En numerosas culturas alrededor del mundo, el pene es considerado un símbolo de poder, fuerza y masculinidad. Debido a ello, es común que para muchos hombres el tamaño de éste, sea un asunto de gran importancia. Dicha preocupación no es un fenómeno nuevo. Este sentimiento se encuentra arraigado en la educación y tradiciones de muchas sociedades. De esta forma, muchos hombres sienten que su pene no es lo suficientemente largo, sintiéndose avergonzados de su talla o dudando de su capacidad para satisfacer a sus parejas (Wylie, Eardley, 2007). Todas estas condiciones, hacen vulnerables a muchas personas a uno de los timos más viejos del mundo: el fraude del agrandamiento del pene.
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Esta es una dimensión más compleja de lo que puede parecer a simple vista. No solo existen muchos productos engañosos que explotan la inseguridad de muchos hombres, prometiendo resultados maravillosos -que nunca se lograrán-. Además, muchas de las técnicas y procedimientos para aumentar el tamaño del pene, propuestos por especialistas y cirujanos, están basados en estudios engañosos o poco concluyentes (Wylie, Eardley, 2007; Chevalier, 2013; Usta, Ipekci, 2016; Campbell, Gillis, 2017; Mayo Clinic, 2020).
A continuación, se explorarán las diferentes formas en que este fenómeno se manifiesta, así como el trasfondo psicosocial que lleva a muchos hombres a poner en riesgo su estabilidad económica, su salud mental y su integridad física, con el sueño de que su miembro sea uno o dos centímetros más grande.
El tamaño del pene: mitos y realidades
La medida ‘normal’ de un pene es un tema que despierta el interés y curiosidad de la comunidad científica y el publico en general. No obstante, no existe una respuesta definitiva a esa cuestión.
Se han realizado diversos estudios sobre este tema. Sin embargo, los resultados difieren según la población estudiada. Para algunos, la longitud del pene flácido estirado debe ser de 12 a 13 centímetros, y de 14 a 16 centímetros cuando está erecto. Estudios más recientes, sitúan la medida media de un pene flácido en 7.5 centímetros y en erección en 13.5 centímetros. Es importante destacar, que estos números son el resultado de la comparación y promedio de numerosas investigaciones, considerando poblaciones y metodologías distintas entre sí. Por ejemplo, gran parte de estos trabajos estudiaron hombres blancos en su mayoría. Además, en algunas investigaciones, las medidas fueron referidas por los propios participantes y no realizadas por los investigadores (Wylie, Eardley, 2007; Usta, Ipekci, 2016; Marra et al., 2019).
Por otro lado, casi todos los trabajos médicos concuerdan en que, para que un pene pueda ser considerado un ‘micropene’, condición que podría justificar algún tipo de intervención, debe medir menos de 7.5 centímetros en erección. Curiosamente, la gran mayoría de los sujetos que acuden con un especialista en busca de algún procedimiento quirúrgico o mecánico para agrandar su pene, ya tienen un tamaño dentro de la media (Usta, Ipekcsi, 2016; Campbell, Gillis, 2017).
‘El tamaño importa’: el mito que alimenta al fraude del agrandamiento del pene
Muchos hombres relacionan el tamaño de su pene con la satisfacción sexual brindada a su pareja. Por ello, asocian la idea de tener un miembro prominente con la de ser más deseados o amados por su o sus compañeras o compañeros sexuales. Por el contrario, el pensamiento de tener un pene menos desarrollado los hace considerarse menos aptos en las relaciones íntimas.
Contradiciendo esta creencia, numerosos estudios han demostrado que la mayoría de las mujeres están satisfechas con el tamaño del pene de sus parejas, aún cuando casi la mitad de los hombres se sienten inseguros sobre ello. Llegando aún más lejos, estos trabajos han demostrado que, aunque la apariencia física masculina es un factor que las mujeres toman en cuenta, el tamaño del pene no es una variable importante (Wylie, Eardley, 2007).
Factores circunstanciales que contribuyen a la inseguridad por el tamaño del pene
En muchos casos, la inseguridad de los hombres es el resultado de algún tipo de afección psicológica que afecta su autoestima o incluso su percepción de la realidad (Campbell, Gillis, 2017). No obstante, existen factores externos que refuerzan el desarrollo de esta creencia, donde el tamaño del pene tiene un gran valor, y donde los hombres se encuentran en una competencia constante para mostrar su superioridad sobre los demás en estos términos.
Educación y cultura
La masculinidad es definida en muchas culturas a través de atributos como la fuerza física, la heterosexualidad y la autoridad. En estas sociedades, el pene surge como el representante simbólico de estas propiedades, equiparando el vigor sexual con el poder y la autoridad sobre las mujeres, otros hombres y la vida misma (Wylie, Eardley, 2007). De esta forma, las ideas de que el hombre ‘mejor dotado’ es el miembro dominante en cualquier contexto, son transmitidas por la propia comunidad a la que los sujetos pertenecen. En tiempos anteriores, esto ocurría a través de la interacción directa. En la actualidad, se da también por los medios de comunicación y plataformas virtuales.
Los demás como referencia
Gran parte de los hombres que se quejan de tener un pene pequeño, refieren que su problema comenzó tras comparase con alguien más. Las primeras figuras de referencia provienen de la propia familia, como un padre o un hermano mayor. Al crecer, las comparaciones se hacen entre amigos o incluso frente a imágenes eróticas (Wylie, Eardley, 2007). De esta forma, la idea de tener un miembro más pequeño que el de los demás, nacería de estos primeros encuentros en la infancia. Durante este periodo, como es natural, los sujetos estarían en desventaja frente a otros hombres más desarrollados. Sin embargo, el sentimiento de inferioridad sobreviviría al crecer, aún cuando, siendo ya adultos, sus genitales se hubiesen desarrollado de forma normal.
Aquí habría que incluir obligatoriamente alguna referencia sobre el acceso precoz a la pornografía. No olvidemos que son las webs porno las que masacran con anuncios para alargar el pene. Te están poniendo un vídeo porno con un actor que superó un casting entre miles de personas, por la longitud y/o grosor de su pene, junto a un llamativo anuncio para agrandar tu pene.
Relaciones sentimentales anteriores
Algunos sujetos inseguros sobre el tamaño de su pene, manifiestan haber recibido burlas o recriminaciones por parte de parejas sexuales previas sobre su rendimiento (Wylie, Eardley, 2007). Esto se presenta especialmente al inicio de la vida sexual, cuando la destreza de estos hombres en este tipo de actividades es muy limitada. Este tipo de experiencia puede ocasionar que los sujetos se sientan inseguros de todo lo relacionado con su desempeño sexual. Incluso el tamaño de su pene.
A mí juicio este apartado no representa un apunte psicosocial y además no explica el porqué del incremento de consultas en urología para agrandar el pene. Ese fenómeno social es reciente, de los últimos 15 años y sigue en aumento cada vez más.
Problemas de desarrollo físico
Existen casos de hombres que presentan un desarrollo inferior en sus testículos, lo que brinda un soporte menor al pene. Esta distribución genera la percepción de que el pene es más pequeño de lo que realmente es, provocando que los sujetos piensen que su pene es inferior al promedio (Wylie, Eardley, 2007).
Este apartado se escapa del enfoque psicosocial del fenómeno, no ahonda en el origen social.
Trastornos psicológicos: las víctimas perfectas del fraude del agrandamiento del pene
La preocupación excesiva por el tamaño del pene puede estar asociada en muchos casos con trastornos psicológicos importantes. Sin embargo, ésta es trivializada frecuentemente y atribuida a la experiencia normal del hombre. Se han discutido factores externos que pueden generar una percepción errónea en los hombres, tanto de la talla real de sus genitales como del valor de ellos, lo que los hace vulnerables a cualquier tipo de fraude en relación al agrandamiento de su pene. No obstante, los profesionales han detectado patologías mentales específicas relacionadas con la inseguridad de los sujetos por el tamaño de su miembro.
Ansiedad de Pene Pequeño (SPA)
La SPA es definida como un sentimiento de ansiedad por que los genitales sean observados directa o indirectamente, debido a la preocupación de que la longitud o el grosor del pene flácido es menor que el normal para el varón adulto. Esta sensación persiste aún frente a exámenes clínicos que refutan dicha idea (Wylie, Eardley, 2007).
Algunos profesionales ven esta manifestación como un síntoma de rumiación obsesiva asociado al trastorno dismórfico corporal o incluso un signo de psicosis. Al presentarse de manera intensa, puede causar sufrimiento emocional significativo y limitar de manera parcial o total la vida sexual de quienes la padecen (Campbell, Gillis, 2017).
Trastorno Dismórfico del Pene (PDD)
Esta afección forma parte del espectro de los Trastornos Dismórficos Corporales. Estos últimos son caracterizados por una preocupación exagerada por un defecto imaginario o trivial de su apariencia física que causa deterioro en varias áreas de la vida del sujeto. Los hombres que padecen PDD están tan preocupados por la talla de su pene, que pueden desarrollar síntomas de depresión. Mismos que pueden tener un impacto devastador a nivel personal, académico, laboral y sexual. Este trastorno está asociado con disfunción eréctil psicogénica y dificultad para disfrutar el acto sexual, a pesar de reportar una libido normal (Campbell, Gillis, 2017).
La angustia experimentada por estas personas puede llegar a ser tan intensa que puede ocasionar disfunciones sociales y ocupacionales muy altas. Al grado de dirigir a las víctimas de este trastorno al aislamiento social o incluso ponerlo en riesgo de un intento de suicidio (Wylie, Eardley, 2007).
Los hombres con PDD creen firmemente que es necesario realizar un cambio drástico en el defecto corporal que perciben para encontrar la felicidad. Esto los hace las víctimas ideales para cualquier clase de fraude que prometa el agrandamiento del pene. Las investigaciones enfocadas en estudiar tanto este trastorno como el SPA, advierten sobre el grave riesgo de someter a procedimientos quirúrgicos a este tipo de personas, ya que la falta de resultados significativos solo agudiza la condición de los pacientes (Usta, Ipekci, 2016; Campbell, Gillis, 2017; Marra et al., 2019).
Publicidad: el mayor aliado del fraude del agrandamiento del pene
Como hemos analizado, la inseguridad de muchos hombres sobre el tamaño de su pene no es un fenómeno nuevo o un producto de la vida moderna. Es sin duda algo mucho más complejo con raíces en la educación y la cultura. No obstante, en la actualidad, las nuevas tecnologías hacen increíblemente fácil el acceso a publicidad engañosa sobre todo tipo de fraude relacionado con el agrandamiento del pene. Lo que expone a personas vulnerables, inseguras, mal informadas, y en algunos casos enfermas, a ser engañadas (Marra et al., 2019).
Publicidad online y productos milagrosos
En el caso de Internet, basta dar un clic en el sito equivocado o entrar a una página sin ningún escrúpulo comercial, para verse inundado con anuncios que prometen hacer milagros para alargar el tamaño del miembro masculino. Los hay de todo tipo, desde cursos sobre prácticas y ejercicios supuestamente tradicionales, hasta pomadas e inyecciones milagrosas que prometen aumentos increíbles. Las personas detrás de estas compañías toman ventaja de la ingenuidad, inseguridades y sufrimiento de muchos hombres para arrebatarles su dinero, exponiéndolos a técnicas y productos sin ninguna base científica (Wylie, Eardley, 2007). La mayor defensa de estos sitios radica en la misma vergüenza experimentada por los consumidores, ya que pocos se atreven a levantar una queja, por miedo a ser humillados.
Promoción de servicios supuestamente profesionales
Tal vez el tipo más peligroso de publicidad en este tema es el que se realiza de servicios supuestamente profesionales a través de internet y medios de comunicación tradicionales. En ellos, doctores de ética dudosa promocionan diferentes equipos y procedimientos quirúrgicos que aseguran resultados lo suficientemente modestos para ser creíbles.
El riesgo de esta práctica radica en tres puntos:
- Manipulación de datos: Muchos sitios exageran el tamaño normal del pene erecto (en algunos casos hasta 18 centímetros) y trivializan las intervenciones, describiéndolas como procedimientos rutinarios.
- Muestra de estudios sin evidencias concluyentes: Gran parte de los sitios que promocionan extensores para el pene y equipos similares, mencionan la existencia de estudios científicos que respaldan sus resultados. No obstante, muy pocos de estos trabajos presentan evidencias concluyentes, y aquellos que lo hacen, tienen problemas metodológicos y son realizados por compañías privadas (en muchos casos financiadas por la empresa que los distribuye).
- Ocultación de secuelas, efectos secundarios y periodos de recuperación: La propaganda se centra en resultados ideales sin evidencia, omitiendo los detalles del doloroso procedimiento al que los pacientes deben ser sometidos -para una ganancia que verdaderamente no existe-.
(Gontero et al., 2008; Nowroozi et al., 2015; Campbell, Gillis, 2017; Marra et al., 2019; Egydio, 2020).
Desinformación y falta de educación sexual: generadores de una imagen masculina errónea
Un elemento que potencia el riesgo de muchas personas a caer en algún tipo de fraude con respecto al agrandamiento del pene, es la falta de una educación sexual adecuada. En la actualidad, una gran cantidad de adolescentes aún creen que un pene grande y unos senos voluminosos garantizan una mayor satisfacción durante el acto sexual (Varela, Paz, 2010). Idea que se mantiene en la mente de muchos hombres hasta la edad adulta.
Como ya se ha mencionado, diversos estudios han señalado que las mujeres heterosexuales están más interesadas en la personalidad de los hombres que en el tamaño de su pene, y que en términos prácticos más grande no es necesariamente mejor (Wylie, Eardley, 2007). Estos datos han sido del dominio público por muchas décadas, sin embargo, la propia cultura falocéntrica tiende a desestimarlos en favor de un pensamiento tradicional y en ocasiones machista.
El placer brindado y obtenido durante una relación sexual no depende de la dimensión del pene. Existiendo, además, una gran variedad de prácticas que no involucran siquiera la penetración. No obstante, la presencia de incontables prejuicios tanto en el seno de la familia como en las instituciones educativas hace muy difícil que los jóvenes puedan transmitir sus dudas y obtener respuestas basadas en hechos comprobados (Infante, et.al 2010). Además, gran parte de los adolescentes, sobre todo los varones, resuelven sus preguntas a través de Internet (Varela, Paz, 2010). Un medio que los expone a la divulgación de muchos mitos.
Las distintas caras del fraude del agrandamiento del pene
Existen muchos productos y técnicas que prometen aumentar el tamaño del pene. No obstante, lo único que se incrementan, son las ganancias de estos negocios. La gran mayoría de ellos no tienen ningún estudio empírico que los avale; otros tantos, son solo un medio para arrebatarle el dinero a personas desesperadas y enfermas; hay algunos procedimientos médicos que pueden brindar un resultado muy modesto; pero todos, sin excepción son peligrosos, en cierta medida.
Métodos no quirúrgicos
Muchas de estas técnicas son promocionadas en revistas, medios de comunicación masiva e Internet. Ninguna brinda pruebas de resultados y su composición o práctica no está regulados. No son sólo un fraude relacionado al agrandamiento del pene, sino una amenaza a la salud pública.
- Píldoras y lociones: A pesar de prometer ser remedios milagrosos, son completamente inefectivas y carecen de estudios que las avalen. Su principal riesgo radica en que comúnmente se promocionan como métodos naturistas. Razón por la que las personas los tomas con confianza sin considerar el tipo de sustancias que están ingiriendo.
- Bombas de vacío: Consisten en bombas que hinchan el pene, impulsando sangre dentro de él. A pesar de su popularidad, no existe ningún caso comprobado en el que su uso extienda la longitud del pene. Por otro lado, si existen antecedentes de lesiones por su uso frecuente.
- Ejercicios manuales: Conocido como jelqing es una serie de ejercicios donde el sujeto presiona su pene desde la base a la punta, buscando crear microdesgarros que al sanar supuestamente aumentarían el tamaño del pene. Son completamente inefectivos, causando frecuentemente daño vascular.
- Extensores: Son aparatos diseñados para estirar el pene por diferentes medios. Su uso implica utilizarlos por determinado tiempo al día durante un periodo de varios meses. A pesar de lo que las compañías fabricantes afirman, no existe estudios concluyentes sobre su efectividad. Son productos especialmente peligrosos, ya que se presentan como descubrimientos científicos de última generación con resultados comprobados. Además, muchos urólogos los recomiendan como una alternativa para las personas con SPA, como una forma de protegerlos. Por desgracia, dicha acción no previene a esos hombres de la subsecuente decepción.
(Wylie, Eardley, 2007; Nowroozi et al., 2015; Usta, Ipekci, 2016; Marra et al., 2019; Mayo Clinic, 2020).
Métodos médicos y quirúrgicos en el fraude del agrandamiento del pene
Aunque se presentan como técnicas comprobadas y efectivas, pueden ser muy peligrosas. Muchas de ellas son inefectivas. Sin embargo, en aquellas que lo son, el fraude en torno al agrandamiento del pene no radica solo en sus resultados, sino en la ética de los profesionales que las practican.
- Inyecciones: Son unos de los métodos más peligrosos que existen, ya que implican efectos secundarios y complicaciones como dolor intenso, inflamación, disfunción eréctil, erecciones dolorosas, deformaciones, reacciones alérgicas y daños irreversibles al tejido. Implican la inyección de sustancias como silicona o grasa. Cambian la forma del pene más que hacerlo crecer, y aquellos que sobreviven al tratamiento reportan quedar muy inconformes. Los pocos estudios que pretenden sustentar esta práctica, carecen de toda validez, y muchos de los lugares donde esta técnica se practica están lejos de ser adecuados.
- Procedimientos quirúrgicos: Actualmente, existe una gran variedad de procedimientos quirúrgicos destinados al agrandamiento del pene. Estos van desde la extracción de la grasa acumulada en la zona abdominal baja, para hacer sobre salir los genitales, hasta la división y reacomodamiento del pene en muy diversas formas. Todos estos procedimientos fueron desarrollados solo para aquellos hombres que, por alguna condición médica, su pene se hubiese deformado, o bien, como una alternativa para personas con micropene (menor a 7 cm en erección) cuya vida sexual se viera comprometida por esta condición. Desafortunadamente, muchos médicos de ética cuestionable, aceptan intervenir a hombres con penes de talla promedio, e incluso de tamaño superior a la media. Gran parte de ellos, sufre algún padecimiento psicológico que requiere atención terapéutica. Sin embargo, son alentados por estos “profesionales” a someterse a procedimientos dolorosos y costosos para aumentar su pene no más de centímetro y medio.
(Chevalier et al., 2013; Campbell, Gillis, 2017; Marra et al., 2019).
Si eres víctima del fraude del agrandamiento del pene solicita ayuda profesional
La sobre estimación del tamaño del pene se encuentra muy arraigada en la cultura y educación de la mayoría de las civilizaciones del mundo. Sin embargo, esto no significa que el obsesionarse con la talla de nuestros genitales al punto de querer cambiarlos sea algo normal o saludable. Cualquier persona que se vea acosada por pensamientos intrusivos de que su pene es muy pequeño a pesar de las evidencias clínicas, o que vea limitada su vida sexual por vergüenza a ser juzgado, requiere apoyo psicológico. La mayoría de las personas que acuden a un profesional antes de decidir realizarse una intervención de alargamiento de pene, desisten al conocer los riesgos y las consecuencias de dicho procedimiento (Marra et al., 2019).
Hay que recordar que nuestro valor radica en nuestras ideas y acciones y no en nuestro aspecto o dimensiones. Nadie requiere un gran pene para triunfar en la vida y eso incluye nuestra vida sexual. Un hecho que hay que tener en cuenta, es que la mayoría de las personas que son víctimas del fraude del agrandamiento del pene en cualquiera de sus modalidades, son hombres con genitales de talla normal. Mientras tanto, son realmente muy pocos los hombres con micropene que se someten a un procedimiento para prolongar su miembro (Marra et al., 2019). Estos hechos nos hablan de que la ansiedad por el tamaño del pene tiene un trasfondo que supera la anatomía. Esto significa que cualquier persona que se sienta obsesionada de esta manera debería acudir con un profesional. Solo de esta forma podría evitar caer o recaer en cualquiera de estos fraudes.
Referencias:
- Campbell, J., Gillis, J. (2017) A review of penile elongation surgery. Translational Andrology and Urology, volumen (6), número (1), pp. 69-78. Recuperado de: dx.doi.org
- Chevallier, D., Haertig, A., Faix, A., Droupy, S. (2013) Chirurgie cosmétique de l’appareil génital masculine. Progrès en Urologie, volumen (23), número (9) pp. 685-695. DOI: 10.1016/j.purol.2013.02.011
- Egydio, P. (2020) Implante de prótesis con reconstrucción y agrandamiento de pene en el mismo acto quirúrgico. Actas Urológicas Españolas. volumen (44), número (5), pp. 333-339. DOI: 10.1016/j.acuro.2019.10.015
- Gontero, P., Di Marco, M., Giubilei, G., Bartoletti, R., Pappagallo, G., Tizzani, A., Mondaini, N. (2008) A pilot phase-II prospective study to test the ‘efficacy’ and tolerability of a penile-extender device in the treatment of “short penis”. BJU International, volumen 103, pp. 793-797. DOI: 10.1111/j.1464-410X.2008.08083.x
- Infante, A., París, A., Fernández, L., Padrón, M. (2010) ¿Y tu qué sabes de “eso”? Diputación de Málaga.
- Marra, G., Drury, A., Tran, L., Veale, D., Muir, G. (2019) Systematic Review of Surgical and Nonsurgical Interventions in Normal Men Complaining of Small Penis Size. Sexual Medicine Reviews, número (8), pp. 158-180, Recuperado de: doi.org
- Mayo Clinic (2020) Productos para el agrandamiento del pene: ¿funcionan? Mayoclinic.org. Recuperado de: www.mayoclinic.org
- Nowroozi, M., Amini, E., Ayati, M., Jamshidian, H., Radkhah, K., Amini, S. (2015) Applying extender devices in patients with penile dysmorphophobia: assessment of tolerability, efficacy, and impact on erectile function. Sex Med, volumen (12) DOI: 10.1111/jsm.12870
- Usta, M., Ipekci, T. (2016) Penile traction therapy for Peyronie’s disease—what’s the evidence? Translational Andrology and Urology, volumen (5), número (3), pp. 303-309. Recuperado de: dx.doi.org
- Varela, M., Paz, J. (2010) Estudio sobre conocimientos y actitudes sexuales en adolescentes y jóvenes. Revista Internacional de Andrología, volumen (8), número (1), pp. 74-80. Recuperado de: doi.org
- Wylie, K., Eardley, I. (2007) Penile size and the “small penis syndrome”. BJU International, volumen (99), pp. 1449-1455. DOI: 10.1111/j.1464-410X.2007.06806.x