La fibromialgia es una enfermedad que afecta entre el 2% y el 4% de la población en países industrializados. Debido a ello, se ha transformado en un importante desafío de salud pública, generando elevados costos en la atención médica y contribuyendo significativamente a la incapacidad laboral (Herrero et al., 2013; Gómez, Maestú, Gómez, 2018). No obstante, y a pesar de su prevalencia, las causas de la fibromialgia no son aún claras, lo que ha llevado a numerosos debates en la comunidad médica sobre la naturaleza de esta enfermedad. La variedad de síntomas, como problemas de sueño, trastornos emocionales y dolor crónico, y la falta de una cura definitiva, han llevado a los profesionales a sugerir que el tratamiento de la fibromialgia debe abarcar tanto opciones farmacológicas como no farmacológicas, integrando intervenciones desde distintas disciplinas, como la medicina y la psicología.
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A continuación, exploraremos la evidencia actual sobre las causas de la fibromialgia y evaluaremos tanto la efectividad como las limitaciones de los distintos enfoques de tratamiento, destacando especialmente los aspectos farmacológicos, psicológicos y físicos que pacientes y profesionales de la salud consideran cruciales en la gestión de esta compleja condición.
¿Qué es la fibromialgia?
La fibromialgia es un trastorno complejo y multifacético, caracterizado por dolor musculo-esquelético generalizado que va acompañado de una amalgama de síntomas que abarcan desde la fatiga hasta alteraciones en la memoria y el estado de ánimo. Este síndrome, que afecta principalmente a mujeres, despierta gran interés entre los investigadores debido a su intrincada relación con el procesamiento del dolor en el sistema nervioso central y periférico.
Los síntomas de la fibromialgia pueden tener un origen diverso, manifestándose tras eventos como traumatismos físicos, cirugías, infecciones o estrés psicológico significativo. No obstante, en otros casos, los síntomas se desarrollan de manera progresiva sin un evento desencadenante claro.
Las manifestaciones de la fibromialgia se centran en el dolor generalizado, descrito como persistente, leve, pero molesto, que perdura al menos tres meses. Este dolor debe abarcar ambos lados del cuerpo, así como por encima y por debajo de la cintura para ser considerado generalizado. La fatiga también se presenta de manera prominente, con pacientes despertándose cansados a pesar de un sueño aparentemente prolongado, que frecuentemente se ve interrumpido por el dolor (Ablin, Buskila, 2015).
La llamada ‘fibroniebla’ es un fenómeno cognitivo común, manifestado por dificultades en la concentración, atención y memoria. Esta neblina mental contribuye a la complejidad de la enfermedad y puede intensificarse debido a factores relacionados, como el dolor, la fatiga y la mala calidad del sueño.
Además de los síntomas físicos, la fibromialgia tiene consecuencias significativas en la vida diaria. Las diferentes manifestaciones de esta enfermedad pueden afectar la capacidad de las personas para llevar a cabo sus actividades cotidianas, tanto en el hogar como en el trabajo. Aunado a esto, la frustración derivada de la falta de comprensión de la enfermedad puede provocar trastornos psicológicos como depresión y ansiedad (Mayo Clinic, 2021).
Fisiología de la fibromialgia
La exploración de las manifestaciones fisiológicas de la fibromialgia a través de las nuevas tecnologías en análisis neurológico, ha revelado patrones complejos de alteraciones en el sistema nervioso central de las personas afectadas. La hipótesis emergente sugiere que existe una disfunción, posiblemente tanto funcional como estructural, en el SNC, lo que llevaría a una amplificación de las señales sensoriales.
Los avances en resonancia magnética han proporcionado evidencia de distintas alteraciones relacionadas con la fibromialgia. Específicamente, se han registrado cambios en la sustancia gris de zonas relacionadas con el dolor, las funciones cognitivas y el estado anímico, como las áreas prefrontales, así como en estructuras relacionadas con la respuesta al estrés, como la amígdala y el hipocampo. De igual forma, estos estudios han detectado reducción global en la sustancia blanca en la corteza prefrontal lateral y la corteza cingulada anterior; así como reducciones en el NAA en el hipocampo y elevaciones de glutamato en áreas como la ínsula, la corteza cingulada posterior y la amígdala.
La respuesta a estímulos no dolorosos, como visuales o táctiles, también ha sido objeto de análisis, revelando respuestas atenuadas en la corteza visual y auditiva, así como una respuesta aumentada en la ínsula en pacientes con fibromialgia. Estos resultados sugieren que la sensibilidad aumentada no se limita al procesamiento del dolor, sino que se extiende a otros estímulos sensoriales (Gómez, Maestú, Gómez, 2018).
La relación entre la fibromialgia y los problemas neurocognitivos ha sido respaldada por estudios que demuestran alteraciones en áreas cerebrales asociadas con la atención, el control ejecutivo y la memoria de trabajo. La reducción en la respuesta cerebral a tareas cognitivas indica una posible alteración en los circuitos inhibitorios, evidenciando una conexión entre los circuitos del dolor y los cognitivos (Guzmán et al., 2018).
Causas de la fibromialgia
Hasta ahora, aún no se saben las causas exactas de la fibromialgia. No obstante, diversas investigaciones sugieren que la estimulación nerviosa repetida desencadena cambios en el cerebro y la médula espinal, amplificando las señales de dolor. Existen distintas posibles causas de este fenómeno:
- Factores genéticos: Algunos estudios muestran una heredabilidad significativa, con mutaciones genéticas que podrían aumentar la vulnerabilidad a la fibromialgia. El gen catecol-O-metiltransferasa (COMT), involucrado en la degradación de catecolaminas, presenta polimorfismos vinculados a esta condición.
- Infecciones: Enfermedades como el virus de Epstein Barr, parvovirus y la enfermedad de Lyme han sido asociadas con la fibromialgia.
- Centralización del dolor y sensibilización neuronal: La centralización del dolor, donde las fibras nociceptivas periféricas provocan lesiones constantes, contribuye a la sensación generalizada de dolor. En este sentido, se ha identificado una disminución en el funcionamiento talámico y cambios morfológicos en áreas cerebrales específicas. Además, la sensibilización neuronal hace que los receptores de dolor desarrollen una especie de ‘memoria del dolor’, volviéndose más sensibles y reaccionando de manera desproporcionada.
- Factores psicológicos: El estrés psicológico prolongado se ha vinculado al desencadenamiento de la fibromialgia. Así, se ha observado que experiencias traumáticas, conflictos familiares y tensiones emocionales pueden desencadenar o agravar la condición.
(Ablin, Buskila, 2015; Guzmán, 2018; Mayo Clinic, 2021).
Trastornos en psicología como causa de la fibromialgia
Numerosos estudios han explorado la conexión entre la fibromialgia y los trastornos mentales y emocionales, sugiriendo que existe una relación compleja y bidireccional entre estas condiciones. Algunos autores, incluso han propuesto que la fibromialgia podría ser una consecuencia de trastornos en psicología o psiquiatría, como la depresión o la ansiedad, argumentando que, en la mayoría de los casos, estos preceden al desarrollo de dicha afección (Revuelta, Segura, Paulino, 2010).
No obstante, la relación entre la fibromialgia y los trastornos afectivos no es unívoca. Ciertos expertos argumentan que la depresión y la ansiedad podrían ser consecuencias de la fibromialgia, ya que el dolor crónico puede dificultar la realización de actividades cotidianas, generando anticipación al dolor y provocando un estado de ánimo deprimido. En este contexto, la fibromialgia podría desencadenar o exacerbar los trastornos afectivos.
Así mismo, otra hipótesis apunta a que el trastorno psiquiátrico podría surgir debido al modelo de indefensión aprendida, donde la falta de comprensión de la etiología del dolor provoca ansiedad y desconcierto en el paciente. Este círculo dolor-ansiedad-tensión-dolor contribuye a un estado de desánimo que dificulta el confrontar la enfermedad, generando un círculo vicioso donde los síntomas de fibromialgia intensifican la sensación de desesperación (Revuelta, Segura, Paulino, 2010).
Cabe destacar que las y los pacientes con fibromialgia a menudo experimentan elevados niveles de ansiedad en la evaluación y asunción de responsabilidades, así como ciertos elementos fóbicos, incluso en situaciones cotidianas. Aunque no se han registrado diferencias significativas en las relaciones interpersonales en comparación con otros pacientes con dolor crónico, es evidente que los problemas emocionales y psicológicos desempeñan un papel crucial en la vivencia y manejo de la fibromialgia (Revuelta, Segura, Paulino, 2010).
Fibromialgia y trastornos en psicología y psiquiatría
La fibromialgia guarda una estrecha relación con trastornos psicológicos y psiquiátricos, destacándose especialmente la ansiedad y la depresión. Estas condiciones, al asociarse con la fibromialgia, tienden a agravar y cronificar la enfermedad de manera irremediable.
La ansiedad, considerada una respuesta patológica ante el estrés cotidiano, contribuye al malestar generalizado y la inquietud que caracterizan a quienes padecen fibromialgia. La asociación entre ambas condiciones es significativa, empeorando el estado doloroso y afectando la calidad de vida. Por otro lado, la depresión también se presenta de forma significativa en pacientes con fibromialgia. En este sentido, se calcula que alrededor del 68% de las personas diagnosticadas con fibromialgia experimentaron depresión en algún momento de su vida, mientras que al menos el 30% padece depresión en algún punto de la evolución de la enfermedad, con un 22% de antecedentes familiares de depresión (Revuelta, Segura, Paulino, 2010).
Además de ansiedad y depresión, la fibromialgia está asociada con otros trastornos psiquiátricos, como distimia, trastorno por estrés postraumático, crisis de pánico, fobia simple y trastornos del sueño. En relación con esto, la prevalencia de estas condiciones es más alta en pacientes con fibromialgia en comparación con la población general.
Es importante señalar que la relación causal entre la fibromialgia y distintos factores psicológicos no está completamente demostrada. No obstante, se sugiere que variables como el estrés crónico, el dolor persistente, la frustración personal y el entorno sociofamiliar adverso contribuyen a esta relación. Aunado a esto, los problemas laborales y la falta de eficacia en los tratamientos también impactan negativamente en el estado anímico de las y los pacientes (Herrero et al., 2013).
Tratamiento farmacológico de la fibromialgia
El abordaje farmacológico de la fibromialgia tiene como objetivo principal el control del dolor generalizado y otros síntomas asociados. Aunque no existe una solución única para todos los pacientes, diversos medicamentos han mostrado eficacia en el manejo de los síntomas. Se debe destacar que los tratamientos buscan aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida, ya que no existe una cura definitiva para esta condición.
- Analgésicos: Medicamentos como el acetaminofén, ibuprofeno y naproxeno sódico pueden ayudar a reducir el dolor. Se evitan los opioides debido a sus efectos secundarios y el riesgo de dependencia, que pueden empeorar la condición con el tiempo.
- Antidepresivos: Se utilizan para aliviar el dolor y la fatiga asociados con la fibromialgia. La amitriptilina, otro antidepresivo, puede recetarse para promover el sueño.
- Anticonvulsivos: Medicamentos diseñados para tratar la epilepsia que han demostrado reducir ciertos tipos de dolor asociados con la fibromialgia. La pregabalina fue el primer medicamento aprobado específicamente para el tratamiento de esta condición.
(Mayo Clinic, 2021).
Es importante señalar que no existe evidencia de un tratamiento que sea efectivo para todos los casos, y que incluso los estudios que han analizado cómo reacciona el organismo de pacientes con fibromialgia ante estos medicamentos arrojan resultados contradictorios (Gómez, Maestú, Gómez, 2018). Debido a esto, el tratamiento farmacológico debe siempre adaptarse de manera individualizada a las necesidades de cada persona, teniendo en cuenta la diversidad de síntomas que caracterizan cada caso de fibromialgia. En este sentido, es fundamental la colaboración entre pacientes y equipo médico para ajustar el plan de tratamiento según la respuesta y tolerancia de cada individuo.
Atención de la fibromialgia desde la psicología
La fibromialgia requiere un enfoque integral para su tratamiento. En este contexto, la intervención psicológica juega un papel fundamental para mejorar la calidad de vida de los pacientes. A continuación, se describen diversas estrategias utilizadas en el ámbito de la psicología clínica para abordar la fibromialgia.
- Terapia Conductual: La terapia conductual se orienta hacia el aprendizaje del paciente sobre el manejo del estrés, y proporciona una educación adecuada sobre la fibromialgia. Este enfoque busca reducir la sensación de dolor y los periodos de ansiedad relacionados con el miedo a alteraciones graves de la salud.
- Tratamiento Cognitivo-Conductual (TCC): Los TCC se centran en cambiar las creencias, expectativas y atribuciones asociadas a los síntomas de la fibromialgia, abordando tanto los aspectos cognitivos como los conductuales.
- Programas de Psicoeducación: Los programas de psicoeducación proporcionan información esencial sobre el manejo del dolor, estrategias de afrontamiento, técnicas de relajación, la importancia de la actividad física y el apoyo social. Estos programas buscan mejorar la expectativa de autocontrol y las habilidades de afrontamiento de los pacientes.
- Tratamientos Multicomponentes: Los tratamientos multicomponentes incluyen una combinación de intervenciones, como discusión cognitiva, habilidades de afrontamiento, técnicas de resolución de problemas y psicoeducación. Estos enfoques abordan la complejidad de la fibromialgia y buscan mejorar diversos aspectos, desde el dolor hasta el estado de ánimo.
- Activación Comportamental: Busca incrementar la conducta manifiesta del paciente, promoviendo el contacto con reforzadores del entorno para generar mejoras en el estado de ánimo, pensamientos y calidad de vida.
- Realidad Virtual (RV): La RV actúa como distracción, absorbiendo recursos atencionales y reduciendo la percepción del dolor. Esta técnica se ha aplicado con éxito en diversos trastornos mentales, incluyendo aquellos relacionados con la fibromialgia.
(Rodero, 2009; Herrero, 2013; Barbosa, López, Cubo, 2018; Guzmán et al., 2018).
Limitaciones en el abordaje de la fibromialgia por la psicología
A pesar de los avances en los tratamientos psicológicos para la fibromialgia es crucial abordar las limitaciones y el alcance real de estas intervenciones. Como ya se ha mencionado, los programas de psicoeducación son una estrategia básica dentro de los planes de atención psicológica de la fibromialgia. Sin embargo, algunos estudios han demostrado que, aunque estos programas brindan beneficios en términos de expectativa de autocontrol y habilidades de afrontamiento, no logran reducir de manera significativa la intensidad del dolor, las discapacidades prácticas ni mejorar el estado de ánimo en pacientes con fibromialgia. Incluso, los efectos positivos observados no se suelen mantener en el seguimiento a largo plazo (Rodero et al., 2009).
Así mismo, recientes metaanálisis han cuestionado la relevancia clínica de la farmacoterapia y han señalado que los beneficios de los tratamientos no farmacológicos son limitados. En particular, la utilidad de la psicoeducación y las técnicas de relajación ha sido puesta en entredicho debido a la ausencia de mejoras significativas en la incapacidad y el estado de ánimo de las y los pacientes (Sánchez et al., 2021).
Por su parte, la terapia cognitivo-conductual, se ha destacado como un componente importante de los tratamientos multidisciplinarios, al centrarse en cambiar distorsiones cognitivas como la ‘catastrofización’. No obstante, estudios recientes han revelado que los cambios individuales en la autoeficacia del dolor no actúan como mediadores significativos en los resultados de la TCC (Sánchez et al., 2021).
En suma, aunque la psicología clínica juega un papel muy importante en la atención multidisciplinaria de la fibromialgia, los límites de este tipo de intervención son muy claros; por lo que aún es necesario el desarrollo de protocolos psicoterapéuticos más efectivos.
Tratamiento de la fibromialgia más allá de la farmacología y la psicología
Más allá de las medidas farmacológicas, existen diversas opciones de tratamiento para la fibromialgia. La fisioterapia, dirigida por un fisioterapeuta, puede proporcionar ejercicios diseñados para mejorar la fuerza, flexibilidad y resistencia. En particular, los ejercicios acuáticos, con menor impacto en las articulaciones, pueden ser beneficiosos. Además, la terapia ocupacional también desempeña un papel importante al ayudar a realizar ajustes en el entorno laboral o en la ejecución de tareas para reducir el estrés en el cuerpo (Mayo Clinic, 2021).
En términos de autocuidados, el manejo del estrés es fundamental. Por ello, es importante desarrollar un plan para evitar el esfuerzo excesivo y el estrés emocional; incorporar técnicas de manejo del estrés; y mantener la actividad diaria con moderación.
Aunado a esto, la higiene del sueño juega un papel crucial debido a la fatiga, un componente central de la fibromialgia. Establecer rutinas de sueño regulares, limitar las siestas durante el día y mantener hábitos saludables de sueño son recomendaciones importantes (Mayo Clinic, 2021).
Así mismo, aunque el ejercicio regular puede aumentar el dolor al principio, disminuye los síntomas si se realiza de manera progresiva y consistente. Así, actividades como caminar, nadar, andar en bicicleta y ejercicios aeróbicos en agua son beneficiosas. Además, incorporar estiramientos, mantener una buena postura y practicar ejercicios de relajación también son recomendaciones comunes.
En términos de tratamiento físico individualizado, se destaca la importancia de adaptar la fisioterapia a las necesidades específicas de cada paciente. Se recomienda el ejercicio aeróbico, iniciando con menor intensidad y aumentando gradualmente. De igual manera, ejercicios de fortalecimiento muscular y estiramientos también forman parte integral del tratamiento (Barbosa, López, Cubo, 2018).
Referencias:
- Ablin, J., Buskila, D. (2015). Update on the genetics of the fibromyalgia syndrome. Best Practice & Research Clinical Rheumatology, volumen (29), número (1), pp. 20-28. sciencedirect.com
- Barbosa, C., López, L., Cubo, S. (2018). El síndrome de fibromialgia y su tratamiento. Ciencia y Humanismo en la Salud, volumen (5), número (3), pp. 103-115. revista.medicina.uady.mx
- Gómez, J., Maestú, C., Gómez, E. (2018). Neuroimágen en fibromialgia. Revista de Neurología, volumen (67), número (10). sncpharma.com
- Guzmán, S., Muñóz, D., Mendoza, G., Orozco, G., Rodríguez, J., García, I., Orozco, G., Nava, A. (2018). Fibromialgia. El Residente, volumen (13), número (2), pp. 62-67. medigraphic.com
- Herrero, R., Castilla, D., Vizcaíno, Y., Molinari, G., García, A., Botella, C. (2013). Avances en el Tratamiento Psicológico de la Fibromialgia: El uso de la realidad virtual para la inducción de emociones positivas y la promoción de la activación comportamental. Un estudio piloto. Revista Argentina de Clínica Psicológica, volumen (22). zaguan.unizar.es
- Mayo Clinic (2021). Fibromialgia. MayoClinic.org.mayoclinic.org
- Revuelta, E., Segura, E., Paulino, J. (2010). Depresión, ansiedad y fibromialgia. Revista de la Asociación Española del Dolor, volumen (27), número (7). scielo.isciii.es
- Rodero, B., García, J., Casanueva, B., Buriel, Y. (2009). Tratamientos no farmacológicos en fibromialgia: una revisión actual. Revista de Psicopatología y Psicología Clínica, volumen (14), número (3), pp. 137-151. revistas.uned.es
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Créditos imagen de portada: Foto de Andrea Piacquadio