El análisis funcional es una de las herramientas más importantes para la modificación conductual, ya que tiene como objetivo comprender las causas de problemas comportamentales existentes. De acuerdo a este enfoque, la conducta debe ser el objeto de estudio principal de la psicología; siendo su objetivo el descomponer e identificar aquellas unidades funcionales que la integran. Bajo esta perspectiva, definiciones propias de la psicología, como emoción, personalidad o asertividad, son considerados conceptos pseudoexplicativos que aluden de manera sesgada a secuencias de estímulos y respuestas que podrían ser mejor interpretadas a partir del análisis funcional (Froxán 2020).
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¿Qué es el análisis funcional?
El objetivo principal del análisis o evaluación funcional es encontrar información que ayude al profesional a determinar las razones por las que un determinado problema de conducta está ocurriendo. Para ello, recopila información sobre los antecedentes y consecuencias relacionadas funcionalmente con la aparición de dicho conflicto (Miltenberger, 2013).
El análisis funcional considera la conducta como una secuencia continua sin principio, ni fin; donde los elementos que la conforman solo son respuestas o estímulos en virtud de la función que cumplen en un determinado momento y ante una respuesta particular. De esta forma, el estudio de una dimensión específica requiere la selección de la respuesta que se desea analizar (Froxán, 2020).
En términos concretos, un problema de conducta presenta determinados eventos antecedentes, así como va seguido por la exposición a reforzadores potenciales. Ante esto, este método experimental se sirve de la manipulación de las distintas variables antecedentes y consecuentes; con el fin de evaluar las posibles funciones del conflicto conductual que se requiere modificar. Tras esta evaluación, se utiliza la información obtenida para realizar algún tipo de intervención modificando los factores identificados; dando lugar a conductas alternativas más apropiadas (Miltenberger, 2013).
Como ya se ha expuesto, esta clase de evaluación experimental considera la conducta como el eje de la investigación e intervención clínica. Por tal motivo, fenómenos que otros enfoques de la psicología explican a través de definiciones de carácter vago o subjetivo, son vistos por el análisis funcional como una serie de conductas; cuya ocurrencia está en función de variables ambientales.
A continuación, se describirá la forma en que algunas definiciones propias de la psicología son descritas por el análisis funcional. Esto, con el fin de comprender el carácter práctico y metódico de esta metodología de intervención clínica.
Definiciones de procesos básicos en psicología según el análisis funcional
- Emoción (emocionarse): Para el análisis funcional, la emoción es un modelo conductual que reúne la predisposición a actuar de una forma en particular en función de una serie de circunstancias. Estas respuestas se encuentran determinadas por una historia de aprendizaje previa, que permite predecir este comportamiento. La respuesta etiquetada como emocional aplicada a una respuesta, ya sea motora, expresiva o fisiológica, dependerá tanto del tipo de estímulo (aversivo o apetitivo) como de la contingencia (positiva o negativa). Por ejemplo, un sonido muy intenso y repentino (EI aversivo) puede generar una respuesta calificada como miedo.
- Motivación (operación motivadora): Desde esta postura, la motivación sería cualquier operación ambiental que afecta temporalmente la eficacia del reforzador; incrementando el poder evocador de los estímulos y alterando la frecuencia de las conductas asociadas a la aparición del mismo. De esta manera, la motivación es en sí misma un comportamiento, y no un estado subjetivo; esto es, una manipulación en el entorno que tiene un efecto sobre otro comportamiento determinado. Por ejemplo: dejar los cigarrillos en casa, obstaculizaría la conducta de fumar, disminuyendo potencialmente su frecuencia.
- Pensamiento (pensar): De acuerdo al análisis funcional, el pensamiento es una conducta encubierta. Esto es, respuestas emitidas por las personas, pero que solo pueden ser observadas por ellas mismas. Frecuentemente, el pensamiento se percibiría a partir de conductas verbales; pero sería posible imaginar objetos y situaciones sin hacer uso de las palabras, estimulando cualquier modalidad sensorial de forma privada. Estas conductas son respuestas adquiridas a lo largo de una historia de aprendizaje, en función de las mismas variables que el resto del comportamiento. Por ejemplo, evocar la imagen de una hoja de papel ante la palabra ‘papel’.
(Pérez, et.al 2017; Froxán, 2020).
Definiciones en psicología clínica de acuerdo al análisis funcional
- Creatividad: Son conductas emergentes que no pueden ser directamente explicadas por las contingencias a las que el sujeto ha sido sometido, ya que se presentan por primera vez sin haber sido reforzadas previamente. Su aparición es explicada por el análisis funcional en virtud de la posibilidad de generalización de las diferentes conductas aprendidas ante contextos novedosos. En este sentido, entre menos específicos hayan sido los estímulos que controlaron esa conducta, más generalizables serán las conductas aprendidas. Por otro lado, se considera que ninguna situación es del todo novedosa; por lo que la conducta creativa se desarrollará en virtud de los estímulos discriminativos presentes.
- Personalidad: De acuerdo a este esquema, se considera un repertorio básico de comportamiento relativamente estable en el tiempo, presente en una amplia gama de situaciones estimulares. Su estabilidad se presenta en virtud de un reforzamiento constante de las respuestas que integran este repertorio; por lo que, según el análisis funcional, los patrones de conducta pueden cambiar en contextos diferentes o novedosos. Por ejemplo, una persona extrovertida que se muestra reservada en su primer día en un trabajo nuevo.
- Autoestima: De acuerdo al análisis funcional, la autoestima es un conjunto de verbalizaciones con las que las personas se describen a sí mismas, y que provocan una serie de emociones capaces de discriminar una secuencia de respuestas operantes de las que se anticipa un reforzador. Dichas verbalizaciones relacionan características físicas y conductas personales con una serie de adjetivos condicionados como apetitivos o aversivos. De esta forma, se hablaría de una alta o baja autoestima, en razón del tipo de estímulos (apetitivos o negativos) a los que se está expuesto y su relación con el propio repertorio comportamental.
(Froxán, 2020).
Definiciones surgidas de la psicología explicadas por el análisis funcional
- Resiliencia: De acuerdo al análisis funcional, la resiliencia es el resultado del uso de estrategias efectivas de afrontamiento frente a estímulos desagradables, con el propósito de eliminar las respuestas condicionadas asociadas a la tristeza, el malestar o el enfado; o bien, el inicio y mantenimiento de actividades reforzantes en situaciones en el que uno o varios estímulos que funcionaban como operaciones de establecimiento hayan desaparecido. El uso de este tipo de conductas se presenta en virtud del éxito que han tenido en situaciones similares. Un ejemplo de ello, es realizar ejercicio para sobrellevar una ruptura.
- Asertividad: El análisis funcional reconoce como asertivo aquel comportamiento que, emitido en una situación de conflicto, reduce o impide la aparición de respuestas intensas y desagradables para todos los implicados. Estas conductas son capaces de expresar adecuadamente los deseos y opiniones del hablante, y su ejecución no se encuentra relacionada con la experimentación de respuestas de ansiedad, miedo y vergüenza.
- Impulsividad: De acuerdo a este enfoque, es un patrón conductual que se caracteriza por una baja latencia de respuesta operante una vez que se presenta el estímulo discriminativo. Un comportamiento impulsivo es, además, aquel que se emite consistentemente con el fin de obtener el reforzador más inmediato, aun cuando existan otros de mayor calidad.
- Apego: Según esta postura, el apego es una historia de intercambio de reforzadores entre dos personas que hacen que se condicione apetitivamente tanto la interacción como la persona en sí misma. La ‘persona significativa’ es un estímulo condicionado, y su proximidad provoca respuestas asociadas con sentimientos agradables. Debido a ello, ante situaciones desagradables, se busca la cercanía de esta persona para reducir el malestar e incrementar las respuestas agradables.
(Froxán, 2020).
Conclusión
Si bien el análisis funcional no pretende interpretar o traducir definiciones de otras posturas teóricas y prácticas en psicología a partir de sus propios principios, los promotores de este enfoque buscan explicar distintos fenómenos comúnmente observados en el ámbito clínico en términos conductuales o funcionales, evidenciando que determinadas terminologías podrían ser irrelevantes, innecesarias o circulares, careciendo de significado en si mismas.
Referencias:
- Froxán, M. (2020) Análisis funcional de la conducta humana. Madrid, España. Ediciones Pirámide.
- Miltenberger, R. (2013) Modificación de conducta: Principios y procedimientos (5a ed.). Ediciones Pirámide. academia.edu
- Pérez, V., Gutiérrez, M., García, A., Gómez, J. (2017) Procesos Psicológicos Básicos. Un Análisis Funcional. Madrid, España. UNED. academia.edu