Lo diferente, lo distinto, empuja comúnmente a estigmas negativos. De este modo, se naturaliza atribuir connotaciones negativas a las diferencias, y no solo eso; sino que en muchas ocasiones encasillamos la diversidad humana en categorías que justifican la dominación, la agresión o el rechazo. Este planteamiento da pie a enfrentarse al ‘otro’, al ‘extraño o extraña’ a través de las concepciones de superioridad, inferioridad o peligro. A través de este artículo, analizamos los fenómenos del racismo y la xenofobia, atendiendo a sus similitudes y diferencias; desde el prisma de las ciencias sociales.
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Siguiendo la comprensión del racismo a través de la anterior reflexión, la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial de la ONU en 1965, entiende como racismo: «toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza, color, linaje u origen nacional étnico que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicios en condiciones de igualdad de los derechos humanos y libertades fundamentales en las esferas política, económica, social cultural o en cualquier otra esfera de la vida pública«.
El concepto de raza: una concepción racista de la humanidad
Como se observa en la definición presentada, el término racismo hace alusión directa al concepto de raza. En este caso, es necesario comprender el significado de raza para descubrir la contradicción propia del racismo.
Según la RAE, el concepto de raza hace referencia en terminología biológica a cada uno de los grupos en que se subdividen algunas especies biológicas y cuyos caracteres diferenciales se perpetúan por herencia.
La concepción racista de una humanidad dividida y diferenciada en razas, apoyada por la ciencia en general durante varios siglos, fue perdiendo vigencia a partir de los años 1950. De esta manera, los sistemas de clasificación de la humanidad por raza fueron perdiendo transcendencia. En la actualidad, existe un consenso científico global en el que la raza como término es considerado únicamente como una construcción social o ideológica, pues la biología moderna ha demostrado que solo existe una raza humana, ya que los humanos somos en un 99,9% idénticos genéticamente, a pesar de la diversidad en las apariencias físicas de las personas (Marín, 2003).
«La inmensa mayoría de los expertos en la materia coincide en que, desde el punto de vista científico y antropológico, el concepto de que los seres humanos pueden dividirse y clasificarse definitivamente en distintas ‘razas’ carece de fundamento. No hay más que una raza: la raza humana. Por ende, la noción de raza no es una entidad biológica y debe entenderse a la luz de la historia y de las relaciones sociales» (Torres y Bolís, 2007: 406).
Por tanto, aunque en el pasado la ciencia defendía la clasificación de la humanidad por razas -unas superiores a otras-, el avance científico ha destapado esta falacia científica, pues la discriminación por raza y su mayor expresión -el racismo- no se sostiene en su propia lógica intrínseca al existir una única raza, la raza humana.
El concepto de etnia como puente para entender la diversidad humana
Asimismo, el concepto de etnia se presenta en el campo científico como un correcto sustituto del término raza. La etnia hace referencia a la identificación de una colectividad humana a partir de antecedentes históricos y un pasado común, así como de una lengua, símbolos y leyendas compartidas (Torres y Bolís, 2007: 406).
Esta definición se presenta como el término aceptado actual por las ciencias sociales, pues es objetivo, inclusivo e integrador -recalca la interseccionalidad del parentesco, el lenguaje y la cultura- y desenmascara de manera acertada la falacia biologicista de la raza.
La xenofobia, relación y diferencias con el racismo
Ahora bien, para entender el racismo en su totalidad, también hay que definir el concepto de xenofobia -odio al inmigrante/extranjero-, explicitando sus similitudes y diferencias.
De esta forma, la xenofobia no tiene por qué tener connotaciones raciales, sino que se manifiesta en la discriminación u agresión a cualquier grupo o individuo por no compartir la misma nacionalidad.
En innumerables ocasiones, el racismo y la xenofobia se entrelazan en un solo discurso, siendo muy difícil advertir las diferencias. No obstante, como se ha definido anteriormente, no son el mismo fenómeno. Un ejemplo de esta interacción entre racismo y xenofobia se puede observar en los imaginarios y discursos políticos de los partidos ultraderechistas y de extrema derecha actuales.
Dichas formaciones políticas generan un discurso xenófobo contra la inmigración conjuntamente a un nacionalismo ultraidentitario; un tipo de mensaje que se aleja del clásico racismo biológico y se aproxima hacia un ‘racismo cultural‘ (Hassan, 2019).
Uno de los principales políticos que ha propiciado un discurso de este estilo, alzando una xenofobia descarada contra la inmigración ha sido el mundialmente conocido Donald Trump, expresidente de EUA. En palabras del conocido politólogo Sami Nair escritas en el diario español El País:
“El auge del racismo y la xenofobia, de la ideología de supremacía blanca y de los crímenes de odio y el terrorismo nacional es una realidad con raíces muy profundas en Estados Unidos que ha resucitado con intensidad en los últimos años y desde la llegada de Donald Trump a la presidencia.” (Nair, 2019)
El reto de la construcción social positiva: aceptar la diversidad y fortalecernos con ella
Más allá de las diferencias apuntadas, tanto el racismo como la xenofobia tienen su origen en el miedo al diferente, es una percepción que correlaciona de manera automática diversidad o diferencia con amenaza (Villareal, 2008).
No obstante, como se ha mencionado, tan solo existe una raza humana y, por tanto, la diferencia que se presenta insalvable a través de las percepciones racistas es una construcción social, y como todo constructo social puede ser deconstruido y desaprendido. Al igual que se puede caer en las lógicas racistas o xenófobas cuando se convive con alguien de diferente país, cultura o etnia, también es posible una integración y una relación de aceptación de la diversidad y de aprendizaje mutuo.
Se ha avanzado mucho en el proceso de aceptar la diversidad. Si se hace un breve repaso sobre el origen del racismo y la xenofobia, hay que remontarse al origen de la civilización: En la antigua Grecia, los habitantes de las ciudades llamaban a los que vivían fuera de los límites de las polis de manera despectiva ‘bárbaros’. Milenios después, a partir de la época colonial y hasta finales de la Segunda Guerra Mundial y la caída del fascismo, predominaron las visiones occidentales racistas sostenidas en la ciencia biológica y el darwinismo social. El esclavismo de la población negra en EUA fue legal hasta 1863 y en el siglo XX se produjo el holocausto (Villareal, 2008).
En la actualidad, aunque se han dejado este tipo de atrocidades aparentemente atrás, sigue existiendo un racismo institucional o racismo sistémico. En las ciencias sociales este término se le atribuye al sociólogo Joe Feagin.
El racismo sistémico puede ser definido como un tipo de racismo latente y sutil, el cual se puede observar en el trato diferenciado en legislación, políticas u otros procedimientos institucionales que generan un trato desigual, injusto y discriminatorio a determinados grupos étnicos (Troyano, 2010).
Conclusiones sobre racismo y xenofobia, diferencias y similitudes
De esta manera, es posible concluir que tanto el racismo, como la xenofobia, parten de un origen común como constructos sociales, que presentan intolerancia hacia una sociedad multicultural. Como constructos aprendidos, son susceptibles de ser desaprendidos y combatidos. En este sentido, todas las personas tienen una responsabilidad individual en cuanto a respetar al diferente, empatizar y abogar por la tolerancia y la igualdad.
Entre las diferencias clave entre racismo y xenofobia, encontramos que el racismo promueve la diferenciación racial entre seres humanos. El origen se remonta a la conquista de América y el proceso de esclavización masiva de personas africanas, donde se determinaron las ‘razas’ «blanco», «negro» e «indio». Por lo tanto, mientras el racismo defiende la supremacía racial, la xenofobia implica ‘rechazo o miedo a la persona extranjera -de distinta nacionalidad-‘, sin que necesariamente existan connotaciones raciales o culturales.
Además, existe una dimensión colectiva, que también presenta una responsabilidad conjunta. Si la sociedad quiere ser justa, diversa, integradora y capaz de afrontar las problemáticas sociales deberá garantizar unas instituciones igualitarias que fomenten la igualdad de oportunidades y que combatan la discriminación racista o xenófoba (Gálvez, 2011).
«Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos» – Declaración Universal de los Derechos Humanos, (1948).
Referencias:
- Hassan, Arabi (2019). El discurso xenófobo en el ámbito político y su impacto social. www.scielo.org.co
- Torres-Parodi, Cristina y Bolis, Mónica (2007) ‘Evolución del concepto etnia/raza y su impacto en la formulación de políticas para la equidad’. scielosp.org
- Horcas Villarreal, J.M (2008). El racismo en nuestra sociedad, en Contribuciones a las Ciencias Sociales. www.eumed.net
- Álvarez Gálvez, Javier (2011) La reproducción mediática del racismo: Diseño de indicadores para la medición de actitudes racistas y xenófobas. Universidad Complutense de Madrid
- Troyano, José Fernando (2010). El racismo consideraciones sobre su definición social y operativa. Universidad de Málaga
- Marín González, José (2003) Las ‘razas’ biogenéricamente no existen, pero el racismo sí, como ideología. Pontifícia Universidade Católica do Paraná Paraná, Brasil.
- NAIR Sami (2019). «El desafío a las derechas». Diario El País. elpais.com