Serotonina y depresión: débil evidencia de relación causal

La hipótesis serotoninérgica, que sostiene que la depresión está causada por concentraciones reducidas de serotonina; cuenta con un débil respaldo científico.

Hoy en día, la idea de que la depresión es el resultado de un desequilibrio químico en el cerebro provocado por niveles bajos de serotonina, es una creencia muy popular avalada, supuestamente, por la ciencia. Esta hipótesis tiene una presencia tan importante en nuestra cultura, que ha logrado influenciar de manera indiscutible el trabajo de muchos profesionales de la salud mental en el tratamiento de los trastornos del ánimo. No obstante, dicha propuesta fue cuestionada desde el mismo momento de su aparición; y en la actualidad, se ha señalado que no existe suficiente evidencia científica que respalde dicha idea (Mazzoti, Carpio, 1996; Healy, 2015; Moncrieff, et.al 2022).

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La serotonina es un neurotransmisor; es decir, una biomolécula de señalización secretada por las neuronas para afectar a otras células, transmitiendo información. Esta influye en muy diversas funciones cerebrales, como el sueño, la actividad motora, la percepción sensorial, el apetito, la secreción de hormonas, entre muchas otras (Pérez, et.al 2017). El posible vínculo entre los niveles de serotonina y la depresión se sugirió por primera vez en la década de los 60. Sin embargo, hasta la fecha, no existen estudios concluyentes que confirmen dicha relación (Healy, 2015; Moncrieff, et.al 2022). La importancia de destacar la falta de solidez empírica de esta idea proviene del hecho de que su aceptación trasciende la sabiduría popular, constituyéndose en una de las explicaciones más notables detrás de la efectividad de ciertos antidepresivos.

Creencia popular sobre la relación entre serotonina y depresión

La relación entre un bajo nivel de serotonina y el desarrollo de la depresión se sugirió por primera vez hace casi 60 años; adquiriendo una gran popularidad en la década de los 90, tras el surgimiento de los antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (Mazzoti, Carpio, 1996; Moncrieff, et.al 2022).

Dicha idea se basa en la creencia general, tampoco confirmada, de que la depresión es el resultado de un desequilibrio químico anormal en el cerebro. En este sentido, un desbalance en los niveles de serotonina es la atribución más popular entre el público en general (Healy, 2015).

Cabe señalar que muchos profesionales de la salud mental están al tanto de la falta de evidencia científica detrás de esta hipótesis. Sin embargo, este malentendido se mantiene en el ámbito clínico, en parte, porque se utiliza como un atajo para comunicarse con los pacientes; quienes aceptan mejor someterse a un tratamiento psiquiátrico, bajo el argumento de corregir una anormalidad biológica (Healy, 2015). Por otro lado, algunas compañías farmacéuticas han promovido también la imagen del desequilibrio químico detrás de la depresión, empañando aún más el entendimiento que se tiene sobre esta afección (Pies, 2011).

Mientras tanto, organizaciones de gran prestigio en materia de salud mental siguen difundiendo la idea de que existe una relación científicamente comprobada entre la regulación de los niveles de serotonina y el control de la depresión (Mayo Clinic, 2018; American Psychological Association, 2019; Organización Mundial de la Salud, 2021). Cuestión que brinda formalidad y respaldo oficial a una hipótesis que aún no se justifica.

Inhibición de la recaptación de serotonina como tratamiento de la depresión

El tratamiento de la depresión a través de la regulación de los niveles de serotonina se basa en la forma en que este neurotransmisor actúa comúnmente en el cerebro, y en el hecho de que la función serotoninérgica suele estar disminuida en pacientes deprimidos (Mazzoti, Carpio, 1996; Pérez, 2017).

En un principio, tras ser sintetizada y almacenada en vesículas presinápticas, la serotonina es liberada al espacio sináptico. Una vez ahí, esta actúa sobre los receptores pre y post-sinápticos; para luego ser recapturada y retirada de dicha herradura sináptica mediante transportadores específicos localizados en la membrana presináptica. Evitando de esta forma que la neurotransmisión se prolongue indefinidamente (Pérez, et.al 2017).

La idea detrás de un gran número de fármacos antidepresivos, es que estos actuarían en tales transportadores, inhibiendo su efecto; para con ello, prolongar la permanencia de la serotonina en la hendidura sináptica y, por tanto, prolongar su efecto en las neuronas (Pérez, et.al 2017). Así, de acuerdo a la hipótesis de que existe una relación directa entre la serotonina y la depresión; se concluiría que este incremento en la función serotoninérgica, sería el responsable de la disminución en la intensidad de los síntomas depresivos resultante de su consumo (Pérez, 2017).

De esta forma, existen dos tipos principales de inhibidores:

  • Selectivos de la recaptura de serotonina.
  • De recaptura de serotonina y noradrenalina.

(Mayo Clinic, 2018).

El obstáculo que enfrenta esta teoría es que no existe evidencia suficiente que sustente que la relación entre niveles de serotonina y depresión, sea una verdadera relación de causalidad. Por otro lado, tampoco se ha comprobado que los efectos observados por el consumo de estos medicamentos, realmente sean el resultado de la inhibición de la recaptura de serotonina.

Escasa evidencia sobre la relación causal entre la serotonina y la depresión

Diversos estudios han reportado que el metabolismo principal de la serotonina se encuentra disminuido en ciertos pacientes con depresión. Hecho que suele tomarse como una evidencia sólida sobre la relación directa entre los niveles de esta biomolécula y el desarrollo de síntomas depresivos. No obstante, es necesario recordar que correlación no implica causalidad; y dado que, la función serotoninérgica alterada está presente también en otros trastornos, así como en personas que no manifiestan depresión (Mazzoti, Carpio, 1996; Healy, 2015; Moncrieff, et.al 2022), es posible que, en este caso, dichas variables dependan de una tercera, aún desconocida.

Por otro lado, las neuronas serotoninérgicas cerebrales no pueden ser consideradas aisladamente, dado que tienen importantes interconexiones con otros sistemas neuronales (Mazzoti, Carpio, 1996).  

De manera mucho más concreta, es necesario decir que existen diferentes estudios que han puesto a prueba el papel que juegan distintas monoaminas, entre ellas la serotonina, en el desarrollo de la depresión. En tales investigaciones, los hallazgos suelen ser inconsistentes; ya que la propia alteración en los niveles de estas biomoléculas suele estar presente en algunos tipos de personas y en otros no (Sanz, García, 2017).

En esta misma dirección, uno de los esfuerzos más recientes e importantes por analizar la supuesta relación entre la serotonina y la depresión es una revisión paraguas de las principales áreas de investigación relevantes para este tema; publicada este año por el diario científico Nature. De acuerdo a esta investigación, los principales trabajos académicos sobre la serotonina no brindan evidencia consistente de que exista una asociación entre la serotonina y la depresión, y no respaldan la hipótesis de que la depresión sea causada por una actividad o concentraciones reducidas de serotonina (Moncrieff, et.al 2022).

Entonces, ¿los antidepresivos no funcionan?

Es muy importante aclarar que el que no exista evidencia sólida sobre la supuesta relación causal entre niveles de serotonina y depresión, no significa que los antidepresivos sean inservibles. Existen numerosos estudios que han comprobado que el consumo de este tipo de sustancias tiene efectos positivos en distintos grados sobre los síntomas de la depresión. Resultados que incluyen los llamados inhibidores de la recaptura de serotonina (Pérez, 2017; Almohammed, et.al 2022). No obstante, las variables responsables de este efecto no son aún del todo claras, existiendo distintas teorías al respecto, que van desde causas biológicas no comprendidas plenamente aún; hasta la influencia del efecto placebo (Silva, 2008; Almohammed, et.al 2022; Moncrieff, et.al 2022).

En cualquier caso, los antidepresivos han demostrado ser una parte importante del tratamiento de la depresión. Sobre todo, cuando estos se combinan con algún tipo de atención psicoterapéutica basada en evidencia científica (Kamenov, et.al 2017).

El problema de dar por fundamentada la relación causal

El hecho de que la opinión pública de por sentado que existe una relación causal entre los niveles de serotonina y el desarrollo de síntomas de depresión no es un contratiempo menor. Esta creencia puede influir en cómo las personas entienden sus estados de ánimo; conduciéndolas a adoptar una perspectiva pesimista sobre el resultado de la depresión y a expectativas negativas sobre la posibilidad de autorregular sus emociones (Moncrieff, et.al 2022).

Por otro lado, una explicación tan simple y lineal sobre uno de los problemas de salud pública más importantes en la actualidad, puede abrir la puerta a modelos de intervención simplistas y pseudoterapéuticos que prometan el alivio de la depresión a partir de acciones sin sustento científico. Por ejemplo, el consumo de determinados alimentos y sustancias.

Aunado a esto, es necesario reconocer que la difusión indirecta de esta creencia por parte de las organizaciones sanitarias más importantes del mundo, solo contribuye a desinformar a la población en general sobre la verdadera naturaleza de la depresión; aun cuando esto se realice en nombre de la fácil transmisión del conocimiento y el impulso de la atención clínica oportuna.

Finalmente, es importante destacar que esta teoría se encuentra tan arraigada en la cultura académica, que existen trabajos de investigación que suelen tomarla como un hecho comprobado; adoptándola como una plataforma sólida para el diseño de estudios y la interpretación de resultados (Ramirez, et,al 2018).

Referencias:

  • Almohammed, O., Alsalem, A., Almangour, A., Alotaibi, L., Al Yami, M., Lai, L. (2022). Antidepressants and health-related quality of life (HRQoL) for patients with depression: Analysis of the medical expenditure panel survey from the United States. Plos One, volumen (17), número (4). journals.plos.org
  • American Psychological Association (2019). APA Clinical Practice Guideline for the Treatment of Depression Across Three Age Cohorts. Washington, DC, Estados Unidos de América. American Psychological Association. apa.org
  • Healy, D. (2015). Serotonin and depression. BMJ, volumen (350). edwp.educ.msu.edu
  • Kamenov, K., Twomey, C., Cabello, M., Prina, A., Ayuso, J. (2017). The efficacy of psychotherapy, pharmacotherapy and their combination on functioning and quality of life in depression: a meta-analysis. Psychological Medicine, volumen (47), pp. 414-425. cambridge.org
  • Mayo Clinic (2018). Depresión (trastorno depresivo mayor). Mayo Clinic: sitio web. mayoclinic.org
  • Mazzoti, G., Carpio, J. (1996). Serotonina y Depresión. Revista de Neuro-Psiquiatría, volumen (59), pp. 93-101. revistas.upch.edu.pe
  • Moncrieff, J., Cooper, R., Stockmann, T., Amendola, S., Hengartner, M., Horowitz, M. (2022). The serotonin theory of depression: a systematic umbrella review of the evidence. Nature: Molecular Psychiatry. nature.com
  • Organización Mundial de las Salud (2021). Depresión. Organización Mundial de la salud sitio web. who.int/es
  • Pérez, R. (2017). Tratamiento farmacológico de la depresión: actualidades y futuras direcciones. Revista de la Facultad de Medicina de la UNAM, volumen (60), número (5). scielo.org.mx
  • Pérez, E., Cervantes, V., Hijuelos, N., Pineda, J., Salgado, H. (2017). Prevalencia, causas y tratamiento de la depresión Mayor. Revista Biomédica, volumen (28), número (2).scielo.org.mx
  • Pies, R. (2011). Psychiatry’s New Brain-Mind and the Legend of the “Chemical Imbalance”. PsychiatricTimes.com. psychiatrictimes.com
  • Ramírez, L., Pérez, E., García, F., Salgado, H., Atzori, M., Pineda, J. (2018). Nueva teoría sobre la depresión: un equilibrio del ánimo entre el sistema nervioso y el inmunológico, con regulación de la serotonina-quinurenina y el eje hipotálamo-hipófiso-suprarrenal. Biomédica, volumen (38), número (3). scielo.org.co
  • Sanz, J., García, M. (2017). Ideas equivocadas sobre la depresión y su tratamiento. Papeles del Psicólogo, volumen (38), número (3). redalyc.org
  • Silva, H. (2008). ¿Son eficaces los antidepresivos? Revista Chilena de Neuropsiquiatría, volumen (46), número (1). scielo.conicyt.cl
R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.

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R. Mauricio Sánchez
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Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.