May-Britt Moser, Edvard Moser y la representación espacial

La investigación de May-Britt y Edvard Moser logró revelar los mecanismos neuronales detrás de la representación espacial y la percepción del posicionamiento en el cerebro humano.

El trabajo de los neurocientíficos noruegos May-Britt Moser y Edvard Moser en el estudio de los fundamentos celulares detrás de la cognición y la percepción espacial, es una de las aportaciones científicas más importantes de las últimas décadas. El punto culminante de sus logros llegó en 2014, cuando este matrimonio recibió el Premio Nobel de Fisiología o Medicina, junto al científico británico-estadounidense John O’Keefe. Este prestigioso reconocimiento resaltó la importancia de sus investigaciones en la construcción del puente entre la mente y el cerebro.

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A continuación, exploraremos la vida y obra de esta notable pareja de investigadores, con el fin de entender cómo su legado no solo nos proporciona una visión más profunda de la complejidad del cerebro humano, sino que también nos inspira a seguir desafiando los límites de nuestro conocimiento, con la esperanza de un futuro donde la comprensión del cerebro no solo sea un sueño, sino una realidad palpable.

Los inicios de May-Britt y Edvard Moser

May-Britt Andreassen nació en 1963, en Fosnavag, Noruega, en una pequeña granja ovina. Su familia, especialmente su madre, alentó a May-Britt a perseguir sus sueños académicos, inspirándola con relatos de héroes que superaban humildes comienzos con inteligencia y esfuerzo. Esta influencia maternal y el ambiente de la granja contribuyeron a forjar en May-Britt la convicción de que no había límites para lo que podía lograr (The Nobel Foundation, 2020).

Por otro lado, Edvard Moser, nacido en 1962 en la costa oeste de Noruega, también se vio influenciado por su entorno y sus primeras experiencias académicas. Criado en la misma región costera occidental de Noruega, se vio inmerso en un entorno donde la curiosidad científica estaba al alcance. Tras un breve periodo de servicio militar, Edvard se matriculó en la Universidad de Oslo en 1983, donde también estudiaba May-Britt. Este encuentro fortuito marcó el comienzo de una colaboración científica y personal que cambiaría el curso de sus vidas. Su amistad y pasión intelectual compartida florecieron en una relación romántica y profesional que perduró durante décadas, culminando en su matrimonio en 1985 (Rogers, 2023).

Ambos, inmersos en el fascinante mundo de la ciencia, comenzaron a explorar diversas disciplinas, desde matemáticas y física hasta biología y psicología. No obstante, fue durante un programa de licenciatura en psicología que descubrieron su pasión compartida por la neurociencia. En ese momento, se dieron cuenta de que la psicología conductista, con su rigor científico y sus fundamentos en leyes elementales del comportamiento, les ofrecía una visión única pero limitada de la mente humana. Anhelaban comprender los mecanismos neuronales subyacentes que impulsaban el comportamiento, lo que los llevó a embarcarse en una búsqueda conjunta de respuestas en el vasto territorio de la neurociencia (Moser, 2015).

El trabajo conjunto de May-Britt y Edvard Moser

Los primeros pasos de los Moser en el laboratorio se centraron en el estudio de la hiperactividad en ratas, lo que les proporcionó una sólida base teórica sobre el comportamiento y diseño experimental. Sin embargo, su anhelo de explorar el funcionamiento interno del cerebro los llevó a buscar la guía del neurofisiólogo Per Andersen, a pesar de ser estudiantes de psicología.

Después de recibir sus doctorados en neurofisiología en 1995, los Moser se embarcaron en una etapa de posdoctorado en Edimburgo y luego en University College London, donde tuvieron la oportunidad de trabajar con el neurocientífico John O’Keefe. Este período les brindó la invaluable experiencia de aprender a registrar las señales provenientes de células individuales en el cerebro.

Sin embargo, su tiempo en Londres fue breve, ya que en 1996 les ofrecieron puestos como profesores asistentes y un laboratorio en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Trondheim. Fue allí donde comenzaron su búsqueda para descubrir el origen de la señal de las células de localización, una investigación que eventualmente los colocaría en la cima del campo de la neurociencia.

Aunque no exenta de obstáculos y desafíos, la carrera de May-Britt y Edvard Moser continuó floreciendo. Tras la fundación y codirección del Centro para la Biología de la Memoria en 2002, el Instituto Kavli de Neurociencia de Sistemas en 2007 y el Centro de Computación Neural en 2013. Su carrera culminó con el galardón más prestigioso en el campo de la medicina en 2014, cuando compartieron el Premio Nobel con su mentor, John O’Keefe (The Nobel Foundation, 2020).

Aunque Edvard y May-Britt se divorciaron en 2016, continúan trabajando juntos, guiando a una nueva generación de profesionales en su búsqueda por descubrir los secretos del cerebro humano.

Estudiando la representación espacial en el cerebro

La investigación de May-Britt y Edvard Moser se centró en desentrañar los complejos circuitos neuronales responsables de la representación espacial en el cerebro. Inspirados por el descubrimiento de las células de posicionamiento, por John O’Keefe, los Moser se propusieron ir más allá y entender los mecanismos subyacentes que permiten a los animales orientarse en su entorno.

Para llevar a cabo este trabajo innovador, los Moser combinaron técnicas avanzadas de registro neuronal con métodos de lesión cerebral y manipulaciones genéticas en modelos animales. Estas herramientas les permitieron no solo observar la actividad neuronal en tiempo real, sino también manipular circuitos específicos para comprender su función exacta en la representación espacial (Rogers, 2023).

Su estudio comenzó colocando electrodos en el hipocampo de las ratas, lo que les permitió registrar la actividad neuronal mientras los animales se movían por un entorno. Esta técnica les proporcionó una ventana única hacia la actividad cerebral en acción, permitiéndoles mapear con precisión los patrones de activación neuronal en respuesta a la ubicación espacial de las ratas (The Nobel Foundation, 2020).

Lo que encontraron con este trabajo fue revolucionario. En lugar de simplemente confirmar la existencia de células de posición en el hipocampo, descubrieron un sistema más amplio de células en el córtex entorrinal que formaban una red de coordenadas espaciales. Estos resultados, no solo transformaron nuestra comprensión de la mente, sino que también abrieron nuevas vías para el tratamiento de trastornos neurológicos relacionados con la navegación y la memoria.

Las distintas células de posicionamiento

El descubrimiento más notable obtenido de los experimentos realizados por los Moser, fue el de las células de rejilla. Dichas células presentaban una actividad neuronal regular y repetitiva en respuesta al movimiento de las ratas en su entorno. Esta actividad se traducía en la formación de un patrón de rejilla hexagonal en el cerebro, que proporcionaba una estructura subyacente para la representación mental del espacio y la navegación. Este hallazgo no solo amplió nuestra comprensión de cómo el cerebro crea mapas internos del espacio, sino que también sugirió una función similar a la de un sistema de posicionamiento global (GPS) en el cerebro.

Además de las células de rejilla, los Moser identificaron células de dirección de la cabeza, que transmitían señales cuando un animal posicionaba su cabeza en una dirección específica, y células de borde, que transmitían señales sobre los límites y bordes del entorno. Estas células, junto con las células de posicionamiento identificadas previamente en el hipocampo, formaban una red compleja de interacciones neuronales que proporcionaba información crucial sobre la orientación y la navegación (Rogers, 2023).

Aunado a esto, el trabajo de los Moser no se limitó a la identificación de estas células especializadas, sino que también profundizó en la comprensión de cómo interactúan y se integran en el sistema neuronal para facilitar la orientación espacial y la navegación. De esta manera, sus hallazgos abrieron nuevas vías para comprender los mecanismos subyacentes de la percepción del posicionamiento en el cerebro y su relación con la memoria (Moser, 2015).

Valor del trabajo de May-Britt y Edvard Moser

Como ya se comentó, el trabajo de May-Britt y Edvard Moser ha sido fundamental para redefinir nuestra comprensión de cómo el cerebro humano calcula la posición y representa el espacio. Sus descubrimientos sobre las células de rejilla, células de dirección de la cabeza y células de borde han proporcionado una nueva perspectiva sobre los mecanismos neuronales subyacentes a la orientación espacial y la navegación.

Estos hallazgos tienen implicaciones significativas para la psicología y la ciencia en general. En primer lugar, han desafiado y enriquecido nuestra comprensión de cómo funciona el cerebro en términos de procesamiento espacial y memoria. Al revelar los intrincados circuitos neuronales responsables de la representación del espacio, los Moser han abierto nuevas vías para investigar y comprender las causas de trastornos neurológicos, como la enfermedad de Alzheimer, que están asociados con déficits espaciales y de memoria (CONYCIT, 2020).

Además, su investigación tiene el potencial de impulsar el desarrollo de herramientas de diagnóstico y tratamiento para distintos trastornos. Al comprender mejor los procesos neuronales involucrados en la percepción del posicionamiento, las y los científicos podrían diseñar intervenciones terapéuticas más efectivas que aborden específicamente los déficits espaciales y de memoria en pacientes con enfermedades neurodegenerativas (Rogers, 2023).

Conclusión

En conclusión, el trabajo revolucionario de May-Britt y Edvard Moser ha sido clave en la comprensión de la neurociencia y la psicología, revelando los complejos mecanismos neuronales involucrados en la representación espacial y la percepción del posicionamiento en el cerebro humano. Sus descubrimientos sobre las distintas células de posicionamiento han abierto nuevas puertas para la investigación en trastornos neurológicos, como la enfermedad de Alzheimer, y han proporcionado una comprensión más profunda sobre los procesos neuronales subyacentes a la memoria y el pensamiento.

Además, al desafiar y enriquecer nuestra comprensión de cómo funciona el cerebro en términos de procesamiento espacial y memoria, los Moser han allanado el camino para el desarrollo de nuevas herramientas de diagnóstico y tratamiento, con el potencial de mejorar la calidad de vida de las personas afectadas por trastornos neurológicos. Debido a esto, su legado perdurará como un testimonio del poder de la investigación científica para transformar nuestra comprensión del mundo y abrir nuevas fronteras para la exploración y la innovación en la ciencia.

En última instancia, el trabajo de los Moser nos recuerda la importancia de la curiosidad, la perseverancia y la colaboración en la búsqueda del conocimiento. Su historia inspiradora nos invita a seguir explorando los misterios del cerebro humano y nos insta a continuar avanzando en la comprensión de lo que nos hace únicos: nuestra mente y nuestra capacidad para imaginar, crear y descubrir.

Referencias:

  • CONYCIT (2020). May-Britt Moser. CONYCIT Mujeres en Ciencia. conicyt.cl
  • Delgadillo, D. (2021). Desigualdad de género en la entrega de los Premios Nobel 1901-2020. Revista Pensamiento Actual, volumen (21), número (36). dialnet.unirioja.es
  • Moser, E. (2015). Edvard I. Moser: Biographical. NobelPrizr.org. nobelprize.org
  • Rogers, K. (2023). Edvard I. Moser. Encyclopedia Britannica. britannica.com
  • Rogers, K. (2023). May-Britt Moser. Encyclopedia Britannica. britannica.com
  • The Nobel Foundation (2020). May-Britt Moser: Nobel Prize in Physiology or Medicine 2014. Novel Prize.org. nobelprize.org
R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.

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R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.