Especialistas en el análisis de los medios de comunicación y en sus efectos psicosociales, han presentado evidencias de cómo el miedo ha pasado a ser un factor intrínseco en los mensajes comunicativos actuales. A continuación, realizamos una introducción al fenómeno, que en el ámbito académico se ha definido como ‘la cultura del miedo’.
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¿Qué es la cultura del miedo?
El término ‘cultura del miedo’ hace referencia a la percepción colectiva de miedo y ansiedad en discursos públicos y relaciones interpersonales. La propia conceptualización de la cultura del miedo lleva implícita cómo esta cultura puede llegar a afectar la percepción de las personas y la forma en la que estas interactúan con las demás.
Bermúdez Cano define la cultura del miedo como una construcción ideológica basada en la percepción inducida de una amenaza difusa y permanente, que los mecanismos de poder emplean para crear ambientes de incertidumbre y miedo-ansiedad, como una forma de dominio emocional y control social (Bermúdez, 2013).
Apelando al miedo, como emoción primaria
El miedo es un proceso emocional y psicológico que se produce en las personas cuando se tienen que enfrentar a un peligro real o imaginario que es teóricamente inminente (Parcet y Fullana, 2016). Cuando las personas sienten miedo se activa un sistema de alarma en nuestro cerebro con la función de prevenir sobre una posible amenaza. Es decir, el miedo es una respuesta evolutiva que conlleva cambios fisiológicos para poder hacer frente a un riesgo y así poder afrontarlo y sobrevivir (Parcet y Fullana, 2016).
En el campo de la neurobiología se ha estudiado en profundidad el miedo y su relación con una región del cerebro concreta, la amígdala; una pequeña parte del cerebro que se sitúa en el sistema límbico, una zona denominada coloquialmente como ‘cerebro emocional’ (Parcet y Fullana, 2016).
La cultura del miedo en una Sociedad del Riesgo
La Sociedad del Riesgo es un concepto postulado por el sociólogo alemán Ulrich Beck. Este sociólogo reflexiona sobre la noción de riesgo y cómo esta ha pasado a formar una parte central de la sociedad actual (Calvo, 2005).
En concreto, Beck argumenta diversas dimensiones a tener en cuenta que han propiciado que se viva en una Sociedad del Riesgo:
En primer lugar, los riesgos han pasado de ser locales o regionales a ser globales. Ejemplo de esto pueden ser las catástrofes nucleares, el cambio climático, la degradación medioambiental, la desigualdad entre países, el riesgo de catástrofe nuclear e incluso pandemias como el COVID-19 (Samaniego, 2003).
En segundo lugar, en la actualidad existe un contexto de incertidumbre y de vacío político e institucional por parte de las instituciones. Esta falta de gestión y pérdida de viabilidad de las instituciones políticas y económicas ha propiciado el surgimiento de movimientos sociales que reivindican y buscan soluciones a los riesgos y problemas venideros. El feminismo o los movimientos ecologistas serían ejemplos de este tipo de movimientos sociales (Samaniego, 2003).
En tercer lugar, para Beck la Sociedad del Riesgo también se caracteriza por ser una sociedad que potencia la desigualdad. Según el alemán, esto es debido a la creación de un ‘mercado del riesgo‘ donde los que menos recursos poseen siempre tienen más posibilidades de sufrir acontecimientos negativos que los grupos sociales con más recursos, los cuales tendrán mayor capacidad de aprovecharse de las oportunidades que brinda el mercado y así evitar potenciales amenazas (Calvo, 2005).
Por último, Ulrich Beck advierte cómo dentro de la esfera del trabajo también se puede observar esta dimensión de riesgo acentuado. Así pues, la flexibilidad económica proveniente de las medidas neoliberales ha ido fragmentando y modificando el mercado laboral. En la actualidad, los riesgos laborales se han acentuado; contratos parciales, temporales e inestabilidad laboral generalizada son características típicas del mercado laboral actual (Calvo, 2005).
De esta manera, Ulrich Beck presenta una sociedad mundializada donde los riesgos también han adquirido una dimensión global y las lógicas del capital gobiernan todas las esferas de la vida social (Samaniego, 2003).
Los medios de comunicación y la cultura del miedo
Ulrich Beck advierte como en la Sociedad del Riesgo no solo se está expuesto a unos riesgos mayores, sino que también se tiene una percepción y un conocimiento de los riesgos mucho más amplificada que en épocas pasadas. Esto se debe en su mayor parte al efecto de los medios de comunicación de masas y las redes sociales, que han conseguido mundializar y cambiar la comunicación humana de manera trascendental (Vidal, 2004).
De esta forma, expertos en el análisis de los medios de comunicación y sus efectos psicosociales en las personas han estudiado en profundidad cómo el miedo es un factor intrínseco de los mensajes comunicativos actuales (Vidal, 2004). Investigadores como Noam Chomsky, Zygmun Bauman o Barry Glassner han estudiado este fenómeno, el cual desde el ámbito académico ha recibido el nombre de ‘cultura del miedo’.
En este caso, los medios de comunicación de masas no siguen una agenda conspirativa para engendrar el miedo en la sociedad. Estas teorías apuntan más bien a que la negatividad de los mensajes en la televisión, radio u otros canales comunicativos son un efecto del desarrollo de los medios de comunicación de masas y las nuevas tecnologías (Salazar, 2009).
Sin embargo, con el paso de las décadas se encuentran claras evidencias de cómo el surgimiento de la cultura del miedo y sus efectos han sido instrumentalizados por grupos sociales, partidos políticos o empresas para sus propios intereses, generando así desinformación, incertidumbre y miedo entre la ciudadanía (Salazar, 2009)
La cultura del miedo y sus efectos en la sociedad
Las crisis sociales, el miedo y la incertidumbre
Las crisis sociales siempre están asociadas a contextos difíciles de incertidumbre donde se genera un aumento del miedo en las personas que componen una sociedad (Reig, 2018).
Acontecimientos como el crack de 1929, la crisis subprime 2008 o la crisis por la pandemia del COVID-19 han sido y son contextos de la historia donde ha florecido el miedo. En este caso, dichos contextos están caracterizados principalmente por dos dimensiones; el empeoramiento de las condiciones materiales de vida y la incertidumbre derivada.
La cultura del miedo y los medios de comunicación en la crisis del COVID-19
La crisis del COVID-19 ha supuesto un incremento de la percepción de miedo e incertidumbre entre la ciudadanía a escala global. Los medios de comunicación han abordado los contenidos relativos a la pandemia de manera masiva, sistemática e indiscriminada; ocupando gran parte de las horas de programación en la parrilla televisiva así como la agenda comunicativa con noticias negativas sobre la pandemia. El efecto de esta atmósfera continua de amenaza aumentada e intensificada por la sobreexposición de la pandemia en los medios de comunicación, ha sido un factor fundamental para el aumento de patologías como la ansiedad, la depresión o cuadros psicopatológicos relacionados. Según evidencian los últimos informes de la OMS:
«La pandemia está provocando un incremento de la demanda de servicios de salud mental. El duelo, el aislamiento, la pérdida de ingresos y el miedo están generando o agravando trastornos de salud mental. Muchas personas han aumentado su consumo de alcohol o drogas y sufren crecientes problemas de insomnio y ansiedad. Por otro lado, la misma COVID-19 puede traer consigo complicaciones neurológicas y mentales, como estados delirantes, agitación o accidentes cerebrovasculares. Las personas que padecen trastornos mentales, neurológicos o derivados del consumo de drogas también son más vulnerables a la infección del SARS-CoV-2 y podrían estar expuestos a un mayor riesgo de enfermedad grave e incluso de muerte” (OMS, 2020).
La sobredimensión del miedo en los medios de comunicación
De esta manera, como se ha apuntado, aunque los efectos nombrados están relacionados directamente con la pandemia, los medios de comunicación de masas y la cultura del miedo aumentan las dimensiones y los efectos del problema (Chomsky, 1992).
Asimismo, los medios de comunicación, lejos de ofrecer una solución a los riesgos, forman parte del proceso de creación y mundialización de estos. Así pues, que la agenda mediática esté repleta de noticias negativas relacionadas con catástrofes, asesinatos, robos y demás acontecimientos violentos genera una sensación de miedo e incertidumbre entre la ciudadanía (Chomsky, 1992).
La confrontación, la crispación y la construcción de enemigos, como efectos de la cultura del miedo
Una de las principales problemáticas que genera la cultura del miedo es la confrontación y la creación de enemigos u amenazas. Es decir, en el proceso descrito de divulgación masiva de noticias negativas que apelan al miedo, se realizan señalamientos implícitos -o explícitos, incluso-, que sitúan como amenazas a diferentes grupos poblacionales, haciéndoles responsables de crímenes como asesinatos, robos o similares. En la mayoría de ocasiones, estos grupos poblacionales objeto de criminalización o estigmatización, son colectivos en riesgo de exclusión social y, en la actualidad, suelen ser personas migrantes o minorías étnicas:
«Los medios de comunicación, fundamentalmente la televisión, se han apoderado de los debates públicos, monopolizando los temas de discusión y banalizando los hechos, convirtiendo, por ejemplo, el debate sobre la inmigración, en un conjunto de imágenes etnocéntricas e intentando replantear binariamente la discusión en la lógica nosotros contra ellos« (Silva, 2003: 132).
De este modo, que los debates giren constantemente en torno al campo semántico de lo negativo y que se utilice, por ejemplo la inmigración, como una amenaza -asociándose con la criminalidad y la delincuencia- y no como una oportunidad de integración y enriquecimiento, provocan grandes problemáticas en cuanto a la capacidad de las personas de ver los contextos sociales desde un punto de vista positivo (Bauman, 2006).
Conclusión
De esta forma, los efectos de la cultura del miedo representan una gran problemática global, ya que este fenómeno aumenta o distorsiona de manera artificiosa la intensidad de los problemas, poniendo el foco en ellos y parcializándolos, promoviendo el miedo y la inseguridad entre la población, con fines que no responden precisamente a la objetividad de los hechos o la ética periodística. Esto produce que no se tomen decisiones adecuadas que permitan tender puentes en boga de la diversidad y la inclusión social; a consecuencia de las horas y horas televisivas que proyectan el miedo, la disrupción y la confrontación social. Asimismo, estos retos son de naturaleza global y afectan a toda la ciudadanía, poniendo el riesgo la convivencia (Bauman, 2006).
En definitiva, la solución para hacer frente a esta problemática pasa por una educación social, democrática y cívica que permita identificar discursos nocivos enfocados sobredimensionar los problemas. Además, también es necesario que los medios de comunicación hagan un ejercicio de autocrítica, pues la cultura del miedo que se promueve en los medios masivos es un eje fundamental de la problemática, afectando negativamente a la sociedad, a la que, en teoría, deben informar de la manera más ética posible (Bauman, 2006).
Referencias:
- Aina Ávila Parcet y Miquel Ángel Fullana Rivas (2016). El miedo en el cerebro humano. Revista Mente y Cerebro, número 75. Barcelona. Recuperado de investigacionyciencia.es
- Bauman Zygmunt (2006). Vida líquida. Barcelona, España. Editorial Paidós.
- Bermudez Cano, J. M. (2013). Miedo y dominio emocional en la arquitectura del Estado post-democrático. Estudios. Revista de Pensamiento Libertario, (3), 62-81. Recuperado de dialnet.unirioja.es
- Chomsky, Noam (1992). El miedo a la democracia. Barcelona. Editorial Crítica.
- Chomsky, N. (2018). Malestar global. Madrid: Sexto Piso.
- Francisco R. García Samaniego (2003). La sociedad del riesgo global. Centro de Investigaciones de Política Comparada. Universidad de los Andes, Venezuela.
- Gil Calvo Enrique (2005). Riesgo, incertidumbre y medios de comunicación. Universidad Complutense de Madrid. Recuperado de scienceflows.com
- Organización Mundial de la Salud (2020). Extraído de: Organización Mundial de la Salud. Comunicados de prensa.
- Rafael Vidal Jiménez (2004). El «otro» como enemigo. Identidad y reacción en la nueva «cultura global del miedo». Universidad Complutense de Madrid. Recuperado de idus.us.es
- Ramón Reig (2018). La crisis de 2008: el miedo como control y negocio ideológico-mediático. Universidad de Sevilla, España. Recuperado de idus.us.es
- Robinson Salazar (2009). La nueva estrategia de control social. Miedo en los medios y terror en los espacios emergentes. XXVII. Recuperado de dialnet.unirioja.es
- Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología. VIII Jornadas de Sociología de la Universidad de Buenos Aires. Asociación Latinoamericana de Sociología, Buenos Aires.
- Silva, Víctor (2003). Comunicación e Información (Inter)cultural. La construcción de las identidades, la diferencia y el multiculturalismo. Instituto Europeo de Comunicación y Desarrollo, Sevilla. Recuperado de datos.bne.es