En un artículo realizado Sandra Alvarado-Grijalba, Claudia Pulido-Suárez y Carlos Rincón-Lozada, publicado en el 2020, en la revista Archivos de Neurociencias; presentan un estudio comparativo a nivel de funciones ejecutivas, en personas condenadas por homicidio, tanto involuntario como doloso.
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Introducción
La violencia en Colombia es considerada un problema de salud pública, debido a la elevada tasa de homicidios. La violencia además ha tenido un impacto negativo en las estructuras familiares, sociales y en las dinámicas individuales. Esto lleva tanto a los perpetradores como a sus víctimas, a estados disociativos y alteraciones cerebrales, que inciden negativamente en su calidad de vida.
Los esfuerzos para mitigar las tasas de homicidio en el país se han centrado en medidas de tipo legal, dejando de lado factores psicológicos relacionados.
Homicidio y funciones ejecutivas
Las funciones ejecutivas se relacionan con las habilidades de planeación, iniciación y mantenimiento de estrategias, inhibición conductual, auto monitoreo de la acción y regulación atencional. Además son un factor importante en la adaptación de individuo a los entornos educativo, familiar y social, pues se relacionan con la adaptación.
El déficit ejecutivo podría estar relacionado con la aparición de conductas disruptivas, incapacidad de planeación y de resolución de problemas, impulsividad y agresividad. Algunas investigaciones afirman que este déficit es característico de individuos que cometen crímenes.
Adicionalmente, suele asociarse al daño frontal, que se relaciona con deterioro en la previsión y control de impulsos; habilidades necesarias para un adecuado control comportamental. En consecuencia, estas personas se rigen por el refuerzo inmediato y no se limitan por costumbres sociales o la inminencia del castigo.
Asimismo, el deterioro en los lóbulos frontales se acompaña de un daño en los circuitos que involucran el hipocampo, la amígdala y la corteza prefrontal. También se han generado algunas hipótesis relacionadas con marcadores somáticos y neuronas espejo.
Un estudio realizado con TEP -tomografía por emisión de positrones- mostró un bajo nivel de glucosa en la corteza prefrontal de homicidas, lo cual se asocia con bajo autocontrol, impulsividad, inflexibilidad y juicio social pobre
Material y método
Este estudio es cuantitativo, y se realizó con un modelo descriptivo comparativo. La muestra se compuso de 80 internos, condenados por homicidio involuntario y doloso, que cumplían con los criterios de inclusión que comprendían; haber sido condenado por homicidio, estar cumpliendo una condena en el establecimiento penitenciario en donde se realizó el estudio y ser varón, mayor de 18 años, cuando se cometió el delito. Se excluyeron aquellos con antecedentes de alteraciones neurológicas o psiquiátricas, incapacidad para comprender instrucciones, consumidores de sustancias, iletrados, o quienes se rehusaran a firmar el consentimiento.
Procedimiento
El estudio se dividió 5 fases. En la primera de ellas se elaboró el estado del arte -base teórica-; en la segunda fase se presentó la propuesta a la institución de máxima seguridad el Barne, en el departamento de Boyacá, Colombia. Para la tercera fase se seleccionaron los grupos, se realizaron las firmas de los consentimientos, se diligenció la ficha sociodemográfica y se aplicó la batería neuropsicológica. En la cuarta fase, se realizó el análisis estadístico, y en la última fase, se realizó el análisis de resultados, la discusión y la presentación del proyecto.
Instrumentos
Para la evaluación de las funciones ejecutivas con personas recluidas por la comisión de homicidio; se utilizó la Batería Neuropsicológica de Funciones Ejecutivas y Lóbulos Frontales BANFE 2. Los resultados de esta prueba se clasifican en 3 áreas específicas: orbitomedial, prefrontal anterior y dorsolateral, y además arroja un puntaje global del funcionamiento ejecutivo.
Además, se utilizó una ficha sociodemográfica en la que se tomaron datos como nombre, estado civil, escolaridad, tipo de delito, tiempo de reclusión, entre otros.
Resultados
La muestra de 80 participantes se dividió en 35 internos condenados por homicidio involuntario y 45 por homicidio doloso. Asimismo, las edades estuvieron comprendidas entre 21 y 63 años, con un promedio de 37,9. A nivel educativo, el 60% de los participantes había finalizado el bachillerato, mientras que el estado civil predominante fue unión libre con un 40%.
Adicionalmente, en el análisis estadístico de los resultados de la evaluación, no se evidenciaron diferencias significativas entre ambos grupos, en ninguna de las áreas. Sin embargo, fue evidente una alteración en las funciones ejecutivas en más de la mitad de los participantes internados por homicidio; principalmente en áreas orbito medial y el área dorsolateral.
Discusión
El homicidio como un problema de salud pública es considerado la forma más grave de los crímenes violentos. Para su tipificación, se tiene en cuenta no solamente las consecuencias que trae para la víctima; sino también para su núcleo familiar, para el perpetrador y para la comunidad.
En el presente estudio se evidenció una alteración severa en el área orbitomedial de 52 internos, lo cual equivale al 65% de la muestra. En consecuencia, como se ha presentado en otros estudios, se concluye que la población carcelaria presenta dificultades en procesos de inhibición y toma de decisiones.
También se ha referenciado cómo las alteraciones en la toma de decisiones y la inhibición conductual, junto con un pobre aprendizaje de los errores, se relaciona con la dificultad de los sujetos violentos para acceder a sus emociones.
Asimismo, las alteraciones en la región orbitofrontal también se evidencian en dificultades en control motor, planeación visoespacial, regulación emocional y de conductas afectivas, y un inadecuado control de impulsos.
Con respecto a la corteza prefrontal anterior se encontró una alteración leve moderada en el 39% de la muestra, lo cual indica alteraciones en procesos de abstracción, capacidad de productividad, selección de respuestas con sentido figurado, comparación y comprensión, junto con fallos en estrategias de memoria y de evaluación del desempeño propio.
En relación con otros estudios
En adición, varios autores han publicado hallazgos en los que se afirma que en poblaciones asociadas a homicidios y conductas violentas suele presentarse un daño anatómico y funcional en lóbulos frontales. De igual forma, se reportan en la literatura alteraciones en procesos atencionales ejecutivos; lo que indicaría que un déficit de atención podría constituir un factor de riesgo para el desarrollo de problemas de conducta, comportamientos delictivos y agresividad.
Por otra parte, el 80% de la muestra presentó alteraciones desde leve a severa a nivel de la corteza dorsolateral. Estos resultados indican fallos a nivel de memoria visoespacial, memoria de trabajo, organización, planeación, fluidez verbal, solución de problemas, y en tareas auto dirigidas, lo cual se ha podido correlacionar con estudios de neuroimagen en homicidas, en donde se evidencian daños en el área dorsolateral de lóbulo frontal.
Finalmente, el 59% de las personas que habían cometido homicidio presentan una alteración severa a nivel de las funciones ejecutivas globales; lo cual se evidencia en fallos para seguir reglas, respetar límites, inhibir respuesta, flexibilizar pensamiento, fluidez verbal, abstracción y planeación orientada a una meta.
Estos resultados indicarían que las alteraciones en los lóbulos frontales constituyen un factor de riesgo para la ejecución de conductas violentas y antisociales, y delincuencia. Además, las personas bajo reclusión penitenciaria tendrían dificultades para establecer nuevos repertorios conductuales, baja capacidad de estrategias operativas o pobre anticipación de consecuencias.
Adicionalmente, varios estudios han encontrado que personas con bajos recursos económicos y situaciones sociales de vulnerabilidad; como bajo nivel educativo, o violencia en la infancia, son más propensos a cometer delitos y ser judicializados; en el presente estudio, la mayor parte de la muestra pertenecía a un estrato socioeconómico bajo, con un nivel educativo entre primaria y secundaria.
Conclusión
La investigación confirmó las hipótesis de una relación directa entre conductas delictivas -en personas que cometieron homicidios o no- y las alteraciones en las funciones ejecutivas. Sin embargo, es necesario realizar estudios comparativos con grupo control y analizar estas variables en grupos de mujeres, teniendo en cuenta otras variables.
Referencias
• Alvarado-Grijalba, S. L., Pulido-Suárez, C. B., Rincón-Lozada, C. F. (2020). Desempeño de la Función Ejecutiva por áreas, en internos condenados por homicidio involuntario y doloso. Archivos de Neurociencias (Mex), 25 (1), 19-31.