El término inteligencia, se ha utilizado en los últimos años como estrategia para popularizar diversos postulados. Un claro ejemplo de esto sería las ‘Inteligencias múltiples’, como también, lo propuesto por Goleman como ‘inteligencia emocional’. Sin embargo, diversas investigaciones inciden en que la teoría carece de rigor científico, presentando una conceptualización poco clara, cercana a la psicología positiva y llegando a convertirse en otro término más que vendría a engrosar la lista de postulados cuestionables de la industria de la autoayuda. Sin embargo, la popular formulación de la inteligencia emocional se ha convertido en un tópico en las entrevistas de trabajo, e incluso en la evaluación psicológica. Es por esta razón que es importante realizar una revisión y crítica objetiva de la fundamentación empírica que presenta el postulado de la llamada ‘inteligencia emocional’.
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La definición de inteligencia emocional propuesta por Salovey y Mayer y la crítica de Goleman
Se identifica a Salovey y Mayer (1990) como los autores que plantearon originalmente el concepto de la inteligencia emocional. A través de la investigación entre la emoción e inteligencia, postularon que la inteligencia emocional es la capacidad de supervisar tanto sentimientos, como emociones, desde propias, hasta ajenas, seleccionándolas y aprovechándolas para guiar el pensamiento y la acción. Sin embargo, en la actualidad existe un gran problema con este concepto, pues se ha popularizado erróneamente el concepto dado por Goleman (1995) que poco tiene que ver con la definición planteada anteriormente.
A continuación mencionaremos algunos postulados que plantean críticas objetivas hacia el concepto de inteligencia emocional de Goleman:
- El manejo de las emociones no requiere ningún tipo de inteligencia.
- El hecho de que una persona no pueda interpretar de forma correcta las emociones de los demás se podría considerar más un problema de atención o identificación de las emociones personales que un problema relacionado con la inteligencia (Locke, 2005).
- La motivación, tolerancia a las frustraciones, el control de impulsos, empatía y confianza, son postulados del pensamiento budista que se intentan plantear en los libros de inteligencia emocional con un corte moralista por medio de metáforas irracionales utilizados sin contexto alguno. (Fernández-Berrocal y Extremera, 2009).
Esta crítica propone que la inteligencia emocional en realidad sería más una combinación entre diversos hábitos y habilidades, que una ‘forma de inteligencia’.
La inteligencia emocional de Goleman y su propuesta de autoayuda
La teoría de la inteligencia emocional viene acompañada de diversas propuestas para su desarrollo óptimo; desde el mindfulness, coaching al counselling, etc. La propuesta de Goleman considera que para que la inteligencia emocional se desarrolle adecuadamente, esta debe considerar cualquier aspecto anteriormente mencionado, guiándose de que las emociones responden a consejería, meditación, entre otros (Manrique, 2015), alejándose de la propuesta inicial de Salovey y Mayer. Además, menciona que, si la persona no responde a estas técnicas, se le considera como alguien rebelde, poco comunicativa y egoísta, presentado de esta manera un manejo deficiente de la inteligencia emocional.
Se observa claramente la posición que sostiene la propuesta de Goleman sobre la inteligencia emocional. Esta se apoya en un postulado que presenta una supuesta necesidad de superación un tanto ilusa, hallando ciertos vínculos con la psicología positiva.
Crítica a la inteligencia emocional y su aplicación en el ámbito laboral
La propuesta de la inteligencia emocional nos dice que, esta es primordial y debe ser considerada para la selección de personal en las empresas (Goleman y Cherniss, 2005). Actualmente, se puede ver cómo la inteligencia emocional en una de las habilidades o competencias más demandas en la mayoría de procesos de selección, considerándola como requisito indispensable para la contratación.
Una de las razones más preocupantes que se plantea en esta crítica objetiva es el hecho de que el acceso o la exclusión de una persona a un puesto de trabajo puede estar motivada por la evaluación de un constructo sin el respaldo científico suficiente. Las empresas, por lo general, se centran en esta competencia y en las capacidades que la conforman; sin embargo, existen otras dimensiones que podrían evaluarse de forma objetivable para complementar la elección y medir el valor y rendimiento que tendrá una persona dentro de sus actividades laborales.
Conclusión
La propuesta teórica de la inteligencia emocional surgió como un concepto bastante innovador, considerando características como la inteligencia, las emociones y la regulación emocional. Salovey y Mayer propusieron analizar la relación entre inteligencia y emoción; sin embargo, el concepto que se popularizó no fue el de los autores principales, sino el de Goleman. Esto desembocó en una propuesta que agrupaba todas las características personales positivas alternativas al cociente intelectual (CI); supuestamente relacionadas con variables como la personalidad, las habilidades sociales, las actitudes, entre otras.
Actualmente, su uso se ha popularizado de forma masiva en la selección de personal -en los recursos humanos-, en las instituciones educativas, y es un éxito de ventas como contenido de autoayuda. Esto último no es de extrañar, ya que la literatura sobre la inteligencia emocional defiende que todo el mundo pueden desarrollarla, siendo líderes y siendo ‘la mejor versión de una o uno mismo’. Todo esto afianza la crítica a la formulación de la inteligencia emocional, alejando la teoría de un abordaje epistemológico más riguroso. Del mismo modo, el reclamo publicitario ofrece un falso positivismo, generando unas expectativas sobredimensionadas de un supuesto hiper desarrollado manejo emocional; de forma diametralmente distinta a la formulación original de la inteligencia emocional, concebida como una capacidad y no como un cajón de sastre de constructos positivos ininteligibles.
Referencias:
- Fernández-Berrocal, P., & Extremera, N. (2009). La Inteligencia Emocional y el estudio de la felicidad. Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado. 66, 85-108. Recuperado de: www.redalyc.org
- Goleman, D. (1995). Emotional Intelligence. (Trad. Cast. Kairós, 1996). Recuperado de: www.educacionyfp.gob.es
- Goleman, D., & Cherniss, C. (2005). Inteligencia emocional en el trabajo: Cómo seleccionar, medir y mejorar la inteligencia emocional en individuos, grupos y organizaciones. Editorial Kairós. Recuperado de: www.recursosyhabilidades.com
- Locke, E. (2005). Why emotional intelligence is an invalid concept. Journal of Organizational Behavior 26 (4): 425–431. Recuperado de: www.researchgate.net
- Manrique, S. (2015). La cuestión de la inteligencia emocional. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, 35(128), 801-814. Recuperado de: scielo.isciii.es
- Salovey, P. y Mayer, J. D. (1990). “Emotional intelligence”. Imagination, Cognition, and Personality, 9, 185-211. Recuperado de: www.revistadepsicologiayeducacion.es