En la mayoría de culturas se ha establecido que los seres humanos debemos ingerir alimentos entre de 3 a 5 veces diarias. Mientras que en oriente muchas culturas mantienen un régimen orientado hacia comer lo necesario, o un poco menos, en occidente nos estamos enfrentando a un problema de obesidad debido a que ingerimos más calorías de las que gastamos. A pesar de que culturalmente la comida tiene un gran componente social, nuestro cuerpo cuenta con mecanismos biológicos de la saciedad, cuya función es avisarnos que hemos comido suficiente y que deberíamos detenernos. A continuación te explicamos en qué consisten.
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La homeostasis, el equilibro del organismo
En 1865, Claude Bernard habló del ambiente corporal interior constante, que en 1926 fue reemplazado por el término homeostasis por Walter Bradford Cannon. El equilibrio hace referencia a las condiciones constantes en las que se mantiene el cuerpo, principalmente a nivel de estados fisicoquímicos. Este mantiene todos los órganos del cuerpo funcionado óptimamente, adaptándose a los cambios para retornar siempre al equilibrio (Davies, 2016). Es por esto que, frente a determinadas condiciones el cuerpo, genera unas señales para que ejecutemos conductas que regulen el equilibrio interno, como la sed cuando necesitamos agua, el hambre cuando necesitamos nutrientes, o el sudor cuando necesitamos enfriarnos, entre otros.
¿Cómo sabemos que debemos comer?
El cerebro constantemente recibe señales de nuestras reservas de nutrientes. Cuando se da una disminución en estos – cuando se altera la homeostasis – aparece la hipoglucemia, lo cual genera una alerta para que se ejecuten conductas que contrarresten esa falta de nutrientes, de esta forma, sentimos hambre (Basain, et. al, 2017). Además, el estómago y el intestino delgado producen la hormona ghrelina, cuando no hay alimentos en el tracto digestivo (Basain, et. al, 2017).
Señales químicas de la saciedad
Desde el momento en que el alimento ingresa al organismo, se activan órganos y estímulos para establecer el momento en que es adecuado detener la ingesta. Dentro de estos se encuentran:
- La mucosa intestinal produce colecistoquinina cuando llegan al duodeno los primeros fragmentos de la digestión de lípidos y proteínas, estimulando la actividad enzimática del jugo pancreático, la liberación de bilis y el crecimiento celular pancreático.
- La hormona oxintomodulina se libera desde el intestino, originando una reducción en el tamaño de la porción de alimento ingerida. Su liberación se incrementa en relación directa con el consumo de calorías; además, se presenta en mayor cantidad en la noche, y disminuye en la mañana.
- La amilina es secretada de manera simultánea con la Insulina desde las células beta del páncreas. Este péptido contribuye con la regulación de la glucosa, la inhibición de la secreción de glucagón y el retraso en el vaciado gástrico; induciendo la reducción en la ingesta de alimentos.
- El péptido similar al glucagón potencia la secreción de insulina en respuesta a la ingesta de nutrientes.
- El tracto digestivo también libera el péptido YY, relacionado con el consumo de energía, la regulación del peso corporal y la sensación de saciedad, en especial tras la ingesta de grasas.
- El polipéptido pancreático es una hormona secretada por el páncreas y en menor medida por el colon. Esta inhibe el vaciado gástrico, la actividad motora, el peristaltismo, la movilidad de la vesícula y la secreción exocrina pancreática.
Otros factores que influyen en la percepción de saciedad
Además de las sustancias químicas que informan al cerebro de que el organismo ha recibido la cantidad suficiente de nutrientes, existen otras señales que pueden influir en la conducta alimentaria. De acuerdo con Carlson (2018) dentro de estos se encuentran:
- Señales sensoriales: Investigaciones descubrieron que la sensación de saciedad no se percibe únicamente por la cantidad de comida, sino también por la información que llega a los sentidos. El olor y el sabor pueden darnos información acerca del contenido calórico de los alimentos; asimismo, la cantidad observada y la presentación de la comida influye en la percepción de saciedad.
- Factores ambientales: El entorno en el que comemos también influye en la cantidad de alimentos que ingerimos. Por ejemplo, cuando comemos en compañía de otras personas, cuando el alimento es más sabroso o en una mayor porción, o dependiendo de la hora del día puede tenderse a comer más.
- Señales gástricas e intestinales: Además de las sustancias que se segregan en el cuerpo, tanto el estómago como los intestinos poseen receptores de nutrientes que le indican al organismo cuando ha recibido la cantidad suficiente.
Saciedad a largo plazo
Los mecanismos mencionados previamente responden a señales de saciedad a corto plazo. Sin embargo, a largo plazo también recibimos señales que nos indican cuando debemos ingerir menos alimentos, dependiendo del peso corporal. De esta forma, las señales de saciedad a corto plazo se pueden ver modificadas, con el fin de mantener un peso saludable. Es decir, las señales procedentes de depósitos de nutrientes -principalmente de tejido adiposo- pueden inhibir o estimular las señales de hambre o saciedad.
Señales cerebrales de saciedad
Finalmente, aunque la mayoría de las señales de saciedad provienen del aparato digestivo y de depósitos de grasa, estas señales están dirigidas al cerebro, con el fin de modificar la conducta. Dentro de los mecanismos encefálicos se encuentran (Carlson, 2018):
- Tronco encefálico: Las conductas básicas de ingesta, masticación y deglución están coordinadas por circuitos cerebrales primitivos, dada la importancia para la supervivencia del individuo. Además, tiene zonas a las que llegan directamente información gustativa, señales de órganos internos y de glucosa.
- Hipotálamo: La hormona concentradora de melanina y la orexina que se generan en el hipotálamo lateral, están relacionadas con la sensación de hambre y la disminución del metabolismo. Por su parte, el hipotálamo ventromedial es fundamental en la regulación de la saciedad; la leptina y el CART – transcripción regulada por anfetamina y cocaína- hacen parte de las sustancias que inhiben la conducta de alimentación.
Conclusiones
Como se puede observar, son muchos los mecanismos biológicos de la saciedad; sin embargo, dado que el ser humano es un ser gregario, actualmente la conducta alimentaria, como ingesta de nutrientes, ha pasado a un segundo plano y ahora es medida por factores sociales, culturales y emocionales. Muchas veces, aun cuando nuestro cuerpo intente decirnos que hemos comido suficiente, el entorno nos llama a comer más. También ocurre de una forma opuesta, cuando el organismo necesita nutrientes, pero los cánones de belleza y la extrema delgadez impuesta por los medios y pasarelas, llevan a las personas a comer menos de lo necesario. Es fundamental cambiar la concepción que se tiene de la comida, con el fin de darle al cuerpo los nutrientes necesarios y suficientes para funcionar de forma eficiente, sin poner en riesgo nuestra salud.
Referencias
- Basain, J. M. et. al. (2017). Influencia en el balance energético de los factores que regulan el control del apetito y la saciedad a corto plazo. Rev Cubana Pediatr, 89 (2), 187-202. Recuperado de: https://www.medigraphic.com/cgi-bin/new/resumen.cgi?IDARTICULO=73067
- Carlson, N. (2018). Fisiología de la Conducta. Madrid: Pearson.
- Davies, K. (2016). Adaptative Homeostasis. Molecular Aspects of Medicine, 49, 1-7. Recuperado de: https://reader.elsevier.com/reader/sd/pii/S0098299716300231?token=8B024179A4FC9E6630BEACB773AA93968553B821F3DFA7D51FA67D2FF44D995E67B4570F6FEE2F0462AA548B9F7C57A8