica que actualmente siguen siendo resultados con baja validez (Carvalho, et al., 2015).
- En cuanto a la medición del cortisol, tanto en sangre como en orina, se encontró que no todos los pacientes con depresión presentan un exceso en la liberación de éste (Papakostas, et al., 2011).
- Las alteraciones en la molécula transportadora de serotonina, constituyen solamente un porcentaje en el índice de riesgo de desarrollar depresión (Papakostas, et al., 2011).
- Los índices de serotonina en sangre –específicamente en las plaquetas, también llamada serotonina plaquetaria- pueden verse elevados en pacientes con ciertos tumores cancerígenos o tras una ingesta a largo plazo de alimentos ricos en serotonina; y aun así, aunque los niveles sean elevados, puede presentar sintomatología depresiva (Kema, Vries y Muskiet, 2000).
- Finalmente, como se mencionó con anterioridad, la hipótesis de una baja concentración de serotonina es insuficiente para explicar los síntomas de la depresión, y por este mismo motivo, la medición de la serotonina en sangre no garantiza un diagnóstico efectivo (Aragonés, 2020)
Sensibilidad de los biomarcadores en sangre, incluida la serotonina
A pesar de los grandes esfuerzos que se han realizado para desarrollar formas de diagnóstico para el trastorno depresivo, no se ha logrado desarrollar ninguno que realmente tenga una alta sensibilidad y especificidad al trastorno. Los biomarcadores estudiados hasta el momento han demostrado explicar solo una leve porción en la variabilidad del riesgo de desarrollar el trastorno (Papakostas, et al.,2011).
Sin embargo, dado que los biomarcadores son características del individuo, que pueden medirse de forma objetiva y compararse con parámetros de normalidad; actualmente hay diversas líneas de investigación que abarcan muchos posibles factores causantes de la depresión, incluidos los factores neuróticos, marcadores de la función de la serotonina, marcadores bioquímicos e inmunológicos, entre otros (Aragonés, 2020).
Perspectiva actual
En los últimos años se ha investigado la utilidad diagnóstica de nueve biomarcadores: a-antitripsina, apolipoproteína C3, cortisol, mieloperoxidasa, restitina, BDNF, factor de crecimiento epidérmico, prolactina y factor de necrosis tumoral.
Adicionalmente, se tiene en cuenta el sexo y la edad y se interpreta mediante un modelo matemático. Este método ha mostrado una sensibilidad del 91% y un índice de especificidad del 81% para el diagnóstico de la depresión. Sin embargo, aún hace falta realizar más estudios para determinar qué tan generalizable es su uso.
En este artículo se han revisado los marcadores biológicos más estudiados con el objetivo de diagnosticar la depresión; incluyendo la medición de la serotonina en sangre. No obstante, ninguno de estos marcadores tiene un índice de especificidad confiable, pues pueden ser señales de otras patologías sin relación alguna con trastornos afectivos. Asimismo, se ha evidenciado cómo personas con depresión no necesariamente presentan índices alterados en estos marcadores. Esto constituye un problema metodológico importante si estos exámenes son utilizados como herramienta diagnóstica, pues muchos pacientes podrían estar mal medicados y no estar recibiendo el tratamiento adecuado. Es en este punto debe ponerse de relieve la importancia de una adecuada anamnesis y de una evaluación psicológica a profundidad por parte de profesionales especializados en salud mental que ejerzan desde modelos basados en la evidencia científica.
Referencias:
- Aragonés, E. (2020). Determinación de serotonina plasmática y otros neurotransmisores en el diagnóstico de la depresión: evidencia y falsedades. FMC, 27 (3), 131-133.
- Carvalho, et al. (2015). Peripheral vascular endotelial growth factor as a novel depresión biomarker: A meta-analysis. Psychoneuroendocrinilogy, 62 (1), 18-26. pubmed.ncbi.nlm.nih.gov
- Kema, I. P., Vries, E. G., Muskiet, F. (2000). Clinical Chemistry of serotonin and metabolites. Jornal of Chromatography B, 747 (1), 33-48. pubmed.ncbi.nlm.nih.gov
- Papakostas, et al. (2011). Assessment of a multi-assay, serum-based biological diagnostic test fo major depressive disorder: a Pilot and Replicarion Study. Molecular Psychiatry, 18 (1), 332-339. pubmed.ncbi.nlm.nih.gov
- Trueta, C., y Cercós, M. G. (2012). Regulación de la liberación de serotonina en distintos compartimientos neuronales. Salud Mental, 35 (1), 435-443. repositorio.inprf.gob.mx