Terapia de interacción padres-hijos frente al espectro autista

La terapia de interacción padres-hijos brinda herramientas útiles para afrontar las conductas disruptivas que pueden presentarse en los trastornos del espectro autista.

La terapia de interacción padres-hijos, o PCIT (Parent-Child Interaction Therapy), es una intervención conductual breve, diseñada originalmente para tratar problemas de conducta en la infancia. Reconocida por la Asociación Americana de Psicología (APA) como un tratamiento bien establecido para conductas problemáticas, la PCIT se centra en mejorar la interacción entre padres, hijos e hijas a través de la resolución de problemas y el desarrollo de habilidades de comunicación efectivas. Aunque inicialmente fue concebida para abordar conductas disruptivas y la desobediencia, la aplicación de la terapia de interacción padres-hijos se ha ampliado a una variedad de poblaciones clínicas, incluyendo menores con mutismo selectivo, ansiedad y trastornos del espectro autista (TEA) (Ferro, Ascanio, 2014; Niec, 2018).

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La versatilidad de la terapia de interacción padres-hijos ha generado un creciente interés en su aplicación en menores con TEA. Estudios recientes sugieren que la PCIT no solo puede reducir las conductas disruptivas en estos niños y niñas, sino también mejorar las habilidades de comunicación y fortalecer el vínculo entre padres e hijos (Bodiford, Borduin, Anderson, 2018).

A continuación, se abordará la utilidad de la PCIT en el tratamiento de los trastornos del espectro autista, destacando su potencial para ofrecer una intervención efectiva y empíricamente respaldada que beneficia tanto a las y los niños como a sus familias.

¿Qué es la terapia de interacción padres-hijos?

La terapia de interacción padres-hijos, o PCIT, es una intervención conductual breve y validada empíricamente, desarrollada por la psicóloga Sheila Eyberg. Se diseñó originalmente para abordar problemas de conducta en la infancia, partiendo de la premisa de que la forma más efectiva de tratar estos problemas es intervenir directamente en la relación entre padres e hijos (o hijas). La terapia se centra en entrenar a padres y madres para que apliquen habilidades terapéuticas enseñadas por terapeutas de conducta en situaciones cotidianas, principalmente a través del juego (Ferro, Ascanio, 2017).

El corazón de la PCIT es el entrenamiento directo y en vivo de padres, hijos e hijas. A través de la observación y el moldeamiento inmediato del comportamiento de los padres, se logra cambiar el patrón de verbalización y de comportamiento con sus hijos e hijas. La terapia es idiosincrática y flexible, adaptándose a las necesidades específicas de cada familia y teniendo en cuenta el nivel de desarrollo de la o el niño. Se interviene de forma muy temprana para obtener un mejor pronóstico.

La PCIT es útil para una variedad de problemas conductuales, incluyendo desobediencia, agresiones verbales y físicas, crueldad con los animales, mentiras, problemas de conducta en clase, hiperactividad, conductas destructivas, robos, conductas autolesivas, baja autoestima, entre otros. También se ha aplicado en menores con trastorno negativista desafiante (TND), déficit de atención e hiperactividad (TDAH), retraso mental, trastornos del espectro autista, ansiedad, depresión, problemas de audición y situaciones de maltrato.

El objetivo principal de la PCIT es incrementar las conductas pro-sociales a través de la atención positiva de los padres y reducir las conductas indeseables ignorándolas. La intervención temprana y centrada en patrones de interacción y clases de respuestas más que en conductas concretas es fundamental para su eficacia (Ferro, Ascanio, 2014).

CDI y PDI

La PCIT tiene dos fases clínicas principales: la interacción dirigida por el niño o CDI (Child-Directed Interaction) y la interacción dirigida por los padres o PDI (Parent-Directed Interaction). Cada fase comienza con una sesión didáctica, seguida de sesiones de entrenamiento en vivo en situaciones de juego y otras circunstancias.

En la fase de CDI, el objetivo es establecer una relación positiva y amorosa entre padres e hijos. Los padres son entrenados para usar la atención selectiva y se les enseña a aplicar el acrónimo PRIDE:

  • Praise (Elogiar): Realizar una verbalización favorable sobre una actividad, resultado o atributo del niño o niña.
  • Reflect (Parafrasear): Repetir de manera inmediata la verbalización del niño o niña, ya sea exactamente, o utilizando sinónimos.
  • Imitate (Imitar): Realizar una actividad similar a la del niño de manera inmediata.
  • Describe (Describir): Verbalizar frases que aludan a los objetos o personas presentes en la situación o actividad.
  • Enthusiasm (Entusiasmo): Mostrar entusiasmo al realizar estas tareas.

Además, se recomienda evitar dar órdenes, hacer preguntas y criticar durante esta fase.

En la fase de PDI, el enfoque se desplaza hacia estrategias de disciplina. Los padres son enseñados a cómo dar instrucciones claras y a aplicar consecuencias consistentes a las conductas de sus hijos. Los pasos para enseñar PDI incluyen:

  • Explicar los ejercicios de cumplimiento de órdenes.
  • Discutir con los padres cómo dar instrucciones efectivas.
  • Definir conjuntamente cuándo el niño o niña es obediente.
  • Acordar las consecuencias de la obediencia y la desobediencia.
  • Explicar cómo realizar un ‘tiempo fuera’ de manera eficaz.

Antes de intervenir con los niños, los padres son entrenados en habilidades de disciplina a través de role-playing (Ferro, Ascanio, 2014).

¿Qué son los trastornos del espectro autista?

Los trastornos del espectro autista (TEA) son un grupo de trastornos caracterizados por deficiencias en la comunicación social y la presencia de comportamientos e intereses restrictivos y repetitivos. Estas características pueden variar considerablemente en términos de presentación y severidad, lo que significa que las manifestaciones de los TEA son muy heterogéneas entre las y los individuos diagnosticados.

Las personas con TEA pueden mostrar dificultades en la interacción social y la comunicación, que pueden incluir: problemas para mantener una conversación, falta de reciprocidad social y emocional, y dificultad para desarrollar y mantener relaciones. Además, pueden manifestar comportamientos e intereses restrictivos y repetitivos, como: movimientos repetitivos, insistencia en rutinas, intereses fijos e intensos, o reacciones inusuales a estímulos sensoriales.

Las capacidades y necesidades de las personas con TEA pueden variar ampliamente y cambiar a lo largo del tiempo. De esta manera, algunas personas con autismo pueden vivir de manera independiente, mientras que otras pueden necesitar apoyo constante debido a discapacidades graves. Estas diferencias individuales hacen que las experiencias educativas, laborales y sociales de las personas con TEA sean muy diversas.

Así mismo, el nivel intelectual de las personas con TEA varía considerablemente, desde un deterioro profundo hasta aptitudes cognitivas altas.

Una amplia gama de intervenciones puede optimizar el desarrollo y la calidad de vida de las personas con TEA. El acceso a intervenciones psicosociales tempranas y basadas en la evidencia es crucial para mejorar la capacidad de las y los niños con autismo para comunicarse e interactuar socialmente.

El autismo puede influir significativamente en la educación y las oportunidades de empleo de los individuos afectados, así como imponer demandas considerables a las familias que brindan atención y apoyo (Organización Mundial de la Salud, 2023).

Utilidad de la terapia de interacción padres-hijos frente al espectro autista

Los problemas de conducta en niños y niñas con TEA a menudo están asociados con resultados negativos, como interacciones negativas entre padres e hijos, pobre funcionamiento social, problemas con los compañeros y una mayor necesidad de servicios adicionales. Además, estos comportamientos disruptivos pueden aumentar el estrés parental, y el estrés parental puede a su vez aumentar los comportamientos disruptivos, creando un ciclo negativo que afecta la interacción entre padres e hijos. En este sentido, la terapia de interacción padres-hijos surge como una respuesta efectiva que aborda este tipo de problemas tomando en cuenta los patrones de interacción que les dan origen.

La PCIT se enfoca en promover habilidades funcionales utilizadas en la vida cotidiana y en contextos significativos entre el niño o niña y su cuidador, lo que es particularmente relevante para las y los menores con TEA. Además, la terapia de interacción se centra también en mejorar el desempeño del cuidador como socio social del menor, promoviendo el valor del lenguaje y el juego como herramientas para la participación y el compromiso. Esto es especialmente importante para los niños y niñas con TEA, quienes a menudo tienen dificultades en estas áreas.

Al abordar tanto los síntomas centrales de los trastornos del espectro autista, como los comportamientos maladaptativos, la terapia de interacción padres-hijos tiene el potencial de reducir la necesidad de múltiples intervenciones fragmentadas. Esto es crucial, dado que los padres de niños con TEA a menudo deben manejar múltiples citas y tratamientos para sus hijos o hijas (Bodiford, Borduin, Anderson, 2018).

Adaptación de la terapia de interacción de padres-hijos al espectro autista

La terapia de interacción padres-hijos ha demostrado ser eficaz en la reducción de problemas de conducta en niños y niñas con trastornos del espectro autista. No obstante, debido a las características únicas de los TEA, es necesario realizar adaptaciones a los principios y herramientas de la PCIT para abordar de manera efectiva la heterogeneidad de la presentación clínica de estos trastornos.

Algunos estudios han proporcionado evidencia sobre la utilidad de la PCIT en la reducción de problemas de conducta en niños y niñas con autismo de alto funcionamiento, adaptando el protocolo para incluir a niños mayores, debido a que la edad mental se consideraba más apropiada que la edad cronológica para esta población. En este mismo campo, se han realizado adaptaciones para redirigir la interacción y elogiar comportamientos adaptativos sociales en menores que presentan conductas conflictivas, como el aislamiento o la obsesión por el control. Este tipo de estrategias han dado lugar a la disminución de los problemas de conducta y niveles más altos de adaptabilidad infantil.

De igual manera, para abordar los desafíos únicos asociados con los TEA, algunos estudios han incorporado adaptaciones específicas al protocolo estándar de la PCIT. Para ello, han incluido herramientas como apoyos visuales, rutinas y material didáctico especializado, lo que ha ayudado a la comunicación de expectativas y la guía de comportamientos apropiados en menores con autismo profundo.

Los programas de la PCIT también han sido modificados para sortear las dificultades asociadas a los retrasos en el desarrollo del lenguaje presentadas por algunas niñas y niños autistas. De esta manera, se ha capacitado a los padres a seguir el tratamiento utilizando las vocalizaciones y símbolos que los menores dominan, adaptando los principios de la terapia de interacción a estos recursos (Niec, 2018).

Ventajas de la PCIT en el tratamiento de los trastornos del espectro autista

La PCIT ofrece múltiples ventajas en el tratamiento de problemas relacionados con los TEA:

  • A diferencia de algunos enfoques tradicionales, la PCIT ha demostrado ser efectiva para una gama más amplia de edades. La investigación ha mostrado que la PCIT puede ser eficaz para niños de 2 a 7 años, y en versiones breves, incluso para infantes y niños pequeños (12–24 meses).
  • Ha mostrado una capacidad significativa para reducir comportamientos disruptivos como agresión, desobediencia y rabietas en un tiempo relativamente breve, a menudo mejorando estos comportamientos hasta niveles normales.
  • La reducción de comportamientos problemáticos también ha llevado a una disminución del estrés parental y una mejora en la relación entre padres e hijos.
  • Se ha adaptado con éxito a las características específicas de los niños con TEA, como los retrasos en el lenguaje y las dificultades para iniciar y mantener interacciones sociales.
  • Se caracteriza por una metodología estandarizada y una clara tecnología para la transferencia de habilidades a los padres a través de la observación y la codificación del comportamiento. Esto garantiza una entrega uniforme del tratamiento y permite un seguimiento detallado del progreso.
  • La PCIT puede ser administrada en sesiones más cortas y tiene un enfoque más accesible tanto en términos de tiempo como de recursos.
  • La capacidad de generalizar los efectos del tratamiento a diferentes entornos es un beneficio clave, ya que permite que las habilidades adquiridas se mantengan y se refuercen en diversos contextos.
  • La intervención puede tener efectos positivos en los hermanos y en la dinámica familiar en general, lo cual es importante, dado que los TEA pueden presentarse en familias de manera recurrente.
  • Ha demostrado ser una intervención de bajo costo en comparación con los beneficios obtenidos.

(Bodiford, Borduin, Anderson, 2018).

Limitaciones de la PCIT en el tratamiento de los trastornos del espectro autista

A pesar de las ventajas que ofrece la terapia de interacción padres-hijos en el tratamiento de problemas de comportamiento en niños y niñas con trastorno del espectro autista, existen varias desventajas y limitaciones que es importante considerar:

  • Los déficits en el funcionamiento social son una característica definitoria de los TEA y afectan otras áreas del desarrollo infantil. No obstante, la PCIT no se enfoca explícitamente en mejorar las habilidades de lenguaje expresivo y receptivo, que son cruciales para el desarrollo de los niños con TEA.
  • Los protocolos de la PCIT no proporcionan directrices específicas para manejar comportamientos perseverativos o estereotipados, como la ecolalia, el juego no funcional o el aleteo de manos, que son comunes en el TEA.
  • La PCIT no proporciona pasos operativizados y enfocados en áreas del desarrollo como la imitación, la atención conjunta, la cognición, el juego, las habilidades motoras finas y gruesas, y la independencia personal, lo que puede limitar su efectividad en la mejora de habilidades amplias necesarias para el progreso integral de los niños y niñas con TEA.
  • En la literatura relacionada con la PCIT y los TEA, a menudo se excluye a los niños que superan ciertos umbrales en medidas de severidad de síntomas de los TEA, habilidades lingüísticas, CI y edad mental. Esta exclusión puede limitar la aplicabilidad de PCIT para algunos niños con TEA que podrían beneficiarse de la intervención pero que no cumplen con los criterios específicos.
  • La PCIT requiere un considerable compromiso de tiempo y energía por parte de los cuidadores. Esto puede ser un desafío para algunas familias, especialmente aquellas con limitaciones de tiempo, recursos o apoyo.

(Bodiford, Borduin, Anderson, 2018).

Referencias:

  • Bodiford, C., Borduin, L., Anderson, C. (2018). Handbook of Parent-Child Interaction Therapy for Children on the Autism Spectrum. Springer.
  • Ferro, R., Ascanio, L. (2014). Terapia de Interacción Padres-Hijos (PCIT). Papeles del Psicólogo, volumen (35), número (3). papelesdelpsicologo.es
  • Ferro, R., Ascanio, R. (2017). Terapia de Interacción Padres-Hijos: Un tratamiento infantil basado en la evidencia. Editorial Síntesis.
  • Niec, L. (2018). Handbook of Parent-Child Interaction Therapy. Spinger.
  • Organización Mundial de la Salud (2023). Autismo. Organización Mundial de la Salud: Sitio Web Mundial. who.int

Créditos de imagen de portada: Foto de August de Richelieu

R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.

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R. Mauricio Sánchez
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Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.