El envejecimiento cerebral es un proceso que se manifiesta a partir de cambios en el rendimiento cognitivo; los cuales, muchas veces se traducen en la disminución de ciertas capacidades como la agudeza perceptual, la memoria o la velocidad de procesamiento. Afortunadamente, los nuevos avances científicos en torno al estudio del cerebro y su plasticidad han descubierto que el avance de dicho proceso puede llegar a reducirse en algunos casos, cuando se practican ciertas actividades que fomentan el aprendizaje.
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El nuevo paradigma del envejecimiento
Por mucho tiempo dominó la idea de que el deterioro que ocurre a nivel cerebral no tenía remedio y era irreparable; sobre todo, en los casos en los que una persona sufre algún tipo de lesión. Sin embargo, los distintos avances científicos en materia de exploración neurológica han logrado que este paradigma sea sustituido por la nueva noción de plasticidad cerebral. Dicha facultad se define como la adaptación funcional del sistema nervioso central para minimizar los efectos de las alteraciones estructurales o fisiológicas, sea cual fuere la causa originaria. Aunque La capacidad del cerebro para adaptarse y compensar a una lesión o deterioro es mayor en el cerebro inmaduro que en el del adulto, esta se encuentra presente en cualquier momento de la vida (Pascual-Castroviejo, 1996).
Este relativamente nuevo paradigma haría posible que, en un futuro, ya no se sigan manteniendo los estereotipos negativos en torno a la vejez; evitando con ello, que la vejez sea percibida como un sinónimo de enfermedad.
Conociendo más nuestro cerebro
El cerebro está formado por dos hemisferios cerebrales que rodean y ocultan la mayor parte del tronco encefálico. Por toda la superficie de los hemisferios cerebrales aparecen crestas elevadas de tejido denominadas circunvoluciones separadas por depresiones profundas llamadas surcos. Además, también existen depresiones más hondas denominadas cisuras, que separan grandes regiones del encéfalo. Los hemisferios cerebrales están separados por una cisura denominada interhemisférica. Otras cisuras y surcos dividen cada hemisferio cerebral en varios lóbulos, denominados según el hueso craneal situado por encima (Marieb, 2008).
El lenguaje, la memoria, la lógica y la respuesta emocional, así como la conciencia, la interpretación de las sensaciones y el movimiento voluntario, son funciones de las neuronas de la corteza cerebral (Marieb 2008).
Envejecimiento cerebral
El envejecimiento cerebral se puede definir como la pérdida de la capacidad de adaptación a cualquier cambio, aguda o crónica, necesaria para una vida de relación normal. Por lo general, las estructuras más antiguas son las primeras afectadas (Escobar, 2001).
Entre los cambios a nivel cerebral más importantes que se presentan con el paso del tiempo se encuentran los siguientes:
- Disminución del peso y volumen cerebrales.
- Atrofia cortical.
- Pérdida de neuronas corticales y de algunos núcleos subcorticales.
- Aumento de gránulos de lipofuscina en neuronas y glías -células neuronales de soporte-.
- Cambios hipertróficos en la glía astrocitaria.
(Escobar, 2001).
El envejecimiento cerebral normal, sin que se presenten patologías o anomalías, se caracteriza por la manifestación de algunos cambios cognitivos en la memoria, rapidez de pensamiento y razonamiento (Petersen, et.al citados por García-Sánchez, Estéves-González, 2002).
Ningún humano está exento de sufrir cambios en su vejez, pero sí existen ciertos factores que determinan la llegada e impacto de los mismos, como la llamada capacidad intelectual, la alimentación o los factores hormonales y genéticos. De acuerdo a ciertos autores, el cuidado adecuado de estas variables puede influir positivamente en este proceso, reduciendo el riesgo de desarrollar demencias en el futuro (Escobar, 2001).
En este sentido, sería muy importante realizar ciertas actividades de aprendizaje y memoria -estimulación cognitiva- que puedan prevenir posibles dificultades intelectuales y cognitivas secundarias al envejecimiento cerebral
Control del envejecimiento cerebral
Basados en la teoría de que la actividad intelectual puede prevenir el deterioro cognitivo, algunos especialistas opinan que sentirse útil y productivo sería un requisito importante para tener un envejecimiento activo (Tirro, 2016).
Algunas actividades sugeridas en este sentido son:
- El aprendizaje, ya que permite estar inmerso en nuevos esquemas de pensamiento que promueven la proliferación de nuevas neuronas. Además, ayuda al mantenimiento de las mismas, así como su funcionalidad y prolongación.
- Actividades asociadas con la educación, por ejemplo, la lectura de libros y artículos, la escritura, el debate mediante el diálogo con otros, etcétera.
- El ejercicio físico, las experiencias culturales y el estilo de vida que mantenga la persona, también son de vital importancia para tener un envejecimiento cerebral satisfactorio y saludable.
- Actividades de ocio y tiempo libre, como la pintura, juegos de memoria, crucigramas, sopa de letras, acertijos o trabalenguas. Estas actividades incluso pueden fungir en función de ser algo que pueda ayudar a relajar y ayudar a evitar el estrés cotidiano al despejar la mente por un momento. Además, permiten la preservación de las funciones cognitivas del cerebro como: la memoria, atención, lenguaje, concentración, razonamiento, percepción, etcétera.
(Tirro, 2016).
Es importante señalar que, aunque el aprendizaje y la actividad intelectual son defendidas por diversos autores como una alternativa para controlar el envejecimiento cerebral. Esta estrategia ha mostrado cierto éxito en casos de deterioro intelectual ligero (Lojo, Facal, Juncos, 2012); y su eficacia aún no ha sido comprobada satisfactoriamente frente a trastornos degenerativos como el Alzheimer.
Envejecimiento cerebral activo y aprendizaje
Para tener un envejecimiento cerebral activo, se necesitarán tomar decisiones sobre las cosas que más nos interesen y comenzar a ser más selectivos; aprovechar al máximo los recursos con los que contamos; y sustituir los objetivos que no se hayan podido conseguir por otros que puedan ser más accesibles, acorde a nuestros recursos materiales e intelectuales (Triadó, 2018). Esto, con el fin de poder compensar las dificultades que se puedan presentar al envejecer y poder llevar una mejor administración en este proceso.
En muchas ocasiones, el ser parte de algún proyecto social es beneficioso, ya sea en una causa educativa, en apoyo a los alumnos, como profesor, o desarrollando una actividad que beneficie a la comunidad. Esto puede ayudar al proceso de interacción social, lo que es un factor muy importante en aquellos casos en donde se busque ser parte de un proyecto de vida en conjunto con los demás. De igual forma, el cuidado y preservación de la salud física y psicológica personal, es un elemento que siempre se debe tener en cuenta cuando se busca tener un envejecimiento satisfactorio (Triadó, 2018).
Es importante señalar que cada persona deberá evaluar, formular y desarrollar un proyecto propio que le permita tener un envejecimiento cerebral sano y óptimo, de acuerdo a sus recursos y necesidades particulares. En este sentido, es necesario tomar en cuenta que la participación en actividades colectivas es un elemento crucial para poder sentirse parte de un proyecto comunitario que permita a las personas de la tercera edad seguir aportando, decidiendo y reflexionando dentro de un contexto social o familiar. Acciones encaminadas en este sentido contribuirán a mantener un estilo de vida activo que favorezca la preservación de las funciones cognitivas vitales durante la vejez.
Conclusión
El envejecimiento cerebral es un proceso inminente en el ser humano que puede generarnos angustia cuando se tiene consciencia del mismo. No obstante, envejecer no siempre debe significar algo negativo, ya que existen algunas medidas que pueden atenuar la degeneración natural que provoca la edad en nuestro cerebro. Por un lado, ahora sabemos que poner en práctica actividades que fomentan el aprendizaje, puede retrasar el envejecimiento cerebral en la llamada tercera edad.
Referencias:
- Escobar, A. (2001). Envejecimiento cerebral normal. Revista Mexicana de Neurociencia, volumen (2), número (4), pp. 197-202. goo.su/Wdaa
- García- Sánchez, C. y Estévez-González, A. (2002), Estimulación cognitiva en el envejecimiento y la demencia. Revista de Psiquiatría de la Facultad de Medicina, volumen (29), número (6), pp. 374-378. onx.la/deed9
- Lojo, C., Facal, D., Juncos, O. (2012). ¿Previene la actividad intelectual el deterioro cognitivo? Relaciones entre reserva cognitiva y deterioro cognitivo ligero. Revista española de geriatría y gerontología, volumen (47), número (6). dialnet.unirioja.es
- Marieb, E. (2008). Anatomía y Fisiología Humana. Madrid, España. Pearson. clea.edu.mx
- Pascual-Castroviejo, I. (1996). Plasticidad Cerebral. Revista de Neurología, volumen, (24), número (135). psicomag.com
- Tirro, V. (2016). La vejez y el cerebro. Revista Nuevo Humanismo, volumen (4), número (1), pp. 73-80. doi.org/10.15359/rnh.4-1.4
- Triadó, M. (2018). Envejecimiento activo, generatividad y aprendizaje. Aula Abierta, volumen (47), número (1), pp. 63-66. dialnet.unirioja.es