Trastorno de la personalidad por evitación: características

El trastorno de la personalidad por evitación es una afección común caracterizada por evadir el contacto con los demás, por miedo a ser ridiculizado o ridiculizada.

El trastorno de la personalidad por evitación, también conocido como trastorno evitativo o trastorno ansioso por evitación, es una de las afecciones más prevalentes e incapacitantes que existen. No obstante, el número de investigaciones enfocadas en el estudio de sus causas o tratamiento es muy reducido en proporción a su importancia. Esta situación tal vez se deba a que sus síntomas se relacionan tanto con otras afecciones, que es muy común confundirlo con dichos trastornos, o considerarlo un padecimiento secundario (Gómez, 2012; Inchaustia et al., 2018). Debido a ello, es importante conocer, tanto las manifestaciones que lo caracterizan, como los aspectos que lo distinguen.

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Los aspectos más notables del trastorno de la personalidad por evitación son la inhibición social, los sentimientos de inadecuación y la hipersensibilidad a la evaluación negativa (American Psychiatric Association, 2013). Las personas que lo padecen suelen ser consideradas tímidas, solitarias o aisladas (Gómez, 2012). Dicho esto, es muy importante no confundir este trastorno con rasgos personales como la introversión o la reserva. Por tal motivo, a continuación se describirán sus características más importantes.

Características del trastorno de la personalidad por evitación

El TPE es diagnosticado en la edad adulta, y sus manifestaciones más comunes son:

  • Evitar actividades que impliquen contacto interpersonal, por miedo al rechazo o la crítica.
  • Evadir actividades grupales en las que no se tenga garantía de protección.
  • No hacer nuevos amigos a menos que se tenga garantizado el aprecio y la aceptación.
  • Dificultad para hablar o iniciar una conversación.
  • Temor exacerbado a ser avergonzados o avergonzadas por los demás.
  • Considerarse poco apto o apta, socialmente inepto o inepta, poco interesante, con poco atractivo o inferior a los demás.
  • Alta sensibilidad a la crítica, ofendiéndose fácilmente.
  • Desarrollo de fantasías idealizadas sobre las relaciones interpersonales.
  • Sentimiento de frustración sobre su incapacidad o dificultad para interactuar con las demás personas.
  • Tendencia a poner a prueba a los demás para averiguar en quien se puede confiar.
  • Actitud constante de hipervigilancia, en busca de amenazas o señales de aceptación.
  • Baja autoestima manifiesta.
  • Alta dependencia hacia las pocas personas que considera cercanas.
  • Aislamiento social parcial o total.
  • Lenguaje lento y escaso, sin implicación emocional y adoptando formas correctas y educadas.
  • Sentimiento de angustia ante la discrepancia entre su deseo de apego y su temor a relacionarse.
  • Tensión emocional que puede desembocar en explosiones de ira.

(Nicenboim, 2006; American Psychiatric Association, 2013; Almeida, 2012; Inchaustia et al., 2018).

Algunos estudios consideran que este trastorno podría estar presente hasta en un 10% de la población general. Sin embargo, realmente no existen cifras exactas sobre su prevalencia en poblaciones de distintas nacionalidades y culturas (Gómez, 2012; Almeida, 2016; Inchaustia et al., 2018). Por otro lado, se considera que el trastorno de la personalidad por evitación es igual de frecuente tanto en hombres como en mujeres (Gómez, 2013; Inchaustia et al., 2018).

Afecciones asociadas al trastorno de la personalidad por evitación

Como ya se comentó, el TPE suele asociarse con otros trastornos mentales y físicos. Entre los más importantes se encuentran los siguientes:

  • Fobia social generalizada
  • Ansiedad
  • Depresión
  • Trastorno esquizoide de la personalidad
  • Trastorno dependiente de la personalidad
  • Alcoholismo
  • Adicción a medicamentos y sustancias ilegales
  • Condiciones neurológicas
  • Colon irritable
  • Gastritis
  • Hipertensión arterial

(Nicenboim, 2006; Almeida, 2016).

La relación y comorbilidad del TPE con estas enfermedades ha dificultado en muchas ocasiones su estudio y tratamiento. Por ello, es importante saber distinguir esta afección de otras condiciones similares.

Distinguiendo el TPE

En primer lugar, es necesario distinguir el trastorno de la personalidad por evitación de la conducta presentada por personas introvertidas, reservadas o tímidas. En este sentido, es posible hablar de la existencia de este, u otro trastorno psicológico, sólo cuando estas manifestaciones afectan la funcionalidad cotidiana de quienes las experimentan (Almeida, 2016).

Por otro lado, es importante considerar que el comportamiento evitativo tiene un significado distinto en diferentes culturas, religiones y países. Además, existen situaciones estresantes o extraordinarias, como la migración, donde el retraimiento es una conducta relativamente normal. Sobre todo, en menores, donde la vergüenza y la timidez es una manifestación temporal ante escenarios nuevos (Gómez, 2012).

El trastorno de la personalidad por evitación frente a otros trastornos

La relación entre el TPE y la fobia social generalizada es tan estrecha, que algunos profesionales consideran estas dos afecciones como parte de una misma dimensión. No obstante, es posible afirmar que el trastorno evitativo se distingue por tener un inicio más temprano, no presentar un evento precipitante claro y mostrar un curso más estable (Gómez, 2012; Almeida, 2016).

De forma similar, el TPE es confundido con el trastorno de personalidad dependiente, porque en ambos se manifiesta hipersensibilidad a la crítica. Sin embargo, la reacción ante este sentimiento es distinta en cada caso. Es decir, mientras el dependiente responde con sumisión ante la crítica, el evitativo se distancia de los individuos que expresan dichas evaluaciones negativas. Además, en el primero, subsiste una preocupación acentuada por ser atendido (Gómez, 2012; Almeida, 2016).

Ahora bien, los trastornos esquizoide y esquizotípico de la personalidad muestran, al igual que el TPE, un aislamiento social acusado. No obstante, las personas que presentan estas afecciones suelen preferir dicho distanciamiento, mientras que las personas con TPE sufren y se sienten solas, anhelando la interacción (Gómez, 2012; Almeida, 2016).

En lo referente a la relación de esta afección con el trastorno de personalidad paranoide, es posible observar las sospechas hacia los demás, y el temor hacia el ambiente como rasgos comunes. Sin embargo, las y los individuos evitativos están en constante estado de alerta debido a la devaluación personal y baja autoestima que presentan. Es decir, se sienten observados por su supuesta inferioridad. Por otro lado, en la personalidad paranoide las sospechas son atribuidas a la malicia de los demás (Almeida, 2016).

Posibles causas del TPE

Cabe aclarar que la etiología del trastorno de la personalidad por evitación no es clara. Existen distintas hipótesis sobre las causas de este fenómeno, que consideran factores como la genética, procesos cognitivos inadecuados o variables ambientales y familiares. No obstante, una explicación que incluya una combinación de estas variables es la más común.

En relación al aspecto hereditario, es posible hablar de cierta predisposición genética hacia la ansiedad en situaciones sociales. Sin embargo, no existe evidencia concreta que apunte al padecimiento de trastornos específicos como el TPE (Almeida, 2016).

Por otro lado, algunos profesionales han señalado que el patrón inhibido y el desapego interpersonal, típicos en el TPE, podrían explicarse por una dificultad generalizada para comprender los estados mentales propios y de los demás (Inchaustia et al., 2018). Desafortunadamente, aún no se ha aclarado si esta inhabilidad sería el producto de una conformación anatómica innata determinada, el resultado de un deterioro biológico por un agente externo, o bien, un patrón aprendido.

En lo referente a los factores ambientales, algunos investigadores han estudiado, tanto la influencia de los estilos de crianza y modelado de conductas en la infancia; como el efecto que pudieran tener ciertas experiencias “traumáticas” en el desarrollo de los sujetos afectados por este trastorno (Almeida, 2016). Dentro de esta dimensión se destaca el papel tan importante que la violencia intrafamiliar puede tener en el desarrollo del TPE (Nicenboim, 2006)

Tratamiento del TPE y sus dificultades

El tratamiento psicoterapéutico de pacientes con TPE presenta desafíos notables.

En primer lugar, las personas con este trastorno suelen tener dificultades para exponer sus problemas, ya que su baja autoestima y búsqueda de aprobación las suele llevar a acomodar su discurso a lo que piensan que el terapeuta quiere escuchar de ellos. Además, el abandono de la terapia es común, al sentirse heridos por los esfuerzos del terapeuta en ayudar (Nicenboim, 2006).

Aunado a lo anterior, es necesario tomar en cuenta que muchas y muchos pacientes con esta afección acuden a consulta para dar atención a los síntomas de ansiedad; considerando las conductas de evitación como una preocupación secundaria. En este sentido, la señalización de un trastorno como el TPE es recibida como un ataque a su valía, y la confirmación de su supuesta inferioridad. Situación que obstaculiza la relación terapeuta-paciente.

En relación a las alternativas de tratamiento, es necesario mencionar que distintos profesionales e investigadores han señalado los enfoques cognitivo-conductual e interpersonal como los más efectivos frente a los síntomas de TPE. Aunque en ninguna situación es un proceso sencillo. Además, la farmacoterapia ha demostrado ser de ayuda cuando se combina con la psicoterapia, ya que brinda atención temporal a los síntomas de ansiedad y depresión (Almeida, 2016).

¿Por qué es importante dar atención al TPE?

A pesar de que puede ser un proceso arduo, la psicoterapia siempre es recomendable frente al trastorno de personalidad por evitación. Esto se debe a que dicha condición puede tener efectos devastadores en la vida de quienes la padecen, cuando no es atendida.

La evitación del contacto personal puede llevar al aislamiento casi total, el cual es experimentado por estas personas con un intenso dolor y sensación de soledad. Además, la renuencia a poner a prueba sus habilidades puede llevarlas a perder un gran numero de oportunidades a nivel personal, laboral y académico. Corriendo el riesgo de quedar estancadas o paralizadas en diferentes aspectos de su vida (Gómez, 2012; Almeida, 2016).

Sumado a todo esto, es importante mencionar que la frustración experimentada por la inhabilidad para interactuar con los demás puede manifestarse de muy variadas formas. A través de padecimientos físicos, el desarrollo de trastornos afectivos, o incluso, por medio de actos de violencia hacia las personas más cercanas (Nicenboim, 2006; Inchaustia et al., 2018).

Referencias:

  • Almeida, I. (2016). Trastorno de Personalidad por Evitación: Aproximaciones al tratamiento psicológico. Universidad de Santiago de Compostela, Facultad de Psicología. minerva.usc.es
  • American Psychiatric Association (2013). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. DSM-V. Barcelona, España. Masson.
  • Gómez, G. (2012). Tratado multidisciplinar sobre la actividad cerebral, los procesos mentales superiores y nuestro comportamiento. Biopsicología.net. web.archive.org
  • Inchaustia, F., Prado, J., Sánchez, S., Vilagrà, R., Fonseca, E. (2018). El trastorno de personalidad por evitación: una propuesta de tratamiento especializado en la sanidad pública española. Ansiedad y Estrés, volumen (24), número (2-3), pp. 144-153. elsevier.es
  • Nicenboim, E. (2006). Trastorno de Personalidad Evitativo: Actualización. Persona, volumen (6), número (5). cchaler.org
R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.

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R. Mauricio Sánchez
R. Mauricio Sánchez
Licenciado en Psicología por la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex (México). Experiencia docente y en atención clínica en entidades privadas y públicas, como el Instituto de la Seguridad Social. Editor adjunto y redactor especializado en Psicología en Mente y Ciencia.