Cognitivismos y conductismos: mitos sobre cognición y conducta

Entre los mitos más importantes que rodean el estudio de la cognición y la conducta se encuentra la idea de que sus teorías son independientes o irreconciliables.

Aunque la psicología es una ciencia relativamente nueva, su historia se encuentra llena de reformulaciones teóricas, descubrimientos y pugnas ideológicas, que la describen como una disciplina en un estado de constante enriquecimiento, transformación y reinvención. Desafortunadamente, dicho recuento de acontecimientos, no se encuentra exento de malentendidos, sobrentendidos y ficciones, que han guiado a muchos psicólogos y pensadores a debates improductivos sobre diversos temas del interés de esta ciencia. Entre las tergiversaciones más comunes en este sentido, se encuentran los mitos que rodean el estudio de la cognición y la conducta, así como las diferencias entre los representantes más significativos de estas dimensiones: el cognitivismo y el conductismo.

En algunos casos, los errores conceptuales sobre dichos objetos de estudio, son el resultado del reconocimiento de una supuesta revolución ideológica dentro de la psicología; la cual definiría la corriente conductista y la cognoscitivista, como teorías irreconciliables. De igual manera, muchos de los mitos generados sobre la confrontación o incompatibilidad de tales escuelas, pueden ser el producto de la malinterpretación (a veces deliberada) de las nociones de conducta y cognición durante la exposición de un argumento.

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Dado el papel central que estas dimensiones juegan dentro de la psicología, es importante aclarar, en lo posible, los errores que pudieran generarse sobre tales ideas. Por tal motivo, a continuación, se comentarán algunas de las malinterpretaciones más comunes a este respecto.

Malentendidos en la conceptualización de cognición y conducta

Es necesario comenzar aclarando que no existen conceptos definitivos o unitarios sobre la cognición o la conducta. Por un lado, el primer término hace alusión a un gran número de procesos conscientes, como la percepción, el pensamiento y la memoria; así como a procesos no conscientes, como el análisis de datos sensoriales en percepciones y el control neuronal de procesos fisiológicos (Matsumoto, 2009). No obstante, aún dentro de las ciencias cognitivas existen distintos niveles de explicación al rededor de esta dimensión. Ya sea a partir de la información que se procesa, el tipo de trasformaciones que se llevan a cabo, o los recursos y la forma en que estas tareas tienen lugar (Primero, Barrera, 2020).

Por su parte, el concepto de conducta también puede interpretarse en diferentes niveles. Definiéndose, de manera general, como cualquier actividad exhibida por los organismos vivos (Matsumoto, 2009), hasta ser descrita como una respuesta ante los estímulos del medio; en ciertos casos incluyendo, y en otros excluyendo, la experiencia subjetiva (Primero, Barrera, 2020).

El error más común relacionado con el uso de estos conceptos, es el interpretarlos como verdades absolutas e incuestionables; para con ello defender la propia postura y descartar todo aquello que no corresponda a nuestras suposiciones. Ante esta situación, es importante enfatizar que esta tergiversación es más frecuente dentro de debates académicos, que en la práctica misma de la investigación en psicología. En este último terreno, los distintos objetos de estudio se categorizan, generalizan o segmentan con el fin de facilitar su análisis y comprensión. Pero al hacerlo, los investigadores suelen ser conscientes de la estrategia aplicada; limitando expresamente sus resultados al marco de interpretación que se ha tomado en cuenta.

Mitos sobre el estudio de la cognición y la conducta

El estudio de la cognición y la conducta por la psicología ha generado numerosos mitos sobre estos dos conceptos. Algunos de los más destacados son los siguientes:

  • El estudio de la cognición y el de la conducta son corrientes unitarias. Uno de los mitos más frecuentes alrededor de la cognición y la conducta es el considerar que su estudio se encuentra basado en versiones únicas. De esta forma, escuelas como el conductismo o el cognoscitivismo son reducidas a sus principios más conocidos o básicos, sin considerar las diferentes posturas que estas corrientes comprenden.
  • El estudio de la conducta es el conductismo, y el de los fenómenos cognitivos el cognoscitivismo. Existe en la cultura general la tendencia a definir las diferentes corrientes teóricas en psicología a partir únicamente de sus objetos de estudio. De esta forma, se ignoran o confunden las especificaciones y desarrollos teóricos de cada postura. Por otro lado, hay quien considera que el conductismo y el cognoscitivismo son las primeras y principales corrientes que estudiaron la conducta y los fenómenos cognitivos respectivamente. Lo que significa ignorar una importante gama de escuelas psicológicas que analizan e interpretan dichas dimensiones, pero desde diferentes perspectivas.
  • El conductismo y el cognoscitivismo fueron, en su momento, las corrientes dominantes en psicología. Una simplificación arbitraria, pero muy común, de la historia de la psicología ha generado el mito de que el conductismo, y luego el cognoscitivismo fueron los principales o únicos paradigmas dentro de la psicología en su tiempo. Dicha postura, es el reflejo de una visión típicamente hermética por parte de muchas culturas occidentales, que consideraban que lo único existente o importante en materia académica sucedía en sus propias universidades o en sus propios países.

(Hobbs, Burman, 2009; Zumalabe, 2012; Primero, Barrera, 2020).

‘La revolución cognitiva’

Además de la supuesta prevalencia del conductismo y el cognoscitivismo en la historia, existe la controvertida idea de una supuesta ‘revolución cognitiva’ que remplazó el paradigma conductista en el mundo de la psicología, con el cognoscitivista. Dicho tema ha sido objeto de incontables debates formales e informales, y no se pretende aquí llegar a una conclusión definitiva. No obstante, es posible decir que esta discusión tiene que ver mucho con la interpretación de ciertos eventos en la historia de la psicología (Hobbs, Burman, 2009).

Por un lado, fue posible observar la alineación de diferentes corrientes psicológicas en todo el mundo, que se enfocaban en el estudio de los procesos cognitivos, y que a la par, consideraban al conductismo como una aproximación limitada y limitante para dicho estudio (Zumalabe, 2012). No obstante, al analizar el camino que ha recorrido la psicología a lo largo del tiempo, es posible observar que nunca existieron paradigmas hegemónicos que fueran derrocados por nuevas doctrinas; sino una pluralidad de enfoques que, en muchas ocasiones, poseían argumentos en común; o incluso, surgían de postulados similares. En muchos sentidos, este era el caso del cognoscitivismo, el cual comparte supuestos pertenecientes a ciertas versiones del conductismo metodológico y mediacional (Hobbs, Burman, 2009; Primero, Barrera, 2020).  

Mitos sobre el estudio de la cognición y de la conducta como corrientes no relacionadas

  • El conductismo no se interesa por los fenómenos cognitivos. Un mito que prevalece, aún dentro de la comunidad académica, es la idea de que el conductismo no se interesa en la cognición, limitándose a analizar solo la conducta observable. Ante esta afirmación, es importante aclarar que diversos autores conductistas sí han estudiado los procesos psicológicos; no obstante, no los consideran fenómenos metafísicos, sino eventos conductuales privados cuyo origen puede ser explicado por factores biológicos.
  • El cognoscitivismo es un mentalismo. Uno de los argumentos más comunes para separar el cognoscitivismo del conductismo, es la suposición de que las corrientes cognoscitivistas se enfocan en el estudio de la mente; una dimensión que, al no ser observable, no sería del interés de los conductistas. Frente a este malentendido, es crucial recordar que la psicología cognitiva surge como una ciencia objetiva de la mente, que se apoya en otras disciplinas como el estudio del desarrollo y la neurología, para comprender el funcionamiento, evolución y correlatos biológicos de los procesos mentales. Por tal motivo, no puede ser llamado un mentalismo, en el sentido de considerar la mente como una entidad metafísica.

(Zumalabe, 2010; Primero, Barrera, 2020).

La importancia de superar los mitos alrededor del estudio de la cognición y la conducta

Finalmente, es importante destacar el alto valor que tiene dejar atrás los mitos que rodean al estudio de la cognición y la conducta. En un sentido práctico, este tipo de malentendidos y manipulaciones solo generan debates improductivos que obstaculizan el trabajo de los investigadores realmente comprometidos con la construcción del conocimiento. Además, evitan la integración de las aportaciones generadas por las distintas corrientes psicológicas con el fin de resolver problemas concretos. En relación a esto, es posible mencionar la psicoterapia cognitivo conductual, la cual intenta fusionar las técnicas de la terapia cognitiva con la terapia conductual, bajo la creencia de que los pensamientos, las emociones y el comportamiento son aspectos de un solo sistema en el que el cambio de cualquiera afecta a los demás (Matsumoto, 2009).

Aunque la TCC no brinda una respuesta completamente satisfactoria a las diferencias teóricas de fondo que existen entre las corrientes que la componen; es una colaboración técnica que ha demostrado su utilidad frente a distintas problemáticas clínicas. Debido a esto, dicha escuela psicoterapéutica surge como un ejemplo claro de lo que puede lograrse cuando las controversias ociosas y malintencionadas son hechas a un lado; para en su lugar, explotar de manera productiva los puntos en común que tienen aquellas corrientes que basan sus resultados en la evidencia científica.

Al final, es posible afirmar que solo esfuerzos de este tipo serán capaces de transformar la psicología en una disciplina realmente útil para la sociedad; en lugar de ser solo un terreno de discusiones absurdas, donde académicos y fanáticos alejados de los fenómenos estudiados, juegan con las palabras para convencer a seguidores y legos de que son ellas o ellos los que tienen y tendrán la última palabra.

Referencias

  • Hobbs, S., Burman, J. (2009). Looking back: Is the cognitive revolution a myth? The Psychologist, volumen (22), número (2), pp. 812-815. thepsychologist.bps.org.uk
  • Matsumoto, D. (Ed.) (2009). The Cambridge Dictionary of Psychology. Cambridge University Press. web20kmg.pbworks.com
  • Primero, G., Barrera, S. (2020). Cognitivismos y conductismos: mitos que obstaculizan el diálogo, análisis de los conceptos de conducta y cognición, y propuestas de integración teórica. Scientia in Verba Magazine, volumen (6), número (1), pp. 17-46. drive.google.com
  • Zumalabe, J. (2012). La transición del conductismo al cognitivismo. EduPsykhé, volumen (11), número (1), pp. 89-111. dialnet.unirioja.es

Créditos de imágen de portada: Foto de Andrea Piacquadio de Pexels

R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.

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R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.